Si alguien nos preguntara por palabras que el castellano heredó de la época de ocupación musulmana de la Península todos sacaríamos nuestra ristra de vocablos que empiezan por guad- y por al-, como alcalde o Guadalajara. Pero seguro que no todos sabréis que el árabe también regaló, no solo a nuestra lengua sino también a gran parte de los idiomas occidentales, el término asesino (1), ni la historia detrás de su origen.
Desde 1070 comienza a gestarse un movimiento político en Egipto encabezado el hijo mayor del califa(2), con un instigador principal: Hassan, también conocido como “el viejo de la montaña”.
Hassan triunfó rápidamente gracias a métodos poco convencionales que para nada agradaron a Nizar, pero que pronto supo aplicar a una verdadera organización político-religiosa, cuya eficacia y disciplina no tienen parangón en la historia y que acabaría siendo conocida como la Secta de los asesinos. Sus integrantes, afincados en la fortaleza de Alamut, se clasificaban en función de sus dotes, fiabilidad y valor, recibiendo clases intensivas tanto adoctrinantes como físicas, que incluían la equitación, el manejo de las armas, el camuflaje, estrategias de combate, recopilación de datos y guerra psicológica. Y es que sus principales y favoritos métodos de acción eran el crimen y el asesinato. Con una preparación prácticamente inédita para la época, sus miembros eran enviados de manera individual o en pequeños “comandos” a ciudades que tenían que reconocer y donde se disfrazaban, se familiarizaban con las costumbres de sus objetivos y una vez listos les quitaban la vida, siendo temidos por musulmanes y cristianos, pues los asesinos no tenían prejuicios a la hora de actuar: reyes, emperadores, funcionarios árabes y líderes religiosos estaban en su punto de mira. Hassan se apoyó en una idea que actualmente nos es bien conocida, la de ver recompensado el sacrificio por Alá en el cielo con bienes celestiales y terrenales.
Y aquí es donde vamos llegando al quid de la cuestión. A pesar de que los preparativos podían ser llevados a cabo en el más estricto de los secretos, la ejecución del plan debía ser forzosamente pública, ya que era la única manera de acceder a determinadas personalidades, siendo el día y el momento favorito para actuar el viernes a mediodía en las mezquitas (durante uno de los rezos más concurridos). Ese método ofrecía dos enseñanzas a la población desde el punto de vista de Hassan: el castigo a la víctima y el sacrificio heroico del ejecutor, denominado “fedai” o comando suicida, que como comprenderéis solía morir en el acto a manos del séquito del asesinado.
¿Cómo acometían, pues, tan serenos tal acto? Decenas de mitos y leyendas giran en torno a este grupo, pero sus contemporáneos aseguraban que se debía al uso del hachís, hasta tal punto que el nombre con el que eran conocidos era “Hashshashin”, lo cual podríamos traducir como “los que fuman hachís” o “los adictos al hachís”. No ha podido ser establecida de forma concreta la relación entre la droga y los asesinatos, pues se duda si Hassan podía mantener drogados a sus seguidores como método de control, o bien que el uso de esta sustancia tan solo se producía antes del asesinato como tranquilizante. Sea como fuere, está más que demostrado el vínculo entre la secta y el hachís.
Entre sus “hazañas” encontramos la decapitación, que consistía en eliminar a un jefe militar o político, provocando la retirada de sus ejércitos tras su muerte, logrando así la obtención de la victoria sin apenas bajas; táctica usada en la actualidad por infinidad de agencias de inteligencia. Ya a finales del siglo XIII terminaría por desaparecer la secta de los “mejores asesinos de la historia” ante el empuje de sus enemigos desde Egipto e Irán.
Llegados a este punto, muchos aficionados a los videojuegos se habrán preguntado si estos asesinos son los mismos del “Assassin Creed”, y si han estado atentos se habrán dado cuenta de que no. Estamos ante uno de esos casos en los que la historia es tomada muy libremente como punto de partida para algo absolutamente distinto. Más allá del argumento ficticio en el que se basa la famosa serie de videojuegos (de la que ahora ha surgido una película que rebosa errores históricos); en estos los asesinos son una sociedad que busca la paz a través del asesinato de aquellos personajes que la impiden, cuyos principales enemigos son los templarios, su base de operaciones está en la fortaleza de Masyaf y su gran maestro es un sabio anciano llamado Al-Mualim. Podemos encontrar, pues, ciertas semejanzas con la secta e historia original, aunque con determinadas licencias, como la de perpetuar esa imagen mística de la Orden templaria, cuyo objetivo en el juego es conseguir un arma de control mental. Eso sí, amantes de Assassin Creed, vuestro arma favorita del juego, la cuchilla oculta, sí fue inventada por la secta de los asesinos. En cuanto a posibles ataques entre asesinos y templarios, si bien existieron, fueron parte de las batallas propias de las cruzadas, de hecho casi anecdóticas, en lugar de ese enfrentamiento encarnizado entre ellos que nos plantea el juego.
*Bonus track
Alamut, la fortaleza insignia de la secta de los Asesinos, ha aparecido en infinidad de novelas: Alamut de Vladimir Bartol, La espada sarracena de Frank Yerby, Samarcanda de Amin Maalouf o la pentalogía Los hijos del Grial de Peter Berling. También aparece en la película Prince of Persia: Las arenas del tiempo, y en el juego de rol Vampiro: La mascarada.
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