Muy pocos sabrán de la existencia de esta leyenda, y la voy a presentar sin anestesia. Esta leyenda cuenta la historia de una mujer que llegó a ser nombrada Papa, la Papisa Juana. Ocultó su identidad y un embarazo, hasta que… bueno, mejor dejamos un poco de misterio. Pero ni el mejor reportaje de la prensa rosa les habrá preparado para este bombazo informativo. Lo cierto es que ni siquiera está claro que sea un mito o una historia real. Existen voces que defienden las dos posturas, cada cual con sus propios argumentos. En este artículo les plantearé la cuestión. ¿Existió una mujer líder de la Iglesia?
De Juan el Inglés a la Papisa Juana
La versión más extendida del mito –porque existe más de una- cuenta que Juana habría nacido hacia 822 en Maguncia, en la actual Alemania. Era hija de un monje predicador llegado desde Inglaterra para evangelizar a los sajones.
Criada en este ambiente de religiosidad y de erudición, se habría despertado en Juana la necesidad de aprender más. La única opción de tener estudios era hacer la carrera eclesiástica, pero las mujeres tenían prohibido estudiar –no fuese a ser que empezasen a pensar por sí mismas-. Nuestra protagonista tomó la decisión de cambiar de género y entró en la religión como copista bajo el nombre de Johannes Anglicus, “Juan el Inglés”.
Se trasladó a Roma, donde habría trabajado como docente. Su gran poder de oratoria y su sabiduría habrían llamado la atención de intelectuales de la época. Gracias a su reputación llegó a trabajar para el papa León IV, y a la muerte de éste Juana habría sido elegida papa, tomando el nombre de Benedicto III. Por aquel entonces, la elección del sumo pontífice no dependía de la votación de los cardenales, sino de todos los fieles de Roma, por lo que la gran popularidad de Juana habría obrado en su favor –si hoy día tuviera que elegir el público, capaces somos de ordenar papa a Rafa Mora o a Belén Esteban…-
Un final trágico
Gracias a los holgados ropajes de la época Juana habría logrado ocultar no solo que era mujer sino incluso un embarazo, fruto de la unión con un embajador sajón -que digo yo una cosa… ¿nadie sospechaba cuando el embajador entraba al dormitorio del Papa?-
La historia de la Papisa Juana acaba un día que se encontraba de procesión por Roma, cuando de pronto… (música de tensión) ¡¡dio a luz en plena calle!! Menuda estampa, el Papa en mitad de la ciudad rodeado de eclesiásticos y fieles, y con un bebé asomando entre las piernas. Unas versiones dicen que la enfurecida multitud lapidó allí mismo a madre e hijo (1), y otras dicen que murió a consecuencia del parto (2).
Desde entonces, para evitar futuros fraudes se habría diseñado una silla especial con un agujero en el centro: la llamada sedia stercoraria. Se utilizaba para comprobar si el recién elegido papa era hombre o no. Se metía la mano bajo el asiento para palpar los testículos, tras lo cual se anunciaba «duos habet et bene pendentes», es decir, “tiene dos y cuelgan bien” –todo unos cachondos los eclesiásticos medievales-.
Argumentos a favor
Como se comentaba al inicio del artículo, las opiniones respecto a la veracidad de esta historia están encontradas. Quienes afirman que es una historia real creen que la Iglesia ha silenciado y tergiversado los hechos para ocultarla. Durante toda la Edad Media la Papisa Juana fue reconocida como un personaje histórico y nadie dudaba de su veracidad. Entre quienes reconocen su existencia se encuentran varias Iglesias protestantes.
Existen miniaturas, dibujos y grabados que ilustran el momento del parto en mitad de la procesión. Además, en la Catedral de Siena habría existido una estatua con su busto, sustituida o transformada en el siglo XVI por otra del papa Zacarías. La existencia de la sedia stercoraria también apoyaría la veracidad de la historia. Así como algunos escritos medievales donde se menciona a Juana.
Argumentos en contra
Pese a la existencia de ilustraciones y de la silla, hay hechos históricos que respaldan la teoría de que la historia de la Papisa Juana es solamente una leyenda.
Para empezar, no existe una única historia “oficial”, tan solo una versión muy extendida pero con variantes. Tampoco está claro a qué papa habría correspondido su pontificado (Benedicto III, Juan VIII). Incluso no hay acuerdo en qué siglo vivió o qué nombre tenía.
En general se sitúa a Juana a mediados del siglo IX, pero no existe ni un solo documento coetáneo que narre tal historia. Un hecho así debió de haber sacudido la sociedad del momento. Sin embargo, la primera referencia a la Papisa Juana no aparece hasta el siglo XIII (3), es decir, 400 años más tarde -salvando las distancias, es como si hoy día afirmamos que existió el capitán Alatriste-.
Sin documentos que confirmaran su existencia, y con lo jugosa que es la historia de por sí, no es de extrañar que la leyenda se extendiera por toda la Edad Media.
Por otra parte, en cuanto a la denominada sedia stercoraria, el origen estaría en una silla, o sillas, de mármol procedentes de unas termas romanas que acabaron como parte de la colección del Vaticano. Posteriormente, se habría hecho copias en madera. Pese a que también existen ilustraciones de este curioso asiento, no hay documentos que certifiquen su uso oficial.
Ya en el siglo XVII, un historiador y clérigo protestante desmintió tajantemente la existencia de Juana (4).
¿Cómo surge la leyenda de la Papisa Juana?
Sobre cómo y cuándo comienza a formarse la historia de la Papisa Juana, tampoco hay nada claro. Una teoría dice que el origen de la leyenda estaría en una campaña de desprestigio contra el papa Juan VIII. Su benevolencia frente a otras Iglesias habría provocado que lo tacharan de poco varonil, comenzando a denominarle “Papisa Juana” -poco hemos madurado en algunas cosas me parece a mí…-
También se dice que hubo una leyenda medieval, muy parecida, sobre una mujer que tuvo que vestir el hábito de un monje muerto por la peste para salir de la pobreza. Habría comenzado a predicar por los pueblos, escalando puestos eclesiásticos hasta tener su propia iglesia. Habría sido descubierta al dar a luz durante una procesión.
Hay voces que sitúan el origen en un relato popular romano que habría ido cambiando siglo tras siglo hasta desembocar en la historia de la mujer que llegó a ser Papa.
La Papisa Juana pudo ser real o pudo ser el resultado de mezclar distintas leyendas. En cualquier caso, que se dude de su existencia no quiere decir que no pueda ser tomada como ejemplo. No resta verdad al hecho de que, en ocasiones, la mujer se haya visto obligada a tener que engañar al resto de la sociedad, no para ser mejor, ni siquiera para destacar, sino simplemente para ser igual a la otra mitad del mundo. De hecho ya vimos los ejemplos de Catalina de Erauso y Margaret/James Barry, otras mujeres que tuvieron que vestirse de hombre para triunfar. Por suerte, esa historia está terminando.
Yo creo que en la base de la leyenda debe de estar en el desprestigio de la Iglesia durante la denominada «pornocracia», en el siglo X, y el dominio que Teodora y Marozia ejercieron sobre distintos papas.
La “ Historia” depende mucho de los investigadores y de las circunstancias socio políticas del momento en que se realicen. De ahí, que con interpretaciones , diversas, nazcan “creencias populares “ , “ leyendas “, etc…
Dios nos libre de las Belenes Estaban del futuro. Ha escrito un libro…. .
Me parece genial que, no muchas ocasiones, podamos leer historias y sus diferentes leyendas . Gracias por realizar este análisis