Triángulos marrones: el Porrajmos o genocidio gitano

El Holocausto significó un trauma en la sociedad del siglo pasado. Es un término conocido y que ha sido usado con intereses políticos y mediáticos de forma constante. En cambio, si hablamos del Porrajmos o Porraimos pocas personas sabrán decirnos qué significa. El Porrajmos o Samuradipen fue el genocidio que sufrió el pueblo gitano por parte del nazismo. Un intento sistemático de extermino que se saldó con aproximadamente 500 000 muertes (1). Porcentualmente, esta cifra significó que en territorio alemán murió el 80% de la población gitana. A nivel europeo, hablamos de un 25% (2).

El origen de la catástrofe – el inicio del porrajmos

Antes de la II Guerra Mundial (1939-1945) el racismo ya impregnaba todo el continente europeo. La historia del Porrajmos no debe de circunscribirse solo al periodo en el que se desarrolló el conflicto bélico. El pueblo gitano era uno de los que más sufrían las prácticas de acoso y violencia nacionalista, una serie de actos que estaban incluso «normalizados».

Un discurso de odio que culminó en una Alemania donde Hitler ya gobernaba. El régimen nazi «justificó legalmente» la agresión y violencia contra los ciudadanos gitanos (3) alemanes (4). Se financiaron una serie de «estudios científicos» que buscaban dar una base teórica a este racismo que se incorporó en la legislación. Así, el Instituto para la Investigación de la Higiene Racial desarrolló una «investigación» comandada por el Dr. Robert Ritter y apoyada por la antropóloga Eva Justin (5).

Genocidio gitano -
Eva Justin junto a una mujer gitana realizando uno de sus «estudios raciales». Fuente: Wikipedia.

Estos estudios determinaron que la población gitana no podía «incorporarse a la sociedad civilizada». Además, se dijo que eran «dados a la delincuencia» y «renuentes al trabajo». Se estableció a su vez que debían ser separados de «los buenos ciudadanos» y se plantearon diversas medidas que iban desde la reclusión a la esterilización y la desaparición (6).

Las Leyes de Núremberg en 1935 también afectaron a los gitanos. Se les prohibió el matrimonio con las personas consideradas arios. Para culminar, en junio de 1938 se instauró la llamada “Semana de Limpieza Gitana”, similar al Kristallnacht que sufrió la población judía (7).

De los quirófanos a los campos de concentración 

A partir de estas «investigaciones» el nazismo pasó de detenciones arbitrarias a esterilizaciones forzadas (8). Estas se aplicaron principalmente a mujeres, pero también a niñas de corta edad. En 1936, coincidiendo con las Olimpiadas de Berlín, Hitler decidió que la raza aria debía de ser más que nunca el icono de Alemania de cara al exterior. Se creó entonces el primer campo de encarcelamiento colectivo para la población gitana en Marzahn (10).

Grupo de gitanos romaníes en Marzahn - porrajmos genocidio gitano
Grupo de gitanos romaníes en Marzahn. Fuente: https://www.ushmm.org/

A partir de 1939 los campos de trabajos forzados y exterminio ya se habían extendido por todo el III Reich. Gitanos y otras personas consideradas «impuras» procedentes de todos los territorios ocupados por Hitler eran asesinados y recluidos con total impunidad.

El sistema de diferenciación de los campos nazis determinó que debían de llevar cosido un triángulo marrón. Generalmente este color fue asignado particularmente a la población romaní. También se sabe que en otras ocasiones llevaban cosido un triángulo negro. Esto se debe a que los incluían dentro del grupo de personas «asociales», que incluía a vagabundos y personas consideradas «rebeldes» (10). El color que los marcaba cambiaba un poco en función de la «categoría» que se le asignara en el espacio de reclusión.

Todo esto afectó tanto a las familias gitanas itinerantes, dedicadas a oficios que implicaban el desplazamiento, como a otras que llevaban siglos instaladas en pueblos o ciudades. Algo que es curioso, puesto que muchos gitanos alemanes fueron al frente en plena guerra. Esto ocurrió hasta 1942, cuando muchos de ellos acabaron junto a sus familias en campos de concentración y exterminio (11). Una vez las tropas soviéticas avanzaban sobre Alemania, muchos de ellos volvieron a ser reclutados de forma forzosa, como parte de la desesperada estrategia nazi.

Unas cifras que no reflejan la realidad – La verdad detrás del porrajmos

Hablar de cifras en cualquier investigación despersonaliza siempre los resultados y la realidad. En muchas ocasiones la historiografía ha cometido este error, el de representar como cifras realidades humanas. A pesar de esto, recurrir a datos numéricos a partir de una interpretación correcta puede ser muy útil.

En este caso, la cifra de personas gitanas muertas a causa del plan de exterminio nazi ronda el medio millón. Un dato que no tiene en cuenta las muertes antes del conflicto, que obviamente también podrían contarse por miles.

Realmente, el comienzo del genocidio gitano está marcado por el asesinato de 250 niños romaníes en 1940 en el campo de Buchenwald (Alemania). La ejecución se produjo con el objetivo de comprobar la eficacia de los cristales de zyklon-B, que más tardes se usarían en Auschwitz-Birkenau (12). Desde ese mismo año, las muertes y deportaciones aumentaron. Personas gitanas de toda Europa fueron deportadas a campos lejanos de su lugar de residencia. Primero eran recluidos en sus localidades y más tarde se enviaban a otros puntos del territorio nazi en trenes. Viajes a los que en ocasiones no sobrevivían. Muchas de estas personas eran de origen español, que habían escapado de la dictadura con el fin de la Guerra Civil en 1939.

En 1941, unas 5 000 personas gitanas habitantes de Burgenland (Austria) fueron confinadas en el gueto de Lódz (Polonia) (13). Sin suministros ni agua potable, la mayoría acabó muriendo de tifus a los pocos días. El resto fueron gaseados en las camionetas que les iban a trasladar.

No murieron sólo en los campos – El porrajmos

Con el avance alemán sobre territorio soviético los asesinatos aumentaron. Los Einsatzgruppen (escuadrones especiales itinerantes de ejecución) ejecutaban en el acto a las familias gitanas (generalmente romaníes) que encontraban. De hecho, se cree que en Polonia, Serbia, la URSS y regiones bálticas, los asesinatos de la Wehrmacht o los Einsatzgruppen superaban considerablemente al número de personas gitanas que morían en los campos (14).

porrajmos - genocidio gitano
Grupo de la Einsatzgruppen. Fuente: Wikipedia

Estos datos nos indican que las muertes en los campos de trabajo y exterminio solo fueron una parte de toda esta catástrofe. Como dato final, cabe destacar que buena parte de las muertes en estos lugares de reclusión se pueden atribuir al Dr. Mengele. Conocido por realizar innumerables «experimentos» con judíos, el pueblo gitano también fue una de sus víctimas preferidas.

Impunidad, dolor y una reparación que nunca llegó 

Todo eso se produjo con el apoyo de una parte de la población. O con la mirada hacia otro lado del resto, que no evitó las humillaciones, asesinatos o deportaciones. Aunque el III Reich protagonizó el Porrajmos, éste no hubiera sido posible sin la complicidad y la participación activa o pasiva de la sociedad europea.

El fin del régimen nazi llevó a la «reparación» y la consideración de muchas de las víctimas. No fue el caso del pueblo gitano, cuyo daño estuvo fuera de los Juicios de Núremberg. No se les consideró víctimas y se alegó que la persecución no había tenido lugar por motivos “raciales” sino por su comportamiento “asocial” y criminal (15). La mayoría de sus verdugos siguieron en libertad, incluso dentro de la policía o la administración alemana. Esto nos indica que las teorías del Dr. Ritter perduraron más allá del terror nazi.

Como conclusión, cabe destacar que el Porrajmos no acabó con la guerra. En Francia siguió habiendo campos de concentración específicamente para gitanos hasta 1946. También, en este mismo país se pusieron en marcha los “carnets antropométricos” especiales para nómadas y gitanos hasta 1968 (16). Una forma bastante humillante de identificar a esta población, eran los nuevos triángulos marrones y negros. Unos triángulos que en la actualidad son invisibles pero siguen estigmatizando y marcando a esta población.



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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Sierra, 2017, p. 28.

(2) Santos, Macías, Amador y Cortés, 2016, p. 5.

(3) Principalmente eran gitanos roma y sinti, predominantes en Europa.

(4) Sierra, 2017, p. 28.

(5) Graham, 2002, pp.12-13.

(6) Sierra, 2017, p. 30.

(7) Álvarez, 2015, pp. 36-38.

(8) Graham, 2002, pp.12-13.

(9) Sierra, 2017, pp. 30-31.

(10) Sierra, 2017, pp. 30-31.

(11) Sierra, 2017, pp. 30-31.

(12) Santos, Macías, Amador y Cortés, 2016, pp. 5-6.

(13) Sierra, 2017, p. 32.

(14) Graham, 2002, p. 14.

(15) Sierra, 2017, p. 32.

(16) Sierra, 2017, p. 32.

Bibliografía

  • Álvarez Layna, J.R., 2015, «La Segunda Guerra mundial y los genocidios perpetrados contra los gitanos en Europa», O Tchatchipen, nº90, pp. 33-51.
  • Graham, S., 2002, «El otro Holocausto», Cuadernos de Análisis, nº20, pp. 8-15.
  • Santos, T., Macías, F., Amador, J. y Cortés, D., 2016, «Samudaripen, el Genocidio Gitano: ¿Volveremos a Repetir la Historia?», Scientific Journal on Intercultural Studies, 2(1), pp. 2-29.
  • Sierra, M., 2017, «Para conocer el Porrajmos», Andalucía en la historia, nº55, pp. 28-31.
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José Carvajal Martínez
Graduado en Historia (UGR). MAES CCSS (UGR).