Seguro que más de una vez habéis escuchado eso de que las cortesanas no eran prostitutas, que simplemente eran chicas de compañía. Las cosas claras: eran prostitutas. No obstante, esto no significa que no tuvieran una educación o no supieran hacer otra cosa. En Italia hubo una que destacó entre todas ellas. Su nombre era Verónica Franco y su fama llegó hasta tal punto que le hicieron una película (Más fuerte que su destino). En este artículo descubriremos qué la hacía tan especial (no penséis mal, por favor).
Venecia: el paraíso de las cortigiane oneste
Para hablar de la maravillosa e inigualable Verónica Franco, primero hay que conocer el contexto en el que vivió. Verónica vivió en Venecia durante el Renacimiento. Florecieron muchos movimientos durante esa época, pero lo que nos interesa en este artículo son las cortesanas.
¿?
Había dos tipos de cortesanas: cortigiana di lume (cortesana de luz) (1) y cortigiana onesta (cortesana honesta). Básicamente, las cortigiane di lume eran prostitutas de clase baja, que acabaron ejerciendo por necesidad (2). Por otro lado, las cortigiane oneste eran prostitutas instruidas que venían de la clase alta; sus clientes buscaban en ellas una fuente de conversación, una mujer con la que hablar de filosofía, historia, literatura, pintura, etc.
A cambio de ser la compañía de los hombres más importantes de la sociedad, las cortesanas honestas tenían acceso a los lugares más exclusivos. Incluso podían participar en tertulias políticas, algo que era impensable para cualquier otra mujer de la época. No obstante, en la vida de estas cortesanas no todo era luz y color. Cuando su belleza se mermaba de algún modo (vejez, enfermedad, cicatrices, etc.), eran consideradas vulgares rameras y acababan ejerciendo con el resto de prostitutas. No olvidemos que, a pesar de todo, el exterior de estas mujeres era más valorado que todo el conocimiento que pudieran tener.
Verónica Franco: gran poetisa, mejor persona
Pasemos ahora a nuestra protagonista. Verónica Franco (3) nació en el seno de una buena familia y recibió la misma educación que sus hermanos, algo realmente insólito en aquella época. Cuando cumplió 20 primaveras, y tras un matrimonio fallido (4), su madre le aconsejó que se convirtiera en una cortesana honesta. Ella misma la instruyó (5), dado que también se había dedicado a las artes amatorias (ay, ¡de casta le viene al galgo!).
En muy poco tiempo, Verónica se convirtió en la cortesana honesta más deseada de toda Venecia. Esta posición que ostentaba le permitió conocer a lo más granado de la sociedad y acceder a círculos vetados al resto de mujeres. Llegó a entablar amistad con Domenico Venier (6), quien se convirtió en su protector. Gracias a él pudo publicar su libro Terze rime. En esta obra habla de su profesión y critica los cánones a los que se veía reducida la mujer por aquel entonces.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. La inquisición tuvo que aparecer y fastidiarlo todo. El tribunal acusó a Verónica de brujería por hechizar con sus encantos a los hombres (como si ellos se hubieran resistido). Gracias a sus amistades pudo salir del apuro, pero su vida no volvió a ser la misma. Perdió sus bienes y a su protector, por lo que se vio obligada a desaparecer de la vida pública. Su final, como el de tantas otras mujeres, fue en la sombra. Permaneció en su casa con sus hijos hasta el final de sus días (7).
¡Arriba las mujeres!
Verónica Franco siempre defendió el papel de la mujer. Creía firmemente que la educación ayudaría a las mujeres a ser libres e independientes. Mientras vivió, ella misma gozó de una libertad con la que muchas mujeres tan solo podían soñar. No creáis que las mujeres de la nobleza gozaban de mayor libertad. Todas eran, simplemente, una posesión de sus maridos. Al menos las cortesanas honestas decidían a quién le alquilaban su tiempo.
Además de poetisa, Verónica era una mujer comprometida. Por ello, solicitó la creación de un centro para las cortesanas mayores, enfermas o que quisieran abandonar la profesión. Allí se les facilitaría una nueva formación que les permitiera ganarse la vida de otra forma. Por desgracia, nunca se lo concedieron (8).
Más que una cortesana
Como decía al principio, las cortesanas son prostitutas, pero eso no significa que sean solo eso. Verónica Franco abrió el camino a miles de mujeres que solamente tenían como horizonte la cocina. Espero que la palabra cortesana os suene diferente después de conocer un poco la historia de Verónica Franco.
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interesante saber su historia .
Lástima que grandes historias como la de esta mujer y otras tantas muchas más no hayan pasado a la «Historia».
Todo lo que sea difundir y darlas a conocer se agradece bastante.
Y gracias por mencionarme en los créditos. Esos pequeños detalles también son de agradecer, más en estos tiempos.
Un saludo.