Los gallegos, como buen pueblo de emigrantes, nos hemos desperdigado por diversos puntos del globo. Y quizás de ahí, el pensamiento que tenemos sobre que en cualquier parte del mundo encontraremos a uno de los nuestros, a un gallego. Esto puede parecer una afirmación baladí, y quizás lo sea. Pero teniendo en cuenta lo que a continuación os voy a exponer, el descubrimiento de las Antípodas, puede que dicha afirmación no sea tan superficial. Quizás haya que tenerla en consideración.
La controversia del descubrimiento de las Antípodas
El descubrimiento de las Antípodas siempre ha generado mucho debate y controversia en torno a quien/quienes lo realizaron (1). Las versiones oficiales nos dicen que Australia y Nueva Zelanda fueron descubiertas por holandeses y británicos entre los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, dicha afirmación parece que se tambalea. Y es que hay indicios, pruebas y huellas del paso de gallegos. Sí, sí, gallegos en esta parte del mundo hace varios siglos atrás (2). Así que parece que el descubrimiento de las Antípodas fue cosa de ellos.
Dos siglos antes de que holandeses y británicos descubrieran “oficialmente” las nuevas tierras, una carabela que partió de A Coruña, llena de gallegos, ya había estado en el continente de Oceanía. Prueba de esto que os estoy contando está en que existen evidencias de la cultura gallega en esas tierras que, si hoy en día nos parecen lejanas, cuanto más hace cinco siglos. La susodicha evidencia es la presencia de hórreos “gallegos”. Aunque también hay una evidencia en Galicia, concretamente en la ciudad de A Coruña. Se trata de un árbol de más de 500 años que se piensa que fue plantado por uno de los aventureros gallegos que regresó a su tierra (3).
La teoría de Langdon y las «patakas» sobre el decubrimiento de las Antípodas
Esta teoría vino a revolucionar todo lo que se sabía hasta la fecha sobre el descubrimiento de las Antípodas. Se la debemos al historiador Robert Langdon, y no, no es el del Código da Vinci del autor estadounidense Dan Brown, sino un investigador de la Universidad Nacional de Australia (Canberra). El origen de esta lo tenemos en la “Pataka”. No, no es el tubérculo al que somos tan aficionados los gallegos y que es tan consumido en todo el mundo. Hay que pensar que con la patata, “pataca” en gallego (4), tuvimos el primer contacto en 1537 (5) y según la información que se tiene, la famosa carabela que zarpó de A Coruña lo hizo en 1525. Por lo tanto, difícilmente provenga de ahí dicho término.
Son múltiples las teorías (6) y ninguna segura. Esta “Pataka” es el nombre que reciben los ya mencionados hórreos “gallegos” localizados en Australia. Un dato, sin duda, de lo más llamativo que si lo juntamos con la forma que tienen estas construcciones, todo apunta a su origen gallego (7). Los hórreos son algo muy característico de ciertas zonas (8), entre ellas el norte peninsular de España. Y la estructura que poseen estos hórreos australianos parece una clara muestra de su procedencia gallega.
El descubrimiento de las Antípodas y la Carabela “San Lesmes”
Según esta teoría, la carabela “San Lesmes” fue el barco que descubrió Australia y no el barco holandés Duyfhen (9). La “San Lesmes” formaba parte de la expedición de García Jofre de Loaysa. Una expedición, la segunda en circunnavegar la Tierra (10) que pretendía colonizar las islas Molucas (11), famosas por su riqueza en especias y de disputada propiedad entre los reinos de España y Portugal (12). Objetivo que, por cierto, no llegaron a lograr. Realmente, toda la expedición fue un desastre, pese a ciertos descubrimientos geográficos y marítimos.
Entre la tripulación de esta expedición encontramos a figuras como Juan Sebastián Elcano, Andrés de Urdaneta y Rodrigo de Triana (13). En un momento dado de la expedición, la “San Lesmes” se separó del resto de navíos, perdiéndose en el Pacífico. Habrá que esperar cinco siglos para descubrir lo que fue de este navío. Concretamente, a la década de los 70 del siglo XX, cuando Langdon publicó su teoría en su libro The Lost Caravel .
Según la teoría de Robert Langdon, los supuestos supervivientes de este navío pisarían las costas australianas algo más de dos siglos y medio antes de la llegada de los holandeses (14). Siguiendo dicha teoría, el explorador británico James Cook, se encontraría, a su llegada a las nuevas tierras, con unas construcciones que los maoríes (15) utilizaban para guardar los productos agrícolas. Son las ya mencionadas “patakas”. Una construcción muy similar a los hórreos y que los gallegos supervivientes del “San Lesmes” enseñarían a construir a los maoríes.
Evidencias de un navío: la “San Lesmes”
Las evidencias de lo anteriormente dicho las encontramos en los cañones del S. XVI pertenecientes probablemente a la “San Lesmes” que aparecieron a finales de los años 60 del siglo XX, a raíz de la construcción de una base militar para pruebas nucleares en la isla de Amanu (16). Ello probaría que el navío no llegó a naufragar, sino que llegó sano y salvo a las costas australianas. Es más, estuvo repartiendo a su tripulación por todo el continente de Oceanía. Hay constancia que, en el siglo XVIII, la fragata Magdalena realizó el descubrimiento de una gran cruz antigua en Tahití y cuya procedencia se correspondería con la “San Lesmes”. Todo ello parece explicar el porqué cuando James Cook llegó a las Antípodas encontrase rasgos occidentales entre sus gentes, piel clara y cabellos rubios (17).
Luis Váez de Torres, el olvidado
Si queda alguna duda sobre el descubrimiento por parte de un gallego de Australia, tenemos a la figura de Luís Váez de Torres (también Vaz o Báez). Bien es cierto que hay fuentes que apuntan a un origen portugués («Vaz») de este marino y explorador que descubrió Australia bajo el mando de Felipe II «el Piadoso», rey de España y Portugal (18). Sin embargo, expertos australianos no dudan en asegurar su origen gallego debido al apelativo que usaban los aborígenes para referirse a él, «bretón» (19). A parte de esto y su aventura en barco, que narraré a continuación, son muy pocos los datos que sabemos de su vida.
La gesta de Váez de Torres
Váez de Torres participó en la expedición a las tierras australes. Embarcó como oficial del navío San Pedro en El Callao (Perú) y, junto a la Capitana, gobernada por Pedro Fernández de Quirós ( 20) tenían la intención de colonizar las islas de Santa Cruz y dar con el continente desconocido en aquel momento. Sin embargo, este plan inicial se fue al traste, en tanto en cuanto, hubo un motín que hizo que las naves se separasen y tomasen caminos diferentes. La Capitana, cpon Quirós al frente, regresó a Nueva España (México), pero Vaez continúo con la expedición. Una expedición nada sencilla que lo llevó a las aguas del estrecho que, hoy en día, lleva su nombre, Torres, y que comunica el Índico con el mar de Arafura (21).
Esta gesta quedó prácticamente olvidada como ya se ha indicado anteriormente, y el descubrimiento de las Antípodas, las nuevas tierras, se atribuyó a los holandeses, en el año 1606. En dicho año se produjeron dos expediciones. La primera en el ya mencionado navío Duyfhen y una segunda expedición realizada por Dirk Hartogen. Dicha travesía de Luis Váez de Torres por el estrecho que lleva su nombre fue un absoluto secreto debido a intereses marítimos y militares. Habrá que esperar al capitán James Cook quien, en 1770, se encargará de dejar constancia de la odisea de este explorador y descubridor gallego (22).
El descubrimiento de las Antípodas: gallegos por el mundo
En conclusión, el descubrimiento de las Antípodas es un asunto controvertido, que ha generado diversidad de hipótesis y teorías. Todas ellas con evidencias y pruebas que apuntan en una misma dirección: antes que los holandeses, los gallegos pisaron las tierras de las Antípodas. Y allí se mezclaron con la población a todos los niveles, quedando una huella que llega hasta nuestros días y que hace pensar que esa afirmación del principio sobre que los gallegos estamos en todas partes es una realidad palpable.
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