El príncipe Felipe II de España se va de Erasmus a los dominios de papá

A mediados del siglo XVI, Europa andaba bastante revuelta. En esos momentos, el emperador Carlos V se hallaba embarcado en su particular cruzada contra el protestantismo y los príncipes electores. Una vez derrotados éstos (1), Carlos quiso que su hijo, Felipe II de España, en ese momento regente, emprendiese viaje hacia la maravillosa Europa. Si quería ser el futuro emperador, habría de conocer sus posesiones y allí le recibirían con arquitectura efímera y con fiestas a lo grande…

Por su importancia política, esta expedición a los Países Bajos y Alemania es el paradigma de los viajes del futuro monarca. Además, fue el primero que realizó fuera de la Península. Pero, de lo que aquí se trata, es de mostrar la excursión principesca en su parte artística y festiva, a la vez que se muestran las verdaderas intenciones del viaje.

¡Qué alguien me haga la maleta! Felipe II de España: de Valladolid a Génova

Evidentemente, todo viaje de alcurnia necesita un cronista, en este caso sería Cristóbal Calvete de Estrella. Historiador, humanista, poeta, docente… Con el pomposo título de El Felicissimo viaje del muy alto y muy poderoso Príncipe don Felipe, describe incidencias y festejos organizados en las ciudades visitadas, acompañados del correspondiente peloteo por parte del buen Cristobal. Una lectura de la crónica muestra que Calvete da más importancia a los aspectos simbólicos que a los políticos. 

Felipe II de España, viaje por Europa con arquitectura efímera
Retrato de Felipe II (detalle). Tiziano. Fuente

Desde luego, a Felipe II de España no le despidió la familia llorando a moco tendido (tenía 21 años, ya estaba viudo y tenía un churumbel), ni hubo de obtener becas, ni buscar alojamiento barato: el viaje fue preparado a conciencia por el III duque de Alba (2)…

A pesar de que el rey de Francia, Francisco I, había muerto, y de que aun no habían adquirido la costumbre de tirar nuestros melocotones en la frontera, sería impensable atravesar Francia. Por ello, ahí estaba el almirante Andrea Doria para transportarlo en su flota hasta Génova (entre nosotros, para hacer de taxista). Europa haciendo la rosca.

¡Todo es poco para agasajar al heredero! La arquitectura efímera

Como era de esperar, las corporaciones locales (¡qué remedio!) debían engalanar sus calles gastando dinero a espuertas, lo que en algunos casos les suponía un endeudamiento brutal. Solían crear arquitectura efímera, al menos el arco público, consistente en un arco triunfal al estilo romano.

Igualmente, los gremios (3) también contribuyeron al boato, rivalizando unos con otros en la magnificencia de sus construcciones y espectáculos. Artistas y artesanos, casi siempre anónimos, se esforzaban en la arquitectura efímera y otros aderezos efímeros (eran obras que no perdurarían en el tiempo). Usaban un lenguaje artístico entre clásico y local, y materiales baratos transformados en lujosos con una mano de pintura sabiamente aplicada. 

Por desgracia, de todas estas construcciones temporales han llegado pocas imágenes hasta nuestros días. Una pena que no existiesen los móviles con cámara en la época; (me imagino al personal haciéndose selfies con Felipe II de España). Es de agradecer que Corneliis de Schryver, secretario de la ciudad de Amberes, dejase abundantes ilustraciones, en su crónica, sobre la entrada en dicha ciudad.

La arquitectura efímera y el arte efímero fue muy utilizado por los austrias, hasta en los funerales. Se creaban arcos, fachadas decoradas, esculturas gigantescas, carros triunfales, espectáculos, perspectivas… Muchos eran estáticos, pero los carros discurrían por las calles y solían mostrar representaciones musicales; (como la MTV de hoy, pero al natural).

La importancia de la iconografía a la hora de agradar, o porque yo lo valgo

Evidentemente, la arquitectura efímera, este arte pasajero seguía un determinado programa iconográfico. No faltaba el recuerdo de las victorias militares de Carlos V o la analogía con personajes bíblicos y mitológicos. La virtud, la justicia o la fortaleza son algunos de los atributos otorgados a Felipe II de España.

En cuanto a los personajes mitológicos, la palma se la llevaba Hércules. Este héroe era fundamental a la hora de representar la fuerza moral y física del gobernante. De hecho, Carlos V mostraba en su divisa las columnas de Hércules. Además, este personaje era tomado por la Casa de Austria como un antepasado, en un pretendido origen mítico de la dinastía.

De los personajes bíblicos, destacar el paralelismo David-Carlos y Salomón-Felipe II de España. El pueblo y sus autoridades reconocían con este peloteo al poderoso, le hacían la rosca, le alababan, le daban coba… se me acaban los sinónimos. Bueno, era casi una obligación dorarle la píldora.

Para hacer «bulto» el pueblo llano participaba en los festejos callejeros, pero banquetes, bailes y misas estaban reservados a unos pocos, aquí el vulgo no pintaba nada de nada. Las cosas no son tan diferentes en nuestros días…

El príncipe y Alemania. Papi, aquí no me quieren

El particular viaje europeo del príncipe estuvo lleno de desfiles, entradas triunfales y «fiestuquis» variadas. No obstante, a Felipe II, Alemania se le resistía. Se le recibía, era el hijo del emperador, pero sin gente en las calles. No estaba el horno para bollos: ni sabía alemán, ni parecía gustarle la cerveza (¡menudo crimen!), ni el jolgorio de la zona (le gustaba más ir a misa). No encajaba. 

Por supuesto, su comportamiento era observado, diseccionado e interpretado por amigos y enemigos. Cualquier desliz podría ser motivo de agravio. El joven no pareció caer muy bien debido a su carácter serio y algo torpe. ¡No todo iba a resultarle fácil al chaval!

Ayuntamiento de Bruselas
Ayuntamiento de Bruselas. Grand Place. Fotografía propia.

A pesar de ello, Felipe II sería recibido a lo grande en al menos treinta y cinco poblaciones del norte de Italia y los Países Bajos, ahí es nada. Por fin se reúne con su padre en Bruselas (4).

La regente de los Países Bajos, María de Hungría, organizó para ellos en el Palacio de Binche una tremenda jarana que duró una semana, ¡en pleno agosto!

¡Menuda juerga! Cenas, bailes de máscaras (algunos disfrazados de indígenas americanos). También el asalto al castillo encantado (sacado del Amadís de Gaula), con extracción de espada mágica y todo. Muy simbólica la cosa. ¡No era nadie la tía María organizando «festorrios»!

El fin y el final del viaje

Después de este “descansito”,  continúa de viaje con su padre. Este presenta al joven en lo que hoy es Bélgica y Países Bajos. Por fin retornan a Bruselas y al príncipe le llega la hora de hincar los codos. No todo iba a ser diversión. Debía ganarse a los electores (5) y convencer a los peces gordos del Imperio (a su tío fundamentalmente).

La nota final fue suspenso: los  alemanes no lo querían ni en pintura y el futuro emperador terminaría siendo su tío Fernando. Felipe II, a pesar del pacto (6) (flojete) entre los dos hermanos (promovido por María, que no solo estaba capacitada para organizar fiestas) nunca ostentaría dicha dignidad. Mucho arte efímero y mucha entrada triunfal para nada…

Tras el periplo, Felipe II regresará a casa al menos con dos cosas: el sobrenombre de “el Prudente” y la dirección del pintor Tiziano. A este le encargaría, en el futuro, cuadros un poquito picantes revestidos de tema mitológico. Pillín, pillín. 


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Batalla de Mühlberg (24 de abril de 1547).

(2) Fernando Álvarez de Toledo. 

(3) Los gremios eran corporaciones formadas por trabajadores de una misma profesión u oficio. Estos se unían para así defender mejor sus intereses. Se estructuraban en aprendices, oficiales y maestros. Pueden considerarse el precedente de colegios profesionales y sindicatos.

(4) En la primavera de 1549. Se rememora ésto cada mes de julio en la ciudad con el Ommegang, una especie de ceremonia entre religiosa y festiva.

(5) La elección del futuro emperador recaía en los electores. Estos eran poderosos nobles, que en principio eran siete (el arzobispo de Maguncia, el rey de Bohemia, el duque de Sajonia…) ampliándose más tarde su número. Sobre los principados en Alemania, ver: http://khronos.es/el-problema-de-las-princesas-de-los-cuentos-para-encontrar-trabajo/

(6) Según el acuerdo, Fernando debía favorecer a Felipe II por encima de a su propio hijo.


 Bibliografía

  • Álvarez Osorio, A., 2001, «Ver y conocer. El viaje del Príncipe Felipe (1548-1549)», Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), vol. 1, pp. 53-106.
  • Calvete de Estrella, J. C., 1930, El Felicísimo Viaje del muy alto y muy poderoso Príncipe Don Felipe, Sociedad de Bibliófilos Españoles, Madrid.
  • Garcia Bernal, J. J., 2007, El fasto público en la España de los Austrias, Universidad de Sevilla, Sevilla.
  • Lobato, Mª L. y García, B. J., 2003, La Fiesta cortesana en la época de los Austrias, Junta de Castilla León, Consejería de Cultura y Turismo, Valladolid.
  • Pérez, J., 2004, «Carlos V«, ABC, Madrid.
  • Pizarro Gómez, F. J., 1999, Arte y Espectáculo en los viajes de Felipe II, Encuentro, Madrid.
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Carmen Fernández Pérez
Asturiana. Diplomada en Empresariales y en Turismo. Graduada en Historia del Arte. Máster Universitario en Métodos y Técnicas Avanzadas en Investigación Histórica, Artística y Geográfica UNED.