Hoy vamos a entrevistar a alguien muy especial. Tengo a mi lado a Lanza Afilada, de la tribu de los mentes-simbólicas.
-Dime, Lanza Afilada, ¿qué es lo que llevas colgado al cuello?
-Lo voy a contar de manera que no nos den dos lunas llenas… Se acerca la época de la caza y quiero un animal grande, quizás un mamut lanudo para pasar las jornadas más duras del invierno. Mi compañera, Manos Ligeras, sabe como abastecer el cuerpo y el espíritu. La otra noche me vio preocupado porque voy a salir a cazar y es peligroso. Me anima el hecho de que me acompañan mi hermano, Ojos de Halcón, y sus animados amigos. Ella pensó que sería buena idea que la Madre Tierra me bendijera y me ayudara en mi tarea. Entonces recogimos unas flores y las pusimos junto al ídolo que me dio mi padre el día que me inicié como hombre. La caza nos fue favorable. A partir de ése día, siempre llevo el ídolo colgado del cuello.
Ésta podría ser una respuesta aproximada a la necesidad de crear los amuletos a los que nos referiremos en adelante.
«Figuritas» contra el miedo
Desde el principio de los tiempos, el ser humano se enfrentó a las inclemencias meteorológicas, a las estrecheces debidas a la falta de comida y a un medio hostil. Situaciones muy difíciles, sin duda… ¡Y todo esto sin ayuda! Y a ver quien es el guapo que no ha tropezado dos veces en la misma piedra… o tres. Ciertas situaciones producen miedo, incertidumbre, inquietud…
La necesidad de expresar estos temores se canalizó inventando un mundo paralelo al mundo exterior, plagado de símbolos, con un lenguaje especial, a modo de Matrix (1). Se trataba de crear una esfera que aseguraba la integración del hombre en su mundo, acompañado de un lenguaje que todo el mundo podía entender: el «arte mágico» (2). Es en este ambiente en el que surgió la magia (3) y los ídolos que la representaban.
Curvas y más curvas
¿Qué pinta tendrían estos ídolos? Los más divulgados son unas figurillas de exuberantes formas femeninas (4), de pequeñas dimensiones, llamadas venus. Estas representaciones se han encontrado a lo largo de toda Europa; desde Francia, pasando por Italia hasta llegar a Rusia. La venus de Brassempoui, la de Willendorf, incluso algunas en Siberia…
La proliferación de estas estatuillas nos habla de un culto femenino, de un posible matriarcado, o más bien la capacidad creadora de las mujeres: la fertilidad. Lo curioso es que no se han encontrado enterradas, ni como ofrendas en ajuares funerarios. El pequeño tamaño nos habla, más bien, de la posibilidad de que fueran transportadas, o que estuvieran expuestas a la vista de todos.
¿Diosas de la fertilidad? ¿Guardianas del hogar? ¿Portadoras de buenos augurios? La lluvia de dudas sobre simbología del arte prehistórico se mantiene en nuestros días presente. Todavía carecemos de las páginas amarillas para interpretarla.
Ídolos de grandes ojos…
Con la llegada del sedentarismo, de una vida más estable y la generalización y uso de ciertos metales, como el cobre, la sociedad adquiere mayor complejidad, y la religión no iba a ser menos. Encontramos una mayor especialización en la elaboración de estos ídolos. Transformaron las figurillas en algo sencillo, pero lleno de significado.
Mantienen las pequeñas dimensiones por motivos prácticos, ya que los llevaban colgados del cuello, tomando como referente el triángulo, que simbolizaría la figura femenina. A veces, se enfrenta a otro triángulo invertido: simboliza al hombre. Una unión que formarían un solo ente…
Talismanes para buscar pareja
Los jefes tribales, probablemente, llevaban a la vista collares con estos ídolos para cerrar importantes tratos sobre cuestiones esenciales para el grupo. Quizá a veces fueran asuntos difíciles de conseguir como: trigo, avena, cobre, e incluso derechos de paso sobre un territorio concreto.
Estos tratos, que se producían entre estos jefes, podían englobar a su vez uniones matrimoniales. «Tu niño me gusta para mi niña«. Al estar unidos dos clanes en igualdad de condiciones estaban «autorizados» a colgarse del cuello tales ídolos. Con ello crecía su influencia sobre el resto de la población… en ésta vida y en la otra, ya que sólo unos pocos han aparecido enterrados con ellos. En otras palabras, la religión abarcaba todos los ámbitos de la vida, incluso en la muerte, donde estos ídolos se convirtieron en «guardianes del más allá«. «Ojos custodios» para asegurar el control sobre ellos después del último aliento de vida. Lo cierto es que identificaban a unos pocos privilegiados, ya fueran líderes políticos o líderes religiosos. ¡Yo llevo uno al cuello! Es mucha la responsabilidad… Pero eso es algo que vosotros sabéis igual que yo.