¡Proteged a las mujeres y a los niños! Cuando la guerra llega, los hombres van al frente y las mujeres y los niños son puestos a resguardo, en una burbuja. ¿No es cierto? Esto no hay ya quién se lo crea… No ha habido guerra en la que las mujeres hayan estado ausentes. Mucho menos en la última guerra de este país, la Guerra Civil, en la que incluso participaron las famosas milicianas .
Hace 80 años, el 18 de julio de 1936, España sufría un golpe de Estado contra el gobierno elegido democráticamente en la II República. Entonces daba comienzo una guerra civil de tres años que dejó una España destruida. Y no por el comunismo, como decían los golpistas, sino por un ejército sublevado y traidor con su patria. En aquellos primeros días, el general Queipo de Llano daba por la radio un discurso que, a ojos de cualquiera mínimamente sensato, le señala como uno de los grandes canallas y sinvergüenzas de la historia de España.
“Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y de paso también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar, por mucho que berreen y pataleen.” (1)
Bajo el silbido de las balas, las mujeres milicianas
Desde el primer momento los campesinos y los obreros, se armaron con lo que buenamente pillaron y se enfrentaron a los golpistas. Y como no podía ser de otra forma, las mujeres milicianas junto a ellos, por primera vez, como iguales.
Las famosas milicianas se armaron como sus maridos, sus hijos y sus hermanos. Codo con codo defendieron sus tierras, a sus familias y la libertad y la justicia que había traído la II República, a tiros desde las trincheras (2). Aunque posteriormente la propaganda intentó por todos los medios relacionar a las milicianas con la prostitución (3)… -Sin duda, un intento desesperado de desprestigiarlas por parte de aquellos que las veían como enemigos poderosos y no tuvieron, a pesar de lo que declaraban en sus discursos, cojones para someterlas-. Las mujeres, las milicianas, de la República eran libres y no se dejarían doblegar con facilidad.
A pesar de ello, desde el principio, la lucha de las mujeres fue doble. De una parte contra la amenaza fascista, y de otra contra la amenaza machista que seguía presente aunque había remitido desde la instauración de la República -por ejemplo, se había conseguido el derecho a voto femenino- y había permitido que las mujeres fuesen al frente como milicianas. Sin embargo, ello no impidió que, además de pegar tiros -como las leonas que eran- realizasen también las actividades que se les consideraban propias. Así las milicianas también cocinaron y limpiaron en el frente, y sirvieron como enfermeras; manteniendo sus roles femeninos a la par que legitimaban la importancia de su papel en la guerra. (4)
Las madres del armamento
Pasado el verano de 1936, el Gobierno de la II República consiguió reorganizar el territorio que aún no había sido ocupado. Además de establecer, en la medida de lo posible, el orden. Una de sus medidas fue la orden de regreso de las mujeres milicianas a la retaguardia (5). Sin embargo, no por ello terminaba el sueño de la lucha por la libertad y la liberación de la triple esclavitud a las que habían sido sometidas… La esclavitud de la producción, la esclavitud de los derechos de la mujer y la esclavitud de la ignorancia. No habían tenido derecho al trabajo, ni derechos ciudadanos, ni tan siquiera derecho a la educación, simplemente por ser mujeres (6). Aunque entonces tenían ocasión de cambiar todo aquello.
En la retaguardia se hicieron cargo, en soledad, de un país medio invadido. Un país con la mitad de la población en el frente. Y con cientos de miles de refugiados que habían huido del avance de los golpistas por la España invadida y que necesitaron de refugio y alimento (7). Y además tenían el deber de generar la ingente cantidad de recursos que la guerra consumía.
Así las cosas ocuparon las producciones agrícolas y fabriles (8) para hacer funcionar al país. Pero además se hicieron cargo de la producción de armamento, recursos y alimentos con los que se mantenía el frente (9). En definitiva, cuidaron de la subsistencia de la población en el frente y en la retaguardia (10). Además, dirigieron las instituciones y el aparato productivo (11), haciendo posible el mantenimiento de aquella guerra por la libertad. Ocuparon también funciones que no le habían sido propias hasta la República, como la política (12). Y otras profesiones como la locución en la radio, como corresponsales de guerra y propagandistas (13).
Juntas, podemos, mujeres uníos
Buena parte de ellas se organizaron en multitud de grupos y asociaciones. En muchos casos eran grupos al amparo de los partidos políticos (14). Desde esto generaron toda una actividad complementaria, más allá de su trabajo, en defensa de la República. Recaudaron recursos y fondos para el frente y para la gran multitud de refugiados. Crearon talleres y centros de acogida (15). Y, paralelamente, guarderías para permitir el trabajo de las madres. También actividades formativas para posibilitar el acceso de las mujeres al trabajo y a la educación para permitir la emancipación real de la mujer (16). Entre las muchas, destacan particularmente las asociaciones de mujeres comunistas y anarquistas por su gran actividad (17).
Desde el principio, compaginaron las necesidades de la guerra y la reivindicación de los derechos de la mujer. Pedían igualdad salarial, derecho al trabajo, escuelas, guarderías y comedores que les permitieran el acceso real al trabajo (18). Pretendían ganar derechos para cuando llegara la paz. Sin embargo aquello les costó tremendamente caro, pues el nuevo régimen las obligó a un sometimiento de corte casi medieval.
Allende los mares: mujeres del mundo uníos…
La misma guerra que trajo la miseria a las gentes de la República, hizo aflorar resistencias. De una parte la conciencia antifranquista, surgida de la propia lucha por la libertad (19). Y de otra, la muestra de solidaridad y hermanamiento de las mujeres del mundo.
Tras la llamada de socorro de Dolores Ibarruri, la Pasionaria, solicitando ayuda para los niños de la guerra, aparecen grupos en diversos lugares del mundo. Pretendían recoger cuanta ayuda fuese posible y enviarla a España en apoyo a la República (20).
Surgen así, por ejemplo, grupos de hombres y mujeres en Argentina. Esto se dedican a la recolección de víveres, juguetes y medicamentos para su envío a España. Asimismo se crean talleres en los que se confeccionan ropas para los niños y los soldados del frente (21). Además, organizan rifas y veladas para recaudar dinero con el que ayudar a las mujeres y los niños de la guerra. Cabe destacar que participan incluso los niños. Para ellos se crean comités por parte del Partido Comunista dedicados a recopilar ayuda. Entre otras cosas, por ejemplo recogían periódicos viejos para venderlos (22).
Las trincheras ocultas
Incluso acabada la guerra y tras el fatídico fin que tuvieron hombres y mujeres republicanos, asesinados a manos de los golpistas que finalmente se hicieron con el control de toda España, el papel de la mujer siguió presente. Continuaron en la lucha clandestina (23) ayudando en los intentos de reconstitución de los partidos. Resistieron en los grupos de ayuda a viudas de las cárceles y de huérfanos de la guerra. Y ayudando a los maquis que se oponían al régimen desde el interior.
Pero además, en elementos tan particulares como la denuncia al mundo de las condiciones inhumanas de la España franquista. Algunas enviaban de cartas clandestinas a la Pirenaica –algunas bajo pseudónimo y otras con el nombre real- (24). Esta mítica radio que emitía desde el otro lado de la frontera comunista, llevaba la realidad de estas mujeres. Era un rayo de esperanza que llegaba desde el Este portando la verdad en un país en el que los medios tan solo repetían, una y otra vez, una mentira propagandista del bienestar de un país que todos sus habitantes sabían tan falso como ciertas sus miserias.
Así fueron aquellas mujeres a las que los franquistas pretendían dominar y quebrantar. Mujeres que fácilmente hubieran acabado con los atributos de aquellos “hombres de verdad”, de los que tanto se jactaba Queipo de Llano, en una canasta. Pues lo cierto es que, como bien definió Margarita Nelken…
“… a ellas no fue menester reclutarlas, ni siquiera llamarlas, sino contenerlas en su afán de colaboración.” (25)
[…] dones van tenir una funció molt important durant la Guerra Civil a Espanya, sobretot aquelles que s’identificaven amb el bàndol republicà. També en la literatura, trobem moltes veus de dones de l’època que van plasmar les seves […]