Pues sí amigos, parece ser que la autora de la famosa saga literaria se informó bastante bien sobre los indígenas norteamericanos. En este caso, eligió a los quileute, nativos de la llamada costa noroeste de Norteamérica (1).
Por mucho que nos cueste admitirlo, resulta que los quileute existen y viven en la costa oeste de Estados Unidos (Estado de Washington). No son una comunidad muy amplia (apenas 400 habitantes), por lo que su reserva (“La Push”) no es muy grande. Sin embargo, con la fama de los libros y las películas (se rodaron en la reserva), son en la actualidad todo un reclamo turístico.
La señora Stephanie Meyer, autora de la saga, se valió de su mito de origen para crear a estos licántropos. La historia viene a ser la siguiente:
En un tiempo mítico, en el que los animales podían transformarse en personas a placer, un ser llamado “el Transformador” iba viajando por toda la tierra enseñando a estos animales-persona cómo comportarse. Un día llegó a la tierra quileute, donde no había gente, cosa que le pareció muy triste. Esto se debía a que ningún animal había querido convertirse en humano todavía. Entonces se cruzó con dos lobos y los convirtió en personas, así, sin preguntar. Después, otros animales se convirtieron también en personas y “el Transformador” les enseñó a vivir juntos, pero no revueltos.
Con esta historia como origen, es tentador utilizar a este grupo nativo para escribir una historia de hombres-lobo (aunque personalmente yo habría hecho otro tipo de relato).
Si te ha picado la curiosidad sobre los quileute, has de saber que tienen una rica tradición cultural. Sin embargo, esto no se refleja en los libros, y menos en las películas, así que te recomiendo que no busques ahí información sobre ellos… En serio, no lo hagas.
La verdad sobre los nativos de la costa noroccidental
Las primeras noticias sobre los nativos de la costa noroeste son de finales del siglo XVIII, cuando llegaron los primeros exploradores europeos (ingleses, españoles y rusos), que construyeron puestos para comerciar con los indígenas (principalmente pieles). Cabe destacar que el primer contacto lo hizo un navío español (2), y no la famosa expedición inglesa de James Cook (3).
Lo curioso de estos nativos es que tenían una sociedad muy jerarquizada (había desde nobles hasta esclavos) y sin embargo eran cazadores-recolectores. ¿Y cómo era esto posible? Al parecer, se debía a la brutal competencia por los recursos y a la necesidad de almacenarlos. Cada recurso (animal o vegetal) se obtenía en una zona concreta en un momento concreto del año. Ejemplo de ello es el salmón: solo es muy abundante cuando remonta los ríos para desovar. Pero no todo el área era igual, hacia el sur los grupos eran menos jerárquicos. Esto se debe a que las fuentes de alimento son más fáciles de conseguir. Esta competencia por las fuentes de alimento hacía que la guerra fuera común entre estos grupos. Así, además, se conseguían esclavos y ascender en la escala social.
Chalé de invierno, chalé de verano… costumbres de los quileute
Los ancestros de los quileute vivían en grandes casas de madera frente al mar. En cada casa vivía un clan: el propietario (jefe), su familia y los esclavos, y personas libres cuya estancia era temporal. Estas viviendas eran desmontables debido al carácter semisedentario de las tribus. Así, con el cambio de estación cambiaban de asentamiento, volviendo al año siguiente al mismo emplazamiento. De hecho, los primeros exploradores europeos, como llegaron en verano, se encontraron con los grandes troncos sobre los que se construían las casas de invierno, así que creyeron que eran poblados abandonados; nada más lejos de la realidad (4).
Una juerga para levantar un tótem…
Por lo que es famosa esta gente es por el arte y los mal llamados tótems (postes ceremoniales). Son el equivalente a los escudos heráldicos. En ellos se representan animales, seres sobrenaturales y mitos relacionados con el clan que lo construye. Pero lo que no sabrás es que estos postes son de época colonial (siglo XIX).
Su construcción está muy ligada al Potlatch: fiesta ceremonial en la que se hacía un reparto de bienes, entre cantos y danzas. Básicamente, se acumulaba un montón de comida y regalos que se repartían al final de la misma. Tradicionalmente era un privilegio de los nobles, pero actualmente lo puede hacer cualquiera (siempre y cuando tenga dinero para ello, claro). Las principales ceremonias eran los funerales, las de sucesión de cargos y las de construcción de casas. La mayoría de ceremonias se hacían en invierno; básicamente porque no se podía hacer otra cosa en esta estación del año.
Tras el periodo de intercambio comercial, empezó la colonización sistemática (ingleses y estadounidenses). Así, se prohibió la celebración del Potlatch o cualquier otra manifestación religiosa nativa, y se establecieron las reservas. La aculturación forzosa y las epidemias diezmaron la población indígena; en 1920 habían sobrevivido 4 de cada 100 nativos. Sin embargo, desde mediados del siglo XX han ido recuperando derechos y tierras. Además, se ha hecho una impresionante labor de recuperación cultural y en la actualidad mantienen parte del ceremonial tradicional.