Cuando nos preguntamos quién hizo posible el Imperio romano, pensamos en el emperador Augusto… Pero, ¿qué fue de Marco Vipsanio (1) Agripa?, ¿fue un inmaculado de Juego de Tronos a la romana? (2) ¿Pudo ser el primer emperador, rey de Hispania…? Patricias y legionarios, saldréis de dudas a continuación… La vida y obra de Marco Agripa.
Marco Agripa (o el chico-para-todo) del emperador Augusto
Marco Agripa comenzó a pisotear el mundo hacia el 64-63 a. C. (3) De origen pobretón, su aburrida vida cambió cuando fue adoptado por un patricio romano, tras lo que ascendería socialmente, convirtiéndose en el Obélix del Astérix Octavio (Augusto) (4).
Asimismo, consiguió hacerse con una reputación como buen general repartidor-de-leña (5), venciendo en batallas como Filipos contra los asesinos de Julio César y Accio, contra Cleopatra y Marco Antonio.
También favoreció la llegada al poder de Augusto (¡qué perdonavidas!), y ejerció diversos cargos políticos, siendo elegido tres veces cónsul conjuntamente con él (6), ¡para que le sigan llamando Vipsanio!
En el 18 a. C. obtuvo por cinco años la tribunicia potestas (7), pasando a ser el alter ego del Prínceps (8). A su vez, Augusto le designó como sucesor cuando éste se sintió gravemente enfermo (9), ¡si llega a palmarla, imagínate la que hubiese liado Agripa en el poder!
¿General romano, casi Emperador, o primer genio del re-NACIMIENTO?
Puso en juego una importante actuación público-administrativa levantando numerosos edificios, como el oppidum Ubiorum (10) y, ¿acaso lo dudabais? ¡El Teatro de Mérida… vamos, que ni Miguel Ángel!
Hacia el 33 a. C. fue designado edil (o sea, un alcalde de los de hoy), cargo desde el que organizó juegos (vamos, que no les hacía falta el fútbol para entretenerse) y actuó como protector de las aguas. (11)
Además, construyó los primeros baños para todos (termas) (12) y confeccionó los saepta, una especie de Rastro de la Roma Antigua. Pero Marco Agripa también resaltó por ser un sabelotodo y un consumado pintamapas, pues llegó a configurar el Orbis Terrarum, uno de los primeros mapamundis de la Historia, ¡toma esa!
Pero si por algo destacó, fue porque sus contemporáneos le vieron como a un superultramega Dios (13), ¡qué believers, él tenía agripiers!
En definitiva, aparte de un reputado militar, y tropecientas mil cosas más, podríamos considerarlo un casi emperador (14), con una forma de actuar similar a la de los genios del reNACIMIENTO (15), la navaja suiza de la Roma imperial, vaya…
¿Hispania, o Agripania?
Las Guerras Cántabras: ¿las Guerras de Agripa?
Por si fuera poco, nuestro Jamie Lannister romano (16) no se conformaba con eso, con lo que decidió demostrar sus pelotas concluyendo las guerras contra los lanza-pedruscos cantabrones. (17) Pues sí, hasta tierras cántabras se fue el bueno de Marco Agripa hacia el 19 a. C., a modo de expedición para sofocar una rebelión. (18)
Y es que el indulgente general no tuvo piedad, acabando con la vida de casi todos sus enemigos (un holocausto cántabro en toda regla), haciendo descender de las montañas a las llanuras a los supervivientes. (19)
Los cántabros, antes que ser capturados, preferían irse al otro barrio con honor y dignidad. Por ello, optaron por el suicidio, bien comiéndose el fruto del tejo (20), o bien autoincinerándose, ¡para que luego se quejen los templarios! (21)
No conforme con tal genocidio, cual sargento cabreado, dio su merecido a una de sus fuerzas militares, la Legión I Augusta, tras varios fracasos militares e intentos de rebelión. La legión perdió su denominación originaria, así como su insignia, pasando a llamarse Legión I Germánica.
Por otro lado, como Marco Agripa era más humilde que la Madre Teresa de Calcuta, tanto en este caso como en sus demás logros, decidió no atribuirse el mérito de su viril hazaña contra aquellos brutos del Norte, delegándola en Augusto. (22)
Finalmente, tras la guerra, tal síndrome de Estocolmo le debió surgir con aquél húmedo, lluvioso y agreste en-todos-los-sentidos infierno, que optó por quedarse un poco más a caciquear por allí. (23)
Lo que está claro es que, más que Guerras cántabras, por cómo se dieron, bien podrían haberse llamado Guerras de Agripa …
Marco Agripa en el resto de Hispania. ¿Rey de Hispania, Romanización o Agripación?
Concluidas las guerras, nuestro repartidor-de-estopa particular se dedicó a reorganizar nuevas colonias dentro y fuera de Hispania con la ayudita de sus currantes guerreros. (24)
De forma más concreta, Agripa actuó como patrono (25) (protector) de muchas de ellas, destacando esta labor en Mérida (Augusta Emérita), creada en favor de los excombatientes carcamales de las Guerras cántabras. (26)
Para no variar (debía aburrirse el pobre hombre, patrocinando aquí, colonizando allá…), también llegó a ser el mandamás o patrono de, entre otras colonias, Ulia (Montemayor, Córdoba) (27), Cartago Nova (28) (Cartagena), Gades (Cádiz) o Emporiae (Ampurias) (29).
Todo ello obedecía a su interés de consolidar y dar cuerpo al proceso romanizador (30), poniendo en juego varias medidas, entre ellas una reorganización y reestructuración administrativa y viaria, convirtiendo caminos de cabras en pistas (calzadas) para los fórmula uno de la época (carros, principalmente).
Asimismo, puso en práctica la jubilación anticipada de tropas (desmovilización) que, junto a la colonización, fueron representantes de la prolongación de la conquista (31) de los pesadísimos hispanos, que dábamos guerra hasta después del Game Over. O sea, que éramos dificilillos de vencer. Además, formó parte de la delimitación de las provincias (sí, sin los palos entre autonomías de hoy…).
Por lo tanto, más que romanización, bien podía haberse llamado agripación, pues Marco Agripa el Deseado parecía hacerlo todo él solo (¡qué egoísta!), dado que, no contento con ello, participó en la reactivación económica del territorio. (32)
En resumen, teniendo en cuenta la incontestable labor de mando, control y dirección de absolutamente todo (33) que tuvo, salvando las distancias, bien podrían haberle coronado como rey de Hispania (34) (solo le faltó la corona, ¡cachis!), pues mandaba y rutaba más que un padre de familia cabreado escupe-bilis delante del televisor cada mediodía…
Recapitulando, ¿y si…?
Tras tanta batallita, Marco Agripa dijo adiós al mundo, enfermo de gota, ya peinando canas, con 51 años, en el 12 a. C. (35). En su honor, se erigió el Panteón de Agripa, o sea, el San Agripa del Vaticano de la época… (36)
General estrella, capaz de sofocar el derecho al pataleo de los cántabros en cero coma, colega y persona influyente en Augusto, actuó como si fuera un emperador más, llegando a compartir el caramelo del poder con él.
Sus elevadas capacidades en diferentes campos (política, economía, urbanismo, cartografía, etc…) como si fuese un genio, antes incluso que los grandes hombres del Renacimiento, y el saber trasladarlo al ruedo hispánico, donde nos dábamos palos con todo quisqui, le confirió poderes que hubiese deseado hasta un rey.
La cuestión es, ¿¿¿qué hubiera sido del Imperio y de España si no llega a existir Agripa??? Viendo lo visto, juzgadlo vosotros mismos…
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