Nur-Jahan: la princesa cazadora y coleccionista de arte

Todos sabemos la historia de Cleopatra y lo mucho que se ha hablado de su sex appeal. Pero no fue la única mujer poderosa. La dueña y señora del Nilo tuvo su alter ego a finales del s. XVI y principios del s. XVII, en la India. Ella era Nur-Jahan, esposa del emperador Jahangir, la princesa cazadora y coleccionista de arte.

La India era un batiburrillo de príncipes que se peleaban entre ellos (1)… Las intrigas llegaban hasta las concubinas de los sultanes… Las princesas realizaban sus propios chanchullos para colocar al hijo en el poder… Un Juego de Tronos en toda regla.

La tensión se podía cortar con un cuchillo. Y en medio de ese ambiente llegó Nur-Jahan dispuesta a dar guerra.

Nur-Jahan y Jahangir, ¿un cuento de hadas?

En los cuentos orientales las princesas suelen llegar de países lejanos. En el caso de Nur-Jahan, no iba a ser menos. Era la hija de una rica familia de Teherán y estaba casada con un alto funcionario de Bengala. Por aquellos tiempos, la India estaba dominada por el Imperio mogol (2), y quien partía el bacalao era Jahangir, cuarto emperador de la dinastía. Y entre Jahangir y Nur-Jahan acabó surgiendo el amor. Pero de dicha historia de amor, hay dos versiones.

Según la versión más Disney, se conocieron de niños y se enamoraron. Con el tiempo, Jahangir le pidió al marido de Nur-Jahan que renunciase a ella para que pudiese formar parte de su harén. Pero el marido le dijo que nada de nada, que por muy príncipe que fuese, ¡ni agua! Jahangir se pilló un rebote de narices y se inventó un supuesto complot para poder quitárselo de en medio.

Según la otra versión, el marido de Nur-Jahan se juntó con gente chunga que odiaba a Jahangir y querían acabar con él. Este se enteró y pasó a cuchillo a todos los implicados. La familia de Nur-Jahan también estaba metida en el ajo. Y ella, para salvar su honra, entró al servicio de una de las madrastras de Jahangir. Al tiempo, los dos coincidieron en una fiesta en palacio. Jahangir quería casarse con la mujer de su enemigo, mientras que Nur-Jahan quería una posición alta en la Corte para lavar la imagen de su familia. ¡Los dos contentos con el bodorrio!

Jahangir y Nur-Jahan
El emperador Jahangir y la emperatriz Nur-Jahan en la Unión. Nepal, hacia 1830. Fuente

Nur-Jahan: una princesa fuera de lo común

Desde la noticia de su matrimonio quedó claro que Nur-Jahan no sería una princesa más. Cuando lo normal era casarse siendo casi una cría, ella lo hizo con treinta y cinco. Y además ¡con una hija de su anterior matrimonio! Su hija también pudo hacerse un hueco en la Corte, ya que siendo niña no veían en ella una rival para el trono. Con lo que se salvó de dramas y movidas palaciegas.

Nur-Jahan se puso el mundo por montera y cambió su nombre (3) por Nur-Mahal (Luz de palacio) y luego por el de Nur-Jahan (Luz del mundo). ¡Para chula ella!

¿Quién dice que no puedo?

Con Jahangir, el Imperio mogol llegó al top ten de poder y gloria. Pero le daban una de cal y otra de arena: cuanto más poder ganaba, más chanchullos había a sus espaldas. Herederos, cortesanos y gobernantes, tan pronto querían envenenarle como daban golpes de estado. Al final, se volvió paranoico. ¡No se fiaba ni del apuntador!

Jahangir, Kurram y Nur-Jahan
Jahangir, el príncipe Kurram y Nur-Jahan. 1640-50. Smithsonian. Fuente

Como cualquiera en la Corte podía dejarle vendido, Jahangir vio en el carisma y en la cabecita bien amueblada de Nur-Jahan un apoyo. Cosa que no gustaba a muchos. Al ser mujer no estaba bien visto que participara en el Consejo y menos que hablara de tú a tú con hombres. Pero se las apañó para tener sus propios ministros y mandar desde su habitación.

Nur-Jahan sabía que tendría que apretarse los machos y que no sería un caminito de rosas. Gracias a su buena educación -sabía hablar árabe y farsí (4)-, se hizo un hueco en la Corte y su opinión empezó a tener mucho peso. Tenía fama de buena estratega y era a ella a quien pedían consejo.

Empezó a colocar a sus familiares en altos cargos (5). Pero los herederos de Jahangir empezaron a temblar de verdad cuando Nur-Jahan casó a su hija con uno de los hijos de este. Así, en caso de revueltas, se aseguraba de que alguno de sus familiares siguiera en el poder.

Nur- Jahan. Una mujer emprendedora

Más allá de su inteligencia y su famosa belleza, Nur-Jahan era un culo inquieto. Uno de sus hobbies preferidos era salir a cazar tigres, considerado deporte de príncipes.

Dejaba a todos boquiabiertos con su puntería. Pero la cosa no se quedaba ahí. También tuvo una gran conciencia social. Al ser hija de una familia rica, se dio cuenta de que la educación era un privilegio enorme. Así que financió cursos de poesía y música a las damas de la Corte. Y creó los primeros orfanatos para niñas. También, fue una gran amante y mecenas del arte (6).

Además de todo esto, por si parecía poco, defendió sus propios negocios, ella solita, en Europa. La nombraron «Protectora de la embajada británica» y construyó su propia flota de barcos para los peregrinos que querían ir a La Meca. No paraba nunca esta mujer.

Nur-Jahan
Nur-Jahan sosteniendo el retrato del emperador Jahangir. 1627. Museo de arte de Cleveland. Fuente

Hablando de chanchullos palaciegos…

La It-girl del momento empezaba a cabrear a Khurram, uno de los hijos de Jahangir. Entre los marujeos de Palacio y las artimañas matrimoniales de Nur-Jahan con su hija, Khurram terminó rebelándose (7).

Jahandir mandó a uno de sus comandantes de confianza para bajarle los humos a su hijo. Pero Nur-Jahan empezó a malmeter contra este comandante. Por si no tenían bastante lío. El hombre se cansó y mandó a todos a freír espárragos haciendo prisionero a Jahangir.

Pero Nur-Jahan no se iba a quedar de brazos cruzados. Comandó un ejército a lomos de un elefante de batalla, como si fuera algo del día a día. Pero perdió la batalla y la hicieron prisionera. Al tiempo, negoció su liberación y la de Jahangir. Consiguieron formar un ejército y juntos vencieron a las tropas de ese comandante tan subidito.

Cuando la realidad supera a la ficción

Jahangir murió de camino a casa. Fue el pistoletazo de salida para que sus sucesores empezaran una batalla campal por el trono. Al final, Khurram acabó fulminando a todos los hombres de la familia que podían hacerle la competencia. No dejó títere con cabeza. Y por si las moscas, encerró a Nur-Jahan para quitársela de en medio.

El poder de la educación

A pesar de su final, Nur-Jahan demostró lo lejos que se podía llegar a través de la cultura.

Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah
Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah. Mandado construir por Nur-Jahan entre 1622-28. Agra, India. Fuente

Su nombre salía junto al de Jahangir en las monedas. Y ninguna ley era aprobada con el sello real si no le daba ella el visto bueno. Llevaba también las cuentas y los impuestos. Una mujer muy apañada.

Las malas lenguas decían que era ella quien gobernaba y que se aprovechaba de la adicción al opio y al alcohol de su marido. Fuera o no verdad, desde su matrimonio las mujeres tuvieron más derechos y hubo una mayor libertad religiosa. ¡Un urra por Nur-Jahan!


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) El futuro Jahangir se reveló contra su padre Akbar por el trono. Percival, 2001, p. 43.

(2) Dinastía musulmana que gobernó la India desde el s. XVI hasta mediados del s. XIX.  Percival, 2001, p. 9.

(3) Porque Nur-Jahan se llamaba, en un principio, Mihrunnissa. Mernissi, 2016, p. 217.

(4) Lengua persa. Lawrence y Cirlot, 1963, p. 4.

(5) Su padre se ocupaba de las finanzas del Estado. Su hermano fue nombrado visir.

(6) Nur-Jahan financió obras, como el Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah y, además, protegió a artistas y poetas.

(7) Tercer hijo de Jahangir, nacido de la princesa Rajput. Reinó como sha Jahan. Protagonizó varias revueltas importantes para acceder al trono. Percival, 2001, p. 42.

*Fuente de la imagen de portada.


Bibliografía

  • Fischer, K. y Díez, E., 1968, Cultura de la India y arte Índico, Moretón, Bilbao.
  • Lawrence, G. y Cirlot, J. E., 1963, Arte de la India: miniaturas mogolas, Gustavo Gil, Barcelona.
  • Mernissi, F., 2016, El harén en Occidente, Espasa-Calpe, Madrid.
  • Percival, T. G., 2001, Historia de la India II, Fondo de Cultura Económica, México D.F.
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