Casas de apuestas, espectáculos, bebida y mucha diversión. El «Viva Las Vegas» de Elvis Presley, ya se daba en el Japón Edo (1603-1868). Cuando las aguas se calmaron, después de un período de enfrentamientos, a lo largo y ancho de Japón, las ciudades y las ganas de jolgorio empezaron a crecer. Los artistas empezaron a reflejar este mundo despreocupado en unas estampas llamadas Ukiyo-e, «pinturas del mundo flotante». También se encargaron de plasmar escenas sexuales, en los shunga.
El Período Edo: la unificación de Japón por Ieyasu
Desde el siglo XV hasta el XVII, Japón estaba en plena batalla campal. El país, patas arriba, atravesaba una guerra civil. Esta etapa se conoce como el período Sengoku (1). Era un todos contra todos, por el poder. Cualquier excusa era buena para acabar con tu vecino, o para que un señor feudal eliminara a otro. La chispa saltaba a la mínima.
En este batiburrillo de enfrentamientos, algunos señores feudales, conocidos como daimyo, intentaron reunificar el territorio: como Nobunaga (2) o Hideyoshi (3). Pero fue finalmente Ieyasu (4) quien terminó partiendo el bacalao. El emperador no tuvo otra que reconocerle el mérito de haber reunificado todo un país. ¡Que menos! Así, le nombró líder político-militar (shogun) (5).
Fue el pistoletazo de salida para que Ieyasu empezara a hacer algún que otro arreglo para asegurar su poder. No le iban a sacar ni con agua caliente. Se asentó en Edo, lo que hoy conocemos como Tokio, y dejó al emperador en su mundo espiritual en la ciudad imperial de Kyoto (6). Así, Ieyasu y sus descendientes controlaron el cotarro desde 1615 hasta 1868.
No es mandar, solo organizar a mi gusto
Ieyasu se encargó de que los demás daimyo no pudieran ser una amenaza. Para conseguirlo, les endeudó, para que no pudieran formar ejércitos. Y también cerró Japón en banda, para evitar que algún señor feudal cayera en la tentación de aliarse con europeos (7). Ieyasu y sus descendientes, los shogunes de Tokugawa, controlaban directamente las ciudades más importantes, como Osaka, Nagasaky o Kyoto. Les tenían bien cogidos a todos. Big Brother is watching.
La unificación de Japón trastocó todo el sistema social que había existido (8). Con tanta paz, los guerreros samurai tuvieron que reinventarse. Como ya no podían destacar en la batalla, se metieron de lleno en el mundo burocrático y el papeleo. Por otro lado, los comerciantes y artesanos se veían como personas poco productivas y de baja escala. Pero, con el crecimiento de las ciudades, fueron siendo necesarios. Estos nuevos businessman, empezaron a ser conocidos como chonin (9).
Las estampas Ukiyo-e: ¿por dónde salir? La nueva ciudad y sus garitos de juerga.
Como empezaban a tener dinero, los comerciantes de la ciudad se dieron al postureo y a la buena vida. Compraban y encargaban arte, pero tampoco tenían ninguna tradición artística, como los nobles o los samurai. Querían obras relacionadas con su mundo de negocios. De esta manera, surgieron las estampas Ukiyo-e (10), donde se plasmaba la vida en la ciudad, sus barrios y hasta a los artistas del teatro. Era una forma de publicidad.
En 1657, la ciudad de Edo se incendió y por poco solo quedan las cenizas. A la hora de reconstruirla, se creó el barrio Yoshiwara, único y exclusivo para el ocio y disfrute. Se llenó de teatros, bares de sake y burdeles (11).
Los shunga, las estampas para adultos
Los artistas iban a estos barrios de diversión, buscando temas que representar. Entre actores y juerguistas, también había prostitutas buscando clientes. Entre ellas, geishas. Los artistas plasmaron su mundo de erotismo y fueron surgiendo los shunga: estampas centradas en temas sexuales.
Pero los shunga no eran solo para hombres. Dentro de este género, existían también los llamados emaki (12), una especie de manual sexual para aquellas jóvenes que acababan de casarse y no tenían mucha idea sobre el sexo. O los makura-e, escenas de sexo puro y duro, donde lo importante era enseñar los genitales de manera muy exagerada. El tamaño importaba y mucho (13).
La sexualidad en Japón. Mucho más que dos pulpos tirándose a una mujer (14)
Fuera del desnudo griego, los occidentales tenemos la manía de asociar el desnudo con el pecado. En Japón, las escenas de desnudos o sexuales se veían como algo normal y con humor. Las primeras pinturas «picantes» son del siglo XII (15), llegando gracias a los contactos con China y el taoísmo, donde el sexo era una parte de la vida y la salud. Más allá del sexo explícito, los álbumes de shunga eran el Vogue de la época. Las jóvenes sabían qué kimonos o peinados estaban de moda, por lo que llevaban las geishas puesto en las estampas. O quién era el actor de teatro del momento.
En el siglo XIX, Japón empezó a abrirse a Occidente. Pero las estampas ukiyo-e empezaron a pasar de moda (aunque para Europa fueron toda una revolución en el arte), y los shunga para la mentalidad europea eran escandalosos y fueron desapareciendo. ¡Y luego decimos que en Occidente somos muy modernos!
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