El descubrimiento y la conquista de las Américas es un periodo, cuanto menos, convulso. Ha generado gran cantidad de personajes e historias personales. Entre los muchos exploradores y conquistadores destaca Gonzalo Guerrero. Fue un personaje que, entre sus contemporáneos, se salió de la norma.
Un «John Smith», versión andaluza
Seguro que os suena la historia del soldado/explorador de más allá del ancho mar, que cae rendido ante los encantos y el carisma de la vida indígena. Así, decide entregar su vida a defender la “causa enemiga”, su modus vivendi y, ya de paso, a la Madre Naturaleza. Véase Avatar, Pocahontas, etc. Pues en este caso, no es un guion de cine. Y, en caso de serlo, debería decir eso de “basado en hechos reales”. Aunque el rigor histórico, en el relato de las andanzas de Gonzalo Guerrero siempre ha sido un poco difuso. Pero es lo que tienen las fuentes indirectas y las historias que pasan a través de la tradición oral (1).
La beca Colón
Gonzalo Guerrero (2) tenía como mucho 20 años cuando Colón descubrió su famosa ruta a las Indias. Participó ese mismo año en la toma de Granada y ganó experiencia como arcabucero del reino en las guerras de Italia. Pero pronto comprendió que era en las nuevas tierras americanas donde podría hacer fortuna. Y, como otros tantos, se fue a hacer las Américas. Aprovechó así el impulso que el Reino de Castilla comenzó a dar a la exploración y explotación de las nuevas tierras.
Cuando Gonzalo Guerrero llegó, se encontró una lucha constante entre los conquistadores y los gobernadores por quedarse con las nuevas posesiones (3). Los indios morían día sí y día también en las plantaciones, mientras se sucedían las cartas al rey, llenas de promesas de grandes riquezas.
En medio del tinglado se encontraba, entre otros, Núñez de Balboa. Este, además de descubrir el océano Pacifico, fundó la primera colonia en territorio continental (4). Gonzalo Guerrero andaba por allí, haciendo sus pinitos como marinero, formando parte de la expedición.
Expedición a «Guatepeor». ¡Ojo, que nos hincan el diente!
Gonzalo se embarcó en un viaje, hacia La Española desde Panamá. Pero un fuerte huracán se cruzó en el camino de su embarcación, haciéndola trizas. Los náufragos, con nuestro protagonista entre ellos, sobrevivieron a duras penas y fueron a parar a las costas del Yucatán. Lejos de acabar con su desgracia, una tribu llamada Cocomes, los hicieron prisioneros para comérselos (valga la redundancia).
De allí lograron escapar, pero acabaron siendo esclavizados por otra tribu maya (5). Tras ser sometidos a trabajos forzados, acabaron sobreviviendo solo dos. Uno de ellos fue Gonzalo Guerrero (6).
Con nosotros o contra nosotros
Mientras su compañero superviviente contaba los minutos y rezaba para ser rescatado, Gonzalo escogió otro camino. Se tomó muy en serio su adaptación. Y es que, por una razón o por otra, nuestro protagonista decidió integrarse y acabó haciendo todo lo que se esperaba de un buen maya. Así, se tatuó, se mutiló y se perforó (7). Y, poco a poco, se fue ganando el favor de los cabecillas de la tribu.
Por otro lado, a Hernán Cortés le llegaron noticias, en sus primeras aproximaciones al territorio del actual México, de que había unos barbudos pululando por algún lugar de Yucatán, y que podían ser españoles. Sin duda, le venían de fábula para su inminente incursión, ya que tendría a dos intérpretes de primera y conocedores del inhóspito terreno. Así, Hernán organizó la búsqueda y el rescate de los dos náufragos. Cuando por fin dio con su paradero, les hizo llegar una nota pidiéndoles que se unieran a su expedición.
Su compañero así lo hizo, pero Gonzalo Guerrero rechazó la propuesta. Lo hizo alegando que tenía mujer y tres hijos. A partir de entonces fue considerado un vil traidor y un renegado, por parte de los españoles. Pero Gonzalo Guerrero parecía tenerlo claro. Su adaptación fue tal, que incluso algunas fuentes dicen que sacrificó a una de sus hijas para paliar una plaga de langostas. Todo un ejemplo de integración (8).
Culpemos a Gonzalo Guerrero de nuestras derrotas
El bueno de Gonzalo Guerrero, con el tiempo, adquirió el rango de nacom. Este es es el nombre utilizado por los mayas para designar al líder militar. Y, sin duda, aportó sus conocimientos militares “occidentales” y tácticos a la comunidad.
La conquista del Yucatán fue muy costosa y, algunos (9), le echaron la culpa de las derrotas iniciales a Gonzalo. Pero, aunque pueda sonar a excusa, lo cierto es que al desembarcar la expedición (10), los españoles no se encontraron a unos indígenas perplejos y poco organizados. ¡Ni mucho menos! Por el contrario, los indígenas no se dejaron impresionar por las armaduras y las baratijas que les enseñaban. Además, plantaron cara a las primeras incursiones castellanas.
Pero los españoles no desistieron. Las campañas españolas cada vez eran más numerosas. Finalmente, en una de las batallas, Gonzalo y los suyos se vieron superados y nuestro protagonista murió (11). Encontraron el cuerpo de un soldado maya, con toda la parafernalia característica, pero con una barba inconfundible. Así terminó la agitada vida de este marinero andaluz, que acabó liderando una resistencia al mundo del cual provenía.
Gonzalo Guerrero, el mito
Gran parte de la información que tenemos de Gonzalo proviene del testimonio de su compañero de desventuras (12). Sí, ese otro naufrago al que casi se meriendan los mayas. Dicho relato subjetivo, es el único que nos habla del personaje en vida.
Y es que Gonzalo Guerrero pasó casi inadvertido. Posiblemente porque considerado un traidor y acusado de abandonar la fe católica. Los cronistas de la época no estaban demasiado interesados en dar detalles de “una mancha” en las hazañas castellanas. Sin embargo, con el paso de los siglos, y tras la independencia mexicana, se revirtió su imagen de hereje y renegado, por la de héroe y “padre del mestizaje”. Tanto es así que hoy en día es un personaje recordado en toda la región. Incluso se erigen monumentos en su nombre, como un ejemplo de unión de dos culturas (13).
Lo cierto, es que los españoles tuvieron muchas dificultades para conquistar Yucatán (14). Y, sin duda, el hecho de que un traidor castellano estuviese enseñando a los indígenas a combatirles, al modo occidental, fue una buena excusa para maquillar los fracasos y los elevados costes materiales y humanos que estaba suponiendo dicha conquista.
En cualquier caso, Gonzalo Guerrero escogió, por un motivo u otro, ir a contracorriente, y por ello ha pasado a la historia. Ha llegado a nuestros días como un personaje inusual, dentro del repertorio de conquistadores y maleantes que desembarcaron en las Indias occidentales.
Y añade más si quieres, Jerónimo de Aguilar, después se hizo sacerdote y añudo mucho más y en positivo a las gentes indias, presentar al tal Guerrero como el elogiable, no tiene otro fin , que el de inventarse un héroe contra el poder español .
¿Y qué te cuesta decir el nombre del «compañero» de Guerrero? ¿o era vagancia por no buscarlo? Pues te lo digo yo: Jerónimo de Aguilar, que luego tuvo una influencia importantísima junto a Cortés y Doña Marina en la caída del imperio mexica trabajando como intérprete. Marina traducía a Aguilar del mexica al maya, y Aguilar traducía del maya al español para Hernán Cortés. Un magnífico trío.