Desde su redescubrimiento en 1828 (1), el yacimiento arqueológico de Masada ha acaparado gran atención. Esto no es de extrañar, ya que la fortaleza fue escenario de uno de los asedios mas dramáticos de la primera guerra judeo-romana (2). La gran revuelta había quedado casi totalmente aplastada con el asedio y la caída de Jerusalén (3). Masada, uno de los últimos reductos rebeldes contra el Imperio romano, presentó una encarnizada resistencia que obligó a los romanos a organizar una de las mayores operaciones de asedio de su historia (4).
¿Y que fue Masada exactamente?
Históricamente, en Masada (5) solo había un acceso llevara a la cima de la meseta: el ‘Camino de la Serpiente’, que era extremadamente sinuoso y zigzagueante (6). Había sido utilizada como fortaleza desde el siglo II a.C., siendo habitada como ciudadela regia por Herodes el Grande (7).
Al comenzar la guerra judeo-romana, Masada fue tomada por un grupo de zelotes judíos liderados por Eleazar ben Ya’ir. Terminó por ser la única en resistir durante los dos años que siguieron al asedio y la caída de Jerusalén (8). A pesar de su inferioridad numérica era, y sigue siendo, una zona de muy difícil acceso.
¿Por qué se debía de asediar Masada?
Los zelotes se negaban a rendirse y Lucio Flavio Silva, el gobernador romano de Judea, marchó hacia la fortaleza dispuesto a asediarla (9). Liderando a un ejército compuesto por una legión romana, cuatro cohortes auxiliares y dos alas de caballería (10).
La toma de Masada era necesaria, ya que era el último centro de resistencia organizada en la zona. Además era importante que no se permitiera ningún otro levantamiento en el resto de la provincia (11).
Asediarla conllevaba, sin embargo, unos problemas importantes. No solo era difícil alcanzar la fortaleza debido a su localización: la zona mas baja de la meseta estaba aún a 100m de altura y la zona que rodeaba a la fortaleza era árida e inhóspita. Siendo, además, muy difícil asegurar el hacinamiento y bienestar de los hombres. Las fuentes de agua mas cercanas no eran suficientes para suministrar a una legión entera y las de tamaño suficiente se encontraban a 12 m y a 16 km (12). La zona alcanzaba, además, temperaturas en verano de hasta 50ºC y tenía heladas en invierno que impedían practicar la agricultura (13).
El asedio de la fortaleza
Ocho campamentos romanos fueron levantados en toda la zona circundante a la meseta, seguidos de una muralla con torres de vigilancia. Todo esto hacía que fuera casi imposible escapar de la fortaleza (14). La ubicación de Masada, como ya vimos, hacía que fuera imposible atacarla de manera convencional. Para conseguir tomar la fortaleza los romanos tendrían encontrar alguna otra forma de hacerlo.
Pues bien, ¿cuál fue la solución que se le dio a este problema? Pues una rampa gigantesca para poder subir por ella máquinas de asedio. Una tarea que le llevó a los ingenieros romanos tres meses (15). Una vez terminada, la rampa fue estrenada por una torre de asedio construida en uno de los campamentos circundantes (16), permitiendo así a los romanos el comienzo del asedio y ataque de Masada, que terminó por caer.
¿Y qué pasó después?
Flavio Josefo, en su obra La guerra de los Judíos relata que, tras varios asaltos romanos a la fortaleza, estos, queriendo continuar el ataque por la mañana:
“se toparon con el montón de muertos, no se alegraron, como suele ocurrir con los enemigos, sino que se llenaron de admiración por la valentía de su resolución y por el firme menosprecio de la muerte que tanta gente había demostrado con sus obra.”(17)
Según Flavio Josefo, Eleazar ben Ya’ir pronunció un discurso con el que consiguió persuadir a los defensores de Masada de que era mejor quitarse la vida antes que verse humillados por los romanos (18).
¿Fue esto todo?
Sin embargo, es obligatorio decir que esta historia está sujeta a mucho debate. Es más, no hay ninguna evidencia arqueológica que demuestre que los habitantes de Masada se suicidaran colectivamente (18). No se ha encontrado ninguna fosa común (19), y los restos encontrados en excavaciones arqueológicas demuestran que, como máximo, la historia relatada por Flavio Josefo está incompleta (20).
El asedio de Masada sigue siendo, sin embargo, uno de los mas conocidos de la primera guerra judeo-romana, así como uno de los mas interesantes de la época.
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