Una amiga twittera (1) me recomendó hace poquito una excelente película: Sophie Scholl: Los últimos días (2). Cuál fue mi asombro, cuando vi ante mí una historia sobre el nazismo y el Tercer Reich que desconocía por completo. Y eso que el tema está ya manido, ¿verdad? No es de extrañar mi desconocimiento – ni el vuestro –, teniendo en cuenta que las mujeres solemos pasar más que desapercibidas a lo largo de la Historia. Así, partiendo de que tenía ante mis ojos a una mujer rebelde, valiente y que acabó asesinada por oponerse al régimen y defender sus ideas de la forma más hermosa y pacífica, no lo dudé ni un segundo. Tenía que investigar y contaros su historia.
Por ello, os voy a presentar a Sophie Scoll, una joven que, alistada desde la más tierna infancia a las juventudes nazis, le dio una patada al Tercer Reich y se reveló contra el sistema que Hitler había creado. ¿Preparados para conocer la vida de esta intrépida mujerona y la historia de “La Rosa Blanca”, de la que formó parte?
Sophie Scholl, miembro de la BDM, como “buena alemana”
Sophie Scholl nació a principios de los años ’20 (3), en el seno de una familia alemana, conservadora y luterana, de clase media (4). Iba al cole, sacaba buenas notas, se lo pasaba pipa con sus cinco hermanos (5)… Disfrutaba de una infancia normal, como otra niñita alemana más. Y, como era habitual en la Alemania de aquel entonces, con tan solo doce años ingresó en la BDM (6): la Liga de Muchachas Alemanas. Y de primeras, ¡ella tan contenta! (7).
Un momento Anita, ¿qué es la BDM? ¿Qué invento es esto? – Os preguntaréis –. Yo os los explico encantada, que para eso estoy aquí.
Como decía mi abuela: desde chiquitito se cría el arbolito. Y esto mismo debieron pensar Hitler y sus secuaces. Qué mejor manera de crear una nación bien aria y bien nazi que aleccionando a los churumbeles desde la cuna – o casi –. Así, crearon organizaciones, tanto masculinas como femeninas, para tal propósito, a modo de “juventudes hitlerianas” (8). – No, no voy a hacer el chiste fácil, aunque lo tengo en la puntita de la lengua –. De esta manera, nació la BDM, exclusivamente para las niñas (9). Ya sabéis, los nazis eran “muy ordenados”: los niños con los niños, las niñas con las niñas. ¡A ver si aquello iba a ser un despiporre! El objetivo, obviamente, era meterle a la chavalada hasta por los ojos el ideario nazi (10).
¿Los requisitos para ser admitida? Ser alemana, aria y sin enfermedades hereditarias (11). ¡Ay, estos nazis y su gustillo por “la perfección”! Y, como eran tan solemnes ellos, celebraban su ceremonia de admisión (12), con juramento incluido:
«Prometo hacer siempre mi deber en las Juventudes Hitlerianas, en el amor y la lealtad a nuestro líder y nuestra bandera» (13).
¡Sorbían el seso que daba gusto, oye!
¿La BDM? ¡Un “campamento” súper chachi!
Para atraer a la muchachada a sus filas, los nazis desplegaban una campaña de marketing que daba gusto. No iban a entrarles con mensajes de odio y supremacía. ¡A ver si os pensáis que eran gilipollas! Así, ofertaban unas actividades de ocio la mar de atractivas (14). Concentraos y oiréis a las niñas: ¡Mama, mama! Yo quiero ir a la BDM que me ha dicho la Hedda que esquían, bailan, hacen teátricos, cantan alrededor del fuego…! ¡Hostias mama, apúntameeeee! O a los padres: ¡La virgen que cansina está la niña! Vamos a apuntarla a la BDM, que hacen senderismo, excursiones, cocinan… ¡Allí nos la entretienen, fijo! Al menos, nos la cansan, a ver si no da tanto por saco.
Claro, estas actividades variaban de las juventudes hitlerianas masculinas a las femeninas. Los roles y estereotipos de género se ponían en práctica desde la niñez. Las actividades de la BDM estaban enfocadas a despertar “la gracia” de las chiquillas, para que en un futuro fuesen unas madres fetén. Así, la gimnasia dirigida a ellas era muy femenina y mucho femenina. ¿Qué el buen tiempo se iba y empezaba a refrescar? – Con la rasca que azota en Alemania en invierno, no las iban a sacar a hacer deporte al aire libre –. Pues las ponían a coser o a hacer punto. ¡Sus labores, con un par! Así los nazis tendrían bien controladitas a las futuras mujeres, metiditas en casa (15).
Por supuesto, tanto las más pequeñas como las adolescentes – pues la organización se dividía por edades (16) – iban bien uniformadas: faldita azul marino, camisa blanca y pañuelico negro al cuello. En invierno – por la rasca – les dejaban llevar pantalón, también azul, chaquetica marrón y una boina negra (17). ¡Qué monas ellas – y qué miedito, tantos clones mini-nazis juntos –!
¿Quieres estudiar niña? ¡Estupendo! Pero antes, ¡chúpate un año sirviendo al régimen!
Tres años después de que Sophie Scholl entrase en la BDM, el ingreso se impuso como obligatorio (18). Tras acabar la etapa de la BDM y realizar durante un año una prestación obligatoria al Servicio Nacional del Trabajo – normalmente, una labor relacionada con el campo o con el servicio militar ¡como verdaderas alemanas! –, las jóvenes podían ir a la universidad (19). La alternativa a prestar dicho servicio, era formarse en una guardería, ya que a Hitler le molaba inculcar el amor por los niños (20). ¡Fomentando la maternidad a saco, que había que parir a alemanes puros! Cuando terminaba este año, también podían continuar su formación como nazis en otras organizaciones (21). Pero la mayoría de ellas o se iba a la universidad, o se casaba (22).
Mujeres alemanas dando el callo por el Tercer Reich
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, las jovenzuelas de la BDM fueron llamadas para prestar distintos servicios, en aras de remar a favor de obra nazi. Ayudaban con ropas a las familias alemanas que habían perdido todo durante los bombardeos, reunían papel que después se convertía en combustible, echaban una mano en hospitales y estaciones de tren, donde recibían a los soldados alemanes heridos, animaban a las tropas de retaguardia cantando… (23). Las más mayores, marcharon a la Polonia ocupada y se encargaron de aleccionar a las jóvenes polacas, que habían sido escogidas por su pureza racial para vivir con familias alemanas. ¿Objetivo? Una “germanización” en toda regla, vaya (24).
Al final de la guerra, incluso unas cuantas chicas de la BDM se incorporaron al Frente Nacional y ayudaron a defender Berlín contra el Ejército Rojo (25). En 1944, la BDM era la mayor organización femenina juvenil del mundo, con 4,5 millones de miembros (26). Se disolvió un año después, por orden de los Aliados (27), cuando el nazismo se fue al garete. Pero volvamos a la biografía de Sophie Scholl, pues sus aventuras no han hecho más que empezar.
Sophie Scholl no quería «servir» a esa gentuza
Los problemillas de Shopie Scholl con los nazis empezaron cuando ella tenía 16 añitos, por las “malas compañías” que la chavala tenía. Su hermano Hans y unos amiguetes eran miembros de una organización juvenil comunista (28). Y, claro, la Gestapo la cogió por banda para interrogarla. Como consecuencia, su reputación dentro de la BDM se jodió bastante y perdió el puestecillo de lideresa que tenía (29). Tres años después, su paso por la BDM y por la secundaria terminó – el último curso fue bastante complicado, ya que Sophie adoptó una postura pasiva ante la imposición del ideario nazi – y como Sophie pasaba bastante de chuparse el añito dichoso prestando servicios al régimen hitleriano, eligió formarse como maestra de guardería. Pero oye, no se lo consintieron (30).
Por ello, le tocó joderse y poner rumbo a la Selva Negra, para realizar su servicio militar auxiliar, para el Servicio Nacional del Trabajo (31). Y esto ya le tocó el mondongo… ¡Sophie estaba de nazis hasta la coronilla! Así que empezó a leer mucho, a pintar – que se le daba de lujo – y a practicar la resistencia pasiva, lo que no dejó de meterla en fregados (32).
¡Por fin rumbo a Múnich, a la Uni!
Un año después, cuando en teoría su obligación con el Tercer Reich había terminado, Sophie Scholl se matriculó en la Universidad de Múnich, para estudiar filosofía y biología (33). ¡Por fin! Allí ya estaba su hermano Hans, con el que hizo pandi y disfrutaba de la intensa vida cultural de la ciudad (34). ¡Qué bello era vivir para los hermanicos Scholl! Hasta que llegó el verano y Sophie tuvo que volver al servicio militar auxiliar por cojones (35). Además, para aumento de la rabia que ya sentía Sophie, arrestaron a “papá Scholl” por criticar a Hitler y su hermano y amigos tuvieron que marcharse a servir en el frente ruso (36).
Pero hubo un tercer factor – el más importante – que terminó de encender su llama revolucionaria. Durante sus primeros meses en la universidad, aparecieron los primeros panfletos de un grupo de resistencia contra el Tercer Reich (37), llamado “La Rosa Blanca”… (38). [¡Alerta Spoiler! Sophie Scholl se convirtió en miembro activo de dicho grupo en cuanto leyó el primer folleto (39). ¿Cómo te quedas? ¡Muerta!]
“No guardaremos silencio. Somos tu mala conciencia. ¡La rosa blanca no te dejará en paz! ¡Por favor lea y distribuya!” (40).
La Rosa Blanca: ¿universitarios alemanes en contra de los nazis?
Los activistas de La Rosa Blanca eran unos amiguetes universitarios (41), que pretendían enfrentarse al régimen hitleriano de forma pasiva, combatiendo la violencia y la criminalidad de los nazis a través de los panfletos que lanzaban (42). El contenido de éstos los delató ante la Gestapo, pues no era muy difícil adivinar que tras tan fina prosa había unos jovenzuelos cultos y bien educados (43). Los cuatro primeros panfletos que lanzaron tenían un contenido altamente intelectual, repletos de citas bíblicas y filosóficas (44). Esto se debía a que estaban muy influenciados por intelectuales católicos (45). Hasta principios del año siguiente estuvieron lanzando dichos panfletos, primero en Múnich y después también desde otras ciudades (46), invitando a la resistencia pasiva. Pero se fueron viniendo arriba, y se marcaron como objetivo derrocar el gobierno hitleriano. Una misión imposible, pues eran cuatro gatos (47).
La triste realidad era que la gran mayoría de los universitarios eran afines al nazismo y los que se habían rebelado al régimen tiempo atrás, ya estaban detenidos (48). Por eso, en un principio a la Gestapo se la peló bastante el baile de papeles que se traían los activistas de La Rosa Blanca. ¿Para qué desplegar una campaña represiva contra ellos? ¡Si eran cuatro chalados! Pero, precisamente esta apatía por parte de los maderos hizo que los miembros de La Rosa Blanca se confiasen y les subestimasen de mala manera (49). Se les calentó la pluma…
Los hermanos Scholl contra Hitler
Pero, ¿quiénes eran estos osados? Pues bien, los fundadores de La Rosa Blanca eran Hans Scholl y un amiguete suyo (50). A ellos se unieron un par de estudiantes de medicina más (51) y un profesor (52). Y, para completar el grupo, se sumó a ellos Sophie Scholl (53).
Sophie había leído el primer folleto que lanzaron antes de su partida, y se quedó maravillada. En seguida descubrió que su hermano estaba detrás, y le suplicó formar parte del grupo de resistencia. Así, ella también tomó parte de la impresión y distribución de los tres siguientes panfletos, antes de partir para servir, otra vez, a los nazis (54). Estos seis valientes encabezaron la resistencia, y a ellos se aliaron un puñado de soñadores más – tirando a lo alto, sumaban cien – (55).
Tras lanzar los cuatro primeros panfletos, hubo un parón en verano, pues estos estudiantes de medicina tuvieron que marchar a prestar servicio al frente ruso. – Coincidiendo también con la marcha de Sophie –. Cuando todos regresaron a Múnich, los jóvenes tenían una nueva visión más áspera de la guerra, y Sophie Scholl estaba más decidida que nunca de que quería formar parte de La Rosa Blanca (56). Así, todos más que convencidos, se pusieron manos a la obra para crear un nuevo folleto, esta vez más reivindicativo, y para darle más difusión que nunca (57).
“Sentían dolorosamente cuán infinitamente solos y aislados estaban, y sabían que quizás sus mejores amigos se retirarían horrorizados. Porque solo saber de su actividad era una enorme amenaza” (58).
Sophie Scholl: activista de La Rosa Blanca
Así, a principios de 1943 Sophie estaba inmersa en su labor como activista, y se encargó de redactar y distribuir el quinto panfleto de la resistencia. Lo que le resultó bastante fácil. ¿Quién iba a sospechar de una chica tan mona? Le dieron un bombo impresionante – incluso enviaron copias a otras ciudades alemanas –, dando la impresión de que La Rosa Blanca era una organización mucho más tocha de lo que en realidad era (59). Tanto este folleto como el siguiente, distaban mucho de los cuatro primeros. Pues tenían un fuerte contenido político. Ambos señalaban de forma específica los crímenes que estaba cometiendo el gobierno nazi e incitaban a la lucha activa contra el régimen. Además, el número de ejemplares que imprimieron de ambos era muy superior respecto a los cuatro primeros (60).
«El nombre de Alemania estará deshonrado para siempre, si su juventud no se levanta, toma venganza, aplasta a sus verdugos y dota a Europa de un nuevo espíritu» (61).
Este tipo de mensaje ya si le hacía pupita a los nazis. Además, los panfletos estaban llegando a varias ciudades alemanas… ¡Tenían que pararles los pies a estos niñatos! Así, desde enero, la Gestapo había intensificado la búsqueda de los autores de estas hojillas tan molestas para el régimen (62). El 18 de febrero, cuando Sophie Scholl lanzó por la escalera de la facultad de medicina de la Universidad de Múnich el sexto panfleto de La Rosa Blanca, y el hall se inundó de papelillos, coincidiendo con la salida de los estudiantes de las aulas, fue el comienzo del fin. Tanto para La Rosa Blanca, como para ella misma (63).
La detención de Sophie Scholl. El fin de un sueño utópico
Cuando Sophie lanzó los panfletos al vestíbulo de la facultad, un bedel le echó el ojo y la persiguió hasta retenerla (64). ¿Y qué hizo el “buen hombre”? Pues avisar a la Gestapo, por supuesto. El primer paso fue detener e interrogar a Sophie Scholl, quien logró que su interrogador se compadeciese de ella (65). – De hecho, años después, el padre de Sophie publicó un informe en el que afirmaba con rotundidad que este inspector había intentado salvarle la vida, sin lograrlo como veremos (66) –. Pero Hans Scholl también fue detenido e interrogado de manera brutal. Y Sophie no estaba dispuesta a dejar tirado a su hermano, a los pies de los caballos (67):
“Si mi hermano es sentenciado a muerte, no puedo obtener una sentencia más leve porque soy tan culpable como él” (68).
Dos días más tarde, a pesar de que Sophie y Hans asumieron toda la culpa para proteger a sus amigos (69), tras registrar su domicilio, la Gestapo tenía pruebas más que suficientes para dar caza a todos los miembros de La Rosa Blanca (70). Sophie fue contundente en el último interrogatorio que le hicieron:
“Sigo siendo de la opinión de que he hecho lo mejor que podía para mi pueblo. Por tanto no me arrepiento de mi actuación y estoy dispuesta a asumir las consecuencias que se deriven de ella” (71).
El asesinato de Sophie Scholl
Cuatro días después de la detención de Sophie Scholl, el 22 de febrero de 1943, dio comienzo el juicio contra los integrantes de La Rosa Blanca ante el Tribunal Popular (72). Como veis, la prisa que se dieron los nazis en ajusticiarlos fue impresionante. ¡No les dieron ni opción a tener abogado! Vamos, que el juicio fue una auténtica pantomima: el futuro de estos chavales ya estaba más que decidido. Tanto Sophie como Hans fueron declarados culpables de traición y condenados a muerte (73). El resto de los activistas principales que formaban parte de la resistencia corrió la misma suerte. Otros más secundarios, dieron con sus huesos en la cárcel o en un campo de concentración (74). La célula que tenían en Hamburgo, también cayó (75). Para 1944, La Rosa Blanca se había marchitado.
Decapitaron en la guillotina a Sophie y a Hans pocas horas después de haber dictado sentencia. Ella aún no había cumplido los 22 años; Hans tenía 24 (76).
“Sus cabezas caerán también” (Supuestas últimas palabras de Sophie Scholl) (77).
Así, los hermanos Scholl fueron asesinados a sangre fría por difundir una utopía, en forma de cuartilla. Fue como enfrentar a una pobre hormiga contra un feroz león. Algo absolutamente desmedido, brutal y desalmado. Nada nuevo en el universo nazi. Se tomaron la pequeña subversión que demostraron Sophie Scholl y sus compañeros como una auténtica traición a la patria (78).
“Las detenciones y ejecuciones de los miembros de la Rosa Blanca son una amarga lección para el futuro: las dictaduras solo pueden evitarse con el coraje moral y la resistencia de muchos ciudadanos” (79).
¿Quedó algún pétalo intacto de La Rosa Blanca?
Tras el terrible final de los hermanos Scholl y el resto de integrantes de La Rosa Blanca, una copia del sexto y último panfleto, aquél que les costó la vida, llegó de manera clandestina a Inglaterra (80). Los Aliados, unos meses después, lanzaron sobre Alemania millones de copias impresas con él, titulándolo El Manifiesto de los estudiantes de Múnich (81). Así, La Rosa Blanca llovió sobre el Tercer Reich, in memoriam de su madre Sophie Scholl, vilmente asesinada.
La triste historia de Sophie Scholl solo es un ejemplo de la brutalidad que se gastó el nazismo contra las mujeres que no fueron afines al régimen. Porque Sophie no fue la única, aunque se suele devaluar o directamente ocultar los intentos de resistencia de las mujeres en época nazi (82).
“No soportasteis la vergüenza. Os resististeis. Otorgasteis un símbolo de cambio eternamente vigilante, sacrificando vuestras vidas apasionadas por la libertad, la justicia y el honor” (83).
A las alemanas que los nazis consideraron enemigas, es decir, antinacionalsocialistas – judías, gitanas, eslavas, izquierdistas, lesbianas, religiosas de diversas confesiones… –, se las persiguió sin tregua (84). Acabaron en campos de concentración o de exterminio, donde el número de mujeres asesinadas en las cámaras de gas era bastante superior al de los hombres, pues las consideraban menos aptas para trabajar que éstos (85). No les eran útiles, así de frívolo y claro.
Un puñado de idealistas que intentaron cambiar el mundo
Sin embargo, en los ’70, los alemanes convirtieron a Sophie Scholl y su último panfleto en un “símbolo de la oposición alemana al nazismo”. No para reivindicar la lucha de las mujeres, sino para cuajarse un buen lavado de imagen (86). Y al respecto, debo aclarar unas cosillas.
Como hemos visto con el ejemplo de La Rosa Blanca, la resistencia interna al régimen hitleriano fue limitada y, desde luego, no estaba organizada políticamente. Corrían tiempos perros y el sistema de Hitler estaba perfectamente calculado para tener sujetas todas las piezas del engranaje, por mucho que los alemanes se empeñen en vendernos otra historia (87). – En su favor, entonaron el mea culpa; no como otros –. Así que ni por asomo existió una resistencia interna alemana masiva al nazismo. Es más, los universitarios alemanes, tras la ejecución de Sophie, apoyaron al régimen e incluso aplaudieron al bedel que la triscó por banda. Y, a nivel académico, todos los miembros de La Rosa Blanca fueron repudiados (88). Sin embargo, resistencia hubo, porque estos jovenzuelos no fueron los únicos – ni la única – que le echaron bemoles (89). Ya os hemos contado el caso de Dietrich Bonhoeffer, por ejemplo (90).
La Rosa Blanca fue el sueño utópico de un puñado de jóvenes, en una Alemania absolutamente absorbida por el nazismo, donde o “estabas con ellos”, o eras eliminado. Esto le da más valor a estos valientes, que fueron una auténtica “especie en extinción”, dentro del macabro universo hitleriano. Remaron a contracorriente, más solos que la una, y fieles a sus principios hasta el final (91). Así, que el activismo de Sophie merece ser contado y alabado, no solo es innegable, sino necesario.
“Sophie trató de mostrarle al pueblo alemán otra forma de elegir. Sophie representa lo que el pueblo alemán debería haber hecho” (92).
¡Para no olvidar jamás!
El mundo del celuloide – también del teatro e incluso de la ópera – se ha encargado de inmortalizar la historia de Sophie Scholl y de La Rosa Blanca en diversas ocasiones (93). Os recomiendo que veáis Sophie Scholl: Los últimos días, la película que os mencioné al principio. Su calidad, su perfecta ambientación y lo bien que se ciñe a la historia original, la convierten en una joya (94). Me despido con The White Rose, la canción con la que les homenajeó The Maniacs (95). Ponedla a toda castaña; notaréis como se os eriza la piel. Disfrutadla, cantadla y vividla a tope, ¡por Sophie Scholl!
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Referencias
(1) ¡Un millón de gracias Marinés (@brigante_maria)!
(2) Sophie Scholl: Die letzten Tage (2005), dirigida por Marc Rothemund y protagonizada por Julia Jentsch. La película está basada en una reconstrucción histórica precisa de los últimos seis días de la vida de Scholl y en un trabajo documental meticuloso. Pattoni, 2013, p. 320. “Este filme reconstruye esos últimos días a través de los interrogatorios que se le practicaron a Sophie y que vieron la luz en los archivos de la Alemania Oriental en los años 90“. Barrenetxea Marañón, 2011, pp. 929-930. Ver también: McElroy, 2007. Ver (94).
(3) Sophie Magdalena Scholl nació el 9 de mayo de 1921, en Forchtenberb, Baden-Wurtemberg. Era la cuarta de seis hijos. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Jens, 2017, pp. vi y 24. Martínez-Markus, 2012, p. 3. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 23. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. Sus tres hermanos mayores eran Inge Aicher, Hans y Elisabeth, y sus dos hermanos pequeños Werner y Thilde. Su padre era Robert Scholl (un pacifista en la Primera Guerra Mundial; Jens, 2017, p. ix). Éste, cuando nació Sophie, “era el bürgermeister (el alcalde; Mayor Ferrándiz, 2012, p. 23) de Forchtenberg am Kocher en el norte de Baden-Württemberg”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Scholl, 1994, pp. 12-13. “En 1930, la familia se trasladó a Ludwigsburg y dos años más tarde a Ulm donde su padre organizó un próspero despacho como consultor en negocios de diversa índole”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Scholl, 1994, p. 13. Shrimpton, 2018, p. 1.
(4) Fue educada “en la fe luterana de un conservador hogar de clase media”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Martínez-Markus, 2012, pp. 3-8. Shrimpton, 2019a, p. 2. “Los hermanos Scholl (…) crecieron en un hogar con hondas raíces cristianas. (…) cobijará la creación de la Rosa Blanca, al encontrar en sus convicciones cristianas el motor de su denuncia del régimen”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 944. “Sophie y Hans Scholl eran protestantes, su madre era una antigua diaconisa, el padre era bastante librepensador. Sin embargo, Sophie se sintió particularmente atraída por las formas católicas de adoración y piedad desde el principio”. Beckmann, 2014, p. 423. “(…) sus padres los alentaron a leer ampliamente y desarrollar un interés por la música, el arte y la vida al aire libre”. Shrimpton, 2019a, p. 1.
(5) Martínez-Markus, 2012, pp. 9-12. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 23. “Sophie tuvo una infancia feliz y despreocupada. (…) En 1932 era una niña responsable, con buenos resultados académicos, siempre a la sombra de sus hermanos mayores – ver (3) –, que comenzó a asistir a la escuela secundaria (ya en Ulm – ver (3) –. Scholl, 1994, p. 13)”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Fue a una escuela secundaria para niñas en Ulm desde 1932 hasta su graduación en 1940. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. “Sophie, la cuarta hija, era baja de estatura y esbelta, aprendía rápido y, como su madre, era paciente y escuchaba bien; ella prefería desarrollar sus ideas lenta y cautelosamente. Su padre la consideraba la más sabia de sus hijos. Los Scholls eran una familia muy unida, aunque había un vínculo especial entre hermanos entre Hans y Sophie”. Shrimpton, 2018, p. 2.
(6) “BDM, Bund Deutscher Mädel, —la Liga de Muchachas Alemanas—“. Del Rey y Canales, 2014, p. 82. “Liga de Jóvenes Alemanas, Bund Deutscher Mädel, (conocida por las siglas BDM), organización femenina de las Juventudes Hitlerianas”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 23. Dumbach y Newborn, 2007, pp. 24, 36 y 38.
(7) En 1933, cuando Sophie tenía 12 años, “como la mayoría de sus compañeros de clase, se unió a la Bund Deutscher Mädel”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Atwood, 2013, p. 17. Martínez-Markus, 2012, pp. 13-22. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 23. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. “Como la mayoría de los jóvenes, (Sophie y Hans Scholl) se inspiraron en la charla de Hitler de ayudar a la Patria a alcanzar la grandeza y la prosperidad, y fueron arrastrados por los sentimientos de camaradería engendrados por los uniformes, las canciones y la marcha de las Juventudes Hitlerianas. Incluso desafiaron a su padre, un pacifista, al unirse cuando la membresía era voluntaria, y se convirtieron en líderes de grupo. Pero con el tiempo, cuando Hans y Sophie experimentaron el creciente conformismo de la escuela y la creciente militarización de las Juventudes Hitlerianas, se desencantaron”. Shrimpton, 2019a, pp. 1-2. “en 1935 (…) Sophie se convirtió en líder”. Shrimpton, 2018, p. 3. “(…) escuchamos en todas partes, que Hitler quería ayudar a esta patria a alcanzar la grandeza (…). Pero había algo más que nos atraía y nos arrastraba con un poder misterioso: (…) las juventudes (…) no es de extrañar que todos, Hans, Sophie y el resto de nosotros, nos uniésemos a las Juventudes Hitlerianas. Estuvimos allí con cuerpo y alma, y no podíamos entender que nuestro padre no estuviese feliz y orgulloso (…). Por el contrario, era muy reacio al respecto”. Testimonio de Inge Scholl: Scholl, 1994, p. 14. Inge también relata como Hans se empezó a desencantar – incluso siendo líder de grupo – cuando en las Juventudes le dijeron que había música que estaba prohibida, también libros… El joven empezó a mostrarse hostil y perdió el liderazgo. “La chispa de la duda insoportable que había brillado en Hans se extendió a todos nosotros (…) Y a medida que la duda se apoderó lentamente de nosotros, el horror, el miedo, el primer germen de inseguridad ilimitada se despertó en nosotros”. Este cambio de postura los acercó a su padre. “Solo quiero que paséis por la vida de manera directa y libre, incluso si es difícil”, les decía. Scholl, 1994, pp. 15-19. No es de extrañar que Hans buscase otro tipo de asociación juvenil: ver (28).
(8) “(…) las Juventudes Hitlerianas, (…) aparte de los entrenamientos paramilitares y el adoctrinamiento ideológico, perseguía el éxito de una pedagogía vitalista que exaltaba el espíritu de aventura de unos jóvenes que eran movilizados de manera obligatoria”. Laudo, 2006-2007, p. 358. “El 17 de junio de 1933, poco después de que el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o Partido Nazi) recibiera el poder absoluto, todos los movimientos juveniles que no formaran parte de las Juventudes Hitlerianas, que se habían puesto en manos de Baldur von Schirach fueron eliminados por ley. Algunos se cerraron para siempre, otros fueron absorbidos por la organización juvenil del Partido, que buscaba que todos los niños y niñas alemanes fueran por el mismo camino de manera física y espiritual, y vio como crecían sus asociados de manera sorprendente”. Del Rey y Canales, 2014, p. 88.
(9) “Aunque desde 1923 hubo grupos juveniles femeninos que se unieron al Partido, la idea de contar con una organización exclusivamente para niñas se fraguó unos años después, en junio de 1930. Por entonces, Hitler ya había expuesto en público su creencia de que tenían que recibir una formación específica que se ajustase a las necesidades de la nación y garantizara la supervivencia de los 1000 años del Reich (el origen de esas ideas estaba en la Liga Alemana para la Prevención de la Emancipación de la Mujer). El resultado fue la (…) BDM (…) un grupo que unificaba todos los existentes y que en los primeros meses de 1931 contaba ya con 1711 jóvenes, lideradas por Elisabeth Greiff-Walden. (…) En marzo de 1934, en sustitución de Greiff-Walden, que había dejado el puesto en diciembre de 1932 por orden de Von Schirach, la responsabilidad específica de la BDM se le dio a Trude Mohr, una joven que llevaba en el Partido desde 1928, responsable de la creación de la BDM de Brandenburgo en 1930 y que había abandonado su puesto en la administración postal nacional para dedicarse a tiempo completo a la organización. Su misión como primera reichsreferentin fue convertir a sus chicas y sus actividades en algo atractivo. Trude renunció a su puesto en 1937. (…) En el momento de abandonar la organización había conseguido elevar el número de afiliadas 2 700 000. Su puesto lo ocupó Jutta Rüdiger”. Del Rey y Canales, 2014, pp. 87-88.
(10) Pretendían “disolver todas las organizaciones similares con connotaciones políticas y unificarlas en una única organización reconocida y controlada por el NSDAP para acercar a las mujeres y niñas alemanas al ideario político”. Del Rey y Canales, 2014, p. 82. “El proceso de adoctrinar al pueblo alemán en el nacionalsocialismo fue gradual, aunque desde el principio la educación fue un objetivo crucial para difundir la nueva ideología. En mayo de 1933, tres meses después de que Hitler ganara el poder, se llevó a cabo una quema ceremonial de libros ‘no alemanes’ (…). Pronto las bibliotecas quedaron libres de literatura «subversiva», se reescribieron los libros de historia y se alentó a los maestros a unirse a la Liga Nacional de Maestros Socialistas, si no al propio Partido Nazi. No solo las escuelas sino los grupos juveniles que eran tan populares entre los alemanes educados fueron secuestrados por los nazis a principios de la década de 1930”. Shrimpton, 2018, p. 2.
(11) “Las adolescentes entre 14 y 18 años, ingresaban directamente en la BDM, las niñas más pequeñas, de los 10 a los 13 años, en el Jungmaedel, siempre y cuando cumplieran con los requisitos mínimos para la adhesión y hubieran completado el cuarto grado de estudios. Se pedía que fueran de origen y ciudadanía alemana y estuvieran libres de enfermedades hereditarias. Las que no se hubieran desarrollado adecuadamente para su edad podían ser rechazadas hasta el año siguiente e incorporarse a los 11, en lugar de a los 10. Todos los años, entre el 20 de marzo y 19 de abril, los nuevos miembros tenían que asistir al servicio preparatorio”. Del Rey y Canales, 2014, p. 88.
(12) “La víspera del 20 de abril, el cumpleaños de Hitler, las unidades de Jungmaedel – ver (11) – de todo el país se reunían para el rito de admisión en sus distintas comunidades. Von Schirach, como líder nacional de la juventud dirigía personalmente el celebrado en el castillo de Marienburg, el más grande de Europa, cuna de los caballeros teutónicos. Esa larga ceremonia se emitía a todo el país por las estaciones de radio”. Del Rey y Canales, 2014, p. 88.
(13) Del Rey y Canales, 2014, p. 88.
(14) “Al igual que ocurría con los muchachos de las Juventudes Hitlerianas, las actividades de ocio eran la oferta principal de la BDM para mostrarse atractiva: esquí, excursiones, senderismo, fuegos de campamento con canciones populares alemanas, cocina al aire libre, obras de teatro con muñecos o marionetas, bailes folclóricos, tocar instrumentos musicales o practicar diversas actividades deportivas en grupo, formaron parte de todos sus programas estándar. Además, las jóvenes realizaban un «servicio de salud» para ayudar en la comunidad a los agricultores y a los más desfavorecidos”. Del Rey y Canales, 2014, pp. 88-89.
(15) “Para los chicos, las actividades se centraron en la resistencia y la tenacidad. Para las chicas, en la gimnasia y la gracia. En lugar de competiciones de atletismo, practicaban gimnasia rítmica, que favoreciera la armonía de su cuerpo y lo orientara a su futuro papel como madre. Eso en primavera y verano, porque cuando llegaban las largas y frías noches del invierno centroeuropeo, debían reunirse regularmente para coser, hacer punto o realizar distintos objetos de artesanía”. Del Rey y Canales, 2014, p. 89. La gimnasia para las chicas era distinta; por ejemplo: “El programa de gimnasia de Fe y Belleza – ver (18) y (20) – estaba muy influenciado por (…) los métodos gimnásticos de Heinrich Medau”. Éste se “basaba en lo que denominaba «gimnasia orgánica moderna, típicamente femenina, para la joven y la mujer». (…). A los nacionalsocialistas, todo aquello les encantó. Ya tenían una nueva forma de diferenciar las actividades masculinas y femeninas”. Del Rey y Canales, 2014, pp. 90-91. No hay que olvidar que la ideología nazi era profundamente patriarcal, además de racista. “Una mujer nazi ideal era una ‘sana, atlética, campesina… una madre doméstica y ayudante de su esposo’. Como Hitler proclamó en el Rally de Nuremberg de 1934, el mundo de la mujer ‘aria’ hereditariamente saludable era ‘su familia, sus hijos, su casa. (…) la BDM (…) trajo grandes cantidades de mujeres al redil nazi, alentando y elevando los deberes y responsabilidades de la maternidad. El Día de la Madre fue conmemorado como un día de celebración nacional, mientras que las mujeres que tuvieron un gran número de niños recibieron la Mutterkreuz (Cruz de la Madre). Estas construcciones buscaban no solo obtener el apoyo de las mujeres para preservar y expandir una Alemania ‘racialmente pura’, sino también ejercer más el control estatal sobre las mujeres. Como argumenta Jill Stephenson, el nacionalsocialismo negó a las mujeres libre elección y autodeterminación, limitando sus actividades y deberes en gran medida a la esfera privada”. Wales, 2014, p. 226.
(16) “En cada región la organización se dividía por edades y en vertical – ver (11) –. De manera simple, como una pirámide invertida, de modo que un Maedelschaft tenía entre 10 y 15 niñas; un Maedelring, compuesto por muchos Maedelschaft, entre 360 y 540; un Obergau —un distrito determinado—, cerca de 75 000 miembros, y así sucesivamente”. Del Rey y Canales, 2014, p. 89.
(17) “Evidentemente, no se permitía que las adolescentes llevaran tacones altos, medias de seda, maquillaje, joyas, anillos o relojes de pulsera. El uniforme de la BDM consistía en una falda azul marino, una blusa blanca y un pañuelo negro con un nudo de cuero. En invierno podían llevar pantalón azul, una chaqueta marrón —kletterweste—, y a veces, una boina negra”. Del Rey y Canales, 2014, p. 89.
(18) Desde 1936. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 23. “Dos años después, a partir de 1938, a las jóvenes de 17 a 21 años se les dio la posibilidad de inscribirse en una agrupación alternativa, Glaube und Schoenheit —Fe y Belleza—, que ofrecía un programa apropiado para su edad y servía como transición para convertirse en un miembro de la Nationalsozialistische Frauenschaft”. Del Rey y Canales, 2014, p. 89.
(19) “Acabar con éxito la etapa en la BDM significaba, en teoría, que una joven podía ir a la universidad o buscar trabajo. Sin embargo, antes de eso debía realizar una labor relacionada con el campo durante un año —el llamado Landfrauenjahr—. Una extensión de la creencia de Hitler de que los verdaderos alemanes debían estar asociados con la tierra —la idea de sangre y suelo—”. Del Rey y Canales, 2014, p. 89. Esta prestación obligatoria en el Servicio Nacional del Trabajo era “el requisito indispensable para entrar en la universidad”; solían enviar a las chicas a realizar servicios militares auxiliares. Del Rey y Canales, 2014, p. 92.
(20) ”Una alternativa era trabajar con niños en una guardería. Esa actividad también era idea de Hitler, que creía que a las jóvenes se les debía inculcar el amor por los niños y la mejor manera de hacerlo era cuidar de ellos cuando eran muy pequeños – ver (15) –. En el caso de Fe y Belleza – ver (18) –, su objetivo principal era integrar a las jóvenes en el Volksgemeinschaft, la comunidad nacional, y enseñarlas a tomar decisiones que las condujeran en el futuro a adoptar un estilo de vida saludable para ellas y sus familias. La idea era conseguir también influirlas políticamente para que se incorporaran después al NS Frauenschaft – ver (18) – pero (…) como la afiliación se mantuvo siempre voluntaria, su número de miembros nunca fue demasiado alto. Durante todos los años de sus existencia solo se unieron a la asociación alrededor de 400 000 mujeres”. Del Rey y Canales, 2014, pp. 89-90.
(21) Ver (18) y (20).
(22) Del Rey y Canales, 2014, p. 90.
(23) Del Rey y Canales, 2014, p. 91.
(24) Del Rey y Canales, 2014, p. 91.
(25) “No se sabe cuántas chicas murieron en la capital, pues Jutta Rüdiger – ver (9) – negó haber dado esa orden o haberla apoyado cuando fue interrogada por los estadounidenses después de la guerra. Otras, como Ilse Hirsch, se incorporaron a la Organización Werewolf, en contestación al llamamiento que había hecho el führer el 23 de marzo de 1945, para que se combatiera hasta el último hombre”. Del Rey y Canales, 2014, p. 91.
(26) Del Rey y Canales, 2014, p. 91.
(27) “(…) disuelta oficialmente por el Consejo de Control Aliado el 10 de octubre de 1945. Muchas de sus ideas y actividades fueron copiadas por otros países europeos”. Del Rey y Canales, 2014, p. 91.
(28) La Freie Deutsche Jugend —Juventud Libre Alemana—, el movimiento juvenil del prohibido Partido Comunista. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Jens, 2017, p. 24. Inge Scholl cuenta cómo fue esta experiencia para su hermano Hans y el resto de la familia: Scholl, 1994, pp. 19-22. Hans Scholl y Willi Graf – ver (38) y (47) – pertenecían a clubes juveniles prohibidos, por cuya membresía fueron detenidos brevemente por la Gestapo. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 2. “Hans Scholl – bien encuadrado dentro de las Juventudes Hitlerianas (…) – cambió radicalmente (…). Poco a poco, descubrió que la imagen y el modelo de las Juventudes Hitlerianas que se le habían querido inculcar era totalmente diferente de su propio ideal – ver (7) –. (…) Más adelante (…) ingresó en la Universidad, donde empezó a estudiar medicina y donde conoció Alexander Schmorell – ver (38) y (50) –”. Laudo, 2006-2007, p. 358. Como resultado de estos arrestos de sus hermanos y sus amigos en noviembre de 1937, Sophie Scholl se sintió alejada de las Juventudes Hitlerianas. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. “La Gestapo allanó la casa de los Scholl, e Inge, Sophie y Werner fueron arrestados; Sophie fue liberada casi de inmediato, pero Inge y Werner pasaron una semana tras las rejas (…) la Gestapo pudo confiscar diarios, revistas, poemas, ensayos, colecciones de canciones populares y otros artículos que indicaban que (Hans) pertenencia a organizaciones juveniles ilegales. Un mes después, Hans fue (…) interrogado. Fue juzgado en junio y absuelto. En abril de 1939, a la edad de veinte años, Hans finalmente pudo comenzar a estudiar medicina en Munich. También se inscribió en cursos de griego y filosofía, y comenzó a leer hasta bien entrada la noche”. Shrimpton, 2018, p. 4. “A Sophie Scholl el arresto de su hermano y amigos en 1937 (…) la marcó fuertemente. Comprendió la visión agresiva del nazismo y, desde ese momento, se hizo una tenaz opositora al gobierno de Hitler. Es a partir de ese momento cuando todos los hermanos Scholl empezaron a distanciarse de todas las organizaciones nazis (…). La joven Sophie empezó a compartir el punto de vista también crítico de su padre – ver (7) –, de sus amigos y de algunos de sus profesores”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 24.
(29) Del Rey y Canales, 2014, p. 92. La Gestapo era la policía secreta nazi. Atwood, 2013, p. 19.
(30) “(…) el último curso en la escuela es en especial difícil, pues en todas las asignaturas se trata de imponer el pensamiento nacionalsocialista. Sophie asume una postura pasiva, que lleva incluso a serias advertencias del director de la escuela: si no cambia su conducta, será muy difícil que apruebe el curso. Pero Sophie está dispuesta a conseguir el acceso a la Universidad; y aunque no cambia de actitud, en marzo de 1940 consigue terminar los estudios secundarios”. García Pelegrín, 2006, p. 14. “En la primavera de 1940 Sophie Scholl finalizó sus estudios de secundaria. El tema de su ensayo fue La mano que mueve la cuna, mueve al Mundo”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 27. ”Terminado su paso por la BDM, en marzo de 1940 llegó el momento de que Sophie realizara su prestación obligatoria en el Servicio Nacional del Trabajo, como hemos visto, el requisito indispensable para entrar en la universidad. (…) Sophie eligió formarse como maestra de guardería con la esperanza de que le sería reconocido como un destino alternativo (…) pero no se lo permitieron”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. “Sophie consigue matricularse en una escuela para seguir la formación de educadora en un jardín de infancia; sin embargo, los meses que pasa en esa escuela no fueron convalidados como servicio social, por lo que en marzo de 1941 es destinada a un campo de trabajo cerca de Sigmaringen”. García Pelegrín, 2006, p. 14. A partir de la primavera de 1941, tuvo que hacer seis meses del Servicio Nacional del Trabajo en Krauchenwies, cerca de Sigmaringen. Le siguió un destino en Blumberg, cerca de Donaueschingen – ver (31) –. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. Dumbach y Newborn, 2007, pp. 13 y 16.
(31) Barrenetxea Marañón, 2011, p. 944. Scholl, 1994, p. 28. “(…) el estado la obligó, como hacía con todas las chicas de su edad, a realizar seis meses de trabajos manuales para el Servicio Estatal de Trabajo, sufriendo no solo trabajos exhaustos, sino más adoctrinamiento nazi impartido por crueles y fanáticas mujeres nazis“. Atwood, 2013, p. 17. “En la primavera de 1941 tuvo que viajar a Blumberg, en la Selva Negra, para realizar durante seis meses su servicio militar auxiliar. (“(…) comenzó un período de seis meses en el servicio auxiliar de la guerra como profesora de enfermería en Blumberg”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 27). A partir de ese momento comenzó a practicar una mínima resistencia pasiva que no hizo más que meterla en problemas – ver (32) –”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92.
(32) “El régimen de corte militar, al cual estaba sometida, le hizo reflexionar intensamente sobre la situación política y empezó a mostrarse partidaria de practicar la resistencia pasiva”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 27. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. “Los meses que pasó allí se caracterizan no sólo por unas condiciones laborales muy duras, sino también por el aislamiento de su entorno: en ese campo son continuas las clases de adoctrinamiento. Mientras que las compañeras se someten, Sophie busca refugio en la lectura”. García Pelegrín, 2006, p. 15. Martínez-Markus, 2012, pp. 23-44. “Sophie se estaba desarrollando de otras maneras en su último año en la escuela. Sus clases favoritas eran las de biología (…) pero también se estaba desarrollando como artista. Quería unirse a Hans en la Universidad de Múnich (…).Tanto Hans como Sophie continuaron devorando libros. Para los jóvenes Scholls y sus amigos, los libros eran un pasatiempo compartido y un alimento para la mente, así como una forma de explorar el mundo y a ellos mismos”. Shrimpton, 2018, p. 4. “Sophie (…) se había vuelto solitaria (…) se quedó en segundo plano e intentó dar la impresión de que no estaba allí. (…) incluso estaba prohibido tener tus propios libros. Sin embargo, mantuvo su volumen de San Agustín escondido en un lugar seguro. En esos años tuvo un renacimiento de la literatura teológica, que abarcó desde los padres de la iglesia hasta los escolásticos, con San Agustín como figura central”. También leía a filósofos franceses. Usaba cada hora libre para fusionarse con la naturaleza, en el parque que había alrededor. Scholl, 1994, pp. 30-31. Sophie Scholl también era una talentosa dibujante y pintora. Se familiarizó con las obras de artistas ‘degenerados’. Así, encontró que su mundo se oponía a los ideales del nacionalsocialismo, tanto en la literatura como a través de su creciente apego a la filosofía y la teología. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 26-27. “A estas alturas, como le dijo a Hans, había desarrollado plenamente su ‘odio y desprecio’ por el sistema del Servicio Laboral. (…) tenía una ‘maravillosa sensación de fuerza; le dio un ‘inmenso placer engañar a mis superiores y disfrutar de mi libertad en secreto’. (…) Durante los primeros dos años de conflicto, (Sophie y Hans) habían desarrollado un creciente interés en la filosofía y la teología, que se convirtió para ellos en un mundo alternativo a la ideología fascista. (…) se toparon con escritores cristianos, antiguos y modernos, y allí descubrieron respuestas a sus más profundos anhelos – ver (45) –”. Shrimpton, 2018, p. 8.
(33) En mayo de 1942. Atwood, 2013, p. 17. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 944. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. García Pelegrín, 2006, p. 14. Scholl, 1994, p. 28. Shrimpton, 2019a, p. 6. Shrimpton, 2019b, p. 5. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. “Tras sus seis meses en el Servicio Nacional del Trabajo, en mayo de 1942 se inscribió en la Universidad de Múnich como estudiante de Biología y Filosofía descartando estudiar Bellas Artes”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 27. Inge Scholl describe como la alegría de Sophie era apabullante: Scholl, 1994, pp. 28-34. “Al ingresar en este mundo en mayo de 1942, Sophie descubrió que era posible, al elegir cuidadosamente los temas, evitar cursos de ‘higiene racial’ y burlar al sistema. Tanto la filosofía como la ciencia contenían bolsas de latitud comparativa, y había otros temas que ofrecían refugio y eran receptivos a los disidentes. Uno de ellos fue la filosofía griega (…). Otro fue el profesor Kurt Huber, quien dio una conferencia sobre Leibniz – ver (47) –. (…) Durante mayo de 1942, Sophie se alojó con el profesor Muth – ver (34) y (45) –“. Shrimpton, 2018, p. 16.
(34) “Allí estaba ya su hermano Hans (nacido el 22 de septiembre de 1918, ejecutado el 22 de febrero de 1943. Jens, 2017, p. vi), estudiante de medicina, que la presentó a sus amigos, con los que compartió la activa vida cultural de la ciudad”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Atwood, 2013, p. 18. García Pelegrín, 2006, p. 15. Shrimpton, 2019b, p. 6. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38. “Pese a ser casi tres años más joven que Hans, los dos hermanos han estado siempre muy unidos”. García Pelegrín, 2006, p. 14. Hans recogió a Sophie en la estación de tren de Múnich y en seguida le presentó a sus amigos. “Por la noche, todos se reunieron en la habitación de Hans (…). Alguien tuvo la idea de leer poemas y los demás tuvieron que adivinar de qué poeta eran”. Bebieron vino, tocaron la guitarra… “y cantaron, salvajes, felices y encantados”. Hablaron de medicina, de sus servicios durante las vacaciones… Hasta que surgió la palabra “resistencia”. Scholl, 1994, pp. 34-38. “Disfrutaban haciendo caminatas en las montañas, esquiando y nadando. Además, leían literatura, tocaban música y a menudo asistían a conciertos. En Múnich establecieron contactos con escritores, filósofos y artistas, especialmente con Carl Muth y Theodor Haecker – ver (45) –; Jens, 2017, pp. xi-xii –. Este último se convirtió en un contacto importante para la preocupación de Sophie con la fe cristiana. La cuestión de cómo debe actuar el individuo bajo una dictadura se convirtió en su foco de atención”. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 38.
(35) Dumbach y Newborn, 2007, pp. 46-47. Scholl, 1994, pp. 28-30. “Todo fue bien hasta que ese verano tuvo que volver al servicio militar auxiliar, esta vez en una planta metalúrgica de Ulm”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. “Scholl comenzó a mostrarse crítica con el régimen en el verano de 1942, cuando la guerra parecía no tener fin y fue destinada a realizar su servicio militar en una planta metalúrgica de Ulm, cerca de Stuttgart”. Del Rey y Canales, 2014, p. 164. Allí tuvo que ayudar a producir armas. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 40. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 28. “Durante ese verano, cuando trabajaba en una fábrica de municiones, Sophie llegó a admirar a las mujeres rusas que trabajaban a su alrededor (mano de obra esclava importada de la zona ocupada)”. Shrimpton, 2019b, p. 8.
(36) Barrenetxea Marañón, 2011, p. 948. Jens, 2017, p. ix. La vuelta de Sophie al servicio militar auxiliar coincidió “con el arresto de su padre que había sido denunciado por uno de sus empleados por hacer un comentario crítico sobre Hitler”. Del Rey y Canales, 2014, p. 92. Shrimpton, 2019b, p. 8. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 40. “Sophie, preocupada por su padre, fue a pedir ayuda a su antigua líder de las Juventudes Hitlerianas. La respuesta de ésta le resultó inesperada y cruel: era necesario fulminar a elementos derrotistas como su padre. Finalmente el padre de Sophie fue condenado a cuatro meses de cárcel por sus actividades antipatrióticas en un juicio celebrado el día 3 de agosto de 1942”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 28. “El padre en prisión y los hermanos y amigos en el frente de Rusia, fuera de alcance”. Scholl, 1994, p. 45. “Una afortunada coincidencia había llevado a Hans al frente cerca del hermano más joven (…) Werner”. Ambos recibieron allí la noticia de la detención de su padre. La visión de Hans en contra del nazismo se acrecentó mucho durante su estancia en Rusia. En otoño, Hans regresó a la universidad, y su padre estaba en libertad de nuevo. “Las experiencias en el frente y en los hospitales habían hecho que Hans y sus amigos fueran más maduros y duros. Les habían mostrado aún más urgente y claramente la necesidad de enfrentarse a este estado, con su terrible ilusión de aniquilación”. Scholl, 1994, pp. 46-48. Ver (56). “El 23 de julio hubo escenas emotivas en la estación de tren Este de Múnich cuando Sophie se despidió de Hans, Alex y Willi (…) que ahora se dirigían al frente ruso para un período de servicio de tres meses”. Shrimpton, 2018, p. 17. – Podéis ver la fotografía incluida en el artículo –.
(37) La vuelta de Sophie al servicio militar auxiliar también coincidió “con la aparición de los cuatro primeros panfletos del grupo de resistencia «La Rosa Blanca», que realizaban un llamamiento para enfrentarse de forma pasiva a «la criminal guerra del régimen de Hitler»”. Del Rey y Canales, 2014, pp. 92-93. “El primer folleto (…) apareció el 27 de junio de 1942”. Shrimpton, 2018, p. 16. “En el verano de 1942, recibí un folleto anónimo por correo (…) que fue muy crítico con Hitler y el gobierno. Era obvio para mí (…) que solo pudo haber sido escrito por Alex o Hans (…). Entre junio y julio de 1942, escribieron un total de cuatro folletos (…). Algunos de los folletos, dirigidos a estudiantes, profesores y otros intelectuales, fueron enviados por correo, mientras que otros fueron puestos en cabinas de teléfono”. Wittenstein, 2004, p. 197 – George (Jürgen) Wittenstein (1919-2015), uno de los pocos supervivientes de La Rosa Blanca –. “(…) aparecieron en un período de dieciséis días a partir del 27 de junio de 1942. (…) Se hicieron alrededor de cien copias de cada una, utilizando una máquina de escribir portátil Remington, plantillas y un mimeógrafo (es decir, una máquina duplicadora). Fueron enviados a direcciones copiadas de una guía telefónica de Munich, y de esta manera habrían llegado a las clases educadas. (…) El primer folleto (“tenía 800 palabras de longitud y doble espacio, escrito al estilo de un artículo de revista”; Shrimpton, 2018, p. 16) instó al lector a ofrecer ‘resistencia pasiva’ y hacer más copias y transmitirlas. El segundo folleto usaba un lenguaje más fuerte e incluía la primera condena pública en Alemania de la persecución de los judíos. (…) El tercer folleto contrastaba el mal del nazismo con el bien del cristianismo (…) el cuarto folleto (…) anticipó la eventual caída del Tercer Reich e instó al pueblo alemán a reconocer su culpa”. Shrimpton, 2019b, pp. 1-2. Podéis leer todos los panfletos que distribuyeron en Dumbach y Newborn, 2007, pp. 186-205, en García Pelegrín, 2006, pp. 73-89, en Scholl, 1994, pp. 76-95, en Ueberschär y Chaussy, 2013, pp. 23-44 y en Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 56-69. Ver “The White Rose Student Movement in Germany Its History and Relevance Today”, en Michalczyk, 1997, pp. 49-57.
(38) Die Weiße Rose (The White Rose). Mayor Ferrándiz, 2012, p. 16. Nombre elegido arbitrariamente (así lo declaró Hans Scholl en su interrogatorio del 20 de febrero de 1943). Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 2. “La Rosa Blanca estaba basada en el humanismo cristiano occidental, rechazaba el militarismo prusiano de la Alemania hitleriana, y creía en una Europa federada adherida a los principios cristianos de la libertad, tolerancia y justicia. Su mensaje era a la vez ético y político”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 21. “Había cuatro estudiantes en el corazón de la resistencia de la Rosa Blanca: Hans y Sophie Scholl, Alex Schmorell y Willi Graf – ver (47) –”. Shrimpton, 2019b, p. 2.
(39) “Por esa época, la hermana menor de Hans, Sophie, estudiante de biología, quien compartía habitación con él, descubrió que Hans fue uno de los creadores de los folletos y le pidió participar. Para protegerla, él inicialmente la rechazó. Cuando finalmente cedió, ella se convirtió en una participante importante – ver (54) –“. Wittenstein, 2004, p. 197. “(…) fue un pequeño grupo de resistencia estudiantil antinazi organizado en el entorno de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich, que no contaba con una estructura fija. Estaba formado, en su núcleo central, por cinco estudiantes universitarios amigos del estudiante de medicina Hans Scholl y de su hermana Sophie, todos ellos muy jóvenes, pacifistas y cristianos, que abogaban por la resistencia no violenta contra el régimen. Su actividad política consistía en escribir y difundir panfletos y pintar eslóganes en los muros y las fachadas de algunos edificios de Munich contra la dictadura hitleriana. Los jóvenes que formaban La Rosa Blanca pertenecían todos al mundo universitario, uno de los ámbitos donde la nazificación de la juventud había alcanzado uno de los mayores éxitos”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 16. “No será hasta junio de ese mismo año cuando sabría sobre la actividad de su hermano en la Rosa Blanca al encontrar en su pupitre una de las octavillas. Al comprobar que compartían argumentos esto la llevó, por pura convicción, a inscribirse en el grupo – ver (54) –”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 944. “Sophie Scholl, su hermano Hans y otros miembros del movimiento de la Rosa Blanca rechazaron públicamente el militarismo racista del nacionalsocialismo, alentando la resistencia popular contra el régimen. De junio de 1942 a febrero de 1943, el grupo no violento produjo y publicó folletos en Múnich, Stuttgart, Frankfurt, Linz y Viena”. Wales, 2014, pp. 230-231.
(40) Palabras finales del cuarto folleto de La Rosa Blanca. Jens, 2017, p. xiii. Shrimpton, 2019b, p. 12.
(41) “A menudo me preguntan: ‘¿Cómo (o cuándo) te uniste a la Rosa Blanca?’. Bien, nadie nunca se ‘unió’. La Rosa Blanca no era una ‘organización’. Simplemente, éramos un grupo de amigos muy unidos que compartían intereses variados como el arte, la música, el teatro, la literatura, la filosofía, la naturaleza, el senderismo, el esquí y otras cosas. También compartíamos y nos comprometíamos con ideales similares, entre ellos responsabilidad personal y ‘conciencia social’”. Wittenstein, 2004, p. 193. “Fecho el comienzo de lo que más tarde se conoció como la Rosa Blanca de 1938”. Wittenstein, 2004, p. 194. “Ingresé a la Escuela de Medicina en el verano de 1939 en la Universidad de Munich, donde me hice amigo de (…) Hans”. Wittenstein, 2004, pp. 194-195. “De ninguna manera era un grupo homogéneo, sino un grupo de individuos con diferentes orígenes, diferentes características y personalidades”. Beckmann, 2014, p. 416.
(42) “Un puñado de estudiantes en la universidad, junto con un profesor de filosofía de mediana edad, comienzan en el verano de 1942 en secreto para escribir y distribuir folletos instando al fin de la guerra y el derrocamiento de Hitler – ver, (37,), (39) y (47) –”. Jens, 2017, p. viii. “Si se tiene en cuenta el ambiente estudiantil en que se movían y la sólida formación cultural (…) resultaba lógico que las «acciones» que se decidieron a poner por obra Hans Scholl y Alex Schmorell – ver (38) y (50) – se centraran en la palabra, dirigiéndose —con escritos en forma de hojas volantes— a estudiantes y otros representantes de la «inteligencia alemana». (…) los estudiantes de Medicina pertenecientes a las Compañías de Estudiantes cobraban una paga de 250 reichsmark, lo cual superaba la media de lo que ganaba un obrero. Con ese dinero y con la ayuda del padre de Alex Schmorell, compraron un hectógrafo usado en una tienda de una calle apartada; Alex se ocupó de conseguir el papel necesario, las matrices y una máquina de escribir”. García Pelegrín, 2006, p. 26.
(43) Los panfletos que lanzaban los activistas de La Rosa Blanca: “Estaban escritos con muchas citas de la literatura clásica y hacían referencia a la moral cristiana, lo que situaba a sus autores entre las mismas clases medias educadas a las que se dirigían. La Gestapo supo de inmediato que tras ellos había universitarios”. Del Rey y Canales, 2014, p. 93.
(44) “Los folletos, escritos en un tono intelectual y plagados de citas bíblicas y de famosos filósofos, llamaban a los alemanes a resistir ante el gobierno nazi. Los folletos iban dirigidos a los profesores y estudiantes universitarios con la esperanza de que los pensadores más inteligentes de Alemania no podrían dejar de ver la maldad del gobierno nazi y, si las mentes más brillantes podían ser convencidas para resistir, el resto de Alemania seguramente les seguiría”. Atwood, 2013, pp. 18-19. Holzberg, 2015, pp. 35-36. Michalczyk, 1997, p. 50.
(45) “(…) también se inspiraron en académicos disidentes e intelectuales antinazis. (…) el grupo más influyente al que se unieron fue coordinado por el periodista católico Carl Muth, fundador y editor de la revista Hochland (…). Su encuentro con Muth les abrió una ventana a otro mundo, cuando los presentó a académicos y escritores que se oponían vehementemente al nacionalsocialismo, y también afectó un notable despertar religioso en Hans, Sophie y sus amigos. (…) Los cuatro (primeros) folletos de la Rosa Blanca (…) compuestos, duplicados y distribuidos (…) del 27 de junio al 11 de julio de 1942, se basaron en sus reuniones con los amigos cercanos de Muth, sobre todo con el filósofo Theodor Haecker”. Shrimpton, 2019a, pp. 6-8. “El contacto con la revista Hochland tuvo una importancia decisiva en la formación intelectual de los componentes (…). Aunque en la era del nacionalsocialismo, a partir de 1933, en Hochland ocupan un amplio espacio las cuestiones religiosas, en ellas se aprecia —de un modo más o menos velado, debido a la censura— la lucha contra tendencias nacionalistas y nacionalsocialistas, así como contra el totalitarismo”. García Pelegrín, 2006, p. 21. “(…) un intelectual que tendrá un significado muy especial en el pensamiento de la Rosa Blanca: Theodor Haecker, a quien ya conocían por sus publicaciones en la revista Hochland”. A él “corresponde un puesto clave en el renacer católico en las letras alemanas (…) Hans Scholl se encontrará por primera vez con Theodor Haecker en la casa de Carl Muth; a partir de finales de 1941 y comienzos de 1942 la relación se intensificará. (…) Las cartas que se han conservado de los miembros de la Rosa Blanca testimonian la búsqueda de respuestas a cuestiones fundamentales; esas respuestas las encontraron en los escritos de autores clásicos cristianos, y también en la casa de Carl Muth, en los debates filosófico-teológicos que mantuvieron con este y con Theodor Haecker, que se convirtieron (…) en auténticos «directores de almas» para ellos. Esas conversaciones se intensificarán a comienzos de 1943, como testimonia una carta de Sophie a Fritz Hartnagel – ver (59) –. (…) Kurt Huber – ver (47), (52) y (74) – es el tercer intelectual que desempeñará un papel decisivo en la Rosa Blanca (…) no sólo en el plano teórico, sino que también se verá involucrado en las acciones de resistencia”. García Pelegrín, 2006, pp. 22-24. “En el verano de 1941, el obispo católico de Münster, Clemens von Galen, tomó la trascendental decisión de hablar desde el púlpito contra las políticas nazis. (…) Era la primera vez que el régimen había sido desafiado públicamente y causó sensación. Se enviaron copias de los sermones de forma anónima a los hogares de todo el país, con la súplica de hacer copias y pasarlas. Hans quedó profundamente impresionado por este acto de oposición (…). La copia y circulación de los sermones de von Galen (que Sophie hizo en secreto) le dio la idea de usar panfletos como una forma de expresar una oposición no violenta al régimen que sería difícil de rastrear para la Gestapo. Hans, Sophie, Alex y Willi – ver (38) y (47) – eran lectores voraces (…). Su lectura se convirtió en un medio para dar sentido a la agitación que los rodeaba y les permitió ver que el sistema nacionalsocialista había perdido su reclamo de lealtad de sus ciudadanos. (…) Durante los primeros dos años de la guerra, Hans y Sophie desarrollaron un interés creciente por la filosofía y la teología, que se convirtió para ellos en un mundo alternativo al nacionalsocialismo fascista. En su búsqueda de significado, se toparon con escritores cristianos, antiguos y modernos, y descubrieron respuestas a sus más profundos anhelos. (“Sintiéndose abandonados en un mundo extraño y vacío, que se estaba desgarrando, y descubriendo que el conflicto era insoportable cuando les separaba de amigos y familiares, buscaron la soledad y recurrieron a la oración”. Shrimpton, 2018, p. 9). (…) Los libros, especialmente los prohibidos, llegaron a desempeñar un papel aún más importante en sus vidas”. Shrimpton, 2019a, pp. 3-5. Inge Scholl relata como Platón, Sócrates y San Agustín ejercieron una enorme influencia sobre Hans; también habla sobre el obispo de Münster, Clemens von Galen; en todo ello, se percibe la fuerte influencia religiosa que tenían los Scholl. Inge también nos cuenta como Hans conoció a Carl Muth y la revista Hochland; gracias a él conoció a Alexander Schmorell – del que se hizo íntimo amigo – y, a través de Alex, conoció y se hizo amigo también de Christl Probst; un cuarto amigo se unió después al grupo: Willi Graf. Cuenta también como los cuatro, además, compartían los estudios de medicina – ver (47) –: Scholl, 1994, pp. 23-28. Para saber más sobre las influencias de La Rosa Blanca: Beckmann, 2014, p. 412; Laudo, 2006-2007, pp. 359-363; Shrimpton, 2019b, pp. 4-5; Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 16-19. «(…) el desarrollo religioso de Sophie Scholl y Christoph Probst y cuya motivación cristiana está demostrada de manera concluyente. (…) el cristianismo como motivo central para la acción de La Rosa Blanca y la causa del coraje de sus miembros». Beckmann, 2014, p. 424.
(46) “Desde ese verano (de 1942) y hasta principios de 1943, «La Rosa Blanca» extendió sus folletos contra Hitler y su régimen, primero por Múnich y luego por Baviera, Linz, Salzburgo y Viena”. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. Ver (39) y (57).
(47) “En un principio, solo con el objetivo inicial de la resistencia pasiva, pero según fueron extendiéndose, con la ilusión juvenil de derrocar al gobierno. Un objetivo imposible, dado que la única célula con que contaban la formaban Hans (Scholl), su amigo Alexander Schmorell —ambos habían sido los fundadores —, Christoph Probst, Willi Graf, el profesor Kurt Huber y Sophie, que se había unido al grupo a su regreso de Ulm – ver (35), (37), (38) y (39) –”. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 931. Jens, 2017, p. vi. Shrimpton, 2018, pp. 11-12. “Hans conoció a Alex y Willi mientras estudiaba medicina en la Universidad Ludwig Maximillian de Munich. Eran en parte estudiantes, en parte soldados: estudiantes de medicina durante el período, asistentes médicos en hospitales de campaña en vacaciones”. Shrimpton, 2019a, p. 5. La rosa blanca se originó a partir de amistades individuales, que se convirtieron en un círculo de amigos – ver (41) –. Christoph Probst y Alexander Schmorell habían sido amigos desde sus días escolares. Conocieron a Willi Graf y Hans Scholl durante sus estudios de medicina en 1941/42 en la Universidad de Munich. En mayo de 1942, Sophie Scholl también comenzó a estudiar allí. Junto con otros estudiantes críticos con el régimen, escucharon las conferencias del profesor Kurt Huber. Sin embargo, fue solo este círculo de amigos quienes, junto con Kurt Huber, compusieron y distribuyeron los folletos contra Hitler. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 2. Michalczyk, 1997, pp. 53-54. Scholl, 1994, pp. 38-39. “Los hermanos Hans y Sophie Scholl, de veinticuatro y veintiún años respectivamente, lideraban al grupo, del que formaban parte Christoph Probst, de veintitrés años, que rechazaba la doctrina nazi basándose en su profunda formación cristina y humanista. Probst era hijo de padres separados. Su padre, profesor de sánscrito, que se había vuelto a casar con una judía, se suicidó en 1936 por las presiones a que era sometido. Probst estaba casado y era padre de dos niños. Alexandre Schmorell tenía veinticinco años era hijo de madre rusa y padre alemán y practicaba la religión ortodoxa rusa y, finalmente, Willi Graf, que también tenía veinticinco años, un activista comprometido en las filas del movimiento juvenil católico. Se les unió un profesor de filosofía de ideas conservadoras, Kurt Huber, que tenía cuarenta y nueve años y fue quien preparó los dos penúltimos panfletos – ver Wittenstein, 2004, pp. 201-202 –. El profesor Huber ejerció una gran influencia sobre estos jóvenes estudiantes gracias, sobre todo, a los cursos y conferencias que dio sobre el pensamiento de Leibniz. Algunos estudiantes enseguida mostraron su apoyo al grupo: Traude Lafrenz, enamorada de Hans Scholl, Gisela Schertling, Katharina Schüddekopf y Hubert Furtwängler, además del arquitecto Manfred Eickenmeyer y el pintor Wilhelm Geyer”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 18.
(48) En el mundo universitario la nazificación de la juventud había alcanzado uno de los mayores éxitos. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 16. “En las universidades había muy pocas fuerzas estudiantiles opuestas al nacionalsocialismo. Una amplísima mayoría habían reaccionado favorablemente a los movimientos de Hitler para hacerse con el poder antes de 1933, y las pocas protestas que se habían producido los años previos al inicio de la guerra, las habían protagonizado estudiantes muy comprometidos con la izquierda o fervientes católicos. Y en ambos casos, ya habían sido detenidos. Solo en escasísimas ciudades, y Múnich no era una de ellas, se había intentado una incipiente resistencia organizada, siempre, basada en lanzamientos de octavillas subversivas”. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. “(…) en líneas generales los estudiantes de la Universidad de Munich no estaban de acuerdo con la labor de la Rosa Blanca. Poco después de las primeras ejecuciones – de Shopie Scholl, Hans Scholl y Probst; ver (73) y (76) – tuvo lugar un mitin en la universidad al que acudieron cientos de estudiantes y en la que se le dijo una grandiosa ovación al conserje Jakob Schmid – ver (64) y (88) – por haber ayudado a capturar a los Scholl”. Atwood, 2013, p. 21. “La policía ideológica siempre estuvo en busca de signos de derrotismo, subversión o irreverencia por la autoridad. Independientemente del entusiasmo por el nacionalsocialismo entre los estudiantes, el régimen tenía profundas reservas sobre la existencia de lugares donde se leían libros y se discutían ideas”. Shrimpton, 2018, p. 16.
(49) “A la Gestapo le preocupaba, pero de momento, mientras se mantuviese todo a ese nivel, no lo consideraba una amenaza tan grave como para dedicarle un gran número de efectivos, mucho más necesarios para terminar con otras actividades. Ese fue el mayor error de «La Rosa Blanca», confiarse, subestimar a su enemigo y sobrepasar el límite que se habían impuesto los servicios de seguridad”. Del Rey y Canales, 2014, pp. 93-94. “El grupo se fue formando en el verano de 1942 y, poco a poco, fue adoptando una postura cada vez más enérgica contra Hitler, sobre todo a partir de febrero de 1943, que es cuando fueron repartiendo las dos últimas series de folletos y pintaron eslóganes antinazis por toda la ciudad de Munich, principalmente alrededor de la Universidad. En las pintadas repitieron, hasta setenta veces, la consigna “Abajo Hitler” – ver (60) –. También escribieron en algunos muros “Libertad” y “Hitler, asesino en serie”, o, mejor, “Asesino de masas” (“Massenmürder”)”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 20. Dumbach y Newborn, 2007, pp. 9, 137, 140-141, 212, 216 y 219. Laudo, 2006-2007, p. 356. Wales, 2014, p. 231. Estas pintadas las hicieron: “En tres noches separadas, del 3 al 4, del 8 al 9 y del 15 al 16 de febrero (…) en varias paredes en las calles cercanas a la universidad. (…) Además, la crítica específica al régimen expresada por este grupo nunca antes se había expresado en tiempos de guerra en Alemania de una forma tan pública y accesible”. Holzberg, 2015, pp. 34-35.
(50) Los fundadores de La Rosa Blanca fueron Hans Scholl y su amigo Alexander Schmorell, ambos estudiantes de medicina en la Universidad de Múnich. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. Atwood, 2013, p. 19. Se conocieron en 1941, en la Segunda Compañía de Estudiantes de Múnich. “Mientras preparan los exámenes del primer ciclo de Medicina (Physikum) y comparten su tiempo libre en conciertos, excursiones y conversaciones, nace una amistad que se afianza conforme van constatando que también comparten el rechazo del nacionalsocialismo”. García Pelegrín, 2006, p. 10. “En el proceso que lleva de la resistencia «pasiva» a la «acción» tiene una influencia definitiva el encuentro entre Alexander Schmorell y Hans Scholl; como queda ya dicho, se conocieron mientras seguían estudios de Medicina en Múnich, sometidos a la disciplina de la Compañía de Estudiantes. Después de varios meses de tanteos, Schmorell invita a Hans Scholl a participar en una de las veladas de lectura que organiza en su casa paterna. Su padre, el doctor Hugo Schmorell, era un opositor decidido y ponía su casa a disposición de su hijo y de los amigos de este. Allí leían obras literarias, filosóficas y teológicas; ese círculo era un «oasis» en el que los participantes profundizaban en una cultura abiertamente opuesta a los dictados nacionalsocialistas, sin que ello supusiera empero una actividad de claro matiz político. Durante una de dichas veladas, hacia finales de mayo de 1941, Hans conoce a Christoph Probst – ver (47) y (51) –”. García Pelegrín, 2006, p. 12. Shrimpton, 2018, pp. 11-12. Más sobre Hans Scholl: Jens, 2017, pp. 1-23, 46-64, 104-129, 165-184, 198-205, 213-220, 234-267, 285-290, 297-300, 309-311 (correspondencia que mantuvo y diarios entre 1937 y 1943); Ueberschär y Chaussy, 2013, pp.109-118; Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 35-37. Más sobre Alexander Schmorell: Beckmann, 2014, p. 415. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 32-34; Laudo, 2006-2007, p. 362; Shrimpton, 2019a, p. 2; Ueberschär y Chaussy, 2013, pp. 119-127.
(51) Christoph Probst y Willi Graf – ver (47) –, también estudiantes de medicina en la Universidad de Múnich. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. “Probst había sido educado en un ambiente abiertamente liberal. (…) su rechazo del nacionalsocialismo le venía por su formación liberal. Christoph Probst comenzó a estudiar Medicina en 1939, sometido también él a la disciplina de la Compañía de Estudiantes; al año siguiente contrajo matrimonio con Herta Dohrn, hija de Harald Dohrn, quien a comienzos de los años treinta se había convertido al catolicismo y más tarde simpatizaría con la Rosa Blanca”. García Pelegrín, 2006, pp. 12-13. Más sobre Christoph Probst: Beckmann, 2014, p. 415; Ueberschär y Chaussy, 2013, pp.128-135; Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 29-31. “Willi Graf, quien se une a ellos en junio de 1942”. A diferencia de los demás, “era católico practicante (…) Comenzó a estudiar Medicina en 1937 en Bonn; a principios de 1938, por su rechazo de las juventudes hitlerianas y por pertenecer a un grupo juvenil católico prohibido por el régimen, la Gestapo le apresó junto con otros 17 compañeros y le retuvo tres semanas en prisión preventiva. Esa experiencia cimentaría su rechazo del nacionalsocialismo”. García Pelegrín, 2006, p. 13. Más sobre Willi Graf: Ueberschär y Chaussy, 2013, pp. 146-151; Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 20-22; Shrimpton, 2019a, pp. 2-3. Así, “la mayoría de los integrantes de la Rosa Blanca estudiaba medicina en la Universidad de Munich”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 18.
(52) Kurt Huber – ver (47) –. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. “Estudió Filosofía y Musicología en Munich, donde después del doctorado comenzó a desempeñar su actividad docente. (…) Como la revista Hochland – ver (45) –, sus clases estaban salpicadas de alusiones, no exentas de ironía, por ejemplo cuando hablaba de Spinoza, autor prohibido por los nazis (…). Tanto Willi Graf – ver (51) – como Sophie Scholl acudían a sus clases; Hans pidió permiso para asistir «con algunos amigos» de la Facultad de Medicina. Se trataba de un curso sobre la filosofía de Leibniz, sobre quien estaba escribiendo un libro. (…) A pesar de acudir a sus clases, los miembros de la Rosa Blanca no tenían trato personal con su profesor; la primera vez que coincidieron fuera de las aulas fue el 3 de junio de 1942, en una velada literaria en casa de la pianista Gertrud Mertens; el marido de ésta, profesor de Medicina, era un decidido opositor del régimen; el matrimonio Mertens estaba relacionado con Haecker y Muth – ver (45) –. Además de los estudiantes, estaba presente también Heinrich Ellermann, antiguo profesor de Christoph Probst – ver (51) –, y un antiguo actor de teatro, convertido al catolicismo: Sigismund von Radecki”. García Pelegrín, 2006, pp. 24-25. Más sobre Kurt Huber: Ueberschär y Chaussy, 2013, pp. 152-158; Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 23-25.
(53) Ver (38), (39) y (47).
(54) “En la segunda mitad de junio (de 1942, antes del día 27), aparece en Múnich la primera Hoja de la Rosa Blanca (…). Hasta el 12 de julio de 1942 aparecerán en Múnich otras tres Hojas más”. García Pelegrín, 2006, p. 27. Después de sus experiencias en el frente y los informes que recibían de amigos sobre los asesinatos en masa en Polonia y Rusia, leer y discutir ya no eran suficientes para ellos. En junio de 1942, Alexander Schmorell y Hans Scholl tomaron medidas. Escribieron, duplicaron y enviaron los primeros cuatro panfletos de La Rosa Blanca. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 3. Ver (37). “(…) lo más probable, como afirma la mayoría de los autores, es que en el momento de llegar a Múnich, Sophie no supiera aún que tanto su hermano Hans como Alexander Schmorell —posiblemente con conocimiento de Christoph Probst y de Willi Graf— han tomado ya una decisión que va a marcar el resto de sus vidas: pasar de la resistencia «pasiva» a la acción”. García Pelegrín, 2006, p. 15. “Sophie apenas llevaba seis semanas en Munich cuando sucedió algo increíble en la universidad. Los folletos (el primer panfleto de La Rosa Blanca) fueron entregados de mano en mano, folletos extraídos de un duplicador. Sophie aplaudió en secreto cuando se enteró. (…) Por fin alguien se había atrevido a hacer algo. (…) Estas palabras le parecieron extrañamente familiares a Sophie”. Así, Sophie sospechó que detrás de los panfletos estaba Hans. “Unos minutos después estaba en la habitación de Hans”. Se puso a husmear, hasta que confirmó sus sospechas. En un principio, sintió miedo, pues Hans “había cruzado los límites (…). No había vuelta atrás para él. Finalmente, llegó Hans”. Sophie le preguntó directamente por los panfletos. Scholl, 1994, pp. 39-42. “(…) Cuando Hans regresó a su habitación, Sophie se puso frente a él y le mostró el panfleto (el primero). ¿Tenía él algo que ver con eso? De hecho, él lo había escrito, pero al principio no lo admitió y le dijo a Sophie que «en estos días es mejor no saber ciertas cosas para no poner en peligro a otras personas», pero Sophie insistió y, antes de terminar la conversación, Hans no solo le había contado todo lo referente a su propia implicación, sino que le había dado permiso para que se uniera a la Rosa Blanca. Con Sophie ayudándole, los seis miembros principales de la Rosa Blanca crearon y distribuyeron tres folletos más a lo largo del verano de 1942”. Atwood, 2013, p. 18. “En el siguiente período, aparecieron tres hojas más de la Rosa Blanca en cortos intervalos. También aparecieron fuera de la universidad, revoloteando aquí y allá en los buzones de todo Munich. Y también se extendieron en otras ciudades del sur de Alemania”. Scholl, 1994, p. 42. Ver (39) y (46). Una vez que Sophie se enteró de los folletos, participó tanto como pudo en la producción de los dos últimos y su distribución en varias ciudades del sur de Alemania. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 40. Más sobre los cuatro primeros panfletos en: Michalczyk, 1997, pp. 50-51.
(55) Martínez-Markus, 2012, pp. 45-58. “La Rosa Blanca (…) reunió un centenar de jóvenes”. Laudo, 2006-2007, p. 365. “(…) los miembros más activos de la Rosa Blanca eran un total de apenas seis personas – ver (47) –”. Atwood, 2013, p. 19.
(56) A fines de julio de 1942, durante el receso del semestre, el grupo sirvió en el frente oriental. Más tarde, en otoño, regresaron de Rusia y reasumieron sus actividades de resistencia. Beckmann, 2014, p. 410. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 3. Shrimpton, 2019b, p. 2. “(…) la importancia de la ‘experiencia de Rusia’ para las actividades de resistencia siempre juega un papel importante en las últimas publicaciones de la Rosa Blanca”. Beckmann, 2014, p. 411. “Desde finales de julio hasta principios de noviembre de 1942, Alex, Hans y Willi sirvieron en el frente ruso. Asqueados por lo que presenciaron allí, regresaron a Múnich decididos a escribir más folletos y esta vez a distribuirlos por miles en Alemania y Austria”. Shrimpton, 2019a, p. 8. “En julio de 1942, Hans Scholl, Willi Graf, Alex Schmorell, Jürgen Wittenstein (uno de los pocos supervivientes de La Rosa Blanca, cuyo testimonio también he usado como fuente: Wittenstein, 2004; podéis leer cómo logró sobrevivir en: Wittenstein, 2004, pp. 206-207) y otros —todos ellos estudiantes de medicina— recibieron órdenes de pasar el descanso de semestre trabajando como médicos en el frente ruso, la zona de guerra entre Alemania y Rusia. Esto significaba que el trabajo de la Rosa Blanca tenía que detenerse temporalmente, y las máquinas de reproducción fueron desmanteladas y escondidas. Cuando los jóvenes médicos regresaron en noviembre de 1942, tenían una nueva visión de la guerra. A pesar de la propaganda alemana que había estado proclamando gloriosas victorias en Rusia, los jóvenes médicos habían visto la realidad, el ejército alemán estaba exhausto y estaba siendo derrotado por los soviéticos. De camino al frente ruso, habían visto las espantosas condiciones del gueto de Varsovia, el lugar en el que miles de judíos polacos morían lentamente de hambre”. Atwood, 2013, pp. 19-20
(57) “Ahora, más decididos que nunca a derrocar al gobierno nazi, los miembros de la Rosa Blanca escribieron rápidamente el quinto folleto. Querían dar la impresión de que la Rosa Blanca formaba parte de una red mucho más grande, así que se subieron a trenes y enviaron los panfletos —una cantidad un 20 por ciento superior a la de cualquier envío anterior— a muchas y desde muchas ciudades distintas de Alemania”. Atwood, 2013, p. 20. “Había una casa trasera con un amplio estudio cerca del apartamento de mi hermano. Un artista muy cercano a los amigos lo había puesto a su disposición cuando él mismo tuvo que ir al frente. Nadie más vivía en la casa. Aquí se encontraron a menudo. Y a veces se juntaban de noche y trabajaban horas y horas en el sótano del estudio en la máquina duplicadora. Fue una gran prueba de paciencia sacar miles y miles de hojas de papel, pero también fue una gran satisfacción salir finalmente de la inactividad y la pasividad (…). Pero esta alegría fue eclipsada por la preocupación sobrehumana – ver (58) –. Otro trabajo importante además de la producción de folletos fue su distribución. Debían llegar a la mayor cantidad de ciudades posible (…) lo más lejos posible. Nunca habían hecho algo así antes. (…) Los empacaron en maletas y condujeron sus mercancías peligrosas a las grandes ciudades del sur de Alemania para distribuirlos allí: a Frankfurt, Stuttgart, Viena, Friburgo, Saarbrücken, Mannheim y Karlsruhe. Tuvieron que poner su equipaje en algún lugar discreto del tren, tuvieron que pasarlo a través de las numerosas franjas de la Wehrmacht, la policía criminal o incluso la Gestapo que revisaban los trenes y, a veces, las maletas. (…) Alegría y la sensación de éxito, pena y preocupación, dudas y riesgos, así fueron sus días. (…) pensaron Hans y sus amigos, que una célula tras otra debería emerger en las grandes ciudades, desde las cuales el espíritu de la resistencia debería extenderse a todos los lados”. Scholl, 1994, pp. 48-54. Para conocer más sobre su estancia en Rusia y su regreso a Múnich, cuando se intensificó la actividad del grupo, durante el invierno de 1942 a 1943: García Pelegrín, 2006, pp. 33-45, Martínez-Markus, 2012, pp. 59-72 y Wittenstein, 2004, pp. 199-201. Ver (59).
(58) Scholl, 1994, p. 48.
(59) Ver (57). “En enero de 1943, Sophie inmersa por completo en las actividades de la resistencia, se dedicó a la redacción y distribución de la quinta hoja (llamada «¡Llamamiento a todos los alemanes!» – ver (60) –. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 3; Scholl, 1994, pp. 92-93) mientras su novio combatía en Stalingrado (Fritz Hartnagel, al que había conocido en un baile en 1937, cuando ella tenía 16 años y él 20; en 1940, cuando Sophie terminó su paso por la BDM, él ya estaba en el frente. Era uno de los alumnos de la escuela de oficiales que habían sido enviados desde el primer momento a la campaña de Polonia para hacerse con experiencia de cara al futuro. Del Rey y Canales, 2014, p. 92; Mayor Ferrándiz, 2012, p. 24. Las cartas que Sophie le enviaba le ayudaron a cambiar su visión sobre el nazismo. Shrimpton, 2018, pp. 4-5. “El 20 de mayo, Sophie y Fritz Hartnagel se vieron en Munich, por última vez, y como regalo de despedida le dio dos volúmenes de sermones de Newman”. Shrimpton, 2018, p. 16). Le fue relativamente sencillo repartirla y esquivar a las patrullas de la policía, para las que no resultaba sospechosa una joven de sus características”. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. “(…) el estereotipo de la esposa pasiva y confinada en el hogar – ver (15) – posiblemente protegía a las mujeres del escrutinio oficial, ya que las autoridades no sospecharon de inmediato a las mujeres de actividades subversivas. (…) los nazis veían a las mujeres como estúpidas y solo aptas para ser buenas amas de casa y madres”. Wales, 2014, p. 227. “Un colaborador de la Rosa Blanca dijo más tarde que Hans Scholl y Alexander Schmorell eran las mentes de la Rosa Blanca (porque eran los principales autores), pero que Sophie era el corazón. Ella ayudaba a copiar, distribuir y enviar los folletos, y también estaba a cargo de la financiación del grupo, que implicaba comprar papel y sellos en muchas oficinas de correos distintas para no levantar sospechas”. Atwood, 2013, p. 19. “Con su apariencia dulce, de muchacha sencilla y aniñada, bondadosa, inofensiva y tímida y su discreto atractivo, Sophie Scholl se encargaba de trasladar a otras ciudades propaganda y escritos del movimiento y ayudar a conformar células antinazis a nivel nacional. Al mismo tiempo, se buscaba, al enviar los sobres desde distintas ciudades, dar la sensación de que la Rosa Blanca era un grupo muy grande, una inmensa red que se extendía por muchos lugares de Alemania. Pronto la Gestapo, policía política nazi, orientó sus investigaciones contra el grupo aunque, de momento, no contaba con ninguna pista concreta”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 28.
(60) Michalczyk, 1997, pp. 51-53. “La sexta hoja (podéis leerla en alemán en Scholl, 1994, p. 94) ya estaba impresa a principios de febrero, cuando regresó a Múnich tras visitar a sus padres en el domicilio familiar. Como la anterior, se distanciaba mucho de las cuatro primeras. Ya no hacía referencia a textos literarios ni desprendía un mensaje de tipo intelectual. De forma precisa, y con un alto contenido político, se refería a la desesperada situación militar tras el desastre de Stalingrado, y llamaba a la lucha activa contra el estado nacionalsocialista, cuyos crímenes especificaba”. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. “Hans fue a trabajar el doble. Noche tras noche, pasaba con sus amigos y Sophie en el sótano del estudio, con la máquina duplicadora – ver (57) –. El dolor y la angustia en Stalingrado no debían desaparecer en la rutina gris e indiferente de la vida cotidiana, hasta que no hubiera señales de que los alemanes no estuvieran dispuestos a aceptar ciegamente que esta guerra era asesina”. Scholl, 1994, p. 56. Los dos últimos panfletos “presentan notables diferencias respecto de las cuatro primeras: estas se centraban en la inmoralidad del nacionalsocialismo; un peso específico — especialmente en la segunda— correspondía al genocidio frente a los pueblos ruso y judío; ahora, tras la experiencia de Stalingrado, las Hojas se dirigen a capas más amplias de la población. También se dedican a diseñar el posible futuro, democrático, de Alemania tras la caída del régimen nazi. Estilísticamente presentan asimismo diferencias respecto de las cuatro primeras (…) que eran «excesivamente filosóficas»: las largas frases de las primeras cuartillas dejan paso a un estilo más directo. La quinta Hoja lleva por título Hojas del movimiento de resistencia en Alemania (‘Resistance Movement in Germany’; Shrimpton, 2019b, p. 10) y comienza con un «Llamamiento a todos los alemanes». (…) Una vez pasadas a máquina las dos cuartillas, se hectografiaban accionando la manivela a mano, de modo que quedaban impresas en una hoja, por las dos caras, del mismo modo que las cuatro primeras hojas. Sólo que ahora el número de ejemplares era muy superior”. García Pelegrín, 2006, pp. 52-53. Cuando la Gestapo interrogó a Willi Graf – ver (47) y (51) – detalló el modo en que se reprodujeron; podéis leerlo en García Pelegrín, 2006, pp. 53-58. A finales de enero de 1943, la batalla por Stalingrado terminó en desastre. Solo en el lado alemán, unos 230,000 soldados habían perdido la vida, unos 1,000,000 de rusos habían muerto. Después de Stalingrado, la resistencia en los países europeos ocupados se fortaleció. Para los miembros de la Rosa Blanca, esto fue un incentivo para presentar su último folleto: «¡Compañeros estudiantes!» En Hamburgo, Saarbrücken, Ulm, Friburgo, Stuttgart, Berlín, los amigos trabajaron en pequeños grupos, distribuyendo folletos y manteniendo contacto. «¡Abajo Hitler!» y «¡Libertad!» – ver (49) – podía leerse en las paredes de la Universidad y otros edificios en Munich los días 3, 8 y 15 de febrero de 1943. Alexander Schmorell, Hans Scholl y Willi Graf habían escrito esos lemas durante la noche. Los internos del campo de concentración de Dachau escucharon estas «voces de libertad», como informarían después de la guerra, y apenas podían creer que provenían de jóvenes alemanes. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 3. Shrimpton, 2019b, pp. 2-3. Para conocer más sobre cómo les afectó la situación y el desastre de Stalingrado y cómo retomaron sus actividades tras volver a Múnich: García Pelegrín, 2006, pp. 46-51. Martínez-Markus, 2012, pp. 73-90. Shrimpton, 2019b, pp. 10-11.
(61) Estas bellas palabras pertenecen al sexto panfleto – ver (60) –. “Eran unas magníficas palabras que a partir de la década de 1970 utilizaron los alemanes para intentar lavar su conciencia y convencer al resto de países que había existido un movimiento interno de resistencia”; aunque en verdad, como hemos visto, realmente eran cuatro gatos – ver (47) y (48) –. Del Rey y Canales, 2014, p. 93. “El sacrificio inconcebible e injustificable de esos miles de jóvenes alemanes en Stalingrado fue el estímulo para que el profesor Huber redactara un sexto folleto a petición de Hans. Al contrario de lo que puede haber leído, ahora se sabe que este folleto ha sido escrito completamente por Kurt Huber”. Wittenstein, 2004, p. 203.
(62) «Sophie llevó dos mil copias a Ulm – ver (59) –, donde, con la ayuda de tres amigos, estableció una base de distribución en la Iglesia Luterana. (…) luego llevó folletos a Stuttgart y Augsburg (…). Esto estaba totalmente de acuerdo con los planes de Hans de establecer células en las grandes ciudades y fomentar un espíritu de rebelión en todas partes. Una vez cumplida su misión, los estudiantes regresaron a Múnich el 28 de enero y esa noche asistieron juntos a un concierto de violonchelo. Posteriormente, Hans, Sophie y Willi salieron a las calles con maletas y mochilas cargadas de folletos, cada uno por separado para distribuir su carga; durante dos o tres horas distribuyeron alrededor de 3500 folletos en un área de 10 millas cuadradas centrada en la estación principal de trenes. Después de esto y las tres operaciones de graffiti – ver (49) y (60) –, la Gestapo aumentó el tamaño de su equipo de agentes que trabajan en el caso y puso a la Universidad bajo vigilancia las 24 horas”. Shrimpton, 2018, pp. 20-21. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 933. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. Jens, 2017, pp. 311-312. Laudo, 2006-2007, p. 356. Mayor Ferrándiz, 2012, pp. 20 y 28. Shrimpton, 2019b, p. 3. “(…) desde enero de 1943 la Gestapo había intensificado la búsqueda de los autores de las Hojas (…) comenzaran a aparecer, en Múnich y otras ciudades del sur de Alemania, «panfletos» llamando al derrocamiento del régimen (lo que) impulsó a la Gestapo a estrechar el cerco de los componentes del movimiento de resistencia”. García Pelegrín, 2006, pp. 59-60.
(63) Del Rey y Canales, 2014, p. 94. El 18 de febrero “Hans y Sophie llevaron una gran maleta llena de copias del sexto panfleto de la Rosa Blanca a una sala de lectura de la Universidad de Munich (lo hicieron por su cuenta, sin consensuarlo con los demás; Wittenstein, 2004, p. 203). Colocaron montañas de folletos en el exterior de las aulas, sobre las repisas de las ventanas y sobre la larga escalera que llevaba hasta la planta principal (tuvieron 45 minutos para hacerlo; Wittenstein, 2004, p. 203). Acababan de salir del edificio cuando Sophie se dio cuenta de que todavía quedaban unos cien folletos más en su maleta. Volvieron a entrar, subieron las escaleras hasta el rellano superior del patio interior de la universidad, y lanzaron al aire los folletos que les quedaban justo en el momento en el que los estudiantes salían de las aulas. Esta sería la última cosa que harían como alemanes libres”. Atwood, 2013, p. 20.
(64) Barrenetxea Marañón, 2011, p. 933-935. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 28. “Un conserje llamado Jakob Schmid, un nazi, les vio en el rellano superior justo en el momento en el que los folletos tocaban el suelo. Siguió a Sophie y a Hans mientras trataban de mezclarse con la multitud de estudiantes que salían, y se aseguró de que ambos fueran arrestados”. Atwood, 2013, p. 20. “Poco después de las 10 de la mañana, Sophie y Hans Scholl salen de la casa que comparten en la Franz Josefstrasse. Son casi las 11 cuando llegan al edificio central de la Universidad —el mismo que hay en la actualidad, situado en la plaza que hoy lleva su nombre—, justo antes de que concluyan las clases. (…) Hans y Sophie sacaron de la maleta los más de mil ejemplares de la sexta Hoja, y los repartieron por las ventanas, la balaustrada de la escalera y delante de las aulas. Cuando iban a abandonar ya el edificio vieron que la maleta no estaba aún vacía; como las clases no habían terminado todavía y no se veía a nadie, subieron a la segunda planta, desde donde arrojaron los últimos ejemplares por el hueco de la escalera. En ese momento apareció un bedel o mozo de la Universidad, Jacob Schmied, que gritó: «Están detenidos»; al mismo tiempo se abrieron las puertas de las aulas y cientos de estudiantes salieron de estas. Hans y Sophie intentaron mezclarse entre los otros estudiantes, pero Schmied les alcanzó y volvió a gritar: «Están detenidos»”. García Pelegrín, 2006, pp. 60-62. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 945. “Hans y Sophie pudieron llenar una maleta con folletos antes de ir a la universidad. (…) como las salas de conferencias debían abrirse en cuestión de minutos, rápidamente decidieron colocar los folletos en los pasillos y vaciar el resto de sus maletas desde el segundo piso hasta el vestíbulo de la universidad. Pero ella había visto dos ojos (…) Eran los ojos del bedel y todas las puertas de la universidad se cerraron de inmediato. Esto selló el destino de los dos. La Gestapo rápidamente alarmada llevó a mis hermanos a su prisión, el famoso Palacio Wittelsbach. Y ahora comenzaron los interrogatorios. Días y noches, horas tras horas. Aislados del mundo, sin conexión con amigos y sin saber el uno del otro – ver (65) –”. Scholl, 1994, pp. 56-57.
(65) Mientras distribuía copias del sexto folleto en la Universidad de Múnich el 18 de febrero de 1943, Sophie fue arrestada. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 40. “El 18 de febrero, tras arrojar los panfletos en el atrio de la universidad y ser retenida por un bedel, Sophie logró convencer a su primer interrogador, el experimentado inspector Robert Mohr, de su inocencia. O por lo menos de su nula participación en todo lo que no fuera la distribución de la hoja”. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. “(…) Inmediatamente sonaron las sirenas de alarma y las salidas del edificio quedaron cerradas. Condujeron a Hans y Sophie al despacho del rector, adonde acude poco después Robert Mohr, que dirige la comisión especial de la Gestapo encargada del caso. (…) El primer interrogatorio duró 17 horas: el resto del jueves y la noche del jueves al viernes. Inicialmente, Sophie y Hans negaron toda participación en los hechos, con tal decisión que Mohr casi quedó convencido de ello”. García Pelegrín, 2006, pp. 60-62. Holzberg, 2015, p. 33. “La acción de la Gestapo será muy rápida y eficaz”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 945. Podéis leer los interrogatorios de Sophie, Hans y Christoph en: Ueberschär y Chaussy, 2013, pp. 213-225.
(66) “Mohr – ver (65) – tenía 46 años, llevaba 24 en la policía bávara y había tenido que hacerse miembro del NSDAP, como todos los funcionarios, para no perder su trabajo. En 1947 fue detenido por los franceses, pero ni siquiera fue juzgado por pertenecer a la Gestapo. Cuatro años más tarde Robert Scholl – ver (3) y (36) –, el padre de Sophie, publicó un informe en el que aseguraba que Mohr había intentado salvar a su hija, pero que le había resultado imposible”. Del Rey y Canales, 2014, p. 344. «(…) la Gestapo actuará contra Sophie, aunque Mohr en algún momento del interrogatorio termina admitiendo que Sophie y sus compañeras solo usaron medios pacíficos y demostraron tener en el fondo la seguridad del pueblo alemán». Pattoni, 2013, p. 326. Más sobre Mohr en: Ueberschär y Chaussy, 2013, pp. 173-184.
(67) “Robert Mohr había intentado que se distanciara de las actividades de su hermano; quiso persuadirla para que declarara que sólo había obrado así por ayudarle, pero sin estar ideológicamente convencida. Sophie se dio cuenta de qué pretendía Mohr con ello: conseguir una sentencia menos rígida. Sin embargo, no estaba dispuesta a pagar el precio que eso significaba: traicionar sus ideas”. García Pelegrín, 2006, p. 63. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 935-943. Pattoni, 2013, p. 328. Precisamente en la película Sophie Scholl: Los últimos días – ver (2) y (94) –, entre las escenas más emblemáticas se encuentra el largo interrogatorio de Sophie en prisión, en el palacio Wittelsbach de Munich – ver (64) –, por el funcionario de la Gestapo, Robert Mohr. Pattoni, 2013, pp. 320-323.
(68) Scholl, 1994, p. 59.
(69) Inge Scholl explica como Sophie, mientras estuvo detenida, no dejaba de pensar en el resto de sus compañeros: tenía que evitar como fuese que los detuviesen también. “Todos los que entraron en contacto con ellos en esos días, los compañeros prisioneros, los sacerdotes de la prisión, los guardias de la prisión, incluso los oficiales de la Gestapo, se vieron profundamente afectados por su valentía y la nobleza de sus actitudes”. Scholl, 1994, p. 57. “Ahora solo una cosa era posible: ser cuidadoso y sobrio para asegurar que se involucraran la menor cantidad posible de personas”. Hubo una fuerte conexión entre Hans y Sophie – a pesar de que no tuvieron contacto alguno entre ellos –: ambos decidieron asumir toda la culpa, para salvar a los demás. Scholl, 1994, p. 58. “Las medidas tomadas por la policía para evitar que intentaran suicidarse eran casi ridículas (…) un compañero de prisión siempre tenía que estar cerca de ellos para que no aniquilaran sus vidas ellos mismos”. Scholl, 1994, p. 59. “A partir del momento de la detención, los acontecimientos se sucedieron precipitadamente: aislamiento de los detenidos, una serie de largos interrogatorios sin casi interrupción para obtener las correspondientes declaraciones oficiales y una serie de medidas tomadas por la policía para prevenir que se suicidaran”. Laudo, 2006-2007, p. 356. “En la celda donde (Sophie Scholl) estuvo detenida, tuvo como compañera a Elsa Gebel – para saber más sobre Gebel: Ueberschär y Chaussy, 2013, pp. 167-172 –, al servicio de la Gestapo y que tenía como misión conseguir su confesión y la delación de otros colabores de la Rosa Blanca. En el filme – ver (2) y (94) –, Elsa le indica que está ahí para que no te suicides. Sin embargo, tras la muerte de Sophie, en los hechos verídicos, envió una carta a sus padres relatándoles los últimos días de su hija y expresó su admiración por ella, al haberle hecho cambiar de forma de pensar”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 946.
(70) “Dos días después, acabado el brutal interrogatorio al que se sometió a Hans, el peso de las pruebas contra todo el grupo era abrumador”. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. “(…) el registro de la casa de Hans y Sophie sacó a la luz pruebas concluyentes (…) Hans no tuvo más remedio que confesar; al saber que lo ha hecho él, también Sophie se declara autora de las Hojas. (…) una clara estrategia: asumir toda la responsabilidad de los hechos, sin involucrar a los demás componentes de la Rosa Blanca – ver (69) –; cuando resulte patente que para algunas actividades precisaron ayuda, limitarán está a la cooperación de una única persona: Alex Schmorell – ver (38), (47) y (50) –”. García Pelegrín, 2006, pp. 62-63.
(71) «Pregunta de cierre: Durante los dos días del interrogatorio, hemos discutido, aunque solo sea de manera despectiva, diferentes cuestiones políticas e ideológicas. Después de estas discusiones, ¿no ha considerado que su forma de actuar y sus actividades con su hermano y otras personas, especialmente en esta etapa de la guerra, deben considerarse un crimen contra la comunidad y aún más ahora que nuestras tropas se enfrentan a combates difíciles y duros en el Este, y que este crimen merece la más fuerte condena? Respuesta: Desde mi punto de vista, la respuesta a esta pregunta debe ser no. Todavía creo que he hecho lo mejor que pude por mi gente. Es por eso que no me arrepiento de la forma en que actué y estoy lista para enfrentar las consecuencias resultantes de lo que he hecho». Sophie Scholl, protocolo de interrogatorio de la Gestapo, 20 de febrero de 1943. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 40. La cita que he usado en el artículo – que es la misma – la he cogido textual de: García Pelegrín, 2006, p. 63.
(72) García Pelegrín, 2006, pp. 6-9. Jens, 2017, p. 312. Laudo, 2006-2007, p. 357. Martínez-Markus, 2012, pp. 91-100. Mayor Ferrándiz, 2012, pp. 20-21. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 40. El 22 de febrero de 1943 – cuatro días después de la detención de Sophie Scholl –, Sophie Scholl, su hermano Hans y su amigo Christoph Probst se enfrentaron al juicio, ante el Tribunal Popular, dirigido por los nazis, del Palacio de Justicia de Munich. Atwood, 2013, p. 16. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. “Los Tribunales del Pueblo fueron creados el 21 de marzo de 1933 con idea de proteger al nuevo régimen. Su papel cobró una nueva dimensión cuando empezó a actuar frente a todos esos delitos en los que cualquier crítica tanto al régimen o al partido, eran castigados con penas muy severas”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 948.
(73) “(…) se le imputan los cargos de alta traición, ayuda al enemigo y desmoralización de las tropas; la pena máxima que se impone a dichos cargos es la pena de muerte. Ese escrito de acusación se redactó en Berlín (podéis leerlo en: Dumbach y Newborn, 2007, pp. 207-213), donde esa misma mañana del viernes 19 de febrero se informaba al ministro de Justicia Thierack de que habían sido apresadas «diversas personas que han distribuido panfletos en la Universidad y en la calle». (…) La vista queda fijada para el lunes 22 de febrero, a las 10 de la mañana. Los nazis tienen prisa: la rapidez con que se suceden los hechos no tiene parangón en la justicia alemana; a Hans y Sophie no se les da la posibilidad de nombrar abogado, y su defensor de oficio no muestra ni siquiera interés para solicitar un retraso. (…) a las 12:45 horas, Freisler pronuncia la sentencia, la pena de muerte”. García Pelegrín, 2006, pp. 63-65. “El juez que iba a decidir sobre su caso, Roland Freisler (encargado de ser uno de los artífices de pervertir el espíritu de la justicia a favor de la voluntad del ideario nazi, fue traído desde Berlín para juzgar a los Scholl y a Christian Probst. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 949), de repente entró en la sala pavoneándose y vestido con la toga roja. El juez Freisler era conocido como el juez de la horca porque aplicaba la pena de muerte a casi todos los que juzgaba en su tribunal. Este juicio, cuya audiencia estaba formada por leales al Tercer Reich de Hitler, parecía que no iba a ser una excepción. El juez Freisler abrió el procedimiento con un furioso y enloquecido alegato, haciendo grandes aspavientos con su toga y clamando que los acusados eran culpables de traición, conspiración, de no ayudar a las fuerzas armadas adecuadamente para proteger al Tercer Reich, ayudar al enemigo, y dañar y debilitar la voluntad del pueblo alemán. Los acusados no tuvieron oportunidad de hablar en su nombre”. Atwood, 2013, pp. 16-17. Laudo, 2006-2007, p. 357. Más sobre el juez Freisler en: Ueberschär y Chaussy, 2013, pp. 185-194. “Tras la farsa de juicio los tres son condenados a la pena capital, y cinco horas después de emitirse la sentencia serían ejecutados”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 950. “El día 22 de febrero de 1943, la primera es ser ejecutada fue Sophie Scholl. A continuación fue decapitado Christoph Probst y, finalmente, el último en morir fue Hans, en la prisión de Stadelheim, por el verdugo Johann Reichhart, que era otro nazi fanático que consiguió elevar su salario de 3.000 marcos anuales a 43.000 marcos al año. Antes de morir Hans Scholl gritó con toda la fuerza de su voz para poder ser oído por toda la cárcel ¡Viva la libertad!”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 30. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 951. Dumbach y Newborn, 2007, p. 161. Podéis leer la sentencia de Hans y Sophie Scholl y Christoph Probst (22 de febrero de 1943) en: Dumbach y Newborn, 2007, pp. 214-217 o en Scholl, 1994, pp. 105-108. Inge Scholl explica como la sentencia y la ejecución de sus hermanos fue algo absolutamente precipitado; después, la familia se enteró de que “esa rapidez” era una manera de que el juez se colgase una medalla. “Los tres jóvenes acusados se sentaron en silencio, erguidos y muy solos. Dieron sus respuestas libre y deliberadamente. Sophie dijo una vez (dijo muy, muy poco más): ‘Mucha gente piensa lo que dijimos y escribimos. Simplemente no se atreva a decirlo’ (Dumbach y Newborn, 2007, p. 157; ‘mucha gente piensa como nosotros, solo que no se atreven a hablar’; Wales, 2014, p. 231). La actitud y el comportamiento de los tres acusados era de tal nobleza que ellos mismos hechizaron a la multitud hostil. Cuando mis padres entraron, el juicio estaba llegando a su fin y solo pudieron escuchar las condenas de muerte. (…) Todos sus pensamientos ahora solo están dirigidos a hacer una petición de piedad y ver a sus hijos. (…) Mi hermano menor rápidamente avanzó hacia los tres después del juicio y les estrechó la mano. (…) No habían tratado de salvarse intentando fingir ante los jueces que tenían actitudes nazis (…). Los tres fueron trasladados a la gran prisión de Munich-Stadelheim, que se encuentra al lado del cementerio al borde del bosque de Perla. Allí escribieron sus cartas de despedida («(…) agradecieron a sus padres por el amor y la calidez que habían brindado a sus hijos toda su vida, y les pidieron perdón por el dolor y la desesperación que estaban causando. Dijeron que no podrían haber actuado de otra manera, y estaban seguros de que sus padres entenderían, y que el futuro justificaría sus acciones. (…) Sophie también le escribió a Inge y le pidió que le enviara sus últimos saludos a Carl Muth, y para expresar su profunda y eterna admiración por él. La última carta que escribió fue para Fritz Hartnagel – ver (59) – (…). La Gestapo nunca envió ninguna de estas cartas». Dumbach y Newborn, 2007, pp. 153-154). (…) mis padres habían logrado milagrosamente visitar a sus hijos nuevamente (…). Se apresuraron a la prisión entre las 4 p.m. y las 5 p.m. Todavía no sabían que esta era definitivamente la última hora de sus hijos. Hans fue llevado ante ellos primero. (…) Mi padre lo abrazó y dijo: ‘Pasarás a la historia, todavía hay justicia’. (…) Sophie fue llevada allí por un sargento. Llevaba su propia ropa y caminaba lenta, tranquila y muy erguida (La puerta del patio se abrió. Al otro lado del camino había un pequeño edificio con la guillotina. Sophie fue la primera en irse. Caminó erguida por el patio, escoltada por los guardias. Ella entró en el edificio. Eran las cinco de la tarde, tres horas después de que terminara el juicio. Hubo un sonido pesado. Se terminó. Dumbach y Newborn, 2007, p. 161). (Se despidió de su familia) Luego también se fue, libre, sin miedo, tranquila. Con una sonrisa en su rostro. (…) Luego se los llevaron, primero la niña. Ella se fue sin pestañear. (…) El verdugo dijo que nunca había visto a nadie morir así. Y antes de poner su cabeza en el bloque, Hans gritó en voz alta (…): ‘Viva la libertad’. (…) Desaparecieron silenciosa y casi secretamente en la tierra del cementerio Perlach”. Scholl, 1994, pp. 61-64.
(74) En un segundo juicio posterior, fueron condenados a muerte y ejecutados: Willi Graf, el profesor Kurt Huber y Alexander Schmorell. Scholl, 1994, p. 12. “Habría más arrestos, encarcelamientos y ejecuciones para aquellos que habían estado implicados, pero a partir de aquel triste día la Rosa Blanca dejó de existir”. Atwood, 2013, p. 21. “En abril hubo un segundo juicio contra otros catorce miembros de la organización. Willi Graf, Kurt Huber y Alexanderplatz Schmorell fueron condenados a muerte (“Huber será condenado el 19 de abril de 1943, en el segundo juicio contra la Rosa Blanca, con Alexander Schmorell y Willi Graf; será ejecutado el 13 de julio de 1943”. García Pelegrín, 2006, p. 24), los demás, a penas de prisión (“El 19 de abril de 1943, Roland Freisler vuelve a Múnich, para presidir un nuevo proceso contra miembros de la Rosa Blanca. Catorce personas se encuentran en el banquillo; tres de ellos están acusados de alta traición: Kurt Huber, Willi Graf y Alex Schmorell. A otros diez se les imputa complicidad en acciones subversivas. Contra los tres acusados principales, Freisler dictó sentencia de muerte; los demás fueron condenados a diversas penas privativas de libertad, entre seis meses y diez años; sorprendentemente, Falk Harnack —también acusado en este proceso— fue absuelto, por falta de pruebas”. García Pelegrín, 2006, pp. 65-66). Para saber más sobre Falk Harnack : Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 48-51. “(…) en un segundo juicio, lo supimos el Viernes Santo en prisión, el Tribunal Popular dictó otras tres penas de muerte además de una serie de penas de prisión: el profesor Huber, Willi Graf y Alexander Schmorell. (…) se escuchó que unas 80 personas habían sido arrestadas posteriormente en Munich y otras ciudades del sur y oeste de Alemania. Entre ellos, los parientes, en su mayoría completamente desprevenidos, fueron arrestados por ‘parentesco’ (Wittenstein, 2004, p. 204). (…) En el segundo juicio el 19 de abril de 1943, en el que el profesor Kurt Huber, Willi Graf y Alexander Schmorell fueron condenados a muerte (Wittenstein, 2004, p. 205), otros once acusados fueron procesados. Tres estudiantes de secundaria, Hans Hirzel, Heinrich Guter y Franz Müller, fueron condenados a prisión por hasta cinco años. Los estudiantes Traute Lafrenz, Gisela-Schertling y Karin Schüddekopf del círculo de amigos de mis hermanos fueron sentenciados a un año, Susanne Hirzel a seis meses de prisión. Se otorgaron altas penas de prisión de hasta diez años de prisión al estudiante de medicina Helmut Bauer, asistente del Dr. Heinrich Bollinger, y Eugen Grimminger. (…) Había apoyado la acción de Munich con medios financieros. Más tarde, su esposa Jenny Grimminger también fue detenida y fue asesinada en Auschwitz en diciembre de 1943. (…) El 13 de julio de 1943, extrañamente el día de la ejecución del profesor Huber y Alexander Schmorell, un tercer juicio siguió en relación con la acción de los estudiantes de Munich (Wittenstein, 2004, p. 206). Cuatro amigos mayores del distrito fueron llevados ante un tribunal especial en Munich: el librero Josef Söhngen, quien brindó un importante apoyo para las campañas de folletos, Harald Dohrn, el suegro de Christoph Probst, el pintor Wil-helm Geyer y el arquitecto y pintor Manfred Eickemeyer, quienes pusieron su estudio a su disposición para sus reuniones y su trabajo. Recibieron entre tres y seis meses de prisión. Las últimas víctimas del Círculo de Munich fueron Harald Dohrn y su cuñado Hans Quecke. (…) Scholl, 1994, pp. 65-70.
(75) En la Universidad de Hamburgo, comenzaron a distribuirse de la mano de Heinz Kucharski, matriculado en Estudios Orientales, parte de los folletos que había llevado desde Múnich otro estudiante de medicina amigo de los Scholl, Traute Lafrenz. La Gestapo esta vez actuó de inmediato para cortar de raíz todo lo que tuviera que ver con el movimiento. Kucharski, fue detenido y condenado a muerte —logró escapar camino de su ejecución—, y el resto enviados a la cárcel o a campos de concentración”. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. Barrenetxea Marañón, 2011, pp. 951-952. Podéis leer más sobre todos los juicios que se celebraron en: Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, pp. 76-81. “En 1943 se descubrió otro grupo de resistencia (…) ‘Hamburger Zweig der Weißen Rose’ (El Círculo de Hamburgo de La Rosa Blanca). Al igual que Múnich, fue un grupo de estudiantes e intelectuales que, según los supervivientes, debían estar compuestos por unas 50 personas. Ocho personas, en su mayoría estudiantes, que formaron el núcleo activo de este círculo, (…) encuentran su muerte (Hans Konrad Leipelt, Gretha Rothe, Reinhold Meyer, Frederick Geussenhamer, Katharina Leipelt, Elisabeth Lange, Curt Ledien y Margarethe Mrosek). (…) La conexión entre los círculos de Múnich y Hamburgo se produjo a través del estudiante de medicina de Hamburgo Traute Lafrenz, que había estado estudiando en Munich desde 1941 y era amigo cercano de Alexander Schmorell y Hans y Sophie Scholl. Entregó los folletos de Weißen Rose (La Rosa Blanca) en el verano de 1942 a sus compañeras estudiantes Gretha Rothe, Heinz Kucharski y Karl Ludwig Schneider en Hamburgo. Poco después de que se aplicaran las primeras sentencias de muerte, el estudiante de química Hans Konrad Leipelt se aseguró de que los folletos de la Rosa Blanca se distribuyeran. (…) Después de que la Gestapo atrapase a Traute Lafrenz, el trabajo de enlace entre la resistencia estudiantil en Munich y Hamburgo recayó en Hans Leipelt. (…) Este cuarto juicio de la Rosa Blanca tuvo lugar un año después del arresto de Leipzig el 13 de octubre de 1944. (…) Fue una suerte para el grupo de Hamburgo que los procesos se retrasaran tanto tiempo y que no se arrastrara a más gente. Los aliados también frustraron a los nazis”. Scholl, 1994, pp. 70-75.
(76) García Pelegrín, 2006, pp. 6-9. Jens, 2017, p. ix. Laudo, 2006-2007, p. 357. Martínez-Markus, 2012, pp. 101-108. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 18. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 40. A Sophie, Hans y Christoph “Los decapitó en la guillotina de la prisión de Stadelheim, a las 17.00, su verdugo principal, Johann Reichhart. Pocas horas después de haber conocido su sentencia – ver (73) –”. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. Fue el 22 de febrero de 1943. Del Rey y Canales, 2014, p. 164. Atwood, 2013, p. 21. “Con esas ejecuciones, el régimen nacionalsocialista destruyó un núcleo de resistencia formado por estudiantes de la Universidad de Múnich, que supieron morir por sus convicciones”. García Pelegrín, 2006, p. 8. Se colocaron carteles por todas partes para calmar a la población, que decían: “Fueron sentenciados a muerte por traición: Christoph Probst, de 24 años. Hans Scholl de 25 años Sophia Scholl, de 22 años. La sentencia ya ha sido ejecutada”. Además, la prensa escribió sobre “unos solitarios irresponsables que se habrían excluido automáticamente de la comunidad a través de sus acciones”. Scholl, 1994, p. 11. Fritz Hartnagel – el novio de Sophie Scholl; ver (59) – fue evacuado herido de Stalingrado en enero de 1943, pero no llegó a Alemania antes de que Sophie fuera ejecutada. Se casó en octubre de 1945 con Elisabeth, la hermana de Sophie – ver (3) y (80) –“. Del Rey y Canales, 2014, p. 345. García Pelegrín, 2006, p. 70. Shrimpton, 2019b, p. 11. “Los dos hermanos Scholl fueron enterrados en el cementerio de Perlacher Forst, junto con Christoph Probst, Alexander Schmorell, Hans Leipelt y 3.996 víctimas de campos de concentración cuyos cadáveres fueron incinerados en el crematorio del cementerio”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 30. “El resto de la familia Scholl, excluyendo a Werner, que, como militar, no estaba bajo jurisdicción civil, fueron detenidos por ‘parentesco’ y cumplieron penas de prisión de diversa duración antes de ser liberados. Werner Scholl fue asesinado en Rusia”. Jens, 2017, p. 313. “Después de la muerte de mis hermanos, mis padres, mi hermana Elisabeth y yo fuimos apresados por ‘parentesco’. En la cárcel, en las interminables horas de dolor, pensé en el camino de Hans y Sophie y traté de comprender el significado de sus acciones a través del filtro del dolor”. Scholl, 1994, p. 58.
(77) “Según diversos testimonios Sophie Scholl avanzó erguida y sin miedo, con sus muletas y su pierna rota, a causa los brutales interrogatorios a que fue sometida por la Gestapo, mostrando una gran dignidad ante la visión de la guillotina – ver (73) –. Sus últimas palabras fueron: Sus cabezas caerán también”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 30. Narbona, 2019. Otras fuentes, afirman que fue Hans quien pronunció algo similar al conocer la sentencia: “Cuando, a las 12:45 horas, Freisler pronuncia la sentencia, la pena de muerte, Hans replica: «Hoy nos colgáis a nosotros, pero mañana seréis colgados vosotros»”. García Pelegrín, 2006, p. 65.
(78) “La lucha de «La Rosa Blanca» fue valiente, pero algo utópica e infantil tal y como estaban las cosas. (…) Solo la brutalidad del régimen (…) puede explicar la condena a muerte de los integrantes de la organización, a los que no podían acusar de delitos de sangre”. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. “Las actividades subversivas de La Rosa Blanca fueron de calibre más bien escaso, pero en la terminología procesal nazi equivalían a traición a la patria al favorecer al enemigo, preparación para la alta traición y desmoralización de las fuerzas armadas”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 30. “En relación a la cuestión de la resistencia al poder, esta puede calificarse de comisiva, pues se lleva a cabo una acción que estaba prohibida (criticar al régimen con la distribución de octavillas); colectiva, dado que se asume por un grupo de estudiantes; clandestina, pues no se hacía pública antes de que se cumpliese; y pacífica, dado que no se recurre al uso de la violencia. No se trata, por tanto, de manifestaciones que representen los niveles más extremos de la resistencia, y ello queda constatado en los interrogatorios por el propio Mohr – ver (65)-(67) –, cuando compara las acciones de La Rosa Blanca con otras anteriores en las que se habían utilizado bombas – como fue el caso de Elser – ver (90) –”. Centenera Sánchez-Seco, 2016, p. 81.
(79) Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 82.
(80) “Una copia del sexto panfleto fue enviado clandestinamente a Gran Bretaña, a través de Escandinavia, por el jurista alemán Helmuth James Graf von Moltke, sobrino nieto del mariscal de campo prusiano y fundador del Círculo de Kreisau, un grupo de oposición a Hitler”. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. Shrimpton, 2019b, p. 11. “El 18 de abril de 1943, en el New York Times, aparece la primera noticia fuera de Alemania sobre la «revuelta estudiantil» que se ha producido en Múnich, en la que se incluye la sexta Hoja”. García Pelegrín, 2006, p. 68. Podéis leer dicha noticia en: Dumbach y Newborn, 2007, pp. 225-226. “En Inglaterra se conocieron sus actividades y se imprimió uno de sus folletos que fue lanzado sobre las ciudades alemanas. Y en Estados Unidos, el 18 de abril de 1943, se tiene conocimiento de una revuelta estudiantil en la universidad de Munich, reproduciéndose la última hoja publicada”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 952. Podéis leer más reacciones en Scholl, 1994, pp. 195-206. “Pero la Rosa Blanca, y más concretamente Sophie y Hans Scholl, ejercieron también un influjo inmediato en la vida de dos personas muy allegadas: en la de su hermana mayor Inge – ver (3) – y en el novio de Sophie, Fritz Hartnagel – ver (59) –, que después de la guerra contraería matrimonio con la otra hermana, Elisabeth Scholl”. García Pelegrín, 2006, pp. 69-70. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 35. Inge Scholl escribió la historia de La Rosa Blanca (Die Weiße Rose); se publicó en 1951 (en inglés, The White Rose, en 1955). Shrimpton, 2019b, p. 3. He usado dicho libro a la hora de documentarme para este artículo: Scholl, 1994. Además, se ha publicado la correspondencia que los hermanos Sophie y Hans mantuvieron entre 1937 y 1943 (no se han conservado cartas anteriores; se percibe en ellas un fuerte contenido religioso). Jens, 2017, p. vii. He usado dicha obra a la hora de documentarme también: Jens, 2017. “A medida que avanza la guerra y los rumores de atrocidades alemanas, especialmente los campos de exterminio, llegan a Múnich, las cartas de los Scholls, y aún más sus diarios, se vuelven más agitados y desesperados”. Jens, 2017, p. xi. “Sophie Scholl estaba en su séptimo año en la escuela secundaria de niñas en Ulm en noviembre de 1937, cuando se escribió la primera de estas cartas”. Jens, 2017, p. 24. La última carta que envía Sophie es el 17 de febrero de 1943 (un día antes de su detención), a su amiga Lisa, en la que le cuenta maravillada como está disfrutando de la música de Schubert: Jens, 2017, p. 311. Podéis leer todas sus cartas, diarios y demás escritos recopilados en: Jens, 2017, pp. 25-45, 65-103, 130-164, 185-197, 206-212, 221-233, 268-284, 291-296 y 301-308.
(81) Atwood, 2013, p. 21. Sucedió a mediados de 1943. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. Shrimpton, 2019b, p. 11. «Nadie sabe cuánto debe sufrir antes de ser recompensado con una vida de libertad. Y ninguna ciencia puede determinar qué expiaciones son necesarias para que una era reciba la gracia de un nuevo comienzo, que luego reclama, por supuesto». Romano Guardini «Las escalas de la existencia». Discurso en memoria de Sophie y Hans Scholl, Christoph Probst, Alexander Schmorell, Willi Graf y el profesor Kurt Huber. Dado el 4 de noviembre de 1945. Weiße Rose Stiftung (Fundación Rosa Blanca), 2006, p. 82.
(82) “No todas las alemanas apoyaron al Reich de forma incondicional. Son famosos por distintas razones los casos de las actrices Marlene Dietrich —que realmente había abandonado Alemania antes de la llegada de Hitler al poder—, o Hedy Lamarr, pero quizá no lo sean tanto los de otras mujeres anónimas que fueron la cara opuesta del ideal femenino nacionalsocialista. Las que no encajaron en sus cánones, o que el Estado decidió que seguían un camino equivocado”. Del Rey y Canales, 2014, p. 94. “(…) los esfuerzos de resistencia de las mujeres alemanas en este período han sido sistemáticamente devaluados. (…) A pesar de las diferentes motivaciones y antecedentes, las esposas de Rosenstrasse (Wales, 2014, pp. 227-228), las mujeres del Círculo de Kreisau (Wales, 2014, pp. 233-234), Maria Terwiel (Wales, 2014, pp. 229-230), Sophie Scholl, Gertrud Staewen (Wales, 2014, p. 232), Erna Dubnack (Wales, 2014, p. 232) y otras, socavaron la autoridad nazi y superaron las expectativas de género para resistir en las esferas pública y privada. Mediante protestas, movimientos clandestinos, ayudando al enemigo y la no conformidad, dieron o arriesgaron sus vidas, resistiendo al régimen nazi en medio de una atmósfera de terror y represión. Los esfuerzos de resistencia de las mujeres en la Alemania nazi entre 1939 y 1945 reciben poca atención académica. De hecho, la mayoría de las mujeres que resisten permanecen sin nombre, invisibles en la historia”. Por ejemplo, “Hans Scholl es considerado más impresionante que su hermana, Sophie. Sin embargo, estas mujeres y muchas otras se enfrentaron al régimen nazi totalitario (…) contrarrestando la ideología y las políticas del nacionalsocialismo en las esferas pública y privada. (…) sus actos de resistencia fueron más que una muestra del colapso del régimen nazi. Contra todo pronóstico y en circunstancias terribles, estas mujeres se mantuvieron fieles a sus convicciones a pesar de ser tan pocas”. Wales, 2014, pp. 223-224. Pero existe “la creencia generalizada de que las mujeres eran espectadoras pasivas en el Tercer Reich dominado por los hombres”. Wales, 2014, p. 226. Existe una «invisibilidad histórica dominante de la resistencia femenina». Lewis, 2015, p. 20. “Los registros de supervivencia son limitados, lo que hace imposible reconstruir una imagen total de la resistencia de las mujeres a la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Además, la veracidad de la información contenida en los testimonios orales puede verse afectada por recuerdos desvaídos e intentos de calmar la culpa. Sin embargo, las historias orales en conjunto con memorias, anotaciones en diarios, informes de agencias nazis y documentos producidos por los resistentes brindan evidencia extensa y valiosa. Estas fuentes respaldan la conclusión de que los esfuerzos de resistencia de las mujeres son dignos de reconocimiento histórico y popular”. Wales, 2014, p. 227. «(…) dentro de sus vidas cotidianas, numerosas mujeres desarrollaron métodos de oposición exclusivamente femeninos. Explotando sus roles como amas de casa, las mujeres alemanas utilizaron las normas de género prevalecientes en la Alemania nazi como un escudo para sus acciones disidentes privadas”. Wales, 2014, p. 232. “Ya fueran aristócratas, comunistas, cristianas, judías o estudiantes, superaron las barreras específicas de su rol de género en la sociedad y resistieron al régimen nazi. Motivadas por razones personales, étnicas, éticas y políticas, estas mujeres se opusieron valientemente al nacionalsocialismo, protestando y alentando la oposición popular en la esfera pública, así como rescatando a los judíos, conspirando contra el gobierno y resistiendo la penetración del nazismo a través de la no conformidad en lo privado”. Wales, 2014, p. 235. Lewis, 2015, pp. 48-55 y 222-227. Un ejemplo muy visible de esta devaluación del papel de la mujer, se observa en el mundo del cine: “(…) entre 1945 y 2000, a los personajes femeninos de las películas del Holocausto se les han otorgado representaciones superficiales basadas en estereotipos, principalmente desde perspectivas masculinas, en los que la mujer se ha enmarcado entre los extremos de la víctima eterna y el icono femenino como perpetradora del mal”. Sin embargo “el cine más reciente del Holocausto ofrece una perspectiva predominantemente femenina y feminista” (Como Sophie Scholl: Los Últimos Días – ver (2) y (94) –). Lewis, 2015, p. 257.
(83) Así reza la placa del «Monumento a la resistencia alemana», en Berlín. Wales, 2014, p. 235.
(84) “A las alemanas consideradas enemigas del régimen se las persiguió por los mismos motivos que a los hombres: Por ser racialmente inferiores o «infrahumanas», como era el caso de judías, gitanas y eslavas, fuera cual fuera el papel que hubieran desempeñado hasta entonces en la sociedad o, si eran racialmente toleradas, por disidencia política o ideológica —era el caso de las izquierdistas—; ser religiosas de diversas confesiones; lesbianas o, simplemente, por el motivo que resultaba ser más peligroso, el que era imposible de justificar y agrupaba a todos los demás: ser antinacionalsocialistas”. Del Rey y Canales, 2014, p. 95.
(85) “Todas las mujeres detenidas —y fueron muchas—, como a los hombres, se las internó en campos de concentración o exterminio, según el caso. En los de exterminio, el número de ellas que se seleccionó para ser asesinadas directamente en las cámaras de gas fue superior al de los hombres por la simple razón de que no podían trabajar al nivel de estos”. Del Rey y Canales, 2014, p. 95.
(86) Del Rey y Canales, 2014, pp. 164-165. Ver (61). “Con la caída de la Alemania nazi, La Rosa Blanca pasó a representar la oposición a la dictadura hitleriana en la mente de muchos alemanes y se acabó convirtiendo en uno de los símbolos de la resistencia a la cruel tiranía nazi. (…) La plaza donde se encuentra la fachada del edificio principal de la Universidad de Múnich ha sido bautizada «Geschwister-Scholl-Platz» (Plaza de los hermanos Scholl), en recuerdo de Hans y Sophie Scholl”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 22. Jens, 2017, p. viii. Más sobre la visión del movimiento en la actualidad: Michalczyk, 1997, pp. 54-57. “Actualmente La Rosa Blanca es sinónimo de lucha por la libertad y muchas plazas, calles, parques, avenidas, institutos y escuelas de Alemania llevan el nombre de los hermanos Scholl. Sophie Scholl, junto con el coronel von Stauffenberg, es uno de los grandes iconos de la Resistencia alemana al nazismo”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 37. Laudo, 2006-2007, p. 365. Shrimpton, 2019b, p. 3. Shrimpton, 2018, p. 1. “En cuanto a por qué Sophie Scholl se convirtió en un ícono de resistencia más prominente que sus homólogos masculinos, la explicación más plausible es que la función histórica de la mujer como simbólica (de naciones, virtudes o familia y maternidad) significa que puede movilizarse fácilmente como un poderoso símbolo de la victoria espiritual sobre el nazismo. Una mujer de 21 años, pura, joven y con la promesa de tener hijos por delante, simboliza perfectamente a la víctima inocente de un sistema tan tiránico”. Lewis, 2015, p. 247.
(87) Ver (61). Es “una historia trágica pero que dignifica la juventud de Alemania, en un momento en el que el poder del nazismo era todavía bien fuerte”. Laudo, 2006-2007, p. 355. “Es bien conocido el sistema que el nazismo había implantado para controlar y manipular ideológicamente la juventud alemana (las Juventudes Hitlerianas, como hemos visto)”. Laudo, 2006-2007, p. 358. “Aunque el Partido Nacionalsocialista (NSDAP) no se puede considerar una formación de origen estudiantil, tampoco se puede dudar de la capacidad que tuvo para deslumbrar y captar jóvenes universitarios durante los años de la lucha por el poder (Kampfzeit), que quedaron fascinados por la retórica y la simbología nazi que reclamaba una auténtica revolución generacional contra el orden establecido, según una nueva estrategia política que sustituía la lucha de clases de las izquierdas para una lucha generacional entre jóvenes y viejos. Y esto tiene más importancia aún en países como Alemania, que había visto proliferar múltiples organizaciones juveniles de signo muy diverso: comunistas, cristianas y, por último, las propias los países germánicos (Bunde) de carácter conservador, bien alejadas de las Wanderwogel, aquellas aves errantes de inspiración romántica. En cualquier caso, el régimen nazi prohibió todo este tipo de organizaciones juveniles, que, finalmente, quedar encuadradas en las Juventudes Hitlerianas, que Baldur von Schirach dirigió de 1931 a 1940, fecha en que fue nombrado Gauleiter (gobernador) de Viena – ver (8) –. Con estos antecedentes no debe sorprender, pues, que los historiadores afirmen que la resistencia de la juventud alemana al nazismo no fuera importante, ni significativa”. Laudo, 2006-2007, p. 363. «(…) simplemente no había forma de comunicarse de manera segura. Esto puede explicar por qué aparentemente no hubo movimiento de resistencia que se extendiera por toda Alemania». Wittenstein, 2004, p. 193. “Durante largo tiempo, existió entre los alemanes una mistificación en la que se intentaba hallar una explicación a por qué se perdió una contienda prácticamente ganada, tras los éxitos iniciales, sin entender lo que eso hubiese significado para Europa. Para ellos ‘todo era terrible porque todos se consideraban a sí mismos víctimas, víctimas de un confuso destino colectivo provocado por fuerzas demoníacas que o bien obraban al margen de la historia o bien formaban parte de la naturaleza humana, pero que en cualquier caso eran catastróficas e inevitables; decisiones ante las que uno no podía más que resignarse. Y, así, todos se sentían injustamente tratados por el destino’. Pero no fue así. La historia de Sophie Scholl y los miembros de la Rosa Blanca condenados con ella a muerte fue y continúa siendo un ejemplo claro de que se podía ser consciente de la actitud criminal e inhumana del nazismo (y no de un caprichoso ni cruel destino)”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 928.
(88) “En la noche del 22 de febrero de 1943, el día de las primeras ejecuciones de La Rosa Blanca, varios miles de estudiantes se reunieron en Munich para mostrar su apoyo al régimen y su indignación por las actividades de La Rosa Blanca. Aplaudieron al portero de la universidad que había visto y arrestado a Hans y Sophie; y en un discurso, el líder estudiantil lamentó que su ejecución no hubiera tenido lugar en la Universidad”. Shrimpton, 2019b, p. 11. Holzberg, 2015, pp. 36-37. Ver (48), (64) y (65). “La universidad no solo no hizo ningún esfuerzo para proteger o defender a sus miembros, sino que se disoció públicamente de ellos al excluir inmediatamente a los estudiantes encarcelados de todos los estudios adicionales en cualquier lugar de Alemania, y Kurt Huber fue despojado formalmente de su doctorado”. Holzberg, 2015, p. 36. Una excepción pudo ser el Departamento de Clásicos de Munich y sus miembros; “no podemos decir con certeza que sea completamente imposible, pero, dado lo que sabemos sobre estos hombres y sus tratos con los nazis, es más que improbable” (Holzberg, 2015, p 43): Holzberg, 2015, pp. 39-47.
(89) Si se interpreta la resistencia como “acciones de revuelta organizadas políticamente”, no cabe otra que afirmar que en Alemania había poca evidencia de resistencia; pero esta definición “no considera que los actos de disidencia, incumplimiento y oposición hacia políticas nazis particulares constituyan resistencia, ya que no estaban destinados a derrocar al régimen”. Por lo tanto, los autores que se mantienen en esta línea “minimizan el número de disidentes alemanes y destacan el apoyo popular al nacionalsocialismo”. Wales, 2014, p. 224. “En una atmósfera de terror, miedo y represión, donde un delito trivial no solo terminaba en arresto, sino a veces el encarcelamiento y ejecución, los actos de incumplimiento y oposición deben considerarse formas de resistencia (…) comportamientos que van desde la no conformidad privada hasta los actos públicos de rechazo, oposición y protesta que buscaban socavar los reclamos totalitarios del Tercer Reich”. Wales, 2014, p. 225. Ver (82).
(90) Otro ejemplo de resistencia al régimen es Johann Georg Elser (4 de enero de 1903 – 9 de abril de 1945), quien siempre se mostró como un firme opositor al régimen nazi. Es conocido por el intento de asesinato de Adolf Hitler y de otros miembros del Partido Nazi cuando tenía treinta y seis años, mediante una bomba casera colocada, elaborada por él mismo, en la cervecería Bürgerbräukeller de Munich, el 8 de noviembre de 1939. Fue detenido cerca de la frontera suiza, y recluido durante cinco años en los campos de concentración de Sachsenhausen y Dachau como «prisionero especial«, porque Hitler pensaba que Elser formaba parte de una gran conspiración. Fue ejecutado el 9 de abril de 1945 – en los días finales de la Segunda Guerra Mundial, 21 días antes de que Adolf Hitler se suicidase –. Mayor Ferrándiz, 2012, pp. 5-16.
(91) Lo llamativo del caso de los Scholls, es que “Aparte de figuras dispersas de la iglesia como Dietrich Bonhoeffer, era raro que alguien arriesgara su vida por motivos casi puramente religiosos y mucho más raro que fuesen personas tan jóvenes como los Scholls y casi todos sus compañeros conspiradores”. Jens, 2017, p. ix. “La tentación casi irresistible es hacer preguntas como: ¿por qué había tan pocos de ellos, por qué no más personas hablaban y actuaban contra el terror como lo hacían los Scholls? Puede encontrar respuestas, en última instancia, insatisfactorias pero al menos cumplir con el deber de la investigación histórica. Resistir significaba volverse contra su propio país, lo que no era cierto en Francia, por ejemplo, ni en Holanda o Noruega. La vigilancia fue feroz. La mayoría de los jóvenes estaban lejos en el ejército o en trabajos de guerra fuertemente regimentados. Las comunicaciones clandestinas eran inmensamente difíciles”. Jens, 2017, p. xiii. “Lo que me fascina de la resistencia de la Rosa Blanca es menos el final trágico de la historia, sino la transformación de los protagonistas durante los años anteriores. La mayoría de los actos de resistencia en la Alemania nazi fueron llevados a cabo por socialistas de inspiración marxista, y miles fueron encarcelados o ejecutados. Los Scholls y sus amigos cercanos, por el contrario, eran de familias acomodadas sin vínculos políticos con la izquierda. Además, Hans y Sophie habían sido miembros entusiastas de las Juventudes Hitlerianas”. Shrimpton, 2019b, p. 4. “Todos venían de familias estables y de orígenes burgueses; ninguno de ellos era un radical político, sin embargo, rechazaron los valores prevalecientes, se separaron deliberadamente de la sociedad, se hicieron extranjeros en su propia tierra y pusieron sus vidas en peligro en lugar de conformarse”. Shrimpton, 2018, p. 15.
(92) Palabras de Elisabeth Scholl. Wales, 2014, p. 231. “Hasta el último momento, Hans y Sophie confiaron en que su muerte ayudaría a despertar la resistencia latente; Sophie confió a su hermana Elisabeth su convencimiento de que «despertarían un movimiento de masas». Aunque en realidad no sucedió así, supusieron ciertamente un respaldo para la resistencia alemana: Wolfgang Altgeld cita unas palabras de Ulrich von Hassell, miembro de la resistencia militar alemana: ‘Su muerte supuso un llamamiento sencillo, profundamente moral. Es importante para la posteridad que tal llamamiento haya visto la luz del mundo’”. García Pelegrín, 2006, p. 68. “El caso de los hermanos Scholl, y por extensión de todo el movimiento de La Rosa Blanca que reunió un centenar de jóvenes, ilustra una de las páginas más brillantes de la oposición al nazismo, de una oposición hecha desde abajo, por profundas convicciones políticas y religiosas basadas en un profundo humanismo, en un momento en que parecía imposible levantar la voz contra la irracionalidad y la barbarie del nazismo”. Laudo, 2006-2007, p. 365. “¿Cuál es el legado de Rosa Blanca? No liberaron Auschwitz ni acabaron con el nazismo. Sin embargo, nos dejaron un admirable testimonio sobre la dignidad del espíritu humano. Su ejemplo nos permite contemplar a nuestra especie y no repudiarla. Al igual que sus compañeros, Sophie Scholl se sintió interpelada por el dolor ajeno. A pesar de su extrema juventud, cuando escuchó el lamento de los inocentes, no pudo mirar hacia otro lado. Su solidaridad con las víctimas es una lección que ilumina a una generación tras otra y aviva el principio de esperanza, manteniendo abierta la puerta de un futuro utópico, con paz, libertad, justicia e igualdad. Verdaderamente, su sacrifico no fue en vano”. Narbona, 2019.
(93) “En años posteriores, los hermanos Scholl fueron inmortalizados en el cine y en el teatro, siendo Lena Stolze, una joven actriz alemana, quien interpretaba a Sophie Scholl en La Rosa Blanca, Die Weisse Rose, de 1982, dirigida por Michael Verhoeven, que en los Estados Unidos se titulaba The White Rose y en Sophie Scholl, Los últimos cinco días donde se narran los últimos cinco días entre Sophie y Elsa Gebel – ver (69) –. (En 1982 se estrenó Die weisse Rose (La Rosa Blanca ‘), un filme de Michael Verhoeven, con una duración que supera las dos horas de rodaje. Laudo, 2006-2007, p. 354; Dos versiones cinematográficas de la historia salieron en 1982: Fünf letzte Tage (Los últimos cinco días) de Percy Adlon y, mucho más conocido, Die Weiße Rose (The White Rose) de Michael Verhoeven. ing). En febrero de 2005 una nueva película sobre la figura de Sophie Scholl salió a la luz. Se trata de Sophie Scholl. Los últimos días – ver (2) y (94) –, dirigida por Marc Rothemund, donde la actriz Julia Jentsch, de gran parecido físico con la auténtica Sophie Scholl, interpreta a la joven estudiante antinazi. Esta premiada película está basada en entrevistas con supervivientes y transcripciones literales de documentos que permanecieron ocultos en los archivos de la RDA hasta 1990. Fue nominada al Óscar a la mejor película extranjera en 2006. También ha dado pie a una ópera, Weiße Rose, de Udo Zimmermann, con escenas para dos cantantes y conjunto instrumental, basadas en textos de Wolfgang Willaschek”. Mayor Ferrándiz, 2012, pp. 36-37.
(94) “En la película Sophie Scholl. Los últimos días, a pesar de pertenecer al género de ficción, los autores han procurado ceñirse a los hechos lo máximo posible, realizando un trabajo de reconstrucción histórica verdaderamente encomiable”. García Pelegrín, 2006, p. 59. Estuvo “galardonada con el Oso de Plata en el Festival de Berlín de 2005, así como con la Lola de plata y el Premio especial del Público en los Premios de la Academia de Cine de Alemania 2005”. García Pelegrín, 2006, p. 60. Fue elegida también para obtar al Oscar de Hollywood como mejor película de habla no inglesa. Con independencia de los éxitos de esta cinta, que respeta muy fielmente la dinámica los acontecimientos históricos, algunos de sus méritos radican en el hecho de que ha actualizado una historia bien conocida en Alemania pero bastante desconocida en el extranjero. Laudo, 2006-2007, p. 355. “Después de la caída del Muro de Berlín, para sorpresa de todos, se descubrieron los documentos de la Gestapo sobre la Rosa Blanca, incluidos casi todos transcripciones de interrogatorios y procedimientos judiciales. Estos y otros registros se utilizaron para la película de 2005 Sophie Scholl: Die letzten Tage (Sophie Scholl: los últimos días), que fue nominada a un Oscar en la categoría Mejor película de habla no inglesa”. Shrimpton, 2019b, p. 3. La película se analiza de una manera exquisita en: Centenera Sánchez-Seco, 2016; podéis leer, por ejemplo, cómo juegan con el color, con la claridad, con la música… “Sophie Scholl se nos presenta, en suma, como un marco de reflexión social y humano con intensas connotaciones emocionales que establece una lección histórica y visual en contra de los totalitarismos. (…) El filme Sophie Scholl, ante todo, es la historia de esta mujer que se comprometió a revelarse contra el nazismo en una época marcada por la violencia, por la supresión de la libertad y, sobre todo, por la perversión que se hizo del Estado y de la conciencia por parte del nazismo”. Barrenetxea Marañón, 2011, pp. 927-928. “(…) uno de los rasgos que caracterizan su personalidad en el filme viene ligado a su fuerte carácter religioso. No olvidemos que el nazismo sostuvo una pugna frontal contra la Iglesia luterana y católica. Así, se entiende que los miembros de la Rosa Blanca, que ostentaban distintos credos, compartiesen la misma causa de defender sus ideales frente a la impositiva faz del nazismo que pretendía convertirse en religión de Estado”. Barrenetxea Marañón, 2011, p. 944. “En suma, Sophie Scholl quiere mostrarnos, que aún a pesar de que la legalidad nazi se impuso en Alemania, eso no quería decir que todos los alemanes pensaran del mismo modo, ni que compartiesen los mismos fines del nazismo ni que, sostuvieran el mismo espíritu criminal de sus brutales argumentos ideológicos. De ahí que el comportamiento y actitud del personaje de Sophie en el filme se nos muestra, a fin de cuentas, como un modelo social a seguir. (…) Sophie Scholl se presenta como un marco de reflexión social en el que todos nos hallamos invitados, los alemanes como un modo de valorar nuevamente su pasado y el resto de ciudadanos como una lección contra los totalitarismos”. Barrenetxea Marañón, 2011, pp. 953-954. “Scholl se coloca en la línea de las muchas Antígonas democráticas y libertarias del siglo XX (“esta heroína es una figura con la que a menudo se ha comparado a Sophie Scholl en tiempos más recientes”; Holzberg, 2015, pp. 41-42), en las que la fidelidad a las leyes divinas, según la famosa formulación de Sófocles, se internaliza con respeto a la conciencia”. Pattoni, 2013, p. 323. “La reconstrucción de la detención y la sentencia de muerte de los hermanos Scholl en esta película es un claro ejemplo del valor paradigmático del mito de Antígona, en el que se cristalizan algunas constantes universales, adquiriendo permanencia y transparencia. El guión también contribuye al aura de la tragedia clásica de la película”. Pattoni, 2013, pp. 332-333. Ver también: McElroy, 2007; Lewis, 2015, pp. 245-247. “Rosenstrasse y Sophie Scholl: The Final Days evitan las narrativas convencionales sobre la resistencia al poner en primer plano a las mujeres que se oponían a los nazis y al adoptar conceptos más inclusivos de resistencia. Representan dos ejemplos poderosos de películas que intervienen positivamente en la historia de las mujeres durante el Tercer Reich de una manera que otros medios no han podido hacer”. Lewis, 2015, p. 250.
(95) “El grupo musical The Maniacs le ha dedicado una canción: The White Rose”. Mayor Ferrándiz, 2012, p. 37.
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