Como telespectador aficionado, entre otras cosas, a las series de televisión, el otro día pude ver en la tele, como es habitual, diversos episodios repetidos de la afamada serie The Big Bang Theory y de la que hace relativamente poco se estrenó su 10ª temporada. El episodio en cuestión fue el número 10 de la 5ª temporada, en el cual, a raíz de una conversación que se produce en la tienda de cómics entre Sheldon y su novia Amy Farrah Fowler, donde esta última critica a los comics, Sheldon le responde lo siguiente: «Los cómics son historias contadas mediante el uso del arte secuencial, un método que ha existido desde hace 17000 años desde el arte de la cueva de Lascaux» (1). A esto se le podría añadir que el punto de partida del cómic (2), entendido como hoy en día, se encuentra entre la aparición de la imprenta (1446) y la litografía (1789).
La frase de Sheldon, cuanto menos, invita a la reflexión. En primer lugar, que en nuestro país también tenemos un ejemplo claro y, por qué no decirlo, más antiguo de “precedente” de los cómics, así como uno de los mayores exponentes en cuanto a arte rupestre se refiere, la cueva de Altamira. En segundo lugar, sobre la idea del cómic como herramienta transmisora de conocimiento; un claro exponente de esta en nuestro país sería el genial Forges y sus ilustraciones de los años 80 de la colección en fascículos “Historia de aquí”, una más que entretenida historia de España en viñetas. Otros exponentes del ámbito internacional serían Hergé con Tintín o Hugo Pratt y su Corto Maltés. Mención aparte merecen Astérix el galo y su creador René Goscciny, con el cual un servidor inició su andadura y su afición por la historia. Ya sé que muchos recuerdan ahora infinidad de títulos y autores; la lista sería muy larga, y por ello la reservo para el final del artículo. También os animo a que en vuestros comentarios citéis otras obras que no aparecen en este.
Afortunadamente, esta “subcultura” (3), la del cómic, que en España hasta no hace mucho siempre ha sido tratada como “para niños”, cada vez tiene más impacto y proyección, ya no sólo a nivel social, que siempre la tuvo en mayor o menor medida, sino que a nivel académico cada día son más los investigadores, profesionales del sector, que ven en el cómic una fuente a la que acudir en busca de información para abordar y explicar, en nuestro caso, la realidad histórica que nos rodea.
Lo dicho anteriormente queda reafirmado, en tanto en cuanto, no hay más que ver la cantidad de congresos, coloquios y cursos relativos a los cómics y su uso en el ámbito histórico; además, existen diversos investigadores que han tratado al cómic como fuente de estudio en sus investigaciones (4). Día tras día, estos congresos y estudiosos aumentan, al igual que sus obras. También son más las adaptaciones al cine o TV. De hecho, podemos afirmar que estamos viviendo una auténtica época dorada en cuanto a adaptaciones de cómics al cine y TV. Un caso destacado sería la adaptación, en los años 2000, de 300 de Frank Miller, o un par de décadas antes la adaptación de From Hell de Alan Moore. Todo ello hace del cómic un medio cada vez más extendido, conocido y a tener en cuenta.
Sin embrago, después de haber hablado sobre el origen del cómic y citado algunos ejemplos de ellos, cabría señalar cuál ha sido, o mejor dicho, cuál es considerado el primer “cómic moderno” (5) de la historia. Nada más y nada menos que una ¡Biblia! La Biblia de Velislav (s. XIV) (6); posee 747 ilustraciones que muestran el Antiguo Testamento de manera visual para hacer frente, de esta forma, al analfabetismo de la época. Es esta otra aportación que profundiza más en la idea del cómic como instrumento de transmisión de información, a la par que se nos muestra como una fuente histórica a tener en cuenta en nuestros estudios.
Por lo tanto, el cómic ha sido, es y será un reflejo de nuestra sociedad que nos permita acercarnos a ella de manera amena y diferente a otros tipos de fuentes históricas. Al fin y al cabo, toda realización que parte de la actividad del hombre tiene carácter de fuente (7). El cómic entendido entonces como una fuente histórica debe ser tratado como tal. Es decir, debe ser sometido a una crítica y a un contraste para extraer de la manera más rigurosa posible la información y los datos que nos puede aportar sin caer en frivolidades, incorrecciones, etc.
Cabe entonces señalar la fiabilidad de los cómics. Como ocurre con cualquier otra fuente histórica que se precie, no todo lo que se relata en ella es veraz. No hay más que ver lo que ocurrió hace unos años en León, donde una serie de historiadores se opusieron a un cómic que relataba la historia de su comarca pero con ciertos fallos e incorrecciones históricas. (8)
En ocasiones, sustraer el extracto histórico se puede convertir en una tarea ardua. De ahí que hay muchos cómics que poseen poco rigor y “seriedad”, lo cual no quiere decir que no sean aprovechables, todo lo contrario, sino que suponen una tarea de investigación más pormenorizada a la hora de separar lo histórico de lo ficticio. Algunos ejemplos de ello serían el ya citado Astérix el galo, o Wacthmen de Alan Moore; éste último, a través de la ficción disfrazada con hechos históricos, nos relata un episodio clave de la historia de EE.UU., la Guerra Fría y el miedo a una guerra nuclear. Por otro lado los cómics dotados de mayor rigurosidad como, por mencionar alguna obra de ámbito nacional: 36-39, Malos Tiempos, de Carlos Giménez y donde se nos da una visión de la “gente de a pie” en una España dividida y llena de pobreza.
Quizás muchos os preguntéis, ¿qué pasa con los cómics de superhéroes, Iron Man, Wonder Woman, Superman, Batman, Capitán América…? ¿Son dignos de estudio? Remitiendo a Annales y su visión holística de la historia y sus fuentes. Claro que son dignos de estudio y de ser una fuente a tener en cuenta en nuestras investigaciones. Son un reflejo de una época. ¿Quién no ha visto a Iron Man hacerle frente a los comunistas, o al Capitán América luchar contra los nazis? ¿Qué me podéis contar de la Mujer Maravilla? Un símbolo del feminismo, abanderada de las mujeres. ¿Qué no lo sabéis? Tranquilos, todo ello en futuras publicaciones… Por lo tanto, cualquiera de estos personajes, pese a ser ficticios, responden a una realidad social y las inquietudes determinadas de un contexto histórico, y van evolucionando con la propia sociedad.
La conclusión, por lo tanto, no podía ser más evidente. Parafraseando a V de V de Vendetta de Alan Moore, se puede vislumbrar y valuar las vicisitudes de la Historia en viñetas. Siempre teniendo en cuenta que «toda historia es, hasta cierto punto, ficción; que la verdad no puede ser enunciada con propiedad una vez que los cuerpos se han enfriado. El bando vencedor decide quiénes fueron los héroes y quiénes los villanos; y, dado que la historia está escrita por aquellos que sobrevivieron, a menudo sus sesgos también perviven junto a ellos» (Alan Moore). Por lo que como fuente que son deben ser tratados también como tal y, quizás así, lograr que el cómic ocupe un sitio merecido entre nuestros ámbitos de estudio.
Algunos cómic sobre historia recomendados…
- Bagge, P.,2014, La mujer rebelde. La historia de Margaret Sanger, La Cúpula, Barcelona.
- Bilal, E. y Pierre, C.,2004, Las falanges del Orden Negro, Norma, Barcelona.
- Gloris, T. y Gloris, M., 2014, Las reinas de sangre. Isabel: la loba de Francia y Leonor: la leyenda negra, Yermo ediciones.
- Robin, T., 2016, La muerte de Stalin, Norma, Barcelona.
- Tardi, J., 1994, La guerra de las trincheras: 1914-1918, Norma, Barcelona.
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