Con vuestro permiso voy a hacer una llamada urgente, porque creo que se va a armar un follón bastante importante con el gobierno de la Primera República Española y un cantón que queremos montar, y aquí lo tengo que arreglar todo yo.
Aviso para despistados: hoy hablaremos de un suceso muy de este, nuestro país, el hobbie español por excelencia, ¡la independencia! Y es que, en España, cada vez que el gobierno se despista, alguien se quiere proclamar independiente. Pero he aquí un dato curioso que muchos desconoceréis: ni vascos, ni catalanes, ni gallegos, ni canarios, ni siquiera Villalcachucha del Río, donde se quieren independizar hasta del río, tendrán el “honor” de un logro del que sí pueden presumir en Murcia. Hace menos de 150 años, aprovechando que en la capital se tiraban de los pelos para aclararse entre una monarquía “modernita” o una república a la americana, diversos pueblos y ciudades españolas se independizaron a la fuerza en algo que tuvieron a bien llamar cantones.
Este suceso seguramente no os suene, porque tuvieron menos recorrido que la versión española de Cheers (anda, mirad en Google porque existió). Entre la falta de recursos («los dineros», fundamentalmente) y de ganas, en seis meses sucumbieron ante un gobierno republicano que duró menos de dos años (y os quejabais cuando no nos poníamos de acuerdo en las últimas elecciones), duraron cuatro días. Y todo ello lo vamos a ver desde el punto de vista de uno de los grandes cómicos de este país, don Miguel Gila.
La sangre vertida en la toma de Cartagena
-¿Está el enemigo? Que se ponga. Sí. ¿Es usted Pi i Margall? (1) Le llamo desde Cartagena, y le comunico que Murcia se proclama Cantón independiente, que no le hacemos caso a usted, ni a la guardia civil. ¡Pero conmigo no se enfade, que yo soy un «mandao»!
-¿Pues no va y me cuelga? ¡Como si yo tuviera culpa de algo! Menudo día llevamos, si lo sé no me levanto de la cama. Nos dicen los de la Junta Revolucionaria de Salvación Pública, que quedamos en el castillo de Galeras, que hoy se lía. Pegan un cañonazo para avisar al resto que ya estamos sublevándonos que casi me quedo sordo. Que dirán ustedes, menuda sublevación más bien organizada, avisándose para ir coordinados y todo. ¡Qué va! Que no les engañen. Estos habían hablado mucho, pero preparado poquito. Pegan el cañonazo y alguien grita:
-¡Izad la bandera!
-¿Qué bandera?
-Joder, ¡la roja! Te dije ayer en la taberna que la bandera iba a ser roja.
-Pues no tengo nada… Lo más parecido, una bandera turca.
-Tú ponla, que seguro que nadie se da cuenta de la media luna.
-Y vaya si se han dado cuenta, no veas qué susto se han pegado en la capital. (2) Y claro, todos estos nerviositos perdidos, que vaya ridículo si se piensan que nos han invadido los turcos en lugar de habernos independizado. Y empiezan a decir que a ver si hay algún voluntario heroico que se suba y tiña la bandera de rojo con su propia sangre, que no veas lo que se liga diciendo eso por ahí, y no hacían más que mirarme a mí.
Que digo yo que, ya que me ha tocado ser el “voluntario heroico”, podían haber bajado la bandera y luego volver a izarla, que he tenido que trepar por el mástil, y para subir bien, pero para bajar, con el corte, no os digo nada. Después de vendarme la mano hemos tomado el ayuntamiento, el arsenal y las baterías de costa, eso sí, de manera pacífica. Vamos, que se ha vertido más sangre con la puñetera bandera que tomando la ciudad. Un segundo, que me llaman.
-¿Sí? ¡Hombre, Antonete! (3) ¿Cómo? ¿Cantonalismo piramidal? Pues suena como a estafa…
Pidiendo limosna «pa» sublevarse. Si hay que convencer a otro Cantón…
Faltos de recursos económicos, desde el Cantón murciano se promueve toda una tournee por la costa mediterránea para pasar el cepillo y crear nuevos cantones, con desiguales resultados. Mientras que en algunas ciudades eran rechazados – y claro, no tenían más remedio que cogerles cosas “prestadas” o llegar a enfrentamientos armados -, en otras conseguían su objetivo. Eso sí, no sin divertidas anécdotas, como cuando fueron recibidos con todos los honores mientras sonaba la Marcha Real por no tener un himno propio. Y cuando se disponían a cobrar una de las donaciones más jugosas, todo se torció. (4)
-¡Lo que nos faltaba! Los malditos centralistas han declarado a los barcos de nuestra flota como piratas por eso de no llevar una bandera reconocida por ningún país. ¡Pero oigan, que a mí todavía me escuece la mano por la banderita! ¡Un poco de respeto! Y me dicen que los alemanes no hacen más que requisarnos barcos y mercancías… ¡No hacemos caso a la guardia civil, y se lo tenemos que hacer a los alemanes! Un segundito, que se me acaba de ocurrir una cosa.
-¡Buenas! Chss, calla, que esto es importante. Que digo yo, que volváis a izar la bandera española y así, ¡no os paran los alemanes! Ahh… que ya os ha parado una flota anglo-germana… ¿Y el dinero? Ya… ¿Y los barcos? Pues vais a tener que volver a pie. Venga, os esperamos.
-¡Oye! ¿Y qué ha sido ese petardazo! ¡Que nos bombardean! Nos han sitiado, y nos bombardean. Vamos, lo que nos faltaba. Pues esto solo se me ocurre solucionarlo de una manera, si no les molesta voy a llamar a un amigo mío.
-¿Está Ulysses? ¡Que se ponga! ¿Cómo que qué Ulysses? Ulysses S. Grant, el presidente de los Estados Unidos. (5) Espero. ¡Ulysses, hombre! ¿Cómo va la cosa? Ajá. Ajá. Sí, entiendo. ¿Qué estáis en América de guerra civil? Ya, las guerras civiles es lo que tienen, a ver si aquí no caemos en esa. Bueno, a lo que iba. Que estamos regular, ya sabes, peleándonos por lo del Cantón. Y que había pensado yo que si podíamos izar una bandera estadounidense para acojonarles. Hombre, tanto como hacernos estadounidenses no sé yo, si vemos que va bien la cosa se puede mirar, pero de momento es más por lo de las bombas. ¿Que lo tienes que hablar? Venga, pero que no se te pase.
Desafortunadamente para los cantonalistas murcianos, como Ulysses S. Grant se demoró más de la cuenta en dirimir si les dejaba utilizar o no la bandera norteamericana, el Cantón cayó ante el asedio de las fuerzas centrales.(6)
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