A finales del siglo XVII España se presenta como una nación decadente en camino del ocaso más estrepitoso. Frente a la prosperidad que marcó el periodo anterior, la etapa de los denominados “Austrias menores” (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) no es sino la continua muestra de un país en crisis absoluta en un marco de dificultad a nivel continental. Esto suena muy actual ¿no? Siempre se ha hablado del reinado de Carlos II el Hechizado por finalizar una etapa en la Historia de nuestro país y es en este contexto donde encuadramos a la segunda y última de sus esposas: Mariana de Neoburgo.
Una princesa en un entorno peculiar
Nació en 1667, en Alemania. Fueron sus padres Felipe Guillermo, conde Elector del Palatino del Rin e Isabel Amalia de Hesse-Darmstadt. Fue una familia muy numerosa y con poco dinero. ¡¡¡ Habían tenido 24 hijos!!! No hay economía familiar que aguante eso… Aunque claro, 10 de ellos murieron en la infancia, y la cosa cambia. A pesar de esta numerosisima familia, la disciplina de esta casa era muy severa: horarios estrictos, impartían clases de cultura general, latín, francés, italiano, música… vamos, un poco de todo. (1)
Boda con el más guapo del momento: Carlos II, «el Hechizado»
Tras casarse en primeras nupcias, Carlos II de España daba muestras de sus limitaciones, debido a las relaciones endogámicas de sus antepasados (primos, tío y sobrina… Ya sabéis el dicho, cuanto más sobrina, más se arrima y así les fue…). Cuando falleció su primera esposa, María Luisa de Orleans (2), el Consejo de Estado buscó a la desesperada al enfermizo Carlos II una nueva esposa con la que conseguir esa ansiada perpetuación de la dinastía hispánica. Se llevó a cabo una extensa consulta, en la cual se puso sobre la mesa a las posibles candidatas.
Destacaban principalmente tres:
- La infanta Isabel María de Portugal, de la casa de Braganza. El primer ministro, el conde de Oropesa, estaba emparentado con la dinastía portuguesa, así que fué el principal apoyo de la infanta (siempre intentando meter a la familia en el negocio).
- Ana María de Médici. Una princesa de gran patrimonio, algo que se vio como una ventaja para las pobres arcas hispánicas.
- Mariana de Neoburgo. Nuestra protagonista y, finalmente, la elegida.
Mariana de Neoburgo, reina de España
Mariana de Neoburgo fue elegida por su aspecto físico, pues según una descripción de la época, Mariana era:
Robusta de belleza, alta, tez con deslumbrante blancura, busto opulento, pelo rojizo, rostro pecoso, ojos azules y nariz larga, habsbúrguica, dotada de un carácter impetuoso, violento y orgulloso. (3)
Carlos II, a pesar de todas las recomendaciones de sus consejeros, hace oficial el anuncio de su casamiento con Mariana de Neoburgo. Una semana después, llega la dispensa papal debido al grado de consanguineidad que existían entre los contrayentes, pues ambos eran hijos de primos carnales (y seguimos con la endogamia, total por una vez más).
Se hace una boda por poderes ese mismo año, en Düsseldorf, y la princesa, ya futura reina de las Españas, pone rumbo a Madrid (no sabe lo que la espera a la pobre muchacha…).
La estancia en la capital del Reino
El objetivo principal de Mariana de Neoburgo pasaba por infundir respeto y prestigio al conjunto de la dinastía (junto con su marido Carlos II el Hechizado). También debía representar, a su vez, los aspectos más femeninos: gobierno de la casa y educación de los hijos. Todo ello bajo dos ideales de la época: discreción y disciplina en todos sus sentidos, como mujer y como reina (como si fuera poco trabajo para la muchacha).
A pesar de que la Mariana de Neoburgo tuvo una educación específica para poder vivir en una Corte y comportarse como tal, no supo controlar su genio. Muy a menudo daba muestras de su carácter, cosa que perjudicó gravemente a la opinión pública que se tuvo de ella; vamos, lo que es una mujer de armas tomar. Tuvo numerosos enfrentamientos con la madre de Carlos II, Mariana de Austria, y con los validos, como el conde de Oropesa (4).
Los últimos años de Carlos… y de Mariana de Neoburgo
Tras hacerse con el poder, Mariana de Neoburgo va a ser quien lleve las riendas de la Corte española hasta la muerte del monarca. Durante los 5 años que quedaban de reinado del último Habsburgo, no va dudar en mostrar su fuerza en todos los asuntos del Estado.
La situación de Carlos II era cada vez más delicada durante los últimos años de vida. Por lo tanto la Corte se va convertir en un auténtico campo de batalla por hacerse con el trono (a nadie le amarga un dulce, y menos un Imperio).
Finalmente, el Carlos II muere en 1700, comenzando literalmente una guerra, la conocida Guerra de Sucesión española (5), donde franceses, alemanes e ingleses lucharán para quedarse con «un pedacito del pastel». El vencedor será finalmente el pretendiente francés, Felipe de Anjou, más conocido como Felipe V de Borbón.
Triste y sola
Ante los acontecimientos que estaban ocurriendo, y ante la eminente llegada de Felipe V, Mariana de Neoburgo había dejado la batalla política. La Reina no asistía a las sesiones de la Junta de Gobierno, donde solo había discusiones y desunión. Finalmente, abandonaba el Real Alcázar y quedaba en un entorno de aislamiento total.
La situación de Mariana de Neoburgo empeorará con la Guerra de Sucesión, pese a que en dos ocasiones la visita de los reyes Felipe V y María Luisa Gabriela (mira que majos ellos que van a verla después de echarla).
Tras una prolongada estancia en Pamplona por enfermedad, la reina viuda se asentaba en el Palacio del Infantado de Guadalajara y poco tiempo después, tras una larga agonía, moría la protagonista de este artículo, Mariana de Neoburgo.
Genio y figura hasta la sepultura
Su intento de convertirse en una viuda dolida por la muerte de su marido, piadosa que firmaba como “la reina viuda que no quiere ser olvidada”. Este hecho de manifestarse como contraria a los Borbones le costó el exilio, y con él, el olvido definitivo.