El consumo de drogas en la Prehistoria y de bebidas fermentadas hay que situarlo en los albores de la humanidad. Aunque no te lo creas, en la Prehistoria conocían ya la potencia de plantas alucinógenas como el beleño, la marihuana, el peyote o la adormidera. De hecho, hay quien asegura, (una teoría un poco loca) (1), que la causa de la evolución humana se debe al consumo de estas drogas naturales. ¿Flipas? Pues espera, que ahora viene lo bueno.
Nuestros antepasados más remotos practicaban una economía de subsistencia basada en la recolección y el carroñeo. Es decir, que conseguían comida, leña y materiales para sus herramientas, ropa o cabañas, de la manera más sencilla. Los primeros homínidos apenas sabían cazar. Vivían de la recolección de vegetales comestibles: tubérculos, raíces, cortezas, brotes tiernos, frutas y semillas. Ante todo eran oportunistas. Por ello observaban con atención el entorno, para aprender y descubrir las características de la flora y de la fauna. Y lo hacían con un método muy práctico: ¡el método prueba – error! Y así, probando y probando, encontraron una de las formas más rápidas y efectivas de entrar en trance. Vamos, de pillarse un globo formidable.
El colocón en la Prehistoria: nada de juegos
El trance en las sociedades prehistóricas era un medio para acceder a un plano espiritual. Estos alucinógenos actuaban como un refuerzo cultural. Pero los hombres y las mujeres paleolíticos no los utilizaban con un fin lúdico (2). Así, las drogas en la Prehistoria no eran un juego.
La mayoría de los alucinógenos naturales son de origen vegetal. Debido a sus efectos, los clanes, o grupos en los que se organizaban socialmente los prehistóricos, los consideraban plantas sagradas o un regalo de los dioses (3). El hecho de que se quemaran plantas con semilla revela que estas gentes eran conocedoras de sus efectos y que, deliberadamente, habrían recurrido a la marihuana con el fin de embriagarse en el transcurso de los rituales funerarios (4).
¿Cómo descubrieron las drogas en la Prehistoria?
Pues de manera muy obvia. Resulta que el consumo de estas sustancias provoca efectos notorios, importantes. Vamos, que no se pueden disimular. Descubrirlas, por tanto, no debió ser muy complicado. Ya decíamos antes que lo probaban todo. Recordemos que el hombre primitivo realizaba una ardua labor de experimentación en el entorno natural. ¡Le iba la vida en ello! Necesitaban sobrevivir, por tanto, debían conocer qué plantas eran susceptibles o no de ser consumidas (5). Podríamos recrear la escena de esta manera: «¡Pepe! Mira que flor tan bonita…Te he hecho un caldito«.
También observaban el comportamiento de los animales al comer ciertas plantas. Los pobres, al zamparse ciertos vegetales, se comportaban de forma un tanto extraña. Imagínate un ñu borracho o un bisonte empalagoso. Así de natural fue el contacto con las drogas en la Prehistoria.
El proceso de fabricación
La mayoría de estas sustancias no necesitan una preparación previa salvo una limpieza superficial. En el caso de estar contenidas en algún animal, como los sapos o los peces, solo hace falta reconocer al ejemplar y realizar la extracción. Para esto se requiere el uso de recipientes cerámicos con el fin de obtener el narcótico. Este proceso estaba reservado a los chamanes. ¡Y a las chamanas!
El despertar del interés científico por los alucinógenos se sitúa a mediados del siglo XIX (6). En este momento se establecieron diferentes categorías para clasificar los efectos de las drogas. Así, tenemos el opio y la morfina, que producen efectos eufóricos. Por otro lado, y alimentando la fantasía, nos presentaron a la mescalina y al hachis. También a los embriagantes, como el alcohol y el cloroformo y a la hipnótica kana. Y por último los excitantes o estimulantes: el café, la cocaína y el tabaco.
Los primeros en colocarse fueron los chamanes
Existe la teoría de que los dibujos de figuras o animales que los chamanes pintaban en las paredes de las cuevas eran el producto de un estado de conciencia alterado provocado, como no, por las drogas (7). Podemos disfrutar hoy en día de dichos dibujos en muchas cuevas como, por ejemplo, la de Altamira. La aparición del chamanismo entre las comunidades de cazadores-recolectores (8) siempre iba ligado a rituales mágicos en los que se consumían estas sustancias. En este momento, los homínidos, como el resto de animales, tuvieron que adaptarse al entorno para sobrevivir. Eran depredadores, es decir, consumían recursos naturales sin reponerlos. Cazaban, pescaban, marisqueaban y recolectaban frutos y plantas.
El hecho de no producir alimentos les obligaba a desplazarse a otros lugares. Esto explica la causa del nomadismo y que buscaran refugio temporal en cuevas. Lo más probable es que fuera en estos viajes cuando «descubrieran» estas sustancias llevados por la necesidad de conocer la mayor cantidad de plantas/animales comestibles (9). Las cuevas paleolíticas eran lugares especiales a través de los cuales el hombre contactaba con el mundo de los espíritus.
¡Estoy flipando!
A lo largo de la Historia vemos el uso de drogas ligado con fuerza al mundo del arte y de los artistas (10). El caso de las drogas en la Prehistoria no iba a ser distinto. No se puede afirmar rotundamente que las pinturas rupestres, de animales o símbolos, se deban a los efectos de las drogas. Pero tampoco es algo descabellado pensarlo. Las imágenes del arte paleolítico coinciden con las alucinaciones del tercer estadio del trance. (Una de esas cosas raras que estudian los neurólogos). Se trataría de dibujos sin contexto y de tamaños diferentes que flotan sobre los muros y los techos de las cuevas. Los chamanes, después de sus actividades, recreaban las visiones y las fijaban sobre la pared.
Es el caso de los dibujos del fuego, denominados fosfenos, que se producen en el interior del ojo por un estimulo que no es la luz. Vamos, lo que nosotros llamamos ver las estrellas, o ver estrellitas. Está demostrado que aquel que entra en un estado alterado de conciencia es capaz de verlas.
¿Y si cada chamán consumía sus propias pirulillas?
Pero… ¡aquí está el fallo de esta teoría! No existen pruebas sólidas que demuestren la universalidad de los tres estadios de la conciencia alterada. Y en el supuesto de que fueran ciertos, ¿quién nos garantiza que una sustancia alucinógena puede producir las mismas visiones en individuos distintos?
Los dibujos del arte paleolítico se encuentran en el interior de las cuevas, (allí donde da repelús entrar) y con un acceso difícil. Lo más acertado es pensar que las cuevas eran lugares de tránsito. Algo así como nuestros santuarios. Al entrar en ellas, por sus recovecos, se llegaba al universo chamánico.
Rayas, chinas o papelas. Drogas para elegir
Sin menospreciar el aspecto peyorativo de estas sustancias, enganches, adicciones y demás, es incuestionable que ayudaron de muchas maneras al avance de la expansión de los clanes a lo largo y ancho de este pequeño planeta. Así de importantes fueron las drogas en la Prehistoria. Calmaban el hambre y la sed y daban fuerzas en las largas marchas o en las cacerías. También conectaban nuestro plano espiritual y curaban o atenuaban enfermedades y dolores varios. ¿Qué más quieres? Y no penséis que estos místicos prehistóricos eran adictos a una sola sustancia. ¡Le pegaban a todo! Demos pues un paseo por las distintas drogas en la Prehistoria.
¡Dame peyote güey!
El peyote es un tipo de cactus que crece al sur de EEUU y al norte de México. Contiene más de treinta alcaloides. El más importante ¡¡¡trimetoxifeniletilamina!!! , mal llamado mescalina (11), cuya estructura química es similar a la hormona cerebral. Provoca visiones caleidoscópicas y es un potente antibiótico. Se ha encontrado peyote en las tumbas y en las cuevas, una de ellas en Rio Grande (12).
¡Ayahuasca para el dolor de barriga!
Ayahuasca en quechua significa “soga del ahorcado”. Se prepara con una mezcla de diferentes plantas, entre ellas, un árbol con forma de liana de corteza fina. Se toma en infusión. El uso de la ayahuasca es originario de la cuenca amazónica, en países como Colombia, Brasil, Perú y Ecuador. Durante siglos las poblaciones indígenas amazónicas han utilizado esta mezcla botánica en sus rituales con fines medicinales, de adivinación y para actividades tan diversas como la brujería e incluso la guerra. Se sabe que la gente la utiliza para inducir el vómito y tratar síntomas gastrointestinales o para limpiar los intestinos de parásitos.
¡Cocaína de la fina!
La coca ha estado presente en el ritual religioso de las sociedades indígenas sudamericanas durante milenios. Es un poderoso estimulante y, además, disminuye el hambre y la sed. Las primeras evidencias las encontramos en el Arcaico medio sobre todo en Peru (13).
Belladona en los aquelarres
Sus bayas son negras y brillantes de un tamaño similar al de las cerezas. Su sabor es amargo y contienen un alcaloide llamado atropina. La atropina, en pequeñas dosis, provoca alucinaciones y delirios. Pero en exceso produce pérdida de memoria, parálisis e incluso la muerte. Una única baya puede matar a un niño. Era una droga conocida y muy empleada en el medievo como veneno. Servía para emponzoñar las puntas de las flechas. Si la bebías con vino provocaba una especie de “locura”. ¡Siempre se ha sospechado que las brujas la usaban en sus aquelarres porque tenía efectos alucinógenos!
Voy a plantar un inmenso jardín de marihuana, de la buena…
El cannabis es una droga que se extrae de la planta Cannabis sativa, con cuya resina, hojas, tallos y flores se elaboraban las drogas en la Prehistoria. Sus efectos sobre el cerebro son debidos, principalmente, a uno de sus principios activos: el Tetrahidrocannabinol o THC. Dilo otra vez, anda, que te ha salido mal. Es el componente más conocido y con mayor psicoactividad. La Marihuana se obtiene de la trituración de flores, hojas y tallos secos. El Hachís se elabora a partir de la resina almacenada en las flores de la planta hembra.
Esta droga afecta principalmente a la memoria. Hace que nos acordemos más de lo agradable que de lo desagradable. Pero si te pasas, ¡no te acuerdas ni de lo que has comido! El consumo de cannabis produce una disminución del nivel de actividad. ¡Algo así como estar desmayao! Lo que se llama padecer un amarillo, de toda la vida. La Marihuana plantea un serio problema a los arqueólogos porque el cáñamo se usaba como planta textil y no hay evidencias de consumo.
Dame beleño negro, que quiero morir, dame beleño…
La planta se distribuye por toda Eurasia y norte de Africa. En España es más abundante cuanto más nos acercamos al norte. Crece al pie de los muros, en escombreras y junto a corrales y estercoleros. El nombre castellano, beleño, tiene al parecer origen prerromano y estaba asociado al dios Belenus, el Apolo de los galos. Es sabido que los guerreros de este pueblo emponzoñaban las flechas con ella. Es una planta muy tóxica, de ahí que se empleara como veneno. Posee propiedades narcóticas y alucinógenas. También se utiliza como planta medicinal, comparable a la belladona. Pero sus propiedades sedantes e hipnóticas son más fuertes. Alivia el dolor de muelas y los abscesos.
¿Se consumieron más drogas en la Prehistoria? ¡Muchas! Para no extendernos, recordemos algunas setas, el opio o la adormidera.
Drogas en la Prehistoria que dejaron huella
Un caso curioso del consumo de drogas en la Prehistoria es el de un enterramiento encontrado en Irak (14). Se detectó una concentración inusual de pólenes que llevaron a pensar, en un primer momento, en una ofrenda floral al difunto, un Homo neanderthalensis. Encontraron Achilea, una planta aromática a veces empleada como el tabaco. ¡Ellos tampoco se resistían a echar un piti! Se identificaron como plantas medicinales. Lo que abrió el debate entre los que pensaban que estábamos ante la tumba de un chamán. También encontraron Efedra, un potente estimulante natural equivalente a la anfetamina. Su presencia en el enterramiento puede justificarse para resistir las agotadoras marchas de los grupos de cazadores – recolectores. ¿No os lo había dicho ya? ¡También tomaban pirulillas!
Es curioso el consumo de alucinógenos durante las partidas de caza documentado en grupos paleo siberianos. Estos grupos solían llevar colgado del cinturón un par de ejemplares de Amanita muscaria (la seta de los pitufos), que consumían durante la jornada de caza.
En Centroeuropa los cazadores empleaban las bayas de belladona para mantener la alerta en la cacería. Durante el Neolítico y el Calcolítico en Europa tenemos pruebas del uso de plantas como el opio, el cáñamo o la adormidera.
¡Qué guay! Veo puntitos y rayitas
Los neurólogos y psicólogos sostienen que los estadios de la conciencia alterada forman parte del sistema nervioso humano. Por ello tienen un carácter universal. En este viaje o proceso se pasa por tres estadios. ¡Vaya, que hay tres etapas en el colocón!
El primer estadio es el más ligero. Vemos formas geométricas, alucinaciones en forma de puntos y zigzags. Luego entramos en el segundo estadio. En éste los chamanes ven formas geométricas mas complejas y las interpretan con significado religioso. Y por último, en el tercero, se alcanza a través de un túnel. ¡Qué mal rollo! Y al final del todo, encontramos el extraño mundo del trance: los monstruos y los antropomorfos, (unos bichos con un forma humana). Yo a esto siempre lo he llamado pesadillas.
Como vemos la historia del hombre evoluciona en paralelo con el mundo natural. Las drogas en la Prehistoria nos ayudaron a sobrevivir y a superar el dolor o el hambre. Y será a partir del Neolítico cuando las pruebas referentes al empleo de este tipo de sustancias, sobre todo aquellas relacionados con la ingesta de alcohol o de alucinógenos, sean más consistentes.
Como habéis visto, las drogas en la Prehistoria dan para un buen dosier. Yo, para cerrar el tema, os haré una recomendación: ¡Cuidado con estas sustancias! O podéis acabar viendo bisontes en plena Gran Vía de Madrid.
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