Una revolución dentro de la revolución: el nacimiento del marxismo ruso (1880-1897)

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Gueorgui Plejánov. Fuente.

Cerca del centenario de la Revolución rusa surgen muchas preguntas y se reformulan otras tantas. Ahora bien, ¿cuál es el preciso momento en que la revolución empieza a ser una posibilidad? Muchos suelen ir directamente a la batallas pero es en el debate, en la teoría y en multitud de casos, donde se origina todo.

Cuando los incipientes rebeldes pedían tierra y libertad dieron el turno de palabra, durante una manifestación en 1876, a Gueorgui Plejánov (1856-1918), demarcando los orígenes del marxismo ruso. Este joven aristócrata de veinte años, que se formó en lecturas de los autores rusos democráticos, tuvo que iniciar una vida de exilio y clandestinidad política al ser señalado como un peligroso revolucionario tras pronunciar su discurso. Durante su tapadera encubierta en Rusia fue puesto a cargo de la “sección obrera” de Tierra y Libertad (1), lo que le permitió trabajar en primera persona con obreros fabriles, influyendo decisivamente en su pensamiento.

Superadas sus contradicciones, Plejánov abandonó su cercanía intelectual a la intelligentsia liberal y encontró su nueva vía militante en el marxismo, «al refutar la convicción populista de que la economía y la sociedad rusas se benefician de un desarrollo tan original como privilegiado que les daría acceso al socialismo sin necesidad de pasar por una fase de capitalismo industrial» (2). El marxismo golpea entonces al populismo, frente al que se empieza a definir, aunque compartiendo una particularidad clave, la mirada hacia la modernización como objetivo fundamental para Rusia, habiendo cierto amor por el estilo occidental de industrialización (3).

Es cierto que, en origen, existía cierta dificultad para diferenciar marxismo y populismo, pero no parece correcto que hubiera de esperarse a bien entrada la última década del siglo XIX para poder distinguirlos, ya que la diferencia se alcanzó antes, como hemos visto.

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Guerra ruso-turca (1877). La toma de BayazidFuente

Aprovechando la muerte de ciertos obreros a causa de una explosión, Plejánov hizo una llamada a sublevarse contra la injusticia; además la rapidez de los cambios habían supuesto el crecimiento económico pero también la inestabilidad. Para sorpresa de muchos, el grito fue respondido con sucesivas huelgas; debido al desastre económico derivado de la guerra ruso-turca (1877-1878), que había producido una gran explotación de los obreros textiles, que no dudaron en organizarse buscando su alianza con los estudiantes, a los que se identificaba como vinculados a la revolución (4), con la mediación de los obreros ya comprometidos con esta última. Plejánov se encontraba al mando de este movimiento que se había generado. Se crearon círculos obreros que oscilaban entre la clandestinidad y la visibilidad política, con una firme alianza con los obreros polacos. Si bien, al poco de promulgar el periódico ilegal ruso Amanecer Obrero, la policía emprendió una dura represión y acabó barriendo a prácticamente toda la militancia, acabando así con el primer intento de formación obrera. «Tierra y Libertad nunca fue una organización de masas (…) Pero las semillas de la disolución estaban presentes desde el principio.» (5)

Estas dos vías seguirían presentes a lo largo de todo el camino hacia la revolución, especialmente en la ruptura entre comunistas y anarquistas. Pese a todo, Lenin exclamó en su balance posterior que el transcurrir político de aquellas organizaciones pre-revolucionarias no era para nada una tontería, especialmente Voluntad del Pueblo (6) que abanderaba una lucha clara contra la autocracia zarista (7); sin embargo, Lenin criticó ferozmente el terrorismo individual, considerado un grave error por los marxistas. Una equivocación que traería fatales consecuencias con el asesinato de Alejandro II, pues una oleada de terror bañó la sociedad entera, ya fuera físicamente o mediante el cercenamiento de cualquier forma de pensamiento independiente en pos de romper el espíritu rebelde de los jóvenes universitarios. Años atrás el marxismo se había ido abriendo paso, pero su negativa al terrorismo y la propuesta de pasar por el capitalismo como fase necesaria para lograr la total liberación no había terminado de calar entre los abanderados intelectuales.

Confrontaciones populares durante el reinado de Alejandro II
Confrontaciones bajo el reinado de Alejandro II. Fuente

Si bien, ante esta nueva situación que estaba abriéndose en Rusia, los contactos con la fórmula teórica de Marx y Engels comenzaban a prosperar, en especial mediante la obra de Plejánov El socialismo y la lucha política, que constituía una fuerte crítica al anarquismo y con él a las formas de terrorismo izquierdista (8). Esto le valió a Plejánov desligarse definitivamente de su militancia en Voluntad del Pueblo y, junto a otros antiguos populistas, conformar en 1883 el muy minoritario Grupo Emancipación del Trabajo. Este fue duramente criticado desde todos los frentes; Zhobovski, seguidor de Bakunin, les tachaba de estudiantes sociólogos más que de revolucionarios activos.

Contra todo pronóstico, la década de 1880 vio la victoria del marxismo, que pasó a convertirse en un referente ideológico para el movimiento obrero europeo. El Grupo Emancipación del Trabajo había ido creciendo pero seguía aislado en Rusia, lo que le llevó a acercarse a los partidos miembros de la Internacional Socialista, fundada en 1891, con la que mantuvieron un vivo contacto que les permitió conservar sus ilusiones frente a la política rusa y someter a balance los logros conseguidos por el resto de la socialdemocracia europea. No obstante, en ocasiones, era percibido como un grupo extravagante que podía traer complicaciones por su acalorada lucha contra los bakunistas, todavía parte integrante de la Internacional.

Marx y Engels, sin embargo, depositaban en ellos mayores confianzas que el resto de figuras de la socialdemocracia europea. Ambos percibieron la posibilidad, pese a las dificultades, de trazar un camino hacia la revolución, y no se equivocaban, pues lo que aparentemente parecía un pequeño grupo acabó por ser «el embrión de un poderoso partido revolucionario de masas» (9).

El gran mérito del Grupo Emancipación de Trabajo fue sentar las directrices teóricas del movimiento. En su código genético estaba el desarrollo posterior, pero las tareas en ese momento pasaban por atraer progresivamente a algunas figuras llamadas a ser cuadros, mediante la educación en el marxismo. No obstante, construir una continuidad política en torno al Grupo fue complicándose según pasaba el tiempo. El transporte ilegal de material político supuso enormes problemas; los viajes eran peligrosos y la represión estaba a la orden del día, especialmente con la infiltración de espías y alborotadores. La sensación de aislamiento político seguía presente, a lo que se sumaba la mano dura de Alejandro III (1845-1894), cuya autoridad se extendía a todos los recovecos de la sociedad.

Los constantes debates contra bakunistas y antiguos populistas demarcaron los diez primeros años de vida del Grupo Emancipación del Trabajo, erosionando sus capacidades y los pocos recursos de los que disponían. El propio Plejánov y su familia vivieron en extrema pobreza durante la década de los ochenta. Hasta entonces la labor del Grupo había pasado por la formación y propaganda pero, fue en este momento y ante la necesidad de dar un salto hacia delante, cuando comenzaron a aparecer los efectos negativos. No obstante, la gran labor propagandística dio un margen positivo al movimiento y Pavel Axelrod consiguió captar a unos jóvenes Lenin y Trotsky.

La insistencia del populismo por hacerse notar marcó, una vez más, dos líneas: quienes abogaban por la reforma proliberal y quienes veían en la revolución la única salida; siendo estos últimos los que sumaron mayor número las teorías de Plejánov crecían rápidamente sobre un terreno fértil, pasando a ser un verdadero referente durante la década de 1890. Además del Grupo Emancipación de Trabajo, también en 1883, se formó el primer círculo marxista ruso en San Petersburgo, creado por Dimiter Blaogev —futuro líder del Partido Comunista Búlgaro— que tomó el nombre, antes de ser desmantelado por la policía, de: El Partido de los Socialdemócratas Rusos. A este le acompañaron otros muchos que, como hemos venido indicando, se hicieron eco progresivamente de lo promulgado por Plejánov con cada vez mayor colaboración por parte de la clase obrera. Tochisski fundó un grupo formado por artesanos que se denominó La Hermandad de Artesanos de San Petersburgo y, muy lejos de allí en Kazán, Nikolai Fedoséyev reunió un círculo de estudiantes, disuelto en 1889, dónde ya se integraba Vladímir Ilich Uliánov, que pasaría a llamarse Lenin.

Lenin
Vladímir Ilich Uliánov, Lenin. Fuente

Justo en este momento, entre 1891 y 1893, se desató una terrible hambruna que inflamó la situación en todos los sentidos, provocando la movilidad de las masas más allá de los parámetros teóricos que se habían barajado hasta entonces. Plejánov comprendió la situación y llamó a los obreros a ver la escasez de alimentos desde un prisma social. «El artículo de Plejánov representó el primer intento concreto de luchar a brazo partido por la cuestión de cómo relacionar el movimiento obrero con el movimiento de otras clases oprimidas contra el enemigo común, el zarismo» (10). Se estaba planteando la lucha revolucionaria como salida inevitable a la ruina que se había vivido tiempo atrás y que se estaba viviendo nuevamente.

Este contexto sirvió para que el Círculo de los Tecnólogos —resultante del anterior círculo formado por Brusnev para captar a los marxistas más avanzados— derivase en la Liga de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera, creadas en 1895 como primer intento de agrupar a todos los círculos marxistas rusos, elevar cuadros obreros, y que fueron el germen del partido revolucionario del proletariado. A este respecto, Vládimir Ilich Lenin (1870-1924) y Yuli Ósipovich Mártov (1873-1923), quienes serían mucho después los representantes del bolchevismo y el menchevismo respectivamente, daban vida a la actividad en San Petersburgo; entre otras figuras como la futura esposa de líder revolucionario ruso, Nadezhda Krúpskaya. De esta manera comenzaban a definirse claramente las dos líneas que ya habían tenido sus precedentes anteriores y que ahora se conjugaban en torno al marxismo revolucionario y al marxismo legal —después de que ambos, fruto de una alianza táctica, acabasen con el viejo populismo que seguía apoyando el terrorismo individual y los intereses de la pequeña burguesía campesina—. Estas dos líneas ya serían el primer tablón firme de una actividad que vendría marcada por el ejercicio del «terror contra los enemigos externos al partido y contra los internos en el partido» (11). Ahora sí, las batallas más fuertes estaban por llegar.

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La constitución del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (bolchevique). Fuente

Referencias y bibliografía

Referencias 

(1) Sociedad secreta rusa (1861-1864) que trabajaba para lograr una revolución campesina.

(2) Brouè, 1973, p. 13.

(3) Fitzpatrick,  2005, pp. 30-57.

(4) Figes, 2010, pp. 199-339.

(5) Woods, 2003, p. 56.

(6) Fue una organización revolucionaria rusa, resultante de la división de Tierra y Libertad. Su acto más conocido fue el asesinato del zar Alejandro II.

(7) Acudiendo a fuentes como Lenin en esta afirmación, queda confirmada la tesis que hace Fitzpatrick al afirmar que, anteriormente a las revoluciones de carácter proletario, ya existía una precuela revolucionaria en Rusia.

(8) El izquierdismo, según Lenin, era una mal interpretación de las necesidades políticas en cada momento.

(9) Woods,  2003, p. 68.

(10) Woods,  2003, p. 84.

(11) Fitzpatrick, 2005, pp. 30-57.


Bibliografía  

  • Brouè, P., 1973, El Partido Bolchevique, Editorial Ayuso, Madrid. 
  • Daborn, J., 1996, Rusia, revolución y contrarrevolución: 1917-1924, Akal, Madrid.
  • Figes, O., 2010, La Revolución Rusa, 1891-1924: la tragedia de un pueblo, Edhasa, Barcelona.
  • Fitzpatrick, S., 2005, La Revolución Rusa, Siglo XXI, Buenos Aires.
  • Halett Carr, E., 1981, La revolución rusa. De Lenin a Stalin (1917-1929), Biblioteca fundamental de nuestro tiempo, Madrid. 
  • Hill, Ch., 1983 La revolución rusa, Ariel, Barcelona.
  • Hobsbwam, E., 1998, Historia del siglo XX, Crítica, Buenos Aires.
  • Kochan, L., 1971, Russia in revolution, 1890-1918, Paladin, London.
  • Malia, M., 1991, Comprender la Revolución rusa. Rialp, Madrid.
  • Serge, V., 1972, El año I de la Revolución rusa, Siglo XXI, Madrid.
  • Woods, A., 2003, Bolchevismo, el camino a la revolución: historia del Partido Bolchevique desde sus comienzos hasta la Revolución de Octubre, Fundación Federico Engels, Madrid.
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Rafael Buhigas Jiménez
Graduado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid.

2 COMENTARIOS

  1. Me encanta este blog, muy interesantes los posts! Tienen que mejorar muchisimo la redaccion, el tema es muy interesante pero esta muy mal redactado, hace falta leer varias veces el mismo parrafo para entender bien y se hace pesado, conozco a una muy buena redactora que es especialista en historia, si les interesa podrian ponerse en contacto conmigo.

  2. La revolución social en Rusia zarista y en en una China invadida,no fue por ideología política,fue por hambre e identidad,son aspectos geográficos,sociales y culturales disímiles, entrelazados por la revolución industrial y la Santa alianza,compartían un principio filosófico que intentaba dar sentido humano que quiebra todo lo establecido en la Sociedad de su tiempo,esto es visto por analistas como Marx,no es una forma contraria de ver una nueva sociedad,es criterio humano para un equilibrio,esto lo hace complementario no antagónicos, un concepto para entender la revolución industrial, como entender esta utopía es la forma general que confunde una sociedad mil años. El pensamiento conceptual es el sentido espiritual y sensato, las emociones inducidas te alejan del carácter humano,ser propio es verdad del principio.