Que tiemble Roma, ha llegado Clodio, el macarra

El final de la República romana está marcado por un periodo conflictivo en el que se sucedieron muchos nombres, sangre y traiciones. Esto quedó reflejado en la incuestionable corrupción del poder romano. Una corrupción que terminó por llevarla a una profunda crisis. Entre tantos nombres característicos, como Mario, César o Pompeyo –en futuros artículos conoceremos más sobre estos personajes–, el nombre de nuestro protagonista, Publio Clodio Pulcro, será el eje de nuestra pequeña historia.

Adéntrate a conocer al terror de Roma, nombre cariñoso que le puso su “fiel amigo” Cicerón…

Una República al borde de la caída

Tras vencer Roma a Cartago en la II Guerra Púnica (II a.C.), la potencia romana pronto comenzaría a extenderse por todo el Mediterráneo (1).

Pese a que supuso una buena fuente de ingresos, pues con cada conquista militar se sumaba grandes sumas de dinero, la expansión condujo a otros aspectos menos… buenos.

Sí, la corrupción no es un efecto de la actualidad, si no que se lo digan a los romanos.¿Por qué? Fácil, piensa que, cuanto más poder, más es el hambre de tener más y más. Algo que el propio Senado de Roma, aristócrata, supo reflejar en sus intenciones. ¡Maldita panda de carcas!, típico comentario de un pobre trabajador romano.

Publio Clodio Pulcro
Publio Clodio Pulcro. Fuente

Como había ciertos generales romanos que no estaban de acuerdo en la forma de poder que tenía el Senado, como nuestro prota, Clodio, decidieron dar un paso hacia delante y desafiarlo. Como te imaginarás, el final de la República se vio envuelto en sangrientas acciones violentas. Un ejemplo: dictar leyes, manipular las elecciones o intimidar a los rivales políticos. Tarantino podría dirigir perfectamente cualquier capítulo…

Cicerón contra Clodio, primera parte…

En cuanto a la infancia y el inicio de la madurez de Clodio poco hay que señalar. Nacido en una familia plebeya (2), vamos, los que en teoría eran los pobres de la sociedad romana. Su vida militar transcurrió sin mucha agitación salvo cuando en el 65 a.C. fue capturado por unos piratas. Sí, le asignaron una flota militar pero los piratas cilicios lo capturaron. Imaginad el percal, le asignan como general de una flota y casi muere preso…

¡Menudo culebrón!

Que Cicerón influyó en buena parte en la vida de Clodio es un hecho, tal como leeréis ahora.

La vida de Clodio pronto daría un vuelco en su contra en un escenario inesperado: la casa de Julio César. Como lees, Julio César, antes de ser el quizás político-militar más representativo de la Historia de Roma, tuvo que hacer carrera, y entre tanto, celebró como Pontífice Máximo una fiesta en honor a Bona Dea, la diosa de la fertilidad, salud y castidad (3).

¿Por qué dio un giro de 360 º? En teoría, todas las matronas debían de estar en el rito, sin la presencia de los hombres. Como Clodio estaba perdidamente enamorado de Pompeya, mujer de Julio César, decidió hacer honor a los carnavales y se disfrazó de mujer –spoiler: sale mal-.

¿Qué pasó?

Pues que César y el resto de invitados e invitadas no eran tontos y, pese a todo, Clodio fue sorprendido. ¿El siguiente paso? Un juicio alterado en toda regla donde la oposición, encabezada por Cicerón, atizó a Clodio. Pero debido a un apoyo ilegal –vamos, sobornos de Craso, un tío que tenía muchísimo dinero y apoyó, entre a otros, a personajes como César en su haber político— supo salir por patas.

Os podéis imaginar cómo estaba la situación en ese momento. Cicerón, que le tenía ganas a Clodio, no consigue acabar con él en el juicio y Clodio, como no, buscó venganza por esta encerrona.

Segundo round

La mejor manera para atacar a Cicerón era desde su terreno, la política. Por ello, Clodio intentó presentarse a la única magistratura a la que, por condición social, tendría posibilidad: el tribuno de la plebe (4).

Con el apoyo de César, Pompeyo y Craso, Clodio accedió a dicha magistratura. Entre sus medidas, claramente populistas, destaca la distribución del grano una vez al mes – pan y circo para la plebe –, o la limitación en el poder.

Cicerón sobre Catilina
Cicerón dando la chapa con Catilina. Fuente:

Además, debido a su condición, propuso una ley que estuvo orientada hacia su amigo Cicerón: el exilio inmediato de cualquier magistrado que, de una manera u otra, hubiera ejecutado a un ciudadano sin un proceso legal recurrente, en clara alusión a Catilina (5).

Y después…

Tras su exilio, toda posesión de Cicerón fue confiscada y ya en el ostracismo, el apoyo popular a Clodio creció, tanto, que creó su propia cuadrilla a través de las operae -una cruadilla chunga-. Sin embargo, la alegría del exilio duraría y menos.

Los matones de Clodio

Recordaréis que en vuestras ciudades hay algún que otro grupillo chungo, sí, aquellos que van en bandas y la lían de vez en cuando. Pues Clodio reunió a diversas bandas armadas urbanas, en las que formaban parte esclavos, libertos y, en resumen, las clases más desfavorecidas.

El jefazo, por supuesto, era Clodio. La violencia en las calles de Roma creció, y entre tanto, las bandas incorporaban diversos elementos. Por ejemplo, había bandas que tenían utensilios básicos, como puñales o piedras, y cuya intención era impedir el acceso de determinados lugares. Otras, de élite si se les puede llamar, eran las bandas que, por un motivo u otro, tenían a gladiadores entre sus filas.

Clodio vestido de mujer
Clodio vestido de mujer, el carnaval ha llegado. Fuente:

Matones y pandilleros…

Entre tanto, en Roma había un gran vacío de poder. Mientras que se demandaba soluciones políticas y sociales, el Senado era incapaz de atender todos los frentes. De este modo, crecieron bandas ajenas a Clodio para reorganizarse y luchar por el control de las calles.

Entre tanto, Cicerón, que fue mandado al exilio, volvió tras petición de Pompeyo. Igualmente, Clodio pensó que, debido a este apoyo social, tendría oportunidades de ascender en el panorama político… Pero lejos de sus aspiraciones, su papel quedó relegado en un mero agitador violento. Los que cortaban el bacalo eran César y Pompeyo, un pequeño adelanto de lo que sería la guerra civil entre ambos.

Es decir, entre que logra su candidatura al tribuno de la plebe (59 a.C.) y exilia a Cicerón, podríamos resumir que Clodio, pese a sus intentos, no obtuvo un mayor ascenso en la política romana.

Adiós con el corazón

Pese a su desliz político, Clodio siguió insistiendo en la idea de ascender en la política. Como en ese ambiente hostil y de violencia no se garantizaba seguridad alguna, las bandas urbanas surgieron como principal fuerza defensiva -coaccionaban a las demás personas, mataban por doquier…- 

Así, tanto Clodio como Milón -un matón político como Clodio-, personajes con grandes aspiraciones políticas, tenían una gran cantidad de personas que reforzarían sus bandas.

Pronto parecía, por fin, el año político de Clodio, pues accedería a la pretura. Sin embargo, un acercamiento entre Clodio y Milón acabó en una contienda por la cual, Clodio, murió.

Como os podéis imaginar, la violencia se incrementó aún más en las calles hasta el punto que el propio Senado romano tuvo que dar un estado de excedencia a Pompeyo para intentar revertir la situación. Se celebró un juicio en contra de Milón , y el abogado, como no, fue Cicerón, aunque se le declaró culpable y se le mandó al exilio.

En definitiva, una vez muerto Clodio y la desaparación de Milón, la violencia en las calles disminuyó. Pese a todo, el poder romano se gestó en la aparición de figuras individuales en el poder, tal como reflejó la pugna entre César y Pompeyo.


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) La expansión de Roma por el Mediterráneo se tradujo en una progresiva conquista de territorios. De esta forma, pudo obtener el crédito suficiente para aumentar su estado social y adquirir territorios para, en resumen, afianzar su poder frente al resto de Estados. (Roldán Hervás, 2013). ¡Si no puedes con el enemigo, únete a él!

(2) El conflicto entre patricios y plebeyos fue un importante acontecimiento social en la historia social y política de Roma. Mientras que los patricios eran considerados afortunados y privilegiados, pues en teoría sus familias fundaron Roma junto a Rómulo, los plebeyos, que deseaban tener un cargo público como los patricios, se consideraron inferiores. De este modo, ambos se afianzaron en una lucha que, a mediados del siglo V (451 a.C.), tras un sinfín de luchas, estableció la primera ley escrita en Roma: la Ley de las doce tablas. Con esto, los plebeyos progresivamente se adentraron en el marco político, destacando la figura del tribuno de la plebe (Carandini, 2000; Roldan Hervas, 2013).

(3) En teoría, este culto estaba dirigido principalmente para la liberación de esclavos, así como pedir la fertilidad en una mujer que lo necesitara. A pesar de ser una celebración dónde mujeres y hombres participaban, gran parte de los ritos estaban celebrados en exclusividad por las mujeres (Lopez Roman, 2009; Pina Polo, 1991).

(4) Al ser tribuno de la plebe, durante su mandato, no podían ser tocados por ningún ciudadano romano. Si lo hacían, dicha persona o personas serian catalogadas de malditas. Además de esta cualidad, tenía la posibilidad de aplicar el intercessio, es decir, la posibilidad de vetar cualquier decisión en el tribunal o asamblea romana. En contra, tenía una limitación en el mandato (inferior a tres años), sin una vinculación a la actividad militar y, sobre todo, su función solo podía concretarse dentro del territorio romano (Roldan Hervas, 2013).

(5) Lucio Sergio Catilina, aristócrata romano, en el 64 a.C. intentó dar un golpe de Estado. Cicerón, mediante las Catilinarias, denunció a este y a sus secuaces. Finalmente, por su condición política, Cicerón mandó su ejecución sin un juicio público. De este hecho se nutrió Clodio para destruir a Cicerón (Lopez Roman, 2009; Pina Polo, 1991).


Bibliografía

  • Estrabón, 2007, Geografía de Iberia, Alianza, Madrid. Traducción a cargo de Javier Gómez Espelosín.
  • Suetonio, 2004, Vida de los doce césares. Obra completa, Gredos, Madrid. Edición a cargo de V. Picón
  • Beard, M., 2016, SQPR: Una historia de la Antigua Roma, Crítica, Barcelona.
  • Canfora, L., 2000, Julio César, un dictador democrático, Ariel, Barcelona.
  • Carandini, A., 2000, Roma, Romolo, Remo e la fondazione della città, Museo Nazionale Romano, Roma.
  • Carcopino, J., 1974, Julio César: El proceso clásico de la concentración de poder, Rialp, Madrid.
  • López Román, L. M., 2009, “Publio Clodio y la lex de Collegiis: una aproximación al fenómeno asociativo a finales de la República romana”, Espacio, Tiempo y Forma, 22, pp. 117-126.
  • Mommsen, T., 2006, Historia de Roma, Orbis.
  • Pina Polo, F., 1991, “Cicerón contra Clodio: el lenguaje de la invectiva”, Gerión, 9, pp. 131-150.
  • Roldán Hervás, J.M., 2013, Historia de Roma, Universidad de Salamanca, Salamanca.
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Andrés Lorente González
Graduado en Historia en la Universidad de Murcia y futuro docente. Me interesa (y mucho) la República Romana, el período de reunificación de Japón y la historia de las mujeres. ¡Nos leemos!