El 1 de noviembre de 1700 fallecía el rey Carlos II. De forma sorprendente para algunos, dejó en su testamento como sucesor a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y sobrino – nieto del rey. De esta forma, se ponía fin a la presencia de la Casa de Austria en la Monarquía Hispánica y se iniciaba un nuevo periodo, el de la odiada casa de Borbón(1).
La mala salud del último representante de los Austrias hizo que casi desde su subida al trono, siendo un niño, las potencias europeas pensaran en repartirse las posesiones de la antes imbatible Monarquía Hispánica. Poco antes de su muerte en 1700, tanto Luis XIV como el emperador del Sacro Imperio, el rey de Inglaterra y Holanda plantearon diversos repartos, siempre a espaldas del monarca. Cuando la noticia llegó al rey en una de las ocasiones, designó como su sucesor al hijo del elector de Baviera. Sin embargo, este niño murió poco después. Francia y el Imperio fueron los contendientes en este «Juego de tronos» que tuvo lugar durante la Guerra de Sucesión.
Ante las continuas maniobras estando aún vivo el rey, Carlos tomó una decisión presionado por parte de sus consejeros. El elegido era el nieto de su odiado rival, Luis XIV. Fue crucial para tomar esta decisión la garantía, a priori, de mantener la integridad de los territorios que aún controlaba Madrid. Luis XIV era el único que podía garantizar esa situación. Esto fue lo que provocó, a pesar de los sentimientos hostiles a Luis y a sus descendientes, elegir al nieto del Rey Sol (2). El emperador, que esperaba ver coronado a su segundo hijo, el archiduque Carlos, vio como sus intereses eran perjudicados por la decisión del rey.
Tampoco agrado la decisión de Carlos II a Inglaterra y Holanda, asustadas ante una posible hegemonía mundial francesa. Empero, entre el momento en que Felipe fue proclamado rey y el inicio de las hostilidades, hubo un breve periodo donde fueron posibles las negociaciones para evitar una Guerra de Sucesión que desangrase a Europa. La prepotencia francesa, segura de tener las mejores cartas en la partida evitó una posible solución diplomática. Esto y la agresividad de Luis XIV desde el momento en el que aceptó la corona en nombre de su nieto acabó por desencadenar los acontecimientos conocidos como la Guerra de Sucesión Española (1701-1713).
Los contendientes de este particular y real «Juego de tronos» fueron, por un lado Felipe V y Luis XIV. Por el otro, además del emperador, Inglaterra y Holanda, que en 1701 firmaron la Gran Alianza de La Haya. A este núcleo inicial, se le unió Portugal y Saboya. Sin embargo, los intereses de cada uno de los miembros de la Gran Alianza era distintos. Debemos tener en cuenta el ciclo bélico que se dio entre ambos estados tras la Paz de los Pirineos (1659). Esta diversidad de intenciones se vera cuando se negocie la paz.
Las primeras operaciones se darán en la zona de la actual Bélgica y en Italia. En este último teatro de operaciones será donde el joven rey se ganó el sobrenombre de «el animoso». Desde el emperador Carlos V, ningún otro rey de la Monarquía Hispánica había participado en un combate. Felipe V volverá a combatir junto a sus tropas, siendo el último monarca español en acompañar a sus hombres al combate.
Como en la famosa serie Juego de tronos, en la Guerra de Sucesión Española también hubo traiciones dentro de una misma familia. Este fue el caso de la sufrida por la primera esposa de Felipe V, María Luisa Gabriela de Saboya, a quien su padre traicionó al apoyar a la Gran Alianza de La Haya, a pesar de las cartas suplicantes de su hija. En estas le pedía que no lo hiciera por el amor hacia su hija. El padre hizo caso omiso a las mismas, lo que provocó el dolor de su hija. Ella demostró, no obstante, tener más dotes de reina de lo que se podía esperar cuando llegó a la Península (3).
Los dos primeros años de Guerra de Sucesión, salvo casos aislados, como fue el asalto angloholandés sobre Cádiz, no fue un teatro de operaciones militares. No será hasta 1703, cuando Portugal se integre en la Gran Alianza de La Haya, cuando se abra un verdadero escenario peninsular, el cual estallara en conflicto interior a partir de 1704 y no finalizará hasta 1714, con la caída de Barcelona.
La Península será a partir de 1703 un campo de batalla de una guerra que, aunque tuvo un origen hispano, acabó por ser un gran conflicto europeo. Pero si comparamos las magnitudes de las batallas que se dieron en España y los grandes encuentros que se dieron en Europa como Ramillieres o Blenheim, veremos como tuvo un componente secundario. Las mayores operaciones de la Guerra de Sucesión se dieron en Europa. Pero eso lo veremos en la próxima temporada, digo artículo.
[…] (3) Remitimos a nuestro artículo Juego de Tronos I: El inicio de la Guerra de Sucesión Española […]
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