Como ocurre en las historias de guerra e invasión, en la «conquista de América» hay muchos personajes clave. Por lo general, son hombres que pasaron a la historia por su ambición, sus victorias o derrotas, su coraje o su valentía. De uno y otro bando hay nombres muy conocidos: Hernán Cortes, Cristóbal Colón, Moctezuma… Pero, ¿y las mujeres? Muy poco se habla del papel de ellas en este proceso. La Malinche (1), por ejemplo, es una de las figuras más importantes.
Su vida es una de las más estudiadas, pero no tanto por su valentía y coraje, sino por haber sido esclava, amante, interprete, traidora, víctima, aliada, y finalmente, símbolo de la liberación femenina. ¡Todo al mismo tiempo! Y aunque no es tan popular en los libros de historia, se ha convertido en un referente para la cultura mexicana. ¿Cómo ocurrió?
Invadiendo tierras, ¿y mujeres?
La Malinche fue originaria de los alrededores del estado de Veracruz, uno de los primeros lugares a los que llegó el colonizador Hernán Cortés. Para esas fechas, un mercader había recibido a La Malinche, como si fuese un regalo o un artículo de intercambio. Después, fue pasando de mano en mano hasta llegar a Cortés y compañía (2). Y es que las mujeres podían ser entregadas o intercambiadas en «símbolo de buena voluntad». Así que, cuando los españoles empezaron a negociar con los líderes de la zona, ella y otras mujeres quedaron a disposición de los «conquistadores».
¿A disposición? Sí, porque se suponía que ellas harían todo lo que ellos ordenaran. Y no sólo en cuanto a labores domésticas o a trabajo en el campo, sino también en todo lo relacionado a la sexualidad y a la reproducción. De hecho, a la primera oportunidad, los españoles ordenaron bautizarlas. ¡Qué conveniente! No penséis que lo hacían para garantizarles su lugar en el paraíso. Más bien, era para asegurarse de poder mantener relaciones sexuales con ellas sin pecar.
Y es que, por una parte, las mujeres tenían que comportarse según las reglas de los hombres, y por otra, las relaciones sexuales solo estaban permitidas en el matrimonio heterosexual y entre cristianos. Cualquier parecido con el siglo XXI es mera coincidencia.
Cortés y La Malinche: casi una historia de amor
Entre invasiones y conquistas, La Malinche y Cortés tuvieron un hijo (3), y la historia de su relación amorosa (o lo que fuera) es reconstruida y estudiada hasta nuestros días. No sabemos exactamente si fue algo consentido, obligado, acordado, ajeno o aceptado por los propios protagonistas. Lo que sí sabemos, es que su relación fue clave durante «la conquista» de Mesoamérica.
Por todo lo anterior, a La Malinche se le ha reconocido, en primer lugar, como esclava. Y en segundo, como víctima o amante. No sólo eso, sino que se ha convertido en todo un símbolo de la mujer sensible, pero fuerte; fiel, pero astuta; y sobre todo, 100% entregada a los demás… ¡Exacto! ¡»La mujer ideal»!
«Malinche es el arquetipo de la mujer mexicana enamorada, apasionada, inteligente y leal, que en todo momento está dispuesta a aliarse al hombre que ama y hacer suyos sus sueños» (4)
De hecho, todavía es difícil contar la historia de La Malinche sin hablar de Cortés y la «conquista». Será que, como es típico siendo mujer, de lo primero que se habla es de con quién y cómo te involucraste. Por decirlo en palabras más formales: las mujeres tendemos a ser reconocidas, en primer lugar, por nuestras relaciones sexoafectivas con el sexo puesto. Y ya en segundo, si eso, por nuestras propias historias.
Ser la amiga de todos…
Para ventaja de Cortés y sus aliados, La Malinche había estado en sociedades mesoamericanas de distintas etnias. Esto significa que podía hablar distintas lenguas (5). Además, no tardó en acostumbrarse al castellano, por lo que en poco tiempo pasó a convertirse en la traductora oficial (6). Así es, ¡La Malinche era políglota! Es decir, podía relacionarse bien con todos, a pesar de sus enormes diferencias. Seguro que cualquier contemporáneo diría: ¡qué mujer!
Pero, aún siendo la única que tenía libre acceso a tan diferentes culturas, todavía no sabemos si La Malinche salió ganando o perdiendo con ello. Por un lado, se convirtió en la principal ventaja para el grupo de los «conquistadores» (igual no le quedaba otra). Y por el otro, fue poco a poco rechazada por los grupos colonizados.
Hay que recordar que Cortés ya se había dado cuenta de que entre las mismas sociedades nativas había conflictos por el territorio. Así que aprovechó y se alió con unos para derrocar a los otros (7). Y el papel de La Malinche en algunas de estas batallas fue decisivo (8). ¡Era toda una Mata Hari a la mesoamericana!
… y la enemiga también
Aquí es donde La Malinche se convierte, por un lado, en la principal interprete. Y por el otro, en la traidora de su pueblo. O mejor dicho, en el chivo expiatorio. Porque es más fácil decir que fue ella la traidora, que admitir que dentro de los propios grupos indígenas y españoles ya había un montón de conflictos y traiciones.
No se trata de que «la conquista» no habría sido posible sin la participación de La Malinche; ni mucho menos, pues ella no fue la única mujer o la única traductora que existía en Mesoamérica. Sino que se trata de recuperar un poco de su historia para entender una parte de la nuestra.
¿Una mujer empoderada?
Una mujer indígena, que hablaba distintas lenguas, y que estaba justo en medio, entre colonizados y colonizadores, seguramente, algo de prestigio ganaría. Más aún si, gracias a su participación, ambos grupos pudieron entablar relaciones decisivas (9).
Y ¿quién dijo que el poder solo era cosa de hombres? Existen códices donde La Malinche es representada en un rango más alto al de otros y otras indígenas, con un poder y una autoridad que no eran comunes en las mujeres (10). Quizá se le atribuya valentía y astucia con tanta sorpresa y admiración porque estamos acostumbradas a pensar lo femenino como débil. Y más aún, lo femenino en el contexto indígena.
Pero no es justo reconocerla solo como «víctima» de este proceso. La Malinche es también una representación de la liberación y la fuerza femenina. No podría ser de otra manera si recordamos que, en este contexto, las mujeres dejaban de ser esclavas de unos para ser esclavas de otros (11). De hecho, el movimiento feminista, sobre todo el chicano, reivindica a La Malinche (12) como una mujer que «supo emanciparse ante un sistema doblemente patriarcal» (13). Ya que estamos en esto, por qué no preguntarnos, ¿cuántas malinches más existieron? Y ¿qué hemos heredado de ella?
Y La Malinche se hizo piedra…
No es de extrañar que La Malinche haya pasado a la historia de México como un referente de los valores femeninos. Actualmente, hay incluso una montaña en la zona centro que lleva su nombre. Y también hay numerosos estudios que la relacionan con nuestras leyendas y nuestras raíces.
De hecho, en México existen los términos «malinchismo» y «malinchista». Significa renegar de las raíces, ser alguien que traiciona sus orígenes, que da preferencia a lo extranjero. Hay incluso quienes consideran que frases (o lugares imaginarios) tan populares como «La chingada» (14), y leyendas tan conocidas como «La llorona» (15), tienen sus orígenes en esta mujer (16). Una mujer con cuya historia hemos asociado gran parte del ser mestizas, del ser mujeres mexicanas. Una mezcla permanente entre lo originario y lo extranjero. Ser la vulnerable y la protectora, la cuidadora y la proveedora, la víctima y la autoridad. Estar, siempre y precisamente, entre «la chingona» y «la llorona».
quiero saber la repuesta por favor