Qué duda cabe de que Franco fue un tipo chapado a la antigua. Uno de esos que prefiere la antigua usanza a la innovación. la investigación y la ciencia. Donde se ponga una buena dictadura y unos cuantos falangistas, que se quiten los premios Nobel en neurociencia o medicina. Total, esto es España. Que inventen ellos (1).
Franco mantuvo una actitud tan contraria hacia la ciencia y sus protagonistas, como la de aquellos que condenaron las teorías de Copérnico o los que juzgaron a Galileo. En definitiva, unos y otros retrasaron el avance de las ciencias y el conocimiento, contribuyendo a frenar el progreso general y destrozando la vida y la carrera de mentes irrepetibles.
El despegue de la Ciencia Española
Al comienzo del siglo XX, España poseía unas cuantas figuras aisladas pero de gran prestigio en el mundo de la ciencia. El máximo representante fue Santiago Ramón y Cajal. Este médico español consiguió el premio Nobel en 1906 por su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso. Encabezó la conocida como Generación de Sabios (2) y prendería la mecha para todo lo que vino después. Pero a pesar de esto, España necesitaba un buen empujón para desarrollar su tejido científico. Quedaba un largo camino para desarrollar instituciones científicas, laboratorios, equipamientos y personal formado a la altura de los países europeos.
El esfuerzo de varias personalidades del entorno de Ramón y Cajal, dio a luz a la Junta Para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). Este hecho dio un impulso al desarrollo de investigaciones y concedió becas muy similares a las actuales pero sin las conocidas Erasmus Party. Los científicos españoles pudieron formarse en los principales centros científicos de Europa. Parecía que “al carro de la cultura española ya no le faltaría la rueda de la ciencia”. (3)
La Edad de Plata
La JAE, la cual fue la encargada de pilotar este despegue de la ciencia española. Estuvo marcada por el espíritu desarrollado por la Institución Libre de Enseñanza (ILE) (4), llegando a instalar sus laboratorios en la Residencia de Estudiantes (5).
Allí estudiaron personajes como García Lorca, Salvador Dalí o Luís Buñuel. Al final tenías que ir a la ILE si querías entender de pareados, de pinceles o de la teoría de la relatividad. Hasta Albert Einstein pasó por allí para decir unas palabritas sobre su teoría. Desde principios del siglo XX hasta la década de los 30 se gozó de una verdadera Edad de Plata en la ciencia española.
Estallido de la Guerra Civil
Tras la victoria del bando golpista en la Guerra Civil Española, se impusieron unos principios ideológicos y culturales acordes con el Movimiento (6). La victoria de Franco llevó de nuevo la ciencia y la cultura hacía el oscurantismo de épocas pasadas. Y hoy día sufrimos las consecuencias de ese tajo propinado a la intelectualidad nacional.
Esto pasaba por desterrar a Darwin y su teoría de la evolución. ¡Ay de aquel que se atreviera a afirmar que venimos del mono! (7) Como fue el caso de Odón de Buen, fundador de la Oceanografía española. El pobre acabó en la cárcel de Mallorca en 1936 por afirmar tal barbaridad…
Haciendo limpieza entre las mentes brillantes…
Pero la depuración de Franco no solo afectará a las ideas. España va a protagonizar una de las sangrías de intelectuales más bochornosas del siglo XX. Tan grave fue que podemos compararla a la diáspora de científicos e intelectuales judíos durante la Alemania nazi. Son numerosísimos los casos de científicos españoles que abandonaron el país o fueron detenidos (8).
Severo Ochoa, por ejemplo, fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959 por sus descubrimientos sobre el mecanismo del ADN. Recibió el premio cuando era un exiliado en Estados Unidos.
Pero no todos tuvieron la triste salida del exilio o la cárcel. Muchos otros corrieron peor suerte, como la del rector de la Universidad de Granada y discípulo de Unamuno, Salvador Vila Hernández que fue cruelmente fusilado.
Fuga de cerebros. España, sin ciencia
Fueron muchos los científicos y profesores que fueron expulsados de sus cátedras o de sus puestos. Los expedientes de depuración franquista redactados por las nuevas autoridades estaban a la orden del día. Los que se quedaron se sometieron a un exilio interior que marcaría el resto de sus vidas. Mientras, los que tuvieron que dejar el país, organizaron sus propios organismos científicos en el exilio. Ya lo dijo Millán Astray con su boca de cabra en octubre del 36 «¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!» (9). Y eso mismo fue lo que pasó durante 40 largos años.
Al mismo tiempo, en España, una horda de reaccionarios y mediocres ocuparon los puestos en instituciones y universidades al servicio de las ideas del régimen de Franco. Así lo señalaba Laín Entralgo, falangista y comprometido con la incipiente dictadura franquista en su descargo de conciencia años después.
“Después del atroz desmoche que el exilio y la «depuración» habían creado en nuestros cuadros universitarios, científicos y literarios… continuó implacable tal «depuración» y deliberada y sistemáticamente se prescindió de los mejores, si éstos parecían ser mínimamente sospechosos de liberalismo o republicanismo, o si por debajo de su nivel había candidatos a un tiempo derechistas y ambiciosos” (10).
Al final solo queda preguntar. ¿En qué campos de la ciencia encarnaríamos la vanguardia a nivel mundial ahora? ¿Cuántos Premios Nobel atesoraría la ciencia española? ¿Como de diferente hubiera sido todo, si Franco, como todos nosotros, sí hubiera venido del mono?
En aquel momento de nuestra oscura historia, era rechazado todo aquel cuyas palabras no fueran a favor del régimen. Tanto Vila Hernández como Severo Ochoa obtuvieron tal destino por ello, pero no expresamente por atacar al régimen con su labor investigadora, como es en el caso de otros intelectuales que sí fueron mal parados directamente por atacar al régimen con su literatura. En definitiva, sí es cierto que la dictadura fue un símbolo de atraso que cortaba las alas a todo lo que fuera sinónimo de progreso, pero, como tal, no se estableció ningún dogma exclusivo para ir a por aquel que dijera que viniéramos del mono, a las teorías evolutivas, es más, entonces ya se estudiaba esa teoría en las escuelas, aunque…, para adoctrinar en la ignorancia… ya estaba la Iglesia… jajaja Un saludo!