Año 1095, el Papa Urbano II hace un llamamiento a toda la Cristiandad. ¿El motivo? Recuperar Jerusalén (1) y el resto de Tierra Santa de manos de los “infieles”. Y la Cristiandad respondió. Miles y miles de peregrinos armados marcharon hacia oriente miedo para protagonizar uno de los mayores conflictos militares medievales, la Primera Cruzada de muchas. Un conflicto que enfrentó al Cristianismo y al Islam durante casi dos siglos (2).
Los inicios de la Primera Cruzada: la llegada de la hueste cristiana a Oriente Medio
La Primera Cruzada empezó en el año 1096, tras la llamada del Papa Urbano II a reconquistar los santos lugares de Tierra Santa. Resulta difícil establecer un número exacto de cuantos hombres marcharon a Tierra Santa. Esto se debe al gran volumen de peregrinos que se unieron a la lucha contra los infieles. Hombres y mujeres que no tenían ningún dominio de la espada, pero que se veían imbuidos por un fervor religioso y un deseo de recuperar los lugares santos. Si hacemos caso a las estimaciones, el ejército cruzado estaba entre los 30 y los 60 mil hombres. No obstante, solo 15 mil soldados consiguieron llegar hasta Jerusalén.
La primera parada de la hueste cruzada fue en Constantinopla. Allí, el emperador Alejo I (3) obligó a los líderes de la Primera Cruzada a jurar que todas las ciudades que antaño habían pertenecido al Imperio volverían a su control (4). Los príncipes (5) cruzados accedieron de mala gana, al fin y al cabo, necesitaban que Bizancio les abasteciera por mar. (6)
Una vez sellado el pacto con Alejo, las tropas cristianas penetraron en Anatolia (7), donde tomaron la ciudad de Nicea (8), si bien la ciudad se rindió a los bizantinos, y no a los cruzados, que se quedaron sin poder saquear la ciudad. Eso provocó que los cruzados se sintieran traicionados por la persona que supuestamente les cubría las espaldas.
Tras la toma de Nicea, los soldados cruzados se vieron las caras una vez más con los turcos selyúcidas, cuando los ejércitos de Kilij Arslan (9) trataron de emboscar a los occidentales en Dorilea. Al principio la batalla marchaba de forma favorable a los turcos, no obstante, la avanzadilla cruzada logró resistir el repentino asalto el tiempo suficiente. Cuando el grueso del ejército los alcanzó, los turcos se vieron obligados a retirarse, pues no tenían los medios para hacer frente a una hueste tan numerosa. Killy Arslan tuvo que admitir la derrota, y ordenó la retirada, dejando tras de sí su gran tesoro. La victoria llenó de esperanzas a los cruzados, algunos soldados, esperanzados por la victoria conseguida, escribían a sus esposas anunciando que en una semana alcanzarían Jerusalén. Tardaron tres años en alcanzar la ciudad santa.
La toma de Antioquia: la prueba más dura de la cruzada
En octubre de 1097 los cruzados alcanzaron el territorio de Yaghi Siyan, el señor de Antioquia (10). El asedio y posterior batalla en Antioquia es posiblemente el mayor episodio militar de la Primera Cruzada.
El sitio a la ciudad fue duro, muy duro, para las tropas cruzadas. Las murallas de la ciudad eran inexpugnables, y por el interior de la ciudad corría un afluente del rio Orontes. Eso garantizaba suministros a la ciudad, e imposibilitaba la opción de que la ciudad se rindiera por hambre o sed. Los sitiadores sí se vieron afectados por la falta de recursos. Muchos civiles que se habían unido a la cruzada perecieron a causa de las enfermedades o la inanición. Las deserciones entre las filas de los cruzados fueron masivas.
Sí los cruzados lograron tomar la ciudad fue gracias a la traición de un guardia turco (11). A cambio de oro y tierras, el guardia dio acceso a los cruzados al interior de la ciudad. Lo que siguió fue una matanza y saqueo de la ciudad. Yaghi Siyan fue decapitado por una turba furiosa, y su cabeza entregada a Bohemundo (12).
Pero los problemas para los cruzados no terminaron con la toma de la ciudad. Un enorme ejército turco liderado por Kerbogha (13) se acercaba a la ciudad, con la clara intención de recuperarla. La llegada de estos refuerzos ya eran conocida por el ejercito cruzado desde antes de la toma, pero ahora estaban prácticamente a las puertas. Temiendo que la ciudad caería en manos turcas, fueron muchos los que se descolgaron por la muralla durante la noche para huir de los turcos. No obstante, la situación cambió cuando, en una de las torres de la ciudad, se encontró la supuesta lanza sagrada (14).
Imbuidos por un fervor religioso, los cruzados pasaron a la ofensiva. Atacaron al ejército turco que los asediaba, algunos incluso creyeron ver soldados celestiales (15) luchando a su lado. El empuje cruzado fue tal, que rompieron las filas de los turcos, llegando al corazón del enemigo, provocando que estos huyeran en desbandada, y sellando así su derrota (16).
Con Antioquia conquistada y Kerbogha derrotado, los cruzados se tomaron un merecido descanso antes de proseguir su camino hacia Jerusalén.
El último paso: la conquista de Jerusalén
Tras tres años de cruzada avanzando por territorio enemigo, la hueste cristiana por fin llegó a las puertas de Jerusalén. De los sesenta mil cruzados que habían iniciado la Primera Cruzada, solo restaban quince mil. Por su parte, los defensores estaban bien abastecidos y esperaban la llegada de refuerzos (17). Los cruzados lanzaron un primer asalto precipitado el 13 de junio que fue rechazado por las fuerzas egipcias (18).
Tras el primer fracaso, los cruzados se tomaron su tiempo para organizar el siguiente ataque. Construyeron dos torres de asedio para poder atacar la ciudad por dos flancos, obligando a los defensores a hacer los mismo. La madrugada del 15 de julio empezó el asalto final. Solo una de las torres llegó hasta las murallas, pero fue suficiente para que los cruzados penetraran en la ciudad. Con los cruzados dentro de la ciudad, los defensores se rindieron ante Raimundo de Tolosa (19). Lo que siguió a la toma de la ciudad fue una autentica carnicería (20).
Epilogo: la batalla de Ascalón
Cuando la noticia de que los cruzados habían tomado Jerusalén llegó a oídos de Al-Afdal (21), los fatimitas amenazaron con lanzar un ataque para recuperar la ciudad. Los cruzados, en vez de esperar la llegada de los egipcios, decidieron lanzar ellos su ataque. El ejército fatimí, que esperaba ese tipo de reacción por parte de los cruzados, abandonó Ascalón y acampó en una llanura. Fue allí dónde los cruzados los encontraron. El ejército cruzado los atacó antes de que estos supieran qué se les venía encima. La batalla fue corta, y culminó con una última victoria para los ejércitos cruzados, que acabaron con diez mil de los veinte mil fatimitas. Con este último enfrentamiento, los cruzados regresaron a celebrar el éxito de su empresa.
No obstante, la cruzada puso en movimiento al resto del mundo. Los fieles del islam se organizaron para contraatacar y recuperar lo que los cristianos les habían arrebatado. La yihad (22) sería la respuesta islámica de la cruzada. Así se iniciaría un conflicto que se alargaría durante siglos.
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