La fábula de «La isla del Tesoro» con un judío imaginativo
Este es, quizás, uno de los mitos más sorprendentes que tiene relación con el mundo de los piratas.
¿Por qué? Probablemente, por ser algo que la mayoría de los humanos nunca vamos a llegar a tener ni a conseguir. Hablo del mapa del tesoro y la isla donde está enterrado.
He aquí una de las verdaderas historias de piratas que darán lugar a las posteriores versiones.
Me llamo Zacarías, Simón Zacarías
Para empezar, tenemos que tener en cuenta que en 1605, de forma misteriosa, desaparecieron cuatro galeones de la Armada de Tierra Firme. (1)
¿Qué llevaban estos galeones? Pues nada mas y nada menos que un tesoro maravilloso que sería supuestamente encontrado posteriormente por un tal Simón Zacarías. (2)
¿Qué pasó?
Nos movemos geográficamente al puerto de Cartagena de Indias, dónde se había celebrado la feria de Portobelo, lo que significaba importantes cantidades de dinero moviéndose de un lado a otro.
Ya no sólo se trataba de dinero, sino también se comerciaba con la plata del Potosí (plata que se iría embarcando junto con el oro y las esmeraldas para llevarlas a Castilla, pasando antes por Sevilla.)
La comandancia de estos barcos era del general Luis Fernández de Córdoba y Sotomayor. La flota se componía por nueve barcos. (3)
Rumbo a La Habana
A primeros de noviembre, con los barcos ya pertrechados, los nueve barcos zarparon dirección La Habana (4), ya que éste era el último puerto de las Américas antes de llegar a España. La carga que llevaban estaba por encima del 250% de lo declarado. (5) (6)
Un escrito de Juan Rodríguez Aguilera, que narra la travesía de los nueve barcos, dice lo siguiente:
«La armada zarpó de Cartagena un martes, de vuelta a La Habana. Navegaron día y noche con viento suroeste y rumbo norte-noreste. Al día siguiente amanecieron sobre Candebé. Todos los barcos siguieron el mismo rumbo hasta el domingo siguiente por la noche, que se hallaban al este de las Víboras (7).
El martes 8 fue avistado el San Martín, y al día siguiente divisaron el San Gregorio, también desarbolado. De común acuerdo decidieron los tres dirigirse hacia Jamaica distante unas 20 leguas.
El Patache había zozobrado, salvándose la gente en el San Gregorio.» (8).
¿Cómo se pierde este tesoro?
Otra de las cosas de las que cuenta Juan Rodríguez es que, cuando estaban acercándose a la zona de las Víboras, con la salida del sol, se revolvió la tempestad de tal forma que se vieron obligados a tirar por la borda parte de la carga.
A lo largo de ese mismo día, no se volvió a avistar ningún galeón, hasta el día 8 de enero, que pudieron ver al San Martín.
Pero la cosa no iba a quedar ahí, porque, como sabemos, había más barcos componiendo la flota. El día 18 de noviembre llegó a las costas de Cartagena el San Cristóbal hecho pedazos, y según un testimonio proveniente de Jerónimo Álvarez, que venía con la tripulación del barco, llegaron vivos de milagro a puerto.
Las semanas pasaban y no había noticias de los cuatro galeones más ricos, pero lo realmente raro es que la tormenta tan solo duró una noche.
Un tiempo después…
Volvamos a movernos. Trujillo de Honduras era una aldea de muy pocos habitantes pero con un puerto de salida de la Armada de Honduras que solía partir hacia España con toda la recaudación y productos de Centro América (9).
En 1616 llegó un inspector general de la audiencia de Guatemala. Este señor se llamaba Gaspar de Zúñiga, y su única misión era preservar los intereses de la corona. En el momento de la vigilancia atracó en la playa una barca con españoles raquíticos y sin apenas vestimenta. El oidor mandó tomar declaración a estos náufragos.
La realidad supera la ficción
La primera persona en realizar su declaración fue Blas Yáñez, el capitán de la nao Nuestra Señora de Consolación con destino a la isla Margarita, en Venezuela, y con intención de incorporarse después con la Armada de Tierra Firme.
Contó que cuando llegaron a Jamaica, en la punta del Negrillo, les atacó una urca flamenca (10) y los capturaron. Después los llevaron hasta cabo Gracias a Dios, donde se les unió al grupo un navío de piratas ingleses (11).
Plan de huida y aparición de Simón Zacarías
Cuando se aproximaron a la costa, mandaron a los capturados, bajo la supervisión de algunos piratas, a llenar de agua los barriles. Estaba claro, era el momento de escapar. Tuvieron la suerte de poder atacar a los piratas que iban con ellos y escapar de allí en la barca donde los enviaron, para así poder llegar hasta Trujillo.
Hasta aquí, lo propio de una de las escenas de piratas del Caribe, con la diferencia de que a este grupo se les unió un flamenco, un tal Simón.
Cuando llegaron cerca de la zona de Trujillo, dos españoles fueron asesinados por unos indios, así que, para evitar más muertes, decidieron dividir el grupo de tal forma que una parte siguiera por mar para pedir auxilio, y el resto los esperaría en tierra.
Todo encaja
El 8 de agoto comparece ante el oidor Simón Zacarías, junto con otros seis supervivientes de las increíbles historias que habían vivido.
Zacarías iba en la urca flamenca, que atacó al Consolación sobre la punta del Negrillo, pero cuando los españoles escaparon, él no tenía cómo volver al barco, así que se fue con ellos.
Zúñiga ordenó que Simón fuese detenido, ya que estaba acusado de piratería y posible herejía, y eso sólo tenía un fin, la horca. (12)
Aun así, el inspector no estaba del todo satisfecho con la declaración de Simón Zacarás y comenzó a recabar información. Casi todos los testigos declararon lo mismo. Que era nativo de Amberes y su oficio era piloto.
Al día siguiente, le tomaron confesión en la cárcel. Este dijo que era cristiano y católico, jurando por Dios nuestro señor, Santa María y por la señal de la Cruz.(13) Su edad era 40 años, y había salido de Ámsterdam seis meses antes.
Pero Zúñiga quería llegar al final del asunto, así que le preguntó si era cierto que estaba en el barco de los piratas por la costa de Jamaica. Y, como era de esperar, dijo que sí.
Simón Zacarías, el cristiano perfecto
El oidor preguntó a Simón Zacarías que si era tan católico como él decía, cómo había acabado en un navío de puerto en puerto, robando como un malhechor. Pero su respuesta dejó al oidor sin palabras:
«Salí como piloto desde Holanda para la Palma con licencia del duque Mauricio, y desde allí a Garachico, en Tenerife, a cargar vino, y ya de vuelta, por un temporal que nos dio, tuvimos que arribar a Inglaterra, donde el capitán del barco vendió la carga y le mandó el dinero a mi mujer.» (14)
Volvió a tripular el barco con bucaneros flamencos e ingleses, pero sorpresa, el capitán del barco los apresó y encerró en la bodega hasta llegar a Madeira. Por eso, luego ayudó a los españoles cuando los apresaron, dándoles comida.
Lo que no sabían el resto de tripulantes es que callaba parte de una gran verdad. Y empezaron a circular rumores. Llegó a oídos del inspector por medio de otros españoles que iban con él en el barco, que Simón Zacarías sabía que había una isla donde él mismo enterró un tesoro.
Así que lo llamó a declarar para saber sobre esa famosa isla.
La película perfecta
Imaginaos como eran las historias que contaba Zacarías sobre los piratas y cómo huía de ellos, que estuvieron más de quince días haciéndole constantes preguntas.
Pero eso no libró a Zacarías de unos buenos grilletes, y mucho menos de llevarlo hasta Inglaterra. Pero Zacarías era más listo que todos ellos, y se inventaba juegos e historias que los demás querían oír. ¿No os recuerda a alguien?
Juró que nunca le había dado la ubicación de la isla a nadie, y que era difícil de encontrar porque no estaba en las cartas náuticas.(15)
¿Qué hizo Simón Zacarías?
Pues Simón, cansado ya de tanta preguntita, dibujó un mapa firmado con su nombre.
La localización y el botín eran realmente fascinantes. Una isla, con forma de pene eyaculando, llena de tesoros. ¿Cómo no iba a ser verdad? Había que conseguir ese tesoro lo antes posible, que la guerra en Flandes no se pagaba sola. Se le dio autorización al oidor Juan Maldonado de Paz para ir con el propio Zacarías en búsqueda de la famosa isla y de su tesoro enterrado. (16)
Para ello, se armaron y aprovisionaron dos fragatas, aunque fue un verdadero fracaso cualquier tipo de búsqueda que se realizó.
Simón Zacarías, el embustero
Todos los intentos de búsqueda culminaron en desesperación y agonía por no encontrar ni la isla ni el tesoro. Tras el último viaje, Simón Zacarías reconoció haber dado una información falsa. Que no esperaba que fueran tan ingenuos como para no haberse dado cuenta que les había tomado el pelo.
Sin embargo, en 1620 se firma un convenio en Guatemala entre el mentiroso Simón, y Gaspar de los Reyes Palacios para ir a la verdadera isla a recuperar el tesoro. (17)
No es hasta 1684, muchos años después, cuando el marqués de Aytona remite a Gaspar de los Reyes un mapa de la famosa isla para que la localice. Este mapa ubicaba la isla entre Cuba y Cartagena de Indias, cerca de la isla de Pinos. Siento deciros que este nuevo intento también acabó truncado.(18) Si es que el nuevo mapa no dejaba de ser un pene eyaculatorio más discreto.
Más artículos muy interesantes en Khronos Historia