Cuando Luis XVI y su mujer Maria Antonieta murieron guillotinados, se fueron dejando atrás a sus hijos. Uno de ellos es el protagonista de una historia de farsa y misterio, un niño de 7 años, Luis XVII. Si hubiesen sabido lo que esperaba al pobre Luis, hubiesen suplicado que lo matasen con ellos en la guillotina…
¡Qué es solo un niño!
Los que tomaron el palacio no sabían qué hacer con el chico. No iban a matar a un niño que no podía defenderse, pero tampoco podían permitir que se fuese sin más. Así que el pequeño fue encarcelado en una pequeña habitación y maltratado durante mucho tiempo…, o poco, según se mire.
El pequeño Luis vivía en una habitación sucia, en la que compartía espacio con sus propias heces, sin apenas luz. Una maravilla… Además, estaba siempre solo y muy mal alimentado. Y si los primeros meses le cuidaban un poco mejor, cada vez le hacían menos caso. Así que sus condiciones de vida eran cada vez más penosas.
No es de extrañar que el chaval tardase poco en morir. Con 10 años se enterró a Luis XVII, después de que varias personas cercanas a él vieran su cuerpo y lo reconociesen. Pero, ¿era aquel realmente el cuerpo del pequeño Luis?
Mucha gente no quiso creer que había muerto y se corrió el rumor de que había huido y seguía vivo. No podían creer que ese cuerpo tan enfermizo y demacrado fuese de Luis, como si esas cosas no les pasasen a los de sangre azul. Y de esta manera se creó una leyenda sobre que el niño muerto no era Luis. Una mujer se habría compadecido de él y lo habría cambiado por otro niño. ¿Parece difícil de creer? Pues cosas más raras se habrían visto, porque no fue poca la gente que creyó esta historia que se extendió como la espuma.
¿Luis?, ¿eres tú?
Ante una oportunidad así, muchos impostores quisieron suplantar la identidad del pequeño Luis. Desde los 7 años encerrado y con sus padres fuera de escena sería fácil hacerse pasar por el chico simplemente teniendo un cierto parecido con él. Solo su hermana y su antigua institutriz, tal vez, serían capaces de descubrir el engaño y desenmascarar a los farsantes, así que ¿por qué no arriesgarse? Si el engaño tenía éxito, un hombre podía pasar de no ser nada a ser el rey. Y no cualquier rey, un rey de leyenda. Además, con saber algunas cosas acerca del niño y tener un poco de ingenio… cualquiera podía subirse al carro.
Fueron muchos los que quisieron suplantar a Luis, pero solo uno de ellos estuvo a punto de engañarlos a todos. ¿Su nombre? Karl Wilhelm Naundorff. Este señor, que siempre había sido un simple relojero, se presentó con tal convencimiento de que él era aquel niño al que tuvieron encerrado, que se ganó la confianza de mucha gente. Qué espabilado.
El relojero fue capaz de describir con mucha precisión las estancias del palacio y dio muchos detalles sobre cómo había conseguido fugarse siendo solo un niño. Karl sostuvo que fue un niño sordomudo quien murió en realidad y a quien metieron en su tumba. Este niño debió haber sido obligado a ocupar su lugar en ese terrible final y, mientras, él pudo salir de la prisión en un ataúd sin que nadie se percatase de ello. Al príncipe, se lo habían llevado a que creciese libre, lejos de allí. Y desde entonces, afirmaba que se había dedicado a tratar de recuperar su antigua identidad.
¿Creíble? Incluso la institutriz del pequeño Luis creyó cada una de las palabras de este impostor. Y su hermana reconoció tener dudas, aunque no quiso verle.
El impostor demandó a varios príncipes, cómo si eso fuese a darle más credibilidad. También reclamó que se le reconociese como Luis XVII pero, pese a las dudas que generó toda su historia, las autoridades nunca llegaron a creérselo. Su farsa terminó cuando la casa rival de los Borbones ordenó que se le expulsara del país.
Karl nunca consiguió ningún reconocimiento. Murió sin pena ni gloria, pero ¡oye! muchos quisieran pasar a la historia aunque se le recuerde como impostores, al menos se le recuerda ¿no?
Secretos del corazón de Luis XVII
¿Pero que fue del pequeño Luis? Pese a no creer a los distintos impostores, siempre quedó el misterio sobre si Luis fue el niño que se enterró. Qué fácil hubiese sido con la ciencia actual averiguar si ese niño era Luis, y qué satisfacción poder destapar a todos esos impostores con un simple análisis de ADN, pero entonces, ¿dónde estaría la gracia? ¿Y lo que se entretendrían contando este enigma de padres a hijos?
Este misterio se resolvió hace poco y fue posible gracias al médico que realizó la autopsia al niño enterrado. Este hombre, en contra de todas las normas, decidió guardar el corazón del niño. Gracias a ello, en el año 2000, se realizó un análisis de ADN con el corazón y con cabello de Maria Antonieta para saber si eran madre e hijo. Solo entonces, sin que nadie de aquella época viviese para conocer la verdad, se supo que aquel niño era sin duda Luis XVII. Y que todo lo demás fue fruto de rumores, leyendas y muchos -y algunos muy listos- impostores.