Si pensamos en la historia de la arquitectura nos vienen a la mente grandes arquitectos como Brunelleschi o Bernini y contemporáneos como Gaudí o Santiago Calatrava. Siempre nos acordamos de hombres, como nos ha enseñado la historia de la arquitectura. Por eso, nos preguntamos si hubo mujeres arquitectas, ya que no se las ha reconocido hasta la actualidad, como a Carme Pinós o la recientemente fallecida Zaha Hadid. Para manifestar la presencia de las mujeres en este ámbito vamos a conocer una escuela para jóvenes con ganas de aprender y con necesidades de cambio. Allí las mujeres adquirieron una profesión en igualdad con sus compañeros. Se trató de la escuela de la Bauhaus.
¿Por qué hablar de la Bauhaus y no de cualquier otra? Porque en esta escuela se pretendió formar a una juventud mixta que trabajase en la materialización de un mundo mejor para las futuras generaciones; aunque las mujeres tenían que demostrar un talento extraordinario para poder permanecer en el centro (1).
Ahora nos estaremos preguntando qué es la Bauhaus… Fue una escuela que surgió en Alemania tras la I Guerra Mundial y se mantuvo durante más de una década, aunque cambió tres veces de sede (2). Su nombre significa en alemán: construcción (Bau) y casa (Haus), por tanto era una Casa para la construcción, lo que viene siendo una escuela dedicada al diseño. Su proyecto fue perseguido y clausurado por el régimen nazi (3); de hecho, su constante cambio de ciudad fue consecuencia de su persecución(4). El primer director unifica la Escuela de Bellas Artes con la Escuela de Artes y Oficios, convirtiéndola en un referente internacional de la arquitectura, del arte y del diseño: Bauhaus.
Es interesante conocer el contexto social, político y económico para entender dónde surge esta escuela (5). La Revolución de Noviembre (6) marcó el final de la guerra y el nacimiento de la República de Weimar. Surge entonces un nuevo sentimiento con la creencia de que la cultura es la libertad del pueblo. Así pues, el pueblo no puede quedarse sin experiencia artística y la arquitectura es la mayor expresión de esta, pues une todas las artes.
Entonces surge la Bauhaus y, por primera, vez las mujeres pueden acudir por ley. El principal objetivo de la escuela fue reformar las artes para lograr un cambio en la sociedad burguesa para, mediante la arquitectura, construir viviendas funcionales, muebles prácticos y un estilo de vida más sano (7). Esta idea se truncó con el cierre de la escuela en 1933 debido a su compromiso de izquierda y sus ideas críticas, por la falta de subvenciones y el acoso de los partidos de derechas.
¿Fue fácil el ingreso de la mujer en un centro de enseñanza? Jamás, y menos aún en ámbitos asociados al éxito público como es el gran arte. Los inicios no fueron fáciles por las enormes dificultades que tenían estas jóvenes estudiantes, futuras profesionales de prestigio internacional.
El objetivo de la institución era crear un centro de formación de arquitectos, pero se acabó convirtiendo en un foco de formación de diseñadores industriales profesionales. Es curioso saber que la escuela realizó un manifiesto igualitario para la inscripción del alumnado, por ello, las mujeres acudieron masivamente y llegaron a representar casi la mitad el primer año (8). Esto cambió en los años siguientes porque empezó a considerarse como “ocupación femenina”, lo que provocó que varios profesores se manifestaron en contra de la formación de arquitectas. A pesar de estas dificultades, esta escuela fue la única que cualificó a sus graduadas femeninas para trabajar con y para la industria, es decir, que las formó como profesionales (9). Si bien, no debemos olvidar que gran parte de las alumnas que formaron parte de la escuela fueron orientadas hacia el taller de tejido (10).
Mediante el siguiente fragmento podemos concienciarnos de un pensamiento que ha estado vigente en nuestra sociedad y que, desgraciadamente, sigue estándolo. Esto nos ayuda a entender los grandes esfuerzos que han tenido que realizar las mujeres para mostrar su profesionalidad.
Sólo el aspecto de la mujer revela que no está destinada ni a los grandes trabajos de inteligencia ni a los grandes trabajos materiales. Paga su deuda con la vida, no con la acción, sino con el sufrimiento, los dolores del parto, los inquietos cuidados de la infancia; tiene que obedecer al hombre, ser una compañera pacienzuda que le serene…” (11).
Muchas mujeres formaron parte de la escuela (12). Recordar a todas ellas en profundidad requiere más dedicación y este no es el objetivo del artículo –si hay alguien con enorme interés en el alumnado o profesorado de la Bauhaus lo puede manifestar y se tendrá en cuenta en los siguientes artículos-. Por ello vamos a conocer a una de estas alumnas, sin menospreciar al resto.
Friedl Dicker fue una artista multidisciplinar dotada con una extraordinaria expresividad. Su actividad transitaba entre el taller de encuadernación, los diseños textiles y el mobiliario. También realizó proyectos arquitectónicos (13). Sin embargo, a lo largo de su vida jamás abandonó la labor pedagógica, que mantuvo hasta casi el final de su vida. Falleció gaseada en Auschwitz por su condición de judía en 1944 (14).
Hemos pretendido recordar la historia de las mujeres en la inolvidable escuela de la Bauhaus, cuyo objetivo fue ser una escuela de arquitectura que aglutinase todas las demás disciplinas artísticas, buscando la artesanía ideal y dando a conocer un grupo que no contaba con precedentes de presencia femenina en un centro de arte. Esta institución se convierte en un proyecto de renovación pedagógica, social y artística que ha sido transmitida durante décadas.
La Bauhaus ha sido uno de los experimentos utópicos, idealistas e innovadores que da como resultado a una grandiosa generación de diseñadoras, ceramistas, escultoras y arquitectas que han pasado a la historia a pesar de la invisibilidad en sus inicios (15). Se trata de profesionales que están mundialmente reconocidas y muchas de sus obras se conservan en los mejores museos. Todo esto es una muestra inequívoca del proceso imparable que la mujer inició como artista y diseñadora en Occidente a principios del siglo XX.
Porque hay una historia que no está en la historia y que sólo se puede rescatar escuchando el susurro de las mujeres.
Rosa Montero
En historia del arte y historia del diseño, siempre se me nombraba la Bauhaus, pero nunca me contaron su lado femenino. Siempre pensé que era una escuela para hombres.
Gracias por el artículo e incluir a las mujeres en la historia.