La Bocca della Verità (Boca de la Verdad) es mundialmente conocida por dos cosas: su fama de cortar la mano a los adúlteros y las interminables colas para hacerse una foto.
La Bocca es un bajorrelieve romano tallado en mármol frigio (1) (el más lujoso de la época). Pero el tiempo no perdona a nadie, y el desgaste ha hecho que el rosto se difumine considerablemente.
Durante los últimos tres siglos ha cambiado más de identidad que Mortadelo en una fiesta de disfraces: Júpiter Amón, Fauno, Mercurio, Aqueloo, el Nilo, el Tíber, Tritón… Pero ninguna de esas identidades ha resultado ser la correcta. Hasta que, hace casi 90 años, un arquitecto italiano(2) se dio cuenta de que la cabeza posee un par de cuernos-tenazas de cangrejo (un adorno discreto, donde los haya), los cuales son atributos indiscutibles de Océano y de ninguna otra divinidad masculina. Basta echar un vistazo a cualquier otra representación de este dios.
Otra característica que define a Océano es tener peces y delfines alrededor de la barba y la melena. Si uno fija la mirada hacia la barba de la Bocca, a ambos lados se pueden apreciar dos protuberancias, dos bultos demasiado erosionados para apreciar figura alguna, pero que muy probablemente corresponden a las cabezas de dos delfines que emergen, tal como aparece en la máscara de la imagen.
¿Quién es Océano? Para los griegos y los romanos, personificaba tanto a una entidad geográfica como a una fuerza creadora de vida. Según la mitología y la cartografía griega, Océano rodeaba la tierra habitada como un foso, una corriente interminable sin punto de origen salvo sí misma(3).
Sobre la función que originalmente tuvo la Boca de la Verdad, a menudo se dice que fue parte de una fuente. Unas muescas talladas en su circunferencia apoyarían esa teoría, pero hay tres hechos que no encajan con esa idea. Como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes: primero, tiene demasiados agujeros (ojos, nariz y boca); segundo, los sedimentos del agua habrían hecho que el pobre Océano babeara, llorase y moqueara –una imagen muy poco elegante para un dios–; y por último, la erosión habría afectado principalmente a los orificios, sin embargo, la superficie se ha desgastado de forma suave y uniforme, bien por el tráfico de peatones bien por agua superficial, o por ambos. Un dato clave es que el disco tiene forma cóncava, su espesor disminuye desde el perímetro a la boca; además los contornos de la cara se tallaron para facilitar el drenaje del agua. Todo ello lleva a una conclusión: la Bocca della Verità funcionó como una cubierta de desagüe, y no como parte de una fuente.
Simbólicamente, Océano era tanto la fuente de todas las aguas como su destino final, por lo que, un Océano colocado en horizontal habría hecho del lugar en el que se ubicara un microcosmos, a través del cual el agua de lluvia fluiría de vuelta al “Océano”, igual que a gran escala.
La ubicación original de la Bocca no se conoce con exactitud, pero se sabe que durante siglos estuvo simplemente apoyada contra la fachada de Santa Maria in Cosmedin. Durante unos pocos años se enmarcó en la pared para lo que le hicieron las muescas de fijación, y hace 4 siglos se la puso donde está.
Su más de mil kilos no habrían impedido a un par de fortachones medievales llevarla rodando desde casi cualquier punto, aunque solo si existía un motivo –si hay que llevarla se lleva, pero llevarla «pa na»… es tontería-. Sin embargo, nunca fue incorporada a ninguna estructura y durante siglos estuvo simplemente apoyado contra la fachada. Posiblemente provenía del colindante Foro Boario.
El Foro Boario fue el origen de Roma, y albergó multitud de templos y santuarios. Para saber a cuál perteneció hay que tener en cuenta dos factores: que permitiera recoger agua de lluvia, y que tuviera una exposición alta al desgaste. El único sitio factible es el Ara Maxima Herculis, un altar vasto y al aire libre.
Los romanos tenían un gusto un tanto gore, y donde Hércules sacrificó una vaca, ellos levantaron un altar. El Ara Maxima era el lugar donde “se tomaban juramentos y se hacían acuerdos por aquellos que deseaban gestionar cualquier negocio de modo inalterable…”(4), así que la fama de decir la verdad que aún se asocia a la Bocca puede ser una reliquia de aquellas promesas. Hoy día solo queda la parte inferior del gran altar bajo el coro de S. Maria in Cosmedin(5). Era tan grande que los obreros medievales habrían tardado en demolerlo ¡un año! –si se lo cuentan a un japonés, le da un jamacuco-. Y pudo ser en este punto, en la ampliación de la iglesia, cuando se quitó el disco y fue trasladado a la fachada, aguardando un nuevo uso que nunca llegó; “esto lo dejamos aquí, y que se ocupe el cura”, debieron de pensar.
El nombre Boca de la Verdad habría surgido ya en siglo XV, a la vez que su fama anti-adulterio. Una leyenda medieval cuenta cómo una mujer romana, que había sido infiel, logró engañarla, ocultar la verdad. Cuando su marido le hizo colocar la mano en la boca, ella fingió desmayarse. Un hombre la ayudó a levantarse, y ella juró ante la imagen que nadie, salvo su marido y aquel extraño, había tocado su cuerpo; su mano sobrevivió ya que aquel extraño resultó ser su amante(6).