Cuando el amor llega a tu corazón, quieres vivirlo intensamente y parece que todo va viento en popa. La vida cobra sentido y no hay nada que te pueda parar. Nada es imposible, ¿no es lo que se suele decir o pensar? Más o menos así debió haber sido para Lope de Vega, el tiparraco que escribió Fuenteovejuna y El Caballero de Olmedo, cuando conoció a su primer gran amor: Elena Osorio.
Lope de Vega fue un galán en toda regla. Vivió intensa e íntegramente su vida. Básicamente, se dedicó a escribir, comer y fxxxxx, ejem, pasárselo bien. Su vida amorosa, bastante amplia, fue bastante telenovelesca. En la calle de Lavapiés vivía un empresario de comedias, Jerónimo Velázquez, que tenía una hermosa hija, Elena Osorio. Rondaban los últimos años del siglo XVI cuando Lope vivía en Madrid y ya era un afamado escritor de comedias. Todos los empresarios de comedias se disputaban sus obras teatrales, entre ellos, Jerónimo Velázquez. Lope, interesado en la hija de éste, accedió a darle sus comedias y así poder entregarse al vicio con Elena. Aunque ella estaba casada, la familia no pareció poner ninguna pega en que la parejita se viese continuamente. A ver, reflexionemos, ¿a qué empresario de comedias le molestaría que un famosísimo escritor de la talla de Lope estuviese con su hija? Por supuesto que a nadie. Todos eran ambiciosos y si podían recibir las obras teatrales baratitas o gratis, aún mejor, ¿no? Bueno, bonito y barato, ¿no es lo que se suele decir? Lo que estuvo claro es que la relación entre ambos fue muy intensa y apasionada. Esta intensidad llegó a tales extremos que todo lo que hacían juntos era convertido en poemas (1). Así que la Elena real pasó a ser la Filis ficticia que fue alabada en los poemas y narraciones lopescos. Obviamente, cuando leemos estos poemas hay que recordar que los escritores tenían un poquitín de imaginación e iban a hacer todo más bonito, aunque tuviesen que cambiar algunas cosas. Pues sí señores, lo que ahora nos parece demasiado romántico y un poco ñoño, es decir, escribir poemas por amor, estaba de moda en los siglos XVI y XVII.
Los tortolitos no tuvieron muchos problemas de por medio, aunque se supone que la relación tuvo sus altibajos. Ni siquiera el marido de ella se opuso. ¿Lo sabría realmente y se haría el tonto? Pero, qué más da, él solía estar muy ausente fuera de casa. Con el tiempo, la relación amorosa alcanzó mucha popularidad. Eran, probablemente, la comidilla de la gente madrileña. «¡Eh, que Lope ha ido a la casa de Elena!» o «Uy, ahí hay más que fuego» serían algunas de las frases que la gente diría o pensaría. Después de tres años y pico teniendo encuentros, parece que Lope se cansó un poco de ella. Así que él decidió alistarse como voluntario para la campaña naval contra las Azores(2). Uh, uh, ¿qué va a pasar? ¿Funciona la distancia o no? Pues resulta que durante la campaña, Lope conoció a un conde, con quien tuvo largas conversaciones sobre diferentes tópicos, entre ellos, cómo no, Elena. Este conde se debió enamorar rápidamente de la amante de Lope sin ni siquiera haberla visto. Sí, lo sé, eso sólo ocurre en las pelis romanticonas y para llorar. Pero es que los del siglo de Oro eran algo así… a su manera. Estando Lope en la campaña, los padres de Elena no obtenían tantas comedias. En consecuencia, seguramente la madre de Elena intentó que ésta enamorase al conde y así seguir viviendo holgadamente. Esto debió enfadar a Lope que renunció a todo y decidió volver a Madrid. Oh, qué bonito. ¿Renunciar a todo por amor? Pues no. Él, en lugar de luchar por Elena, decía que para huir de una mujer… nada mejor que tomar otra (3) . Por lo tanto, se cameló a Isabel de Urbina (4) lo que debió enfurecer a la familia de Elena, que denunció a Lope. Telenovela, ¿verdad? ¿Ahora no quieres a mi hija? Pues toma encarcelamiento. Cada uno lo soluciona a su manera, ¿no? Así que la familia de Elena denuncia a Lope que es detenido ¡en medio de una representación teatral! Poco después él amenaza a Elena con enviarle a su maridito una carta un poco (bastante) comprometedora. La anécdota es que esta carta no aparece, pero sí salen a la luz unas 37 cartas ¡firmadas por 16 mujeres! Así que es desterrado y para no acabar con la telenovela, rapta a su novia Isabel. Lo sé, lo sé, parece irreal, ni que estuviésemos viendo Sálvame Deluxe. Lo que no se sabe a cien por cien es que Lope es salvado un tiempo después de ser desterrado. ¿Os acordáis del padre de Elena, Jerónimo? Al parecer él pidió el levantamiento del castigo sobre Lope. Así que Lope volvió a Madrid y siguió su vida con su nuevo amor, Isabel de Urbina, que, tras darle una hija, murió.
Es cierto que Lope supo vivir muy bien, ¡qué pájaro! La vida es corta, ¿no? Él sabía bien lo que quería y no se andaba con rodeos. Ligarse a una mujer tampoco era trabajo muy duro. Se puede decir que Lope tuvo amores hasta el fin de sus días. Incluso teniendo mujer, a veces, se iba al burdel, ese lugar donde los escritores no sólo iban a jugar juegos, sino a jugar a algo más. Lo que hay que dejar claro es que, en ocasiones, el amor puede provocar la escritura de poemas pero no podemos perder de vista que los escritores tenían su imaginación y no solían romper mucho el canon de la escritura. Por lo tanto, hemos de ser cautelosos a la hora de leer una historia, puede que sea ficticia.