Cualquier guerra es un caldo de cultivo perfecto para gestas heroicas dignas de los libros de Historia. Uno de los hechos más épicos que acontecieron en la Historia militar reciente fue la infiltración de un submarino alemán, capitaneado por Günther Prien, en la “joya de la corona” de los puertos británicos, la base naval de Scapa Flow, pese a las fuertes defensas con las que contaba. Y todo ello en plena Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo consiguió semejante proeza? Lo veremos a continuación.
¿Qué es eso de Scapa Flow?
Scapa Flow constituye una bahía natural emplazada en la costa noroeste de Escocia, concretamente en las Islas Orcadas. Rodeada de islotes y escollos que hacían arriesgada cualquier incursión en su interior sin un conocimiento adecuado de su geografía, todo ello complementado con un clima duro y un tiempo impredecible, donde los temporales de nieve, las densas nieblas superficiales y las fuertes corrientes marinas estaban a la orden del día. Era el refugio perfecto para cualquier flota.
Algunos apuntes históricos de Scapa Flow
Esto ya lo sabían los vikingos, que situaron allí una pequeña base. Los británicos no fueron menos y situaron en Scapa Flow la principal base de operaciones de la Home Fleet (1), respondiendo así a la creciente peligrosidad del II Reich alemán, gracias a su inmejorable ubicación (2). Ya durante la Primera Guerra Mundial, había sufrido varios ataques de parte de los u-bootes germanos (el U-18 y el U-116) que, pese a que resultaron a un fracaso, evidenciaron la necesidad de blindar aún más las defensas costeras y antiaéreas (3). Por ello, los británicos se valieron de todo tipo de inventivas (redes antisubmarinas, barcos hundidos, bancos de arena, campos de minas, etc.), lo que convirtió la base en un bastión inexpugnable. O eso creían (4).
La arriesgada Operación Baldur y su artífice: Günther Prien
A partir de septiembre de 1939, Karl Dönitz, por aquel entonces “befehlshaber der Unterseeboote” (5), rumiaba la idea de volver a atacar Scapa Flow, esta vez con submarinos de mayor capacidad. De esta manera, demostraría la valía y peligrosidad de los u-boote germanos. Los dos grandes peligros de esta gesta: las fuertes corrientes y las sólidas defensas. A partir de fotografías aéreas e información preexistente sobre la base, fue trazando el plan de ataque definitivo, con ayuda del capitán de fragata Horst Wellner (6). Esta operación fue bautizada como Operación Baldur.
El “lobo gris” (7) elegido para esta arriesgada misión fue el U-47 (8), capitaneado por el capitán de corbeta Günther Prien. La misión era de tal secreto que, de toda la tripulación, solo Prien conocía su naturaleza y objetivos con anterioridad. El 12 de octubre de 1939 les puso al corriente con todo detalle.
Günther Prien se adentra en la «guarida del lobo»
Después de una intensa preparación, Dönitz decidió que el submarino debía abrirse camino por uno de los pasos de la bahía, el Hold Sound, concretamente por uno de sus estrechos, el Kirk Sound, donde la defensa resultaba a todas luces insuficiente. Dicho y hecho, en la noche del 13 al 14 de octubre, el U-47 se escurrió por la bahía de Scapa Flow. En un principio navegó en superficie, maniobrando con agilidad por el estrecho Kirk. De esta manera, evitaba los obstáculos existentes y la fuerte marea. En menos de una hora se encontraba dentro de la bahía.
Inicialmente, Günther Prien se dirigió hacia el sudoeste, donde los reportes habían previsto que se encontraban fondeados varios buques de la Home Fleet (9). Contra todo pronóstico, no encontró ninguno, por lo que cambió su rumbo hacia el norte. Allí fue cuando avistó dos grandes navíos: no eran otros que el acorazado “Royal Oak”, de 31200 toneladas, y el acorazado “Repulse” (10).
Günther Prien logrando lo «imposible»
Prien decidió atacar al primero con una salva de torpedos, de la que solo uno hizo blanco (11). La tripulación del viejo acorazado apenas prestó atención a la detonación, pensando que se trataba de una explosión sin importancia del pañol de oxígeno y pintura. Ante la escasa repercusión de su primer ataque, lanzó un segundo. Esta vez sí, los tres torpedos hicieron diana en el “Royal Oak”, condenándolo al naufragio, que se completó en apenas diez minutos. 833 de un total de 1234 tripulantes encontraron allí su tumba. Prien logró salir de la bahía por el mismo estrecho por el que había entrado, pero por otra brecha diferente en la defensa (12) (13).
El regreso triunfante de un héroe
Prien anunció por radio su proeza. Habían conseguido lo impensable. El U-47 arribó al puerto de Wihelmshaven en la tarde del 17 de octubre, siendo recibido con todos los honores por el Gran Almirante Reader y Dönitz, concediendo a toda la tripulación la Cruz de Hierro de 2ª Clase, y a Prien la de 1ª Clase. A su vez, Prien recibió del propio Hitler la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro, la mayor condecoración del III Reich. Prien se convirtió a ojos de la sociedad alemana en el “Héroe de Scapa Flow” (14).
El enfado de Churchill: la alegría de Hitler
La reacción de los británicos no se hizo esperar. El Primer Ministro británico, Winston Churchill, ordenó desalojar temporalmente Scapa Flow (15) mientras que se llevaba a cabo una intensa labor de reforzamiento de las defensas con las que contaba la base. Se construyeron cuatro calzadas, las llamadas “Barreras Churchill”, que bloquearon las entradas orientales. Al mismo tiempo, se doblaron las defensas antiaéreas y se renovaron las redes antisubmarinas y los barcos hundidos. De esta manera, y ya sí durante el resto de la guerra, Scapa Flow se convirtió en una base inexpugnable (16). En el lado alemán, la hazaña tuvo también profundas repercusiones. A partir de ese momento, Hitler confió plenamente en el arma submarina, rompiendo con las limitaciones que sufrían, y acelerando la producción de u-bootes. Esto sin duda tuvo repercusión en la Batalla del Atlántico (17).
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