La Condesa de La Motte y el escándalo del collar de la reina María Antonieta.

La culpa de que María Antonieta perdiese literalmente la cabeza (1), la tuvo un collar. ¿Qué? ¿Creéis que soy yo quien está perdiendo la cabeza ahora? ¡Vaya panda de mal pensados! ¿No confiáis en mi palabra? Está bien; no os perdáis ni un renglón. Os voy a contar la historia de las argucias llevadas a cabo por Mademoiselle Jeanne de Valois (2), la condesa de La Motte para más señas. Quien, con la mira puesta en conseguir ascenso social -o buena vidorra, dicho claramente-, la lió parda. Tanto, que esta anécdota que os voy a relatar, con un collar de por medio, fue el detonante de la mismísima Revolución francesa (3). Tan importante y sonado fue este escándalo del collar, que hasta Alejandro Dumas le dedicó una novela (4). El episodio, también cuenta con varias versiones cinematográficas (5), ¡e incluso aparece en un anime (6)!Anime Rose Of Versailles. Película L´Affaire du collier de la reine. Novela Alejandro Dumas El collar de la reina.

Pero, no me malinterpretéis. En aquella Francia del siglo XVIII, el pueblo llano, y hasta la propia nobleza, estaban hasta el moño de la monarquía absoluta (7). Sí, de aquélla que regentaban María Antonieta y Luis XVI. Digamos que este asuntillo del collar fue la gota que colmó el vaso. Una estafa que resultó ser el acelerante del incendio revolucionario (8). Lógicamente, las causas del estallido de la Revolución fueron variopintas (9). Que ningún lector de por sentado con estas líneas que sucedió de otro modo. Todo proceso histórico conlleva su buena dosis de complejidad. Pero no son dichas causas las que pretendo explicaros hoy. No. Hoy los protagonistas son un collar muy «travieso», y una «traviesa» condesa. Mejor dicho… “supuesta condesa”. ¿Preparados para conocer sus aventuras?

Pero, ¿quién era Jeanne de Valois, la condesa de La Motte?

Erase una vez una niñita francesa que creció en miserables condiciones. Ya que su familia pertenecía a la baja nobleza, y había sufrido los vaivenes del empobrecimiento más absoluto (10). Y oye, que la chavala era una inconformista, y desde bien pequeñita se propuso salir de ese agujero en el que estaba metida.

Jeanne de Valois, Condesa de La MotteAsí, cuando tuvo edad de merecer (11), contrajo matrimonio con un oficial: Nicolás de La Motte. Pero Jeanne de Valois no tuvo mucho tino. Y es que este oficial, en contra de lo que ella pensaba, estaba más tieso que la mojama (12). ¡A tomar por saco su primera argucia para conseguir salir del hoyo! Pero la muchachita no desistió en su empeño, y se fijó un ambicioso objetivo: brillar como la que más en Versalles (13). Y empleó para ello todas sus fuerzas y artimañas, como veremos.

La Condesa de la Motte y el cardenal de Rohan: la pareja perfecta para este lío

Una marquesa (14) admitió al matrimonio de La Motte en su círculo más íntimo, dando comienzo al ascenso social de Jeanne. Gracias a ello, pudo conocer al cardenal de Rohan (15), otro gran protagonista de nuestra historia. Era miembro de una familia de la más rancia aristocracia francesa, y el odio que María Antonieta le tenía, era conocido en Francia entera. Y el hombre, que pretendía convertirse en el nuevo Richelieu (16), es decir, en el clérigo con más power del reino, sabía que debía solventar de inmediato su enemistad con la Reina (17). Otro que se fijó unos objetivos vertiginosos. ¡Que por ambición no fuese! Y oye, que de Rohan se obsesionó con agradar a María Antonieta, y esa debilidad se convirtió en su talón de Aquiles, como veremos.

Decidido a convertirse en el best friend de la Reina, de Rohan se instaló en la Corte. Y así, su camino se cruzó con el de Jeanne de Valois (18), que ya se hacía llamar Condesa de La Motte. Título que, por cierto, nunca existió (19). Pero se ve que la mujer de labia andaba sobrada, y sus aires de grandeza y fantasías daban el pego. De lo que también andaban sobrados por aquel entonces los de La Motte, era de deudas. Debían muchísimo dinero que tenían que devolver de inmediato (20). La cuestión era cómo hacerlo.

Y así, nos topamos con los protagonistas perfectos de nuestra historia. Por un lado, un cardenal que perdía el culo por agradar a la Reina. Un blanco fácil de engañar y manipular, cegado por su obsesión. Por otro, una señorita con aires de grandeza y mentirosa como ella sola, capaz de las más audaces argucias para trepar por Versailles. Y con mucha necesidad de dinero rápido y fácil. ¡El escándalo estaba servido!

Y mientras tanto… todo el mundo odiaba a la reina María Antonieta

María Antonieta ha pasado a los anales de la Historia por ser una reina absolutamente detestada por el pueblo. Retratada como una niñata caprichosa y derrochona, fue acusada de empujar a Francia a la ruina más absoluta. ¡Y todo por ser una frívola malcriada! A todos os sonará la famosa frase (que ella nunca pronunció): “Si no tienen pan, que coman pasteles” (21). Supuestamente, la Reina la pronunció al saber de la mala cosecha que azotaba París en 1789, y la consecuente falta de pan.

Lo cierto es que a María Antonieta la difamaron y acribillaron que dio gusto (22). Y no solo era odiada por el pueblo, sino que la propia nobleza francesa la tenía entre ceja y ceja (23). Su fama, prestigio y reputación eran nefastos. Y ese asuntillo del collar, no hizo más que aumentar el asco que le tenían, como veremos. Puso de relieve la ostentosidad de la vida en Versailles, mientras que la realidad del pueblo francés era otra bien distinta (24). Y es que los franceses, estaban muertos de hambre.

Y claro, tanto odio y resquemor solo podían terminar de un modo: con la cabeza de la reina María Antonieta rodando (25). Pero ese, amigos míos, es otro capítulo de la Historia de Francia.

Presentados los actores principales del escándalo del collar, sólo me queda contaros en qué consistió la estafa y como sucedió.

El misterio del collar (2001)
Fotogramas de «El misterio el collar» (2001).

¿María Antonieta? ¡Pero si es mi mejor amiga!

Jeanne de Valois se ganó la confianza del cardenal de Rohan (26). Y muy espabilada ella, que de tonta no tenía un pelo, le hizo creer que pertenecía al círculo íntimo de la reina María Antonieta (27). Y que, cómo no, estaba dispuesta a interceder por él ante ella. Todo mentira cochina, pero como el hombre estaba desesperado por ganarse los favores de la Reina, se tragó el cuento enterito. Y Jeanne, que estaba de deudas hasta las orejas, aprovechó el viaje. Le contó que la Reina estaba dispuesta a olvidar las rencillas del pasado si el cardenal se prestaba a ayudarla económicamente.

Por todos era sabido que la corona francesa andaba de liquidez regular tirando a mal, y de Rohan accedió a prestarle dinero a María Antonieta sin rechistar (28). Lógicamente, ese dinerito rico se lo iba quedando la Condesa de La Motte, que a lo tonto, se hizo con un buen capital. De hecho, la Reina no tenía ni pajolera idea de todo este asunto. Es más, ni siquiera conocía a la Condesa de La Motte (29).

Pero Jeanne de Valois, ambiciosa como ella sola, nunca tenía suficiente. Así que ideó una argucia con la que podría obtener la buena vida que siempre había ansiado. ¡Incluso ideó un falso encuentro entre de Rohan y María Antonieta, con una prostituta de por medio (30)! Y de esta manera, comenzó el enredo de la estafa del collar.

El asunto del collar, una estafa tan grande como la copa de un pino

Corría 1785 (31), y Jeanne de Valois se enteró de la existencia de un collar insultantemente caro, que unos joyeros (32) habían creado por encargo del rey Luis XV (33). Y claro, los ojos le hicieron chiribitas, imaginando cuanto podría cambiar su existencia aquel pedazo de joya (34). Ya sabéis, la avaricia siempre termina por romper el saco.

Así, previendo el gran negocio que podrían hacer ella y su marido con la venta del carísimo collar, pieza a pieza (35) eso sí, para que no les pillasen con las manos en la masa, le comió la cabeza de nuevo al cardenal de Rohan (36). Le convenció de que la reina María Antonieta deseaba el dichoso collar con todas sus fuerzas. Y de que si el confiado cardenal accedía a comprárselo, la Reina le ofrecería un puesto en el Gobierno de Francia. Ese puestecillo que de Rohan tanto ansiaba. Por supuesto, para no alarmar al cardenal, dado el alto precio del collar (37), Jeanne de Valois terminó de convencerle diciéndole que la Reina le devolvería el dinero en cómodos plazos (38).

Alquimistas, cuentos chinos y muchísima ambición

Para que os terminéis de caer de espaldas, os contaré que de Rohan terminó de decidirse “a avalar a la Reina”, porque un alquimista, muy amigo suyo, le chivó que los astros le eran favorables (39). Finalmente, de Rohan, cegado por el poder que le habían prometido, no tardó en comprar el collar (40). La lujosa joya quedó en manos del matrimonio de La Motte que, de inmediato, comenzaron a venderlo pieza a pieza (41). Obviamente, empezaron a levantar sospechas, aunque lograron escabullirse y salir airosos. Además, Jeanne consiguió el tren de vida que tanto ansiaba (42).

La estafa, finalmente, se destapó cuando los joyeros reclamaron a María Antonieta el primer pago (43). La Reina recibió la reclamación exigiéndole el dinero o el collar y, estupefacta, entró en cólera. Lógicamente, los joyeros nombraron al comprador que había adquirido el collar en su nombre: el cardenal de Rohan. Recordaréis que os he contado que el odio de la Reina hacia de Rohan venía de lejos… Pues bien, ante tal reclamación, la Mari se sintió profundamente ofendida. Y, muy malpensada ella, se lo tomó como una estrategia del cardenal para desacreditarla (44). Por ese asco tan antiguo que ambos arrastraban.

Las consecuencias de ofender a María Antonieta… ¿O fue ella quien terminó por pagar los platos rotos?

La Reina, que muy buen carácter no tenía, mandó encarcelar al cardenal de Rohan. Quien terminó con sus huesos en la famosa Bastilla (45). Jeanne de Valois también fue encarcelada (46). Pero, tras unos mesecillos en prisión, consiguió escapar (47). El cardenal fue sometido a un juicio público, tras el que quedó absuelto (48). Juicio que supuso el principio del fin de María Antonieta.

Por una parte, la aristocracia francesa, a la que pertenecía de Rohan, consideró indignante el trato que se le estaba dando a éste, por lo que retiraron ipso facto su apoyo a la Reina (49). Por otro lado, al hacerse público todo este show, el pueblo se escandalizó al conocer el desorbitante precio del collar. Ellos no tenían ni pan que llevarse a la boca, mientras que la realeza se pegaba unos caprichos de locura (50). Además, el pueblo, ya hasta las narices, dio crédito a la rumorología del momento, y no dudaron en culpar también a la Reina de todo este embrollo (51). Así, la animadversión hacia María Antonieta no hizo más que crecer.

Después vendrá la Toma de la Bastilla y, con ella, la Revolución francesa (52). Llegarán los revolucionarios jacobinos, con su amada guillotina (53). Y la cabeza de María Antonieta servida en bandeja de plata (54). Pero este, queridos y queridas, es ya un capítulo posterior de esta historia.

Pero, ¿qué fue de la Condesa de La Motte?

Como ya os he comentado, Jeanne pasó unos meses en prisión (55). Pero, en menos que canta un gallo, consiguió escapar y largarse a Londres (56). Allí, publicó sus memorias (57), que no hicieron más que seguir machacando a María Antonieta. Y es que en ellas, Jeanne la retrataba como una mujer frívola, entregada a todo tipo de excesos. Además, se aseguró de autorretratarse en ellas como una víctima de la Reina (58).

Reconstrucción del collar de la reina en el Castillo de BreteuilCuando la Monarquía cayó y la Revolución tomó las calles de Francia, Jeanne fue invitada a regresar a su país. Y es que para los revolucionarios, la “ciudadana de La Motte” había sido una víctima de “la última reina de Francia” (59). Pero Jeanne de Valois, para aquel entonces, sufría de enajenación. Y convencida de que los realistas (los contrarrevolucionarios, “amiguitos” de la monarquía) terminarían por prenderla, se arrojó por la ventana de su domicilio londinense (60).

Y así termina este cuento, con una reina bien jodida, sin comerlo ni beberlo (en este caso concreto), un pardillo estafado y una mujer, ambiciosa como ella sola, suicidándose, paranoica perdida. Lo único que perdura es una réplica del collar, que todo suertudo que viaje a París puede visitar y admirar (61).

Para no variar, en la versión oficial sobre la Revolución, en cualquier libro de texto, no encontraréis ni una mísera referencia a Jeanne de Valois. Y estaréis de acuerdo conmigo en que este episodio que os he contado, fue mucho más que una simple anécdota.


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Me refiero a la decapitación de la reina María Antonieta, el 16 de octubre de 1793, en la Plaza de la Revolución, en París. Fue condenada a morir en la guillotina por el Tribunal Revolucionario, acusada de despilfarradora, de haber arruinado al país con sus caprichos e incluso de haber conspirado contra Francia. Fraser, 2006, pp. 551-602. National Geographic, 2013. Zweig, 2006, pp. 321-347.
(2) Jeanne de Valois-Saint-Rémy, «Condesa de La Motte» (1756-1791). Queralt del Hierro, 2018. Gaspar y Roig, 1867, p. 214. Pédretti, 2016, p. 19. Ver  Craveri, 2007, pp. 45-54.
(3) Durante la Revolución Francesa (1789-1815), el pueblo llano se sublevó contra la monarquía, la nobleza, el clero y sus privilegios. Lo que pretendían los revolucionarios, era acabar con el Antiguo Régimen, en el que la sociedad francesa estaba dividida en tres estamentos o clases sociales: nobleza, clero (con grandes privilegios) y Tercer Estado o pueblo llano. Además, reinaba una monarquía absolutista. Así, el Tercer Estado pretendía acabar con la sociedad estamental. El pueblo llano, o Tercer Estado, estaba formado por la burguesía y por las clases sociales más bajas. Para conocer más sobre el Tercer Estado, ver Sieyès, 2003. Con la Revolución Francesa, estos burgueses conquistaron el poder político, y aspiraron a un nuevo modelo económico, social y político: el régimen liberal. Ver nuestro artículo: La Revolución provocada por los privilegiados.
Para conocer más sobre este período, también podéis visitar nuestros artículos: Olympe de Gouges: la Revolución hecha mujer, Charlotte Corday, la revolucionaria que se cargó a Marat antes de perder la cabeza y Liberté, Egalité et ¿Fraternité? La masonería y su papel en la Revolución de 1789.
(4) Titulada El collar de la reina y publicada por primera vez en 1849.
(5) L’affaire du collier de la reine, de 1946, protagonizada por Viviane Romance, y The Affair of the Necklace (El misterio del collar), de 2001, protagonizada por Hilary Swank (ambas actrices en el papel de Jeanne de Valois). Hay que añadir dos películas más, que nombro en (6).
(6) Hago referencia al manga La Rose de Versailles, conocido también como Lady Oscar, publicado entre 1972 y 1973 (diez volúmenes), de Riyoko Ikeda. Tuvo su adaptación como anime en 1980 (41 episodios; a Jeanne le dedican el episodio nº 10, titulado Jeanne, un hermoso diablo) e incluso una adaptación cinematográfica, llamada Lady Oscar, de 1979, con Anouska Hempel interpretando a Jeanne de Valois. En 1990, se estrenó en cines Te amaré mientras tenga vida, una película que resumía el anime entero, con Akiko Yajima en el papel de Jeanne.
(7) La nobleza francesa empezaba a detestar a la reina María Antonieta. Queralt del Hierro, 2018. Zweig, 2006, pp. 111-119.
(8) Quizá lo que aceleró la Revolución fue la combinación de sequía, malas cosechas y, en consecuencia, hambre y desórdenes civiles, con el escándalo del collar de María Antonieta. Dicho escándalo, ocurrió en un  momento demasiado delicado como para haber sido pasado por alto entre el pueblo. Bolinaga, 2014, p. 59.
(9) Ver Bolinaga, 2014, pp. 41-73, Martin, 2013, pp. 43-103, McPhee, 2003, pp. 11-78 y Thiers, 1840, para conocer más sobre los orígenes y causas de la Revolución francesa y la caída del Antiguo Régimen.
(10) Nació en Fontette, una pequeña población de la Champaña, en 1756, en una familia empobrecida de la baja nobleza, aunque emparentada con los Valois. Queralt del Hierro, 2018. Era la huérfana de un noble arruinado, descendiente de Enrique II, y de una criada. Ugidos, 2006. Zweig, 2006, p. 131. Tenía origen regio y pretensiones aristocráticas. Bolinaga, 2014, p. 60.
(11) Siendo una adolescente. Queralt del Hierro, 2018.
(12) Nicolás de La Motte no era ni mucho menos un hombre rico. Queralt del Hierro, 2018.
(13) Ugidos, 2006.
(14) La marquesa Boulainvilliers. Queralt del Hierro, 2018.
(15) Louis René Édouard de Rohan-Guéméné era uno de los miembros más influyentes de la Iglesia y pertenecía a una familia de la más rancia aristocracia francesa. Había contado con la confianza de Luis XV y, en 1772, había sido enviado a la corte vienesa a fin de establecer las condiciones de la alianza franco-austríaca. Una vez allí, su conducta disoluta y sus intrigas le valieron la enemistad de la emperatriz María Teresa y de su hija, la futura María Antonieta de Francia. Queralt del Hierro, 2018. Craveri, 2007, pp. 37-44.
(16) Queralt del Hierro, 2018. El cardenal Richelieu llegó a ser secretario de Estado y primer ministro del rey Luis XIII, cargo gracias al cual consiguió consolidar la monarquía francesa.
(17) De Rohan quería convertirse en el nuevo Richelieu, pero era un sueño imposible mientras se prolongara la animadversión que la reina María Antonieta sentía hacia él. Queralt del Hierro, 2018. El cardenal Louis Rohan deseaba reconciliarse con la reina María Antonieta y ambicionaba ser primer ministro de Francia. Doval, 2010, p. 220.
(18) Decidido a congraciarse con la soberana, se instaló en la corte y allí conoció a Jeanne, que se hacía llamar condesa Valois de La Motte. Queralt del Hierro, 2018.
(19) Queralt del Hierro, 2018.
(20) Por entonces, los De La Motte debían mucho dinero. Un dinero que, obviamente, había que devolver. El problema era cómo. Queralt del Hierro, 2018.
(21) Para más información, visitar: La Bruja Verde, Magazine Cultural Independiente, 2017.
(22) La Bruja Verde, Magazine Cultural Independiente, 2017.
(23) Queralt del Hierro, 2018. Zweig, 2006, pp. 111-119. Fraser, 2006, pp. 269-410.
(24) Queralt del Hierro, 2018. Zweig, 2006, pp. 111-119. Fraser, 2006, pp. 269-410.
(25) Ver (1).
(26) Bolinaga, 2014, p. 60.
(27) Valois hizo creer a de Rohan que tenía acceso al círculo íntimo de la reina. Bolinaga, 2014, p. 60. Difundió el rumor de que era íntima de María Antonieta y de su consejera, Madame de Polignac, y como esperaba, de Rohan no tardó en rogarle que intercediera por él ante la soberana. Queralt del Hierro, 2018. Haciéndose pasar por íntima amiga de la reina, Jeanne de Valois prometió hablarle en su favor a María Antonieta. Zweig, 2006, p. 134.
(28) Jeanne convenció a de Rohan de que la reina estaría dispuesta a olvidar los roces anteriores a cambio de una serie de ayudas económicas personales, ya que la monarquía andaba muy falta de liquidez. Emocionado por la posibilidad de reconciliarse con María Antonieta, de Rohan desembolsó todo el dinero que Valois le pidió. Bolinaga, 2014, pp. 60-61. Jeanne comenzó a hacerle llegar supuestos mensajes verbales de María Antonieta en los que ésta aseguraba que le recibiría gustosa, siempre que la ayudara económicamente. De Rohan no lo dudó. Casi de inmediato, saldó las deudas de los falsos condes Valois de La Motte. Queralt del Hierro, 2018.
(29) El dinero, como era de esperar, no terminó en manos de la reina, que desconocía completamente este asunto e incluso a la persona de Jeanne Valois, sino en el de la urdidora y su marido, Nicolás de La Motte. Bolinaga, 2014, p. 61.
(30) De Rohan exigió nuevas pruebas. Entró entonces en juego Rétaux de Villette (un notorio falsificador. Pédretti, 2016, p. 19), que redactó una nota imitando la letra de la reina. Ésta aseguraba perdonar al cardenal y le sugería la posibilidad de un encuentro secreto, que debía producirse tras saldar nuevas deudas. El cardenal se avino de inmediato a pagar sin advertir el error que había cometido Rétaux de Villette: firmar como María Antonieta de Francia cuando, en realidad, la soberana se limitaba a rubricar solo con su nombre de pila. Mientras tanto, los De La Motte contrataron los servicios de una aspirante a actriz y prostituta ocasional llamada Nicole Leguay, muy parecida a la reina. La noche del 11 de agosto de 1784, vistiendo la réplica de un traje de María Antonieta y con la cara cubierta por un velo, se entrevistó con el cardenal en los jardines de Versalles. Allí, la actriz aseguró al ingenuo clérigo que todo estaba olvidado y, excusándose, desapareció de escena con rapidez. La engañosa entrevista no era más que la primera parte del plan ideado por los De La Motte. El siguiente paso consistió en convencer al cardenal de que, si deseaba colmar sus aspiraciones, debía obsequiar a la reina. Queralt del Hierro, 2018. Relgis, 1964, p. 214. Zweig, 2006, pp. 135-137.
(31) El asunto del collar ocurrió en 1785. Bolinaga, 2014, p. 60.
(32) Los joyeros Charles Boehmer y Marc Bassenge. Bolinaga, 2014, p.  61.
(33) La muerte del rey Luis XV, los había dejado sin comprador, a pesar de la insistencia que pusieron en ofrecerlo a Versalles, e incluso a alguna otra corte extranjera. Bolinaga, 2014, p. 61.
(34) La de La Motte se quedó sin aliento al conocer la existencia del collar. Sus ojos centelleban como los diamantes de éste. Zweig, 2006, p. 138.
(35) Se trataba de un collar de 2840 quilates. Pédretti, 2016, p. 20.
(36) Bolinaga, 2014, p. 61. Discretamente, Jeanne le hizo saber que el famoso collar diseñado por Boehmer había maravillado a la soberana, pero que no había podido adquirirlo, dado el estado de las arcas reales. Queralt del Hierro, 2018. Creía el cardenal de Roban que la reina María Antonieta le acordaría sus favores si le obsequiara un collar que su esposo no podía ofrecerle por haber sido saqueado el tesoro público. Relgis, 1964, p. 213.
(37) El collar estaba valorado en un millón seiscientas mil libras. Doval, 2010, p. 220. Martin, 2013, p. 347. Queralt del Hierro, 2018. Zweig, 2006, p. 139. Serían aproximadamente unos 15 millones de euros. Pédretti, 2016, p. 20.
(38) A cambio de que se lo comprara, con cargo a la propia reina en cómodos plazos, estaría dispuesta a ofrecerle un puesto en el Gobierno. Bolinaga, 2014, p. 62. El famoso collar sería comprado por de Rohan en nombre de la reina, la cual abonaría a plazos su coste. Como la reina era famosa por sus muchas deudas y por andar siempre corta de efectivo, de Rohan asumió la compra y entregó, con total discreción, el collar a la condesa para que se lo diera a la reina. Doval, 2010, p. 220. Jeanne le sugirió al cardenal que sería perfecto que actuara como avalista y testaferro en la adquisición de la joya, y luego la reina iría abonando los plazos al joyero, pero todo se debía hacer con la máxima reserva. Queralt del Hierro, 2018.
(39) Dado el elevado importe de la pieza, De Rohan albergaba serias dudas. Pero un curioso personaje no involucrado en la trama venció su indecisión. El conde de Cagliostro, alquimista, ocultista y fundador del Rito Egipcio de la Francmasonería, muy amigo del cardenal, le aseguró que los astros eran favorables a la transacción. Queralt del Hierro, 2018. Gaspar y Roig, 1867, pp. 218-223. Zweig, 2006, pp. 133-134. Cagliostro, o José Bálsamo como se llamaba realmente, se ocupaba de la medicina secreta, de la alquimia y de la francmasonería. También profetizaba. Por su implicación en el asunto del collar, fue expulsado de Francia – Ver (48) –  En Roma, la Inquisición lo condenó a muerte por hereje. Relgis, 1964, p. 214. Para saber más sobre Cagliostro y su relación con el asunto del collar, ver Harrison, 2005, pp. 181-196.
Alejandro Dumas usó a Cagliostro en su novela Memorias de un médico , de 1853 (novela anterior a El collar de la reina – Ver (4) —).
(40) El 29 de enero de 1785, de Rohan compró el collar por 1.600.000 libras, pagaderas a dos años en cuatro plazos. Dos días después, en presencia de Jeanne Valois de La Motte, se lo facilitó a un presunto lacayo –en realidad, Rétaux de Villette– para que lo entregara a la reina. Por supuesto, el collar no llegó a manos de María Antonieta. Queralt del Hierro, 2018.
(41) Bolinaga, 2014, p. 62. El collar nunca llegó a manos de la reina, ya que La Motte suplantó a ésta y lo vendió por piezas. Doval, 2010, p. 220. Los falsos condes y su cómplice se apresuraron a fragmentarlo para vender los diamantes por separado. Queralt del Hierro, 2018. Las piezas fueron revendidas en París, Bruselas y Londres. Pédretti, 2016, p. 20.
(42) Vender las piezas por separado fue un disparate. En febrero, un joyero llamado Adam acudió a la policía para informar de que un tal Rétaux de Villette le había pretendido vender unos diamantes que aseguraba que pertenecían a la condesa Valois de La Motte a un precio excesivamente bajo, lo que le hacía sospechar que eran robados. El caso se cerró porque la condesa no había interpuesto denuncia. Ante el peligro a ser descubiertos, Jeanne envió a su esposo a Londres con el resto del collar, en la certidumbre de que allí no tendría problemas para vender los diamantes por debajo de su valor. Retirada en una elegante mansión en Barsur-Aube, Jeanne Valois de La Motte se dedicó a llevar un lujoso tren de vida. Queralt del Hierro, 2018. Zweig, 2006, pp. 139-140.
(43) Cuando llegó el momento de reclamar el primer pago, la reina recibió la carta con la reclamación y se destapó el pastel. Bolinaga, 2014, p. 62. Gaspar y Roig, 1867, pp. 211-212. Zweig, 2006, pp. 141-143. El asunto se complicó cuando el cardenal no pudo hacer frente al pago de un plazo, que fue reclamado a la reina por los vendedores. Doval, 2010, p. 220. Fue el vencimiento del primer plazo lo que llevó a Jeanne de La Motte a un callejón sin salida. El joyero se asombró cuando el cardenal le mostró una supuesta carta de María Antonieta. Acosada por Boehmer, Jeanne no tuvo más remedio que confesar que la carta era falsa. No obstante, omitió el importantísimo detalle de que la reina jamás había tenido el collar en su poder. Seguro de la inocencia de María Antonieta, el joyero acudió a Versalles y rogó a esta que le devolviera la joya. Ante el desconcierto de la soberana, hubo de decirle que el comprador “en su nombre” había sido de Rohan. Queralt del Hierro, 2018.
(44) La reina, convencida de que se trataba de una jugarreta del cardenal para ponerla en entredicho, informó del asunto a su esposo, para que tomara cartas en el asunto. Queralt del Hierro, 2018.
(45) Bolinaga, 2014, p. 62. Fraser, 2006, pp. 319-340. Luis XVI convocó al cardenal, que le explicó que todo se había hecho por iniciativa de los Valois de La Motte. Sin atender sus disculpas, Luis XVI ordenó que el cardenal fuera arrestado y conducido a la Bastilla. Queralt del Hierro, 2018. La Bastilla era una prisión medieval. A todos os sonará “La Toma de la Bastilla”, como uno de los hitos que dio comienzo a la Revolución Francesa.
El cardenal fue arrestado en plena Galería de los Espejos, delante de toda la corte. El escándalo fue descomunal. Pédretti, 2016, p. 20. El rey ordenó que se encarcelara a De Rohan el 15 de agosto. Martin, 2013, p. 347.
(46) Bolinaga, 2014, p. 62. Jeanne no tardó en seguir los pasos de De Rohan y fue encarcelada. Sin embargo, tanto su esposo como Rétaux de Villette se mantuvieron a salvo en Londres y Ginebra, respectivamente. Poco después se detuvo a Nicole Leguay y a Cagliostro bajo la acusación de complicidad en la trama. Queralt del Hierro, 2018.
(47) Jeanne Valois de La Motte, apenas había cumplido seis meses en La Salpêtrière – Ver (48) —, cuando huyó a Londres. Queralt del Hierro, 2018. Relgis, 1964, p. 214.
(48) Bolinaga, 2014, p. 62. Martin, 2013, p. 349. Entre 1785 y 1786 se produjo el proceso judicial francés del Collar de la Reina. Doval, 2010, p. 220. De Rohan fue arrestado y procesado, acusado de haber usado el nombre de la reina sin derecho, pero tuvo a su favor a la opinión pública, en contra de la impopular reina. Doval, 2010, p. 220. El proceso comenzó el 29 de mayo de 1786. Se pidieron penas ejemplares para todos los reos, incluido el cardenal. Dos días después, la corte emitió su veredicto. Leguay fue exculpada, lo mismo que el conde de Cagliostro, si bien, por orden del rey, fue declarado persona non grata y obligado a abandonar el país. La justicia cayó de pleno sobre Jeanne. Se la condenó a cadena perpetua en La Salpêtrière, a recibir cien latigazos y a ser marcada con la V de voleuse (ladrona) en el hombro con un hierro al rojo vivo. Tampoco escaparon nominalmente de la justicia su esposo ni Rétaux de Villette. El primero fue condenado a galeras; el segundo, a exilio perpetuo. Ambos evitaron la pena gracias a encontrarse huidos. El cardenal fue exculpado, pero tuvo que dimitir de su cargo de Gran Limosnero y retirarse a la abadía de La Chaise-Dieu tras indemnizar al joyero estafado. Un año después se le levantó el castigo y pudo reincorporarse a su sede de Estrasburgo. Queralt del Hierro, 2018. Gaspar y Roig, 1867, pp. 240-241.
(49) El juicio público se realizó ante el Parlamento. La aristocracia lo juzgó como humillante para toda su clase, dada la alta posición familiar de Rohan. La nobleza se hizo aún más fuerte en su desapego hacia la despreciada Austriaca. Bolinaga, 2014, p. 62. En 1786, el Parlamento de París resolvió condenar a La Motte y absolvió al cardenal, lo que fue recibido con entusiasmo general y considerado como una victoria sobre la corte y la muy denostada reina. A pesar de ello, de Rohan fue privado de su oficio de gran limosnero y exiliado a la abadía de Chaise-Dieu. Doval, 2010, pp. 220-221. La nobleza antigua cerró filas en torno a de Rohan, ofendida por la humillación pública de uno de los suyos, y culpó de ello a la reina “extranjera”. Queralt del Hierro, 2018.
(50) El asunto del collar corrió entre el pueblo llano, indignado al saber que mientras ellos estaban pasando terribles escaseces, los cortesanos no tenían ningún empacho en andarse con devaneos sobre un collar que costaba millones de libras. Bolinaga, 2014, p. 62. De algún modo, el juicio puso en cuestión la ostentosa vida de la corte de Versalles y, sobre todo, el prestigio de la reina, ya criticada a menudo por frivolidad. Queralt del Hierro, 2018.
Bajo Luis XVI la pequeña burguesía y el pueblo no podían admitir que la especulación y la corrupción se manifestasen abiertamente hasta en las esferas del trono. La opinión pública estaba revuelta por los «asuntos misteriosos», como el del collar. Relgis, 1964, p. 213.
(51) La ruptura de la confianza entre el pueblo y la reina, está en marcha. Pédretti, 2016, p. 20. El pueblo exasperado dio validez a las murmuraciones y consideró culpable también a la reina, lo que supuso su descrédito definitivo. Para la masa, madame Déficit (como llamaban a María Antonieta) era culpable. Bolinaga, 2014, p. 63. Fraser, 2006, pp. 341-362. Martin, 2013, pp. 350-353.
(52) La Toma de la Bastilla se produjo el 14 de julio de 1789, y se considera el inicio de la Revolución Francesa (1789-1815).
(53) Los jacobinos eran los revolucionarios más radicales. Instauraron el llamado “Régimen del Terror”, y usaron la guillotina contra todo enemigo de Francia (a sus ojos, claro).
(54) Ver (1).
(55) Ver (46), (47) y (48).
(56) Escapó de su celda junto a otra reclusa, ambas vestidas de hombre, con ayuda de alguien a quien nunca se ha podido identificar. Queralt del Hierro, 2018. Escapó de La Salpêtrière el 5 de junio de 1787. Gaspar y Roig, 1867, p.242.
(57) Ver De Valois De La Motte, 1789.
(58) Una vez en Londres, Jeanne siguió labrando la desgracia de la soberana, al publicar unas memorias en las que esta aparecía como una mujer dada a todo tipo de excesos. El libro pronto cruzó el canal de la Mancha y contribuyó al ya importante descrédito de María Antonieta. Queralt del Hierro, 2018. En dichas memorias, Jeanne se presenta como una víctima de María Antonieta. Gaspar y Roig, 1867, p.242.
(59) Tras la caída de la monarquía, los revolucionarios invitaron a la condesa, convertida en “ciudadana La Motte”, a regresar a su país con todos los honores, catalogándola de víctima de la última reina de Francia. Queralt del Hierro, 2018. Gaspar y Roig, 1867, p.242.
(60) Jeanne sufría un proceso de enajenación. Segura de que los realistas acabarían por prenderla, se arrojó por la ventana de su domicilio londinense en 1791. Queralt del Hierro, 2018. Llevaba un tiempo viviendo de la limosna. Gaspar y Roig, 1867, p.242.
(61) Dicha réplica se encuentra en el Castillo de Breteuil, muy cerca de París. Muy conocido por ser el castillo de los cuentos de Perrault. Ver: https://es.parisinfo.com/museo-monumento-paris/71472/Chateau-de-Breteuil

Bibliografía

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Ana Inmaculada Morillas Cobo
Escritora y divulgadora. Redactora, revisora de contenidos y editora de Khronos Historia. Mis áreas de mayor interés - como comprobaréis si me leéis - son la Historia de la Mujer, la Historia de las Religiones, la Filosofía Política y la Antropología. Como buena cinéfila y melómana, me encanta practicar la miscelánea cuando escribo (llamadme friki). De firmes posiciones feministas y marxistas.

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