Cuando Felipe IV heredó la corona de España, la situación financiera del Imperio español hacía aguas por todas partes, pero el rey no estaba para esos asuntos. Le preocupaban más el teatro, los bufones y engendrar hijos (1). Felipe IV, el Grande, se desentendió por completo de gobernar el Imperio y delegó tales funciones en la figura de su valido, el conde duque de Olivares.
Macroeconomía, reformas y guerras… la actividad del conde duque de Olivares
En la cúspide del periodo Barroco y el despilfarro, Europa sufría una crisis general, debido a la escasez de recursos de Castilla. El color los números de la hacienda pública siempre eran rojos, por lo que el conde duque de Olivares se vio obligado a intentar reformar el Reino, con más voluntad que acierto.
Lo que empezó como problemas religiosos y de reconocimiento de la soberanía nacional, acabaría provocando una herida por la que el Imperio se desangraría lentamente.
Política interior y exterior
La política interior del Reino empezó a resentirse cuando comenzó a escasear la plata procedente del Nuevo Mundo. La solución del Estado fue coser a impuestos a las clases más bajas.
En cuanto a la política exterior, estaba marcada por la agresividad del conde duque de Olivares (más de lo mismo). El conde duque de Olivares era una persona muy soberbia y de trato difícil en política. Su gran error sería reanudar la guerra con Flandes.
Por si fuera poco, los primos de Viena (2) se habían embarcado en la Guerra de los treinta años (3) y solicitaron la ayuda del Austria español.
¡Cría cuervos y te sacaran los ojos!
Los vieneses, al ver que ni con la ayuda española encaminaban la situación, decidieron firmar la paz por su cuenta. Dejaron a Felipe IV con el culo al aire. ¡Eso sí que fue hacer el primo!
Financiar ambas guerras fue un pozo sin fondo para la corona española que dejó las arcas del Estado tiritando. El conde duque de Olivares, consciente del fracaso en las campañas contra Holanda y Flandes, decidió centrarse en los males internos del Reino.
El conde duque de Olivares tenía la intención de modernizar España, pues la sombra de la decadencia amenazaba toda una dinastía como los Habsburgo. En el fondo el conde duque de Olivares ¡quería europeizarnos!, pero la corrupción campaba a sus anchas por la administración del Estado. El anterior valido, el duque de Lerma (4), repartió los puestos de Gobierno entre aristócratas incompetentes, por lo tanto, Olivares no podía hacer una purga completa en la administracion o estos ilustres incompetentes se volverían todos contra él; por lo que elaboró su proyecto más ambicioso, la reforma del sistema financiero.
«Vellón por un tubo»
Los gastos superaban en casi el doble los ingresos del Estado (5) y los impuestos se cargaban a las arcas del reino de Castilla.
El conde duque de Olivares trató de repartir el peso del Imperio entre los demás territorios de la Corona (Cataluña, Navarra y Valencia) ofreciéndoles puestos de relevancia en el Gobierno, pero ni por esas. Decidieron seguir disfrutando de sus fueros, privilegios y libertades (6).
Como es de esperar ante tal respuesta, las deudas aumentaron y Castilla se convertiría en una mula de carga a la que cada vez de costaba más mantenerse en pie. Y el conde duque de Olivares se vio obligado a pedir un préstamo a los portugueses. ¡Más deuda!
La delicada economía del Imperio se hundía en las arenas movedizas en las que se había convertido Castilla. Las fuertes epidemias que asolaban España mermó la mano de obra y, por consiguiente, los jornales se encarecieron. ¿Cómo podía la administración hacer frente a los pagos?
Acuñando moneda pobre
Hasta entonces las monedas que circulaban estaban compuestas por metales nobles como el oro o la plata y valían el valor del metal que contenían. Para cantidades pequeñas y fracciones se utilizaba el vellón. Este era de una aleación de cobre y plata, de escaso valor.
La solución del monarca y del conde duque fue acuñar vellón por un tubo por debajo de su valor real, es decir, monedas con poca plata (o ninguna) y mucho cobre. Esto supuso una brutal devaluación de la moneda. La inflación se puso por las nubes y los súbditos de su majestad perdieron poder adquisitivo.
Otro problema generado por la acuñación masiva de vellón seria la subida del cobre. Este metal era necesario para la emisión de moneda, de hecho Castilla se había convertido en el mayor centro importador de cobre mundial.
Se equivocaban aquellos que pensaban que la Hacienda pública había tocado fondo tras las tres bancarrotas de Felipe II. Su nieto provocaría otra más que añadir a las llamadas hojas de reclamaciones del Imperio.
“A perro flaco todo son pulgas”
Ante una nueva subida de impuestos para las clases bajas, el conde duque de Olivares convocó las Cortes de Aragón, Valencia y Cataluña para que arrimaran el hombro. Necesitaba votar un subsidio extraordinario con el que sostener los gastos militares. Aragoneses y valencianos aflojaron la guita (7), pero los catalanes se mantuvieron firmes y no soltaron ni un solo ducado. ¡La pela es la pela! (8).
El conde duque de Olivares, furioso con la posición catalana decidió invadir Francia, con la única intención de involucrar a Cataluña en la guerra. Los campesinos catalanes veían impasibles como las tropas reales acampaban en la frontera mientras les robaban sus cosechas y cerdos. La consecuencia fue el asesinato del virrey (9) y que media Cataluña se levantara en armas durante doce años.
Eramos pocos…
Por otro lado, aprovechando que las tropas reales impartían justicia en Cataluña, los portugueses deciden independizarse. Pobre Felipe IV, ¡monta un circo y le crecen los enanos! Los lusos, viendo el panorama en el que se encontraba España, deciden dar un golpe de Estado y colocan en el trono al duque de Braganza (10).
Se acerca el fin, llega la decadencia
La imagen de España era desoladora. El Imperio hacía aguas por los cuatro costados. La acuñación desmedida de vellón había costado un par de bancarrotas máhttps://khronoshistoria.com/medina-sidonia/s una rebelión en Cataluña y la independencia de Portugal. Hasta Andalucía y el duque de Medina Sidonia intentaron independizarse…
Ante tales acontecimientos, el conde duque de Olivares perdió la confianza del rey y cayó en desgracia. Felipe IV tomo la decisión de gobernar solo. Estaba plenamente convencido de que Dios desfavorecía a España debido a su tenue y etéreo gobierno. Aunque sus buenas intenciones duraron poco. Gobernar sin el conde duque de Olivares era demasiado para Felipe IV, así que nombró un nuevo valido al que entregar el gobierno, D. Luis Méndez de Haro y Guzmán. (11)
Felipe IV moriría a los 60 años, (aparentaba 80). Había disfrutado más de vicios que de obligaciones. Acompañado en su lecho de muerte por la momia de san Isidro (12), dejó a España en una situación lamentable. Al menos, la muerte de Felipe IV fue muy a la Española: que otro se coma el marrón, que yo me muero.
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