Quién haya conocido la ciudad asturiana de Avilés en los años setenta u ochenta del pasado siglo y no haya regresado a la misma hasta ahora, la encontrará totalmente cambiada. No es broma, de ciudad hiperindustrializada y asomada a una maloliente y sucia ría, ha pasado a ciudad visitada por cruceros turísticos. ¿Qué ha sucedido? La culpa la tiene, entre otros, Niemeyer. Seguid atentos a la pantalla y lo descubriréis.
Ciudad vetusta, los orígenes de Avilés
Habitada la zona desde la Prehistoria, también hubo una cierta ocupación romana y quizá de la misma venga su nombre (1). De todas maneras, será en el Medievo cuando haya más noticias de la ciudad. Por ejemplo, en el año 905 Alfonso III cede sus bienes a dos iglesias situadas en Avilés. En 1155, otro Alfonso, el VII, confirma el fuero de aquella otorgado cincuenta años antes (2). Sea como fuere, redondeando, en el año mil, Avilés ya era, al menos, un pueblín. Pronto se convertiría en un importante puerto ligado a la ciudad de Oviedo.
Llega el siglo XX…
Y pasan los siglos, las grandes empresas se van instalando (3) y a principios de los años 50 del siglo XX, ¡por fin! dan comienzo las obras de la Empresa Nacional Siderúrgica de España S.A., popularmente “la Fabricona”. Su primer horno alto se denominó “Carmen”, pelotilleo a la mujer del dictador (también conocida como «La Collares»), “madrina” del ingenio (4). ¡A producir acero! ¡All iron! Hoy aún en funcionamiento, aunque de forma más reducida, la vieja ENSIDESA se denomina ArcelorMittal España (5).
De hecho, fue esta empresa la culpable de la mayor transformación en Avilés. La población aumentó considerablemente (6), el puerto pesquero sufrió alteraciones y el medio ambiente se resintió… ¡y de qué manera!
La expansión de la ciudad de Avilés
Si aumenta la masa trabajadora, esta necesitará donde dormir. Desde ese momento, se suceden los Planes Generales de Ordenación Urbanística (PGOU); aunque los primeros se subordinan a los intereses industriales. Se construyeron barrios obreros como el de Llaranes, que tenía economato y todo (7).
¡Necesito un cambio!
Pero no sería hasta mediados los ochenta cuando se comenzó a pensar que Avilés podría dedicarse a otra cosa que no fuese la industria: al turismo. Se pusieron en marcha planes de protección y restauración de la ciudad histórica, para más tarde prestar especial atención al entorno de la ría (10).
¡Turismo! ¿En Avilés? ¡Qué locura!
¡Qué tontería! ¡Estáis chiflados! ¿Será suficiente que su casco antiguo fuese declarado Conjunto Histórico Artístico allá por 1955? Está la calle Galiana, del siglo XVII, llena de soportales (buen lugar para el alterne) y por la que transcurre el Descenso de Galiana durante el carnaval (8); el palacio de Valdecarzana (Bien de Interés Cultural, del XV), las iglesias románicas de los padres franciscanos y la vieja de Sabugo (situada ésta en la Plaza del Carbayo donde podemos mojar el gaznate o papear algo). También tenemos el Centro Internacional Cultural Oscar Niemeyer…
Cambios en la zona de la ría
En la margen derecha de la ría de Avilés, donde antes solo había restos industriales y porquerías diversas, se levanta ahora un complejo cultural blanco e inmaculado. El proyecto se denominó en principio Nueva Centralidad, y trataba de recuperar la fachada marítima y las orillas de la ría. Cambiar contaminación por belleza y poner a la ciudad en el mapa. ¡Hay que hacer algo grande! ¡Qué digo grande, espectacular!
Un artífice prodigioso: Niemeyer
¡Necesitamos un arquitecto! ¡Qué venga Óscar Niemeyer! (9) Este sería el encargado de que comenzase el espectáculo. Vamos, el Merlín de Avilés. Las obras se iniciaron en 2008 y terminaron en 2011. ¿Qué la cosa recuerda un poco a Bilbao y su Guggenheim? ¿Y qué? Por cierto, en la inauguración tocó el clarinete Woody Allen. El mago, ¡perdón!, el arquitecto brasileño, diseñó varios edificios: el auditorio (para actuaciones), la cúpula (para exposiciones), la torre (mirador con un restaurante, o viceversa), el edificio polivalente (salas de conferencias, el Film Centre, tienda…) y la plaza.
La cosa no ha estado exenta de problemas…
En 2011, el cambio político puso en duda la anterior gestión (30 millones de construcción en una población de apenas 80.000 habitantes generan una duda razonable), lo que amenazaba la existencia del Centro Niemeyer. De todas maneras, como suele pasar en este país, las aguas volvieron a su cauce. Por el Centro Niemeyer han pasado artistas y personalidades de todo tipo, como Carlos Saura, Annie Leibovitz, Juan Mari Arzak, etc. Incluso Brad Pitt también estuvo en Avilés para ver esta obra de Niemeyer (11).
Hoy
En la actualidad, Avilés ha pasado de ser la Cenicienta de las ciudades asturianas a convertirse en referente cultural nacional. Podríamos decir que Óscar Niemeyer fue el príncipe que encontró el zapato y logró colocarlo en el pie adecuado… Visitar esta pequeña ciudad para tomar una sidra, ver una obra de teatro, contemplar arquitectura histórica o de vanguardia, o recorrer el paseo de la ría, siempre es una gran opción a tener en cuenta. Y puedes hacerlo en coche, tren, avión o en barco. Tú decides.
Si quieres saber más, sobre Arte en Asturias. ¿Conoces los murales del embalse del pantano de Salime?
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Que pena. Avilés, convertida en una villa sin presente ni futuro. Paro, tristeza y vacio. Así es la actual Villa del Adelantado.
Y todo por los intereses de algunos, prevendas y pagos a otros y todo gracias a la reconversión industrial, a prejubilaciones innecesarias.
Ahora no hay industria, ni tejido empresarial, pero el acero se sigue demandando en el mundo, tampoco hay comercios ni talleres de distintos oficios.
Aue pena Avilés, tanto que has dado a tantas familias de distintas regiones y que poco te han dado a cambio, excepto mucha tristeza y una larga agonía.
¿Niemeyer? ¿Quien sabía quien era este señor en Asturias… nadie, pero a algunos del Principado les interesó (ellos sabrán porqué).
Que pena Avilés, muerta, agonizante y algunos quieren maquillarte para ocultar tu pena y tristeza.
Pobre Avilés