La tensión sexual trae de cabeza a la humanidad desde que el mundo es mundo. Las corrientes en lo relativo al sexo en España han variado desde el origen del ser humano hasta la actualidad. Siempre han estado relacionadas con quien ejerciera el poder y su propia visión de lo sexual.
Un polvorín político. Tápate esos tobillos, ¡cochina!
La España del siglo XX fue un hervidero político que culminó con la sublevación militar del bando golpista y originó la Guerra Civil de 1936 (1). Francisco Franco fue uno de los principales impulsores del golpe de Estado. Ello le valió el nombramiento de Jefe Supremo del mando sublevado.
Católico ultraconservador, Franco no dudó en llevar a España a su época más oscura en lo político, lo económico, lo social y, como no, metió mano también al asunto del sexo en España. El aire fresco de la Segunda República, que había expandido horizontes en materia de libertades personales se cortó de un tajo bajo el gobierno represor de Franco. Había que acabar con esas marranadas de los rojetes a toda costa.
La triste España de la posguerra
La España triunfal, pujante y católica, el ideal del Régimen, se centraba en la idea de la segregación. Esta fue aprobada en cuanto terminó la guerra y acabó con la coeducación de la República (2) e impuso la práctica del catolicismo: los chicos y chicas fueron separados. Serían educados en la escuela pública o privada, y en las instituciones religiosas reservadas a la clase media y católica, la favorita del Régimen.
La peor parte se la llevaron los desfavorecidos. A estos los educaban instituciones de caridad y eran instruidos en una fe ciega e incontestable hacia el nuevo Régimen (ya que nos gastábamos el dinero en los pobres, al menos que no dieran mucho la lata…). Las licencias en lo relativo al sexo en España eran impensables en la época y los censores a pie de calle no dudaban en multar e incluso encarcelar (dependiendo de la falta) al atrevido que rompiera las férreas normas de moral existentes.
Lo ancho «pa mí», lo estrecho «pa ti»: dos varas de medir el sexo en España
Después de la guerra había más de mil casas de tolerancia. Allí las viudas de guerra, esposas de presos, o huérfanas sin suerte, ejercían «el oficio más antiguo del mundo». Nota para los de la LOGSE: lo que viene siendo prostituta, no por gusto, sino por necesidad. ¡Eso les pasaba por ser las mujerzuelas de los rojos!
No estaban mal vistas del todo las visitas a lugares de mala reputación por parte de los chicos. Sin embargo, al tiempo a las chicas les era negado cualquier placer sexual y si mostraban un comportamiento sospechoso, eran etiquetadas de libertinas e indecentes, o de guarras, para ser más claros.
¿Maricón? Al trullo o al psiquiatra
La homosexualidad era considerada un comportamiento contranatural. Era una desviación que se trataba con palos y cárcel; una enfermedad, en el mejor de los casos, que debía de ser tratada en la consulta de un psiquiatra. Tratamientos altamente agresivos como electroshocks e incluso lobotomías eran practicadas para erradicar el gen gay (antes maricón, a secas). Cuando se daba en las clases medias o altas, la homosexualidad solía ser silenciada tras un matrimonio bajo cuya alfombra existía toda una doble vida. ¡Shhhh!
Lo «picantón» del Régimen
A nivel artístico, la censura se cebó con los contenidos contrarios al espíritu conservador. Metieron tijera o prohibieron directamente cualquier creación artística donde el sexo, el libertinaje o lo anticlerical tuvieran cabida.
Por ello, la troupe de Celia Gámez ofrecía su cabaret light, al que acudían los ricos con sus santas esposas. La vedette se ocupó de adaptar escotes y tapar las carnes de sus veinte chicas… Y compensó la falta de chicha con plumerío, lentejuelas y toda clase de coloridos adornos en escena. Toda una licencia en aquellos tiempos.
Dame aire, que me ahogo: el despertar del sexo en España
En los años 70, las transformaciones económicas y sociales de un país deseoso de abrirse al mundo cambiaron las cosas. Se acabó con la segregación en la educación (3), se igualó la educación entre sexos y se permitió que las clases menos pudientes pudieran acceder a una educación pública más justa e igualitaria. Fue el despertar del sexo en España y de muchas mujeres de la época que, cansadas de silenciar su sexualidad, comenzaron a asumirla de forma propia y mucho más relajada.
Cuando murió Franco, el Régimen trató de mantenerse(4). Poco duró este Gobierno, incapaz de ir contra una sociedad que, cada vez con más fuerza, demandaba democracia a grito pelado.
Poco después, una Marisol casi adolescente escandalizaba a buena parte de la sociedad apareciendo desnuda en Interviú. La España libre asomaba la patita y la vida ya no era una Tómbola; era la teta de Marisol desafiando la gravedad.
Por entonces se dan las primeras elecciones democráticas desde la Guerra Civil, y el cine de destape, un subgénero cinematográfico de dudosa calidad, funcionaba como válvula de escape tras casi cuarenta años de dictadura. Muchas actrices ejercían de musas del destape ante los ojos atónitos de los españolitos. Desde entonces, película española sin teta, ¡ni es película, ni es ná!.
La Movida inamovible: Felipe y los Pegamoides
Los 80s con su Movida Madrileña y el auge de la izquierda, los 90s y la llegada del nuevo milenio, trajeron nuevas libertades a paso de gigante. Los gobiernos fluctuaron a izquierda y derecha, pero algunos derechos básicos relativos a las libertades y al sexo en España se establecieron para siempre, (recemos todos). El divorcio, la contracepción, la aceptación de la homosexualidad en la sociedad y el derecho al aborto (sobre esto habría mucho que debatir), llegaron para quedarse (esperemos que sin retrocesos tipo «los niños tiene pene, las niñas tienen vulva»).
Querido Millennial: mucho que conseguir
En 2017, no nos hemos librado de la crisis. Los españoles, ya adiestrados, se pasan la corrupción y los recortes sociales por el forro y dejan este marrón a los Millennials. Corrientes tan dispares como la asexualidad o el poliamor comienzan a tomar fuerza y ganar visibilidad en la sociedad de las Redes Sociópatas, donde desde arriba somos controlados y teledirigidos minuto a minuto. Aplicaciones como Tinder o Lovoo ponen fácil pillar cacho… ¿Hay alguien por aquí? Si eso, pues vente y nos lo montamos… (Sobre la reinvención del amor, tienes que leer la historia de la reina de Saba).
Pero no miremos hacia otro lado; la maternidad sigue siendo un lastre laboral para las mujeres. Los medios nos siguen mostrando a la mujer como objeto de adorno y acompañamiento a lo importante, que suele ser cosa de ellos. Aquellas locas visionarias que quemaban sujetadores a finales de los 60 nos mirarían con horror y jamás imaginarían que casi sesenta años después la sociedad siga en pañales en materia de igualdad.
Poliamor, sí, al más puro estilo griego y romano; nada nuevo bajo el sol, que todo está inventado. Pero, ¿creemos de verdad que lo que tenemos es igualdad? ¿Por qué se teme tanto a las mujeres?
Hacer este recorrido histórico me ha hecho recorrer mi propia vida… hasta hoy 65 años atrás…y recordar momentos vividos …