Con motivo de la exposición que ha organizado Caixaforum: «Ramón Casas. La modernidad anhelada» presentamos … “Ramón Casas y el postureo español” ¿Quién es este hombre y, lo que es más importante, es realmente moderno? Claro que sí, guapi.
Casas fue un enamorado de lo moderno y de «las modernas», como veremos a continuación. Nace en Barcelona en 1866 y, con sólo 11 años le dice adiós a la escuela. Él lo que quiere es pintar. Y allá que va; ingresa en el estudio de un amiguete de su padre. Pero Ramón no se conformaba con dejar la escuela, en plan «rebelde sin causa», siendo un adolescente, colabora en la revista L’Avenç y empieza su carrera de diseñador gráfico.
El niño se empeñó en que quería ser artista y así fue. Con apenas 15 años, se marcha a París y desde entonces se dedica a pintar y a viajar. París, Granada, Madrid y Barcelona serán sus destinos más visitados.
Pinta la vida en la ciudad, las corridas de toros, y retrata a la alta sociedad madrileña a la que mostraba de manera relajada, coqueta y con un leve barniz de picardía; todo con mucho poderío. El «postureo» le invade su vida, tanto que, poco después, se pone enfermo de tuberculosis. Toda gente de bien la padecía. Por suerte, sobrevive, y aunque queda convaleciente, enseguida emprende una nueva aventura con su amigo Santiago Rusiñol.
Evitando el tedio: viajes de Ramón Casas
-¿Qué hacemos Santi?
– Estoy hastiado de la vida. Vámonos a conocer mundo, Ramón.
– Está bien.
Y se fueron a dar una vuelta por Cataluña. Los dos modernos se montan en el nuevo artilugio que se empezaba a comercializar en España, la bicicleta, y se van a dar una vuelta por tierras catalanas. De Vichi a Barcelona en bicicleta y Por Cataluña (desde mi carro) son las publicaciones que redactan e ilustran ellos mismos sobre dichos viajes y que tendrán una acogida muy exitosa entre el público de La Vanguardia.
Después de esta aventura, emprendieron rumbo a París donde vivirían el «erasmus del siglo XIX». Se alojaron en el Moulin de la Galette en Montmatre junto con otros artistas se lo pasaron pipa. Rusiñol y Casas siguieron contando sus aventuras que publicaban en periódicos, como si de dos blogueros se tratase.
La explosión de «postureo» llega cuando Casas se convierte en miembro de la Société d’artistes françaises. Es un momento decisivo en su vida profesional.
De vuelta a Barcelona
A su vuelta a Barcelona, y tras las enseñanzas de un buen “orgasmus” montan un Bar. Els Quatre Gats. Un bar al estilo parisienne, con reuniones, tertulias y exposiciones de arte (1), todo muy chic.
Al año siguiente, casualidades de la vida, hace su gran trabajo como cartelista para el Anís del Mono y más tarde para Codorníu. ¿Descubriría su afición por la bebida en este lugar? Sea como fuere, sigue su vida moderna y viaja a Estados Unidos y Cuba. Durante aquella estancia afianzó su amistad con el multimillonario Charles Deering, que duró toda la vida y el cual le proporcionó encargos ventajosos.
Inspiración y amor
Como buen moderno y bohemio, también tuvo una musa jovencita. Julia Peraire, vendedora de lotería, la cual aparece en muchas de sus obras con una actitud rupturista, vestida de torera, tomando el baño o en actitudes muy sensuales que rompen con el estereotipo tradicional de las mujeres burguesas del siglo XIX. Enamorado de su musa, se casa con ella unos años más tarde. El enlace, como corresponde a un artista de la vida moderna, no fue aceptado por su familia. Él cuarenta años, ella dieciocho. Igualmente, siguieron juntos desafiando a las tradiciones más rancias de la sociedad tradicional catalana.
Ramón Casas muere en 1932 tras una vida llena de creatividad que demostró tanto en pintura como en cartelería, dibujo o incluso, azulejería. Su obra ha sido conocida a lo largo de los años por su retratística de la alta burguesía (2) y, posteriormente, por sus imágenes de la vida moderna. Lo cierto, es que Ramón Casas fue un enamorado de la modernidad, como hemos visto, pero también de la inconformidad y su obra refleja, sobre todo, los anticonvencionalismos, propios de un espíritu jóven a caballo entre dos siglos.