Durante el III Milenio a. C. y procedentes de la actual Arabia, los semitas van instalándose a Akkad, una zona entre la Alta y la Baja Mesopotamia. Es en este contexto en el que aparece Sargón, nuestro protagonista.
El origen de Sargón – Un origen oscuro para un joven prometedor
Sargón (2334-2279 a. C.) estuvo, desde su nacimiento, rodeado de leyenda. Como otros conocidos personajes, Moisés sin ir más lejos, sería salvado de las aguas. Vamos, que en la Antigüedad los ríos estaban poblados de cestitas con niños dentro.
Parece ser que su madre era una sacerdotisa de alto rango, mientras que de su padre no sabemos mucho, aunque seguramente sería de origen humilde. Como por allí pasaba el Éufrates, a la buena señora no se le ocurrió otra cosa que meter a Sargón en una cesta y enviarlo río abajo. ¡Buena suerte, chavalín!
Sargón se salvó gracias a que en Mesopotamia no había grifos. Aqqi, de profesión aguador, lo sacó del Éufrates y lo adoptó. Nuestro muchacho aprendería el oficio de jardinero y la diosa Ishtar se enamoraría perdidamente de él, obviamente según otra leyenda, gracias a lo cual pudo ser rey ¡menudo enchufe!
Parece que también fue copero (1), al menos ejerciendo este oficio aparece en un relato épico, El sueño de Ur-Zababa. Nuestro chico y futuro emperador va subiendo de categoría.
Al parecer, a un tal Ur-Zababa, Sargón le vigilaba la copa. Este hombre era rey de Kish, un Estado de la zona sumeria. Quizá envalentonado por lo del romance con la diosa, nuestro protagonista osó subirse a las barbas del monarca, rebelándose. Aunque no parece que ocupara ese reino inmediatamente si hacemos caso de la Lista Real. Quizá comenzó a urdir sus planes expansivos más al norte, donde los semitas se habían instalado.
A los antiguos les gustaba hacer listados con sus reyes. En esa lista (2) están anotados los nombres de los monarcas de la zona así como las fechas de sus reinados. Algunos verdaderamente exagerados e increíbles. En fin, la dinastía que nos ocupa, la acadia, se incluye en la misma y se informa que llegó al poder de igual manera que las demás: por las armas, ¡qué novedad! En concreto dice: Uruk fue vencida y su realeza llevada a Akkad. Nuestro hombre adoptó entonces el nombre de Sargón o Sharrum-kin, que significa, “rey legítimo”. Su flamante capital sería Agadé, ciudad aun sin descubrir (3).
El Imperio de Sargón
Rescatado del río, amante o no de una diosa, lo cierto es que Sargón cambió radicalmente la manera de gobernar en la zona. Se pasó de una serie de ciudades-estado en continua pugna por ser la dominante, a un Estado centralizado, fuerte, muy militarizado, con hambre de Imperio y gobernado por un hombre con pretensiones de dios.
Se sabe que Sargón utilizó espías. Vamos, que James Bond ya existía en la antigüedad. Esto se deduce de unas tablillas de arcilla (4) que informan del uso de mercaderes para hacer ese trabajo, de esa manera le era más sencillo planear sus futuras conquistas. El ejército sería un elemento fundamental en su reinado y solo dependía de su persona. Tras unificar políticamente Akkad, llevó sus conquistas fuera de Mesopotamia llegando a orillas del Mediterráneo y al Golfo Pérsico. De esta manera cercó Sumeria (Uruk, Ur, Lagash, etc.), que acabaría cayendo en su poder.
Sargón I de Acad – Un gobernante inteligente
Sargón dejó que los jefes vencidos fueran gobernadores de sus antiguos reinos, siempre que se mantuvieran obedientes… Además, respetó, en el área sumeria, la costumbre de que la economía girase en torno al templo, mientras que en Akkad era el palacio el dominante. También mantuvo la lengua sumeria. Como colofón, tras su fallecimiento fue divinizado. Monarca y dios todo en uno. Pasaría a la historia con el sobrenombre de Sargón I el Grande.
El Imperio tras Sargón I de Acad
Nuestro hombre había implantado un nuevo tipo de sucesión dinástica, atribuyendo a la familia real, la suya, legitimidad divina. Siendo así, le sucedieron sus hijos (5), Rimush y Manishtushu, que hubieron de hacer frente a las revueltas de la zona y tras ellos, Naram-Sin, su nieto. Éste, se autodenominó dios de Akkad. Su reinado fue el más radiante de todos y nos ha dejado su Estela, un bajorrelieve realizado en arenisca que nos muestra su poderío militar.
Pero, tras Naram-Sin, el Imperio acadio iría perdiendo fuelle hasta su desaparición. Le sucedería su hijo Sharkalisharri, que curiosamente moriría a golpes propinados con tablillas de arcilla, igual que Rimush y Manishtushu, durante un motín palaciego. ¿Sería una tradición? El último rey sería Shu-Durul, que ya no pertenecía a la familia de Sargón. ¡Todo se acaba!
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