El Vaticano, o más correctamente Ciudad del Vaticano, enclavado en la ciudad de Roma, es hoy el país más pequeño de la tierra (1). Con su forma de gobierno teocrática (2), el Papa es jefe de cuerpos y almas. Vamos, lo que viene siendo un monarca absoluto de toda la vida.
Ya era así en el siglo XV. Siglo particularmente movido en lo que a la Iglesia católica se refiere. Finalizó el Cisma de Occidente, durante el cual existieron dos papas, uno en Avignon y otro en Roma. Después de una serie de concilios se planteó una cierta reforma de la Iglesia.
Por otro lado, no podemos olvidar que son los tiempos del Humanismo. Se produjo una ruptura con las tradiciones medievales, una revisión al pasado grecorromano y se colocó al hombre en el centro del universo.
Tener un papa en la familia era y es (supongo) un honor inmenso, por el que se pegaban en aquel entonces todos los porrazos que fuera necesario. Los Della Rovere, una familia humilde de la Liguria, conocieron el enorme poder gracias al ascenso que suponía que uno de sus miembros accediese al papado. Veremos cómo sucedió.
Me llamo Francesco pero llámame Sixto IV
Corría el año 1471 cuando Francesco Della Rovere (3), un franciscano, accedió al trono de san Pedro con el nombre artístico de Sixto IV.
Entre sus logros (4) podemos decir que aumentó el territorio de los Estados Pontificios. Arregló el acueducto que traía el agua a Roma. Además, restauró iglesias y dio cargos sustanciosos a parientes. Nepotismo del bueno.
¡Qué cierto eso de quién tiene padrino se bautiza!
Entre sus “fracasos” nos encontramos con el fallido asesinato de Lorenzo de Médicis (5). Vale, sí, no fue él en persona, que fue uno de sus sobrinos quien lo intentó. Pero, ¿quién dio la orden?… ¡Ah!
En realidad, contribuyó sobremanera a mejorar Roma en lo estético. Quería devolver a la ciudad el esplendor de su pasado romano y se gastó una pasta gansa. Particularmente en lo que nos atañe: la Capilla Sixtina (6).
¡Mi capilla será la más chula! La Capilla Sixtina
Como todo mandamás de la época, si no tenías una capilla propia para rezar eras un mojón de monarca. Donde hoy se erige la Capilla Sixtina existía ya desde el siglo XIV una capilla Palatina denominada Cappella Maggiore. En época de Sixto IV presentaba un aspecto ruinoso. El nuevo papa planeó, no solo recuperar la vieja capilla, sino ampliarla y darle el lustre que su persona merecía. Quería transmitir a través del programa iconográfico (ya sabemos que la mayoría de la población era analfabeta y que aprendían mediante imágenes y símbolos), el mensaje de la superioridad de la Iglesia católica sobre el judaísmo y la autoridad divina de los papas. ¡Claro!, y la suya propia.
Todo se le hacía poco para su «jollita»
Para ello contrató los servicios del florentino Bartolomeo Baccio Pontelli. El tipo era un as en la construcción de fortalezas. Y de Giovannino de Dolce. El resultado fue un edificio con aspecto de “caja de zapatos” con unas dimensiones similares a las del Templo de Salomón, según el Antiguo Testamento.
El suelo, con sus dibujos geométricos es más divertido. Se hizo de cosmatesco (7). Una técnica muy común en Roma desde la Edad Media. Existía (y existe) una cancela que divide en dos la Capilla Sixtina y que separa a los fieles. Ésta separaba a los sacerdotes corrientes y molientes del alto clero, por supuesto allí no entraba cualquiera. No todos los orantes eran iguales. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Está bien… te perdono y te presto a mis pintores
El vano del techo se cubrió con una bóveda de cañón rebajada y se pintó de color azul con estrellas doradas imitando el cielo. Por supuesto unas estrellas están bien para un techo, pero las paredes… las paredes han de ser impresionantes.
Aquí viene lo bueno. ¿Recordáis que Sixto IV era íntimo enemigo de Lorenzo el Magnífico de Médicis? Pues bien, parece ser que se dieron una tregua. No todo iba a ser conspirar. Porque el papa estaba ocupadísimo con su Capilla Sixtina. Lorenzo, para hacerle la pelota, envió en su auxilio a artistas de la talla de Sandro Botticelli, Cósimo Rosselli, Domenico Ghirladaio, todos florentinos. O a Pietro di Cristoforo Vanucci, il Perugino para los colegas, en alusión a su lugar de procedencia (Perugia). Como veis lo que sobraba en Florencia eran pintores.
¿Qué pudo mover al Magnífico a tamaña generosidad? La versión oficial indica que podría tratarse de una oferta de paz o de reconciliación del florentino (8). Las pinturas se realizaron al fresco (9), técnica que recuperaba protagonismo tras su sustitución en el Medievo gótico por las vidrieras. Sea como fuere, las pinturas se realizaron en apenas un año. ¡Qué rapidez!
La decoración vista de abajo hacia arriba
En primer lugar la parte más cercana al suelo la forman unas cortinas doradas pintadas a modo de trampantojo. ¡Ya empezamos engañando! Inmediatamente por encima de esas cortinas fingidas se encuentran las obras de los pintores florentinos. Y en un tercer nivel, los retratos papales. Hay que recordar que la imagen se usaba para contar historias o para recordarlas y que la iconografía se repetía frecuentemente. El concepto, la idea era fundamental para la representación artística porque no sabían leer.
Viejo Testamento vs Nuevo Testamento
En ese segundo nivel se representan enfrentados episodios de la vida de Moisés (pared izquierda) y de la de Jesús (pared derecha). El Viejo Testamento y su reflejo en la Nueva Ley. Esos episodios narran situaciones similares. La historia se cuenta desde el altar y llega hasta los pies de la capilla (10).
Pongamos un ejemplo: la Muerte de Moisés está enfrentada con la Última Cena.
Las obras muestran en general más de una escena. Las historias se cuentan con todo lujo de detalles. ¡Qué no quede nada sin decir! Así, vemos la Última Cena y tras ella, a través de las tres ventanas del cenáculo, la Oración en el Huerto, el Prendimiento y la Crucifixión. Hoy podemos disfrutarlas si tenemos paciencia y conseguimos acceder a la Capilla Sixtina un día con poco público.
Finalmente, los veintiocho retratos de los papas mártires se ubicaron flanqueando las ventanas recorriendo toda la capilla, incluido el Altar Mayor. Por otra parte, sería injusto no nombrar a los ayudantes. ¿Creías en serio que estos grandes artistas pintaban solos? Pues no, solían contar con colaboradores.
En el Altar Mayor me retratáis muy guapete, que soy el que manda aquí
Fue Perugino el encargado de decorar la pared del Altar Mayor. Lo hizo con un gran fresco de tema mariano, la Asunción de la Virgen. Ahí es donde aparecía Sixto IV arrodillado delante de María. ¡Dónde si no! Aquí también se encontraban el salvamento de Moisés de las aguas y el Nacimiento de Cristo. Ya no podremos verlos. La culpa fue de Miguel Ángel.
No se que opinaría Sixto de que su sobrino Julio II cambiase la decoración de la bóveda, o que bajo Paulo III el Altar Mayor se modificase totalmente (11)…
Por fin, en 1483 Sixto IV celebrará su primera misa con motivo de la Asunción de la Virgen. Y consagra a la Virgen María la Capilla Sixtina. Un año más tarde falleció y dejó vacante el Trono de san Pedro. Un chasco para la familia Della Rovere. ¡Hala! A elegir papa un nuevo.
Pero, por supuesto, no termina aquí la historia de esta magnífica capilla… ¡No os perdáis la segunda parte!
¿Sabes cómo la Iglesia católica formó los Museos Vaticanos?
[…] ¿Quién levantó la Capilla Sixtina? […]