¿Cómo sentirse más guapo, más fuerte, más alto, menos endogámico? La dinastía de los Austria españoles lo sabía bien rodeándose de locos y enanos. Y no pocos. Acabaron llenos de enanos en la Corte de los Austrias. Contrataban a uno al año. De hecho, tenemos documentados a más de un centenar de estos personajes. Y lo que es mejor, unos cuantos fueron retratados por maestros como Diego Velázquez.
La situación de estos personajes es difícil de valorar. Por un lado, eran simples juguetes para los nobles, los cuales se partían el ojete con sus ocurrencias y torpezas. Pero por otro lado, gracias a sus discapacidades gozaron de una vida mucho más acomodada que la de la mayoría de la sociedad del momento. Incluso algunos llegaron a desempeñar cargos de importancia. Por eso, no es de extrañar que más de uno acabara generando bastantes envidias. Veamos algunos ejemplos.
Diego de Acedo, alias El Primo
Uno de los enanos de Felipe IV más destacables. El tipo tuvo que ser un fiera al parecer. Se le conocía como el Primo, no se sabe muy bien por qué. Hay una teoría que dice que como su segundo apellido era Velázquez se le relacionó con el pintor. De hecho, le hizo un retrato que hoy en día es bastante famoso. En él, el enano mira directamente al espectador. En su mirada: provocación, chulería. Aquí estoy yo. Otra posibilidad es que se le denominara así cariñosamente, ya que los reyes utilizaban esa expresión para referirse a sus iguales. Como podemos ver, ser rey no salvaba de ser un cani.
Pues bien, el amigo de Acedo llegó a ser Ayuda en la Secretaría de Cámara y Estampilla. No era un cargo brutal, pero estaba donde se movía el cotarro. Además, tenía fama de mujeriego. Y de los malos. De hecho, el Aposentador de Palacio (1) cuando se enteró que su mujer se había amancebado con el enano, la mató. De Acedo se libró por los pelos. Aquél día estaba de paseo con el rey.
En otra ocasión, un día que paseaba con el Conde-Duque de Olivares le pegaron un tiro en toda la cara. Esta vez también libró, aunque le quedó una herida en el rostro que no sabemos si le hizo más o menos popular entre las mujeres. Lo gracioso de todo es que no se sepa para quién iba el tiro. Como podemos ver, De Acedo acumuló tantos enemigos como el hombre más poderoso de España y posiblemente del mundo.
Calabacillas, el adinerado
Otro de los enanos en la Corte de los Austrias. Como se puede observar claramente, debía sufrir algún tipo de retraso (2). Otro que fue retratado por Velázquez. Pese a la simpleza que pueda mostrar en el retrato, Calabacillas vivía de puta madre. Empezó a servir a Felipe IV en el año 1632, cuando se le concedió una ración diaria como para alimentar a Goku. Atención a la lista, que varía según si era día de carne o pescado.
Día de Carne: 8 panes, 2 litros de vino, 1,5 kilos de nieve (el hielo de la época), medio kilo de fruta, 1 gallina, 1 kilo de carnero, medio kilo de ternera y 200 gramos de tocino.
Día de pescado: 8 panes, 2 litros de vino, 1,5 kilos de nieve, medio kilo de fruta, 1 gallina, 8 huevos, 1 kilo de pescado y 200 mililitros de aceite.
Lo dicho, el amigo Calabacillas comía como si fuera Shaquille O’Neal. (3) Por algún tipo de razón, viendo el retrato parece que aun así no perdió la figura.
Cuidado con los chistes que haces, si no que se lo digan a Barbarroja
Como podemos ver, este no era enano. Era considerado como hombre de placer o loco discreto; que no todo eran enanos en la Corte de los Austrias. Poca documentación se tiene sobre él. Su función era hacer reír con sus ocurrencias y bromas. Pero claro, bromear con la nobleza tiene sus riesgos. Un buen día, una de las bromas a cerca del Conde-duque de Olivares le salió mal. Tanto, que acabó desterrado en Sevilla. Ojo al chiste, que demuestra que Olivares tenía el sentido del humor en el culo. Se cree que Felipe IV le preguntó si había olivas en los pinares de Valsaín, a lo que Barbarroja replicó “Señor, ni olivas ni olivares”. Pobre hombre (4).
Una prueba de la importancia de los enanos en la Corte de los Austrias
Para reafirmar lo que venimos diciendo sobre los enanos en la Corte de los Austrias, vayamos a una pareja de cuadros que nos proporciona una perspectiva curiosa. Se trata de los dos retratos del Príncipe Baltasar Carlos en el Picadero, uno realizado en 1638 y otro en 1643.
En el primero, junto al príncipe aparecen el Conde-Duque de Olivares y Alonso Martínez de Espinar. Ambos eran los maestros de equitación del crío. En segundo plano, tras el príncipe podemos ver a un enano, de identificación desconocida. En el retrato más tardío, pintado ya tras el destierro de Olivares, vemos que las figuras de los maestros han desaparecido pero el enano sigue ahí. De hecho, hay uno más. Así, podemos llegar a la conclusión de que validos y cortesanos entran y salen de la corte, pero los enanos permanecen.
En el reino de los ciegos…
Finalmente, y para concluir, podemos afirmar que la presencia de enanos en la Corte de los Austrias es bastante peculiar. En lo que respecta a otras Cortes europeas, los locos y los enanos no eran muy comunes. Los bufones y negros estaban más expandidos. De hecho, con la llegada de los Borbones a la Corona española, se echaría a los locos y a los enanos. Eso sí, se mantuvieron a los bufones y negros.
La presencia de esta gente en la Corte parece razonable. Como venimos diciendo, es fácil creerte guapo al lado de un bizco, un enano o alguien que no se aguanta los pedos. El nivel de decadencia de los Austria había llegado a tales niveles, sí. Pero bueno, como siempre pasa en la vida, la factura acaba llegando. Al amigo Felipe IV se le murió su preciosísimo hijo heredero del universo entero y le nació un engendro endogámico (5). Un loco más en la Corte. El problema es que iba a llevar una corona en la cabeza.
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