La Guerra Civil española (1936-1939) y sus consecuencias siguen muy presentes en la España actual. Los nuevos datos conocidos sobre ella, prácticamente cada semana, nos arrojan en muchas ocasiones sorpresas muy interesantes. Hace ya siete años, Hwei-Ru Tsou y Len Tsou (1), matrimonio de investigadores taiwaneses, sacó a la luz la historia poco conocida de los chinos en la Guerra Civil, quienes participaran en el conflicto dentro de las Brigadas Internacionales.
¿Combatir por la República?
Las Brigadas Internacionales son el ejemplo más representativo de la historia de cuerpo militar compuesto por voluntarios de diversos países (2), que se creó con el objetivo de combatir a un enemigo común en base a un espíritu generalizado entre sus miembros: el antifascismo. Estadounidenses, franceses, italianos, alemanes y otras más de cincuenta nacionalidades diversas entre las que había chinos. Combatían por la República pero lo que verdaderamente unía a sus integrantes era el sentimiento antifascista, el combatir frente a los sublevados y sus apoyos venidos desde la Alemania nazi y la Italia fascista era lo que determinaba el que decidiesen empuñar las armas en España.
Los chinos en la Guerra Civil – El viaje a España: una odisea
Se calcula que fueron más de 100 las personas de origen chino que combatieron en la Guerra Civil española, formando parte mayoritariamente de las Brigadas Internacionales (3). Pero también hubo algunos, como Zhang Shusheng y Zhang Zhangguan, que se incorporaron a las milicias populares o al ejército republicano porque cuando estalló el conflicto ya residían en España. Al parecer hablaban algo de castellano y esto marcó la diferencia entre ellos y el resto de chinos que participaron en el conflicto.
La mayoría de brigadistas chinos procedían realmente de Francia, Reino Unido, Estados Unidos o Alemania, países en los que trabajaban en la incipiente industria a donde habían llegado para estudiar en centros universitarios de prestigio (4). En su mayoría estaban vinculados al sindicalismo y eran afiliados del Partido Comunista del país en el que residían.
Para llegar a territorio republicano debían cruzar la frontera francesa por los Pirineos, siendo un verdadero reto pues casi todos superaban los 40 años, no eran precisamente jóvenes y el duro camino repercutió en su salud, siendo muchos los que acabaron llegando a sus destinos con lesiones o enfermos.
No todo era la guerra
Una vez llegaron a territorio republicano y tras pasar por Albacete, donde se adiestraba a los brigadistas recién llegados, no todos marcharon al frente. Para empezar, al no ser un número importante y al no proceder de China como tal, no se creó un “batallón chino”, por lo que tuvieron que combatir de forma dispersa en otros cuerpos de las Brigadas. El criterio para ubicarlos fue lingüístico, es decir, en función de los idiomas que controlaban, aunque también tuvo mucho que ver el país del que procedían (5).
Si bien es cierto que su ayuda en primera línea era necesaria, en un primer momento los mandos republicanos evitaron que soldados de avanzada edad o con condiciones físicas que impidiesen su correcta actividad fueran al frente. Esto determinó que una buena parte de los brigadistas chinos en la Guerra Civil (que superaban los 40 años) acabasen realizando tareas de apoyo logístico o sanitarias (6). Así, destacan casos como los de Zhang Ruishu y Liu Jingtian, que acabaron de camilleros en el servicio sanitario de la XIV brigada, pese a haber solicitado unirse a una compañía de ametralladoras. O el de Zhang Ji, que se encargó del transporte de mercancías y soldados al frente conduciendo un camión para más tarde realizar labores de oficina.
¿Morir por la República?
En otras ocasiones, se conoce que participaron en algunas de las batallas más icónicas del conflicto. Por ejemplo, destaca el caso de Yang Chunrong, veterano de más de cuarenta años, que al incorporarse ya muy avanzado el conflicto, concretamente en 1938, fue enviado al frente con la XIV Brigada. Combatió en Tortosa, Amposta y en la batalla del Ebro, resultando herido en esta última y teniendo que ser ingresado en el hospital de Vic.
Otro ejemplo es el de Chen Wenrao, joven llegado desde Nueva York que ingresó en el Batallón Lincoln y que participó en la batalla de Belchite (donde resultó herido) y en la batalla del Ebro, moriría meses después en Gandesa, cuando el ejército republicano se replegaba de forma desesperada.
El fin del conflicto y el inicio de otro
El 28 de octubre de 1938 el gobierno republicano despedía a los brigadistas en un multitudinario desfile en Barcelona. Fue un intento de mostrar a la comunidad internacional su intención de prescindir de cualquier apoyo internacional con el objetivo de que los sublevados liderados por Franco hiciesen lo mismo. Sin embargo, esto no ocurrió y el apoyo militar italiano y alemán al ejército sublevado no se redujo (7).
Además de los fallecidos en combate, algunos como Chen Agen fueron capturados por las fuerzas sublevadas e internados en un campo de concentración, en su caso en el de San Pedro de Cardeña (Burgos) junto a otros brigadistas de diferente origen (8). Por lo tanto, no todos regresaron en octubre de 1938.
Otros muchos consiguieron cruzar la frontera francesa de nuevo, acabando en campos de internamiento franceses junto a más de 40 000 personas exiliadas españolas. Destaca el caso de Xie Weijin, Li Fengning, Zhang Shusheng, Zhang Zhangguan y Yang Chungrong, que acabaron residiendo en el mismo barracón en el campo de Argèles, previo paso por el de Gurs (9). Allí, permanecieron todos juntos en un barracón durante seis meses, hasta octubre de 1939, después de diversas gestiones con el consulado chino. Todos partieron desde Marsella a China, la II Guerra Mundial estaba a punto de estallar y Europa ya temblaba.
La conexión sino-española: volver a China
Llegaron a una China en la que el partido nacionalista (Kuomintang) de Chiang Kai-Shek y los comunistas habían dejado de lado su conflicto civil (10) por un problema de mayor envergadura (11). En aquel momento combatían de forma más o menos homogénea, frente a un ejército japonés más preparado y con mayores recursos. Algunos se incorporaron a filas y otros simplemente decidieron escapar de un nuevo conflicto.
Todos conocieron la noticia de la invasión japonesa de China mientras combatían en España, en ese momento asimilaron que su lucha era contra el fascismo y que al no poder marcharse a su país debían hacer frente a su enemigo común en territorio español. Podemos decir entonces que tanto en España como en China se luchaba contra el mismo enemigo, el fascismo.
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