Los “verdaderos avatares”
Cuando oímos la palabra Avatar, se nos vienen a la cabeza, por lo general, varias ideas fijas. La de un personaje que nos representa en un mundo virtual o los avatares de la famosa película de James Cameron (1). Sin embargo, y aunque todas estas ideas tengan un contexto bien distinto, comparten el nombre. Y a estas alturas, todos sabemos que las etiquetas son importantísimas, pues nos ayudan a diferenciar y agrupar. Entonces, ¿qué es eso que tiene en común?
Avatar (2), es el término que designa a lo que se conoce en el conjunto de creencias hindúes al descendiente o representante en la tierra (un plano de existencia inferior) de un dios. Sin embargo, los avatares no tienen por qué ser totales. Un dios puede manifestarse a través de alguna de las partes de un varón (3). Un Shaktyavesh Avatar (4), que es como así se llaman, no sería tanto avatares plenos, como personas a los que un dios les otorga una iluminación temporal, generalmente para realizar una tarea concreta.
La cuna que mece al avatar
Quizá hayamos puesto el carro delante de los bueyes, hablando de avatares y no de donde podemos encontrarles. Como ya hemos visto, el termino avatar nos es ajeno, por lo tanto, ¿de dónde procede?
El hinduismo (5), como término, es vago. Su raíz proviene de la designación que se utilizaba para aquellos que vivían en los márgenes del Indo, en época medieval. Es decir, la propia historia indígena de India no tiene una forma de referirse de forma homogénea a lo que desde fuera se ha denominado como hinduismo. El hinduismo, como religión también es una cuestión difusa, pues son los dharmas los que marcan el camino en este aspecto. El dharma le da al individuo un lugar en el espacio, un plan que debe jugar en el papel general de la existencia, empapado completamente por lo que es divino. El hinduismo no excluye que cuestiones más terrenales tengan su parte divina, como, por ejemplo, objetos, puesto que todo se encontraría dentro del mismo sistema divino.
Todo tiene un inicio – el origen de los avatares
Los vedas (6) son los primeros escritos religiosos que nos llegan sobre el hinduismo (1500-600 ac) (7), y aunque algunas corrientes consideren que el origen de los avatares en los poblados arios de Irán (8), es remarcable que algunos de estos vedas ya contienen menciones, aunque no hablan directamente de ellos, como es el caso del Rig Veda, en el que se menciona que Indra (9) se presenta asumiendo múltiples formas (10).
El hinduismo irá evolucionando hacia un sistema religioso de sacrificios terrenales a los dioses, que buscarían ganarse su favor para obtener beneficios. Sin embargo, en su evolución, estos sacrificios se irán interiorizando, hasta convertirse en un ejercicio de contemplación y reflexión interna sobre los asuntos celestiales. Esto derivaría en el siguiente paso en la evolución el hinduismo. Progresivamente se fue degradando a los vedas hacia un plano inferior (11), y finalmente, sustituyéndose por una verdad universal, el Brahman. Y ya avanzaría hacia los términos más casuals del hinduismo que todos conocemos, el karma y la reencarnación.
¿Cuál es el sentido de los avatares hindúes?
Parece una pregunta lógica. Hablamos nada más y nada menos que de los representantes de los dioses en la tierra. ¿Por qué querrían los dioses descender a un plano que se considera inferior? El hinduismo no es ajeno al paternalismo, y su panteón tampoco lo va a ser, y como en el cristianismo, los dioses podían recurrir a lo terrenal para poder interceder en un momento en el que considerasen que las cosas no estaban sucediendo de la forma en la que debería, pudiendo manifestarse, como antes añadíamos, no solo en forma humana, sino que incluso podían aparecer en forma animal (12).
En los puranas (13) (14) es donde mejor se refleja. En ellos vemos, todos referidos a Vishnu, avatares con forma de pez, de tortuga, de jabalí e incluso de un híbrido entre hombre y león (15).
El poder de Dios – los avatares del dios Vishnú
Ya que hemos sacado a la palestra el paralelismo, ¿puede considerarse a Cristo como un avatar?
El primer problema, ya lo hemos mencionado anteriormente, es el poder reconciliar en un mismo ser la idea de ser divino, y a la vez ser mortal. Es decir, como puede ser que un ser se a la vez inmortal, incorruptible y demás atribuciones propias de los dioses, y a la vez, ser o participar de los seres terrestres.
Tanto en el hinduismo como en el cristianismo, las representaciones de los vedas o de Dios tiene como fin intervenir en la vida de los humanos, sin embargo la principal diferencia tiene que ver con el fondo de la cuestión mas que con el medio. El hinduismo tiene una concepción cíclica de la historia, es decir, es el karma el que regula los ciclos de reencarnación de los individuos. Por lo tanto, los avatares son también algo cíclico (16). Por otro lado, el caso del cristianismo, como la mayoría sabemos, tiene una concepción lineal. Esto diferencia a Cristo de los avatares en el sentido en el que lo que se ofrece es la salvación eterna, pero solo una vez (17).
Sin embargo, a pesar de estas diferencias (insalvables para el cristianismo), el hinduismo reconoce a Jesús como un avatar, no como el definitivo, ni como el hijo de Dios (18), pero como una de sus múltiples encarnaciones en el ciclo del que hemos hablado antes.
Hemos perdido a Buda – ¿un avatar de Vishnu?
Bueno, realmente no. Al que popularmente conocemos como Buda, en realidad se le suele designar por su nombre completo: Shakyamuni Buda (19). Recibió este nombre al nacer en el seno del clan de los shakya. Siendo hijo de reyes, Shakyamuni, en su juventud saldría en busca de la iluminación.
A pesar de que a Buda se le considere como uno de los avatares de Vishnu, su filosofía, y sus enseñanzas ya se alejan más de los devas, y promulgan el sentimiento espiritual del momento, el de la iluminación interior y la búsqueda del nirvana como forma de romper el ciclo eterno en el que se ven envueltos todos los mortales (samsara). Tal es la diferencia, que podemos hablar hoy en día de budismo, y no de hinduismo budista, como si solo se tratase de una variación.
Como hemos mencionado antes, los avatares cumplían una función que el dios quería llevar a cabo en la tierra, y si Buda es un avatar de Vishnu, ¿qué explicación mítica se le da?. Pareciéndose mucho al pasaje de las tentaciones de Jesucristo en el desierto, Buda habría tenido como fin el de acabar con Mara, una deidad demoníaca que se dedicaba a obstaculizar el paso de los hombres a la iluminación.
Aunque hayamos utilizado la palabra Avatar sin saber todo el recorrido que tiene, ahora sabemos que el sentido que se le da en la actualidad, como representación nuestra en un mundo virtual (o inferior) tiene un sentido claro. De la pregunta ¿para que utiliza un dios un avatar?, podemos preguntarnos ¿para qué lo utilizamos nosotros?
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