El Duce no lo dudó ni un minuto: tenía que enviar ayuda italiana en la guerra civil española. La asistencia bélica de la Italia fascista durante la Guerra Civil, inclinó decisivamente la balanza a favor de la victoria franquista. Pero todo tiene un precio: varios miles de millones de liras. La ayuda entre dictadores es algo normal. Lo que sí llama la atención es que, una vez caído Mussolini, la Italia democrática reclamó y cobró esa deuda… ¡Hasta bien entrados los años sesenta!
Cuando tu vecino italiano te echa un cable: la ayuda italiana en la guerra civil española
Pocos días después de que una parte importante del Ejército se alzase contra la República, varios bombarderos Savoia camuflados, se preparaban para acudir a Marruecos. Allí los esperaba impacientemente Francisco Franco. Pese a sus esfuerzos por pasar inadvertidos, los Savoia fueron rápidamente identificados. Al día siguiente, los periódicos de todo el mundo publicaban en primera página la ayuda italiana en la guerra civil española, que Italia apoyaba a los sublevados (1).
Las fuerzas rebeldes encontraron más resistencia de la esperada. Y es que los sublevados sufrieron muchas pérdidas los primeros días tras el Golpe. Además, sus cabecillas fueron incapaces de sumar a su causa a las fuerzas navales. Dichas fuerzas eran claves para poder llevar las temibles fuerzas de Marruecos a la Península. Ante este contratiempo, un político que ayudaba a los rebeldes (2) decidió poner en marcha sus contactos con Roma.
Este le expresó al Ministro de Exteriores italiano (3) sus pronósticos optimistas; pero los sublevados necesitaban algunos aviones para cruzar el Estrecho, avanzar rápidamente hacia Madrid y tomar el control de la situación. Finalmente, el Ministro italiano, pese a que expresó sus dudas, prometió el envío de un grupo de bombarderos. Eso sí, previo pago (4). La ayuda italiana en la guerra civil española no era gratis.
Los motivos: entre la amenaza roja y el sueño del Duce
Entre agosto y noviembre de 1936, la preocupación italiana por España fue en aumento. En Italia imperaba el temor a que los comunistas consiguieran el control del país vecino. La ayuda del Gobierno soviético disparó todas las alarmas. Tal como decía el secretario del Ministro italiano:
“Franco ha asegurado que todos los mandos republicanos son rusos. Es indispensable que los intentos de infiltración bolchevique en el Mediterráneo sean cortados” (5).
Pese a esto, lo que realmente tentaba al Duce para intervenir, era el dominio del Mediterráneo. Su sueño era establecer bases navales en las Islas Baleares. Así, controlaría el acceso británico al Estrecho (6).
A finales de agosto, el Gobierno de la Italia fascista había incrementado enormemente su ayuda. Ya no sólo enviaba material bélico, sino que también empezó a mandar soldados. Además, los submarinos italianos torpedeaban gran parte de la ayuda republicana. Esta, llegaba por mar, desde la Unión Soviética. Pero nada es comparable a ayuda italiana en la guerra civil española que llegó desde el aire. Los pilotos italianos fueron vitales para la victoria de Franco (7).
Una deuda es una deuda
Después de tres años de guerra, la ayuda militar italiana ascendía a más de 8.300 millones de liras. Pero, al final de unas larguísimas negociaciones, se consiguió llegar a una cantidad redonda. Así, España debía retornar 5.000 millones de liras. Y debía hacerlo entre el 31 de diciembre de 1942 y el 30 de junio de 1967. El acuerdo fue firmado en mayo de 1940 por el Ministro de Exteriores español y el embajador de Italia en Madrid (8). Mussolini pretendía cobrarse la deuda a través de inversiones en la industria española. De esta manera, sacaría tajada de la futura recuperación del país.
Pero, después de la Segunda Guerra Mundial, la deuda no la cobraría el Gobierno de Mussolini. Sería la Italia republicana y democrática la que reclamaría insistentemente el pago por la ayuda italiana en la guerra civil española. ¿Cómo os quedáis? ¡Pues sí! Fueron los demócratas italianos de las décadas de los cincuenta y sesenta los que reivindicaron, sin remordimientos, el acuerdo entre los dictadores. Y todo indica que se pagaron todas las cuotas. En opinión de los dirigentes italianos, las cuestiones políticas no tenían nada que ver con las económicas (9).
¿Si aceptas dinero manchado de sangre, te manchas?
Un año después de la victoria aliada en la guerra, las Naciones Unidas pidieron a los gobiernos democráticos que retirasen sus embajadores de Madrid. Todos los países lo acataron, incluso Italia, pero esto no impidió que continuaran las relaciones diplomáticas con España. De hecho, ninguna de las potencias aliadas clamó en contra de los acuerdos entre la España franquista y la Italia republicana (10). Esta situación comportó un cierto reconocimiento de Franco como legítimo jefe del Estado. Reconocimiento que, años después, se extendería a toda la comunidad internacional.
Quizás, el pago de la deuda le sirvió al Gobierno del Generalísimo para conseguir reconocimiento. Pero, lo que sí está claro, es que los pagos a la Italia democrática (tanto en dinero como en materias primas) sirvieron para mostrar las contradicciones del «Bloque Occidental» durante la Guerra Fría. Si bien Italia defendía su oposición a la dictadura comunista de la URSS, no tenía ningún reparo en recibir dinero de otra dictadura, la del Generalísimo. Además, por parte española, los pagos fueron un palo en la rueda para salir del empobrecimiento dejado por la Guerra Civil.
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