Un pequeño secreto…
En una época en la que las mujeres no podían estudiar ni ser consideradas seres con las mismas capacidades que los hombres, algunas mujeres hicieron trampas.
No era raro saber de historias en las que una mujer se disfrazaba de hombre para conseguir algo. Algunas, con el fin de dedicarse a un oficio impensable para una mujer, intentaban engañar a quien hiciese falta, haciéndose pasar por el sexo opuesto. Pero, tampoco era raro, que la verdadera identidad de estas mujeres fuera descubierta más temprano que tarde. Sin embargo, Margaret Ann Bulkey consiguió mantener el engaño hasta después de su muerte y fue enterrada bajo el nombre de James Miranda Stuart Barry. Margaret no solo ocultó a la perfección ese pequeño secreto, sino que consiguió un gran reconocimiento en una labor de hombres. Margaret se convirtió en un exitoso médico, más concretamente, un cirujano militar.
Fue tras la muerte de Margaret, cuando la enfermera que debía preparar el cadáver de James Barry descubrió la farsa. Al quitarle sus ropas, la enfermera debió sorprenderse bastante al no encontrar precisamente unos atributos masculinos, sino un cuerpo, sin duda, de mujer.
Nueva identidad
Todo empezó cuando Margaret fue a vivir con su tío James Barry, del que tomó el nombre.
Quizá Margaret escuchó la historia de Catalina de Erauso, una mujer que se hizo pasar por hombre, siendo un destacado soldado. Conociese o no la vida de Catalina, para poder estudiar medicina, Margaret se vistió como un hombre, se cambió el peinado y asimiló gestos y poses propias de un hombre. Al parecer resultó muy convincente porque nadie se daría cuenta de su verdadera sexualidad mientras estuvo viva.
Aunque nunca nadie imaginó que se trataba de una mujer, sí que hubo quienes le ponían en ridículo. Criticaban su baja estatura, su voz aguda y su carácter afeminado. Pero, ¿quién podía pensar que una mujer fuese capaz de estudiar medicina y ejercer la profesión con igual o más éxito que un hombre? El machismo de la época fue su mejor aliado a la hora de mantener su engaño.
El éxito no es siempre cosa de hombres
En la medicina había habido antes algún nombre de mujer, como el de Josefa Amar y Borbón. Sin embargo, Margaret fue, bajo el nombre de James Barry, la primera mujer médico con título profesional y, también, la primera que realizó su trabajo en el ejército. Tras ser nombrada médico asistente, ingresó en las Fuerzas Armadas.
El doctor Barry realizó grandes logros durante su carrera. Entre ellos, fue el primer médico en realizar una cesárea salvando la vida de la madre y el bebé. Hasta entonces, las cesáreas se hacían cuando la madre moría para poder salvar al niño. Barry consiguió que ese proceso se realizase de tal forma que se pudiera mantener vivos a ambos.
Además, hizo todo lo que estaba en su mano por mejorar las condiciones de vida de las personas. Sabiendo que la falta de limpieza era la culpable de infecciones como el cólera. Fue una gran defensora de aplicar las normas de higiene. También consiguió avances contra la lepra y la sífilis. Y, en las operaciones que realizaba, la media de pacientes que sobrevivían estaba muy por encima de lo normal para aquellos tiempos.
Mujer de armas tomar
Durante su vida, el doctor Barry despertó gran admiración por su trabajo como médico, pero desde luego no era santo de devoción de todo el mundo. Su fuerte carácter y su defensa de la buena práctica médica, le llevaron a criticar duramente de los servicios médicos del ejército. Por supuesto, eso no sentaba del todo bien a mucha gente, y Barry se vio obligado a protagonizar escándalos e incluso duelos. El hecho de que fuese afeminado tampoco ayudó, ya que también tuvo que librar algunos enfrentamientos para defender su honor. Por una cosa o por otra, Barry siempre andaba entre broncas y trifulcas.
Tras su muerte me dijeron que era una mujer. Debo decir que se trataba de la criatura más enfurecida que me haya encontrado nunca en el ejército (1).
Todo tiene sus consecuencias
Estos altercados en los que Barry se veía envuelto no le beneficiaron mucho. Bueno, quizás le ayudaron a mantener su engaño pero, desde luego, afectaron bastante a su carrera, y no precisamente para bien. Poco a poco, Barry fue haciendo enemigos. Algunos de ellos, tenían poder suficiente como para ponerle obstáculos. En una ocasión, incluso fue degradado por los tribunales militares. Sin embargo, Barry o, bueno, Margaret, no era de las que se rendían fácilmente. Continuó ejerciendo su labor con ganas y valor. No tardó mucho en volver a ser reconocida.
Lo que no logró fue el título de caballero, algo que debido a sus logros y su trayectoria hubiese sido lo que le correspondía. Su ira y su genio no fueron los mejores socios que podría haber tenido.
La tumba de James Barry
Margaret Ann Bulkey fue una mujer valiente que dedicó su vida a hacer lo que quería, ser médico. Y, si ese era un mundo de hombres, ella decidió que, entonces, valía la pena hacerse pasar por uno. Su engaño duró tanto tiempo y resultaba tan vergonzoso reconocer el engaño que, tras su muerte, no faltó quienes intentaron mantener la farsa. Que alguien con esos méritos fuese una mujer disfrazada no era fácil de comprender ni de admitir en aquella época. De hecho, en su lápida está escrito el nombre James Barry, junto con la categoría que tenía cuando murió, Inspector General de Hospitales. Pero la realidad es que quien fue enterrada en esa tumba fue una mujer. La primera mujer en ejercer la medicina. Al igual que Catalina de Erauso, Margaret desempeñó un trabajo para el que no le creían capaz. Y no lo hizo nada mal.