Podríamos pensar que actualmente los carteles electorales ya no tienen la misma importancia que en el pasado debido al auge de la televisión o Internet. Sin embargo, esta tradición de los carteles aún no ha pasado de moda.
En España las verdaderas campañas comenzaron con la II República, periodo en el que hubo hasta tres comicios generales (1931, 1933 y 1936). A partir de 1933 será cuando los partidos comiencen a emplear masivamente estos carteles, hoy tan comunes.
¿Para qué utilizar carteles?
Los carteles, da igual su tipo, tienen como función tanto informar como motivar al que los ve. Por ello, son un medio de comunicación de masas. Al ser públicos, están dirigidos a todos por igual. Aunque luego sus mensajes puedan estar más centrados en distintos colectivos.
Los carteles electorales tienen además otra función: persuadir. Para ello, centran la atención de manera evidente en sus líderes o en un tema concreto. También incluyen mensajes dirigidos a grupos concretos: mujeres, jóvenes, mayores, familias…
Entre los principales elementos de los carteles tenemos tres. La primera es el color. Este tiene un impacto de seducción grandísimo e incluso puede avisar al espectador de la formación a la que pertenece el cartel. ¿Quién no asocia el color rojo con la izquierda y, normalmente, el azul con la derecha?
Otro elemento clave es el texto. Este debe ser conciso y contundente para llevar a la gente. Para ello, no es lógico incluir en un cartel un tostón de palabras que nadie va a leer sino mensajes cortos y directos (1).
Por último, tenemos las imágenes. Hay un dicho que señala que vale más una imagen que mil palabras y a menudo así es: la gente se queda con lo visual. Sin embargo, se necesita el texto para terminar de persuadir o para aclarar las imágenes.
¿Cómo hacer esos carteles electorales?
Para conseguir convencer al espectador se pueden emplear tres métodos. El primero es integrarlo en su propuesta con mitos como la libertad o la patria. El segundo es presentar un enemigo al que odiar para sumarle a su causa (ya sea la injusticia, la muerte, etc). Y, por último, otra opción es presentar mecanismos de unidad, como la solidaridad, una causa común, etc (2).
Dentro de las imágenes tenemos como elemento importante los símbolos, todavía muy utilizados actualmente. Sin embargo, podemos decir que hoy la simbología es bastante más amable que en los años 30. Solo hay que ver las imágenes que nos acompañan de carteles electorales.
En esa década, los símbolos se distinguían claramente según la ideología del partido que los usaba. Así, los símbolos de derechas iban desde la cruz gamada de los nazis hasta la cruz cristiana. En el caso de España también se utilizaban el fuego o la bandera bicolor. Se rechazaba la tricolor republicana ya que la condenaron desde sus inicios.
En el caso de la izquierda, en los carteles electorales eran habituales la hoz y el martillo de los comunistas. Otros simbolos eran la paloma, el puño, la estrella de cinco puntos o la bandera roja de la revolución.
Otros símbolos eran de carácter mixto y, por tanto, los utilizaban todas las ideologías. Algunos ejemplos son manos, cadenas, el sol, ojos, animales, etc (3).
Los carteles electorales durante los años 30 en España
Como hemos comentado previamente, en la España de los años 30 hubo un auténtico boom en cuanto a carteles electorales. La sociedad española estaba muy politizada esos años y eso influyó en su auge. Por otro lado, los carteles electorales fueron muy icónicos. Hay que recordar que en esos años todavía había una alta tasa de analfabetismo, así que las imágenes eran fundamentales.
El cenit de esta tendencia fueron las elecciones de 1936. Se produjo una polarización entre izquierda y derecha, como reflejaron unos resultados que devoraron al centro (4). La izquierda se presentó unida en el Frente Popular, que empleó carteles muy directos al espectador. En general, los progresistas apostaron por temas referidos a aspectos sociales; reivindicaban la igualdad y la amnistía de los presos por la Revolución de 1934 (5).
En cuanto a las derechas, prefirieron centrarse más en aspectos económicos y en acusar a la izquierda de inestabilidad y desempleo. Así, se presentaban como garantes del orden y de solución de los problemas de España.
Con el estallido de la Guerra Civil, siguieron creándose carteles electorales que, de nuevo, eran semejantes en cuanto al estilo, pero muy diferentes en su temática según su bando. Los republicanos hasta 1938 fueron los que produjeron más carteles. El bando sublevado no fue hasta ese año cuando comenzó a producirlos de manera destacada.
¡Carteles de todo tipo!
Así, los carteles referidos a la revolución fueron habituales en el bando republicano. Se llamaba a la población a sumarse a la misma mediante la participación en la guerra.
Otro tema, obviamente, fue el bélico. Se llamaba al frente, a estar unidos y a crear el que se llamaría Ejército Popular (6).
Otro tipo de carteles fueron los que llamaban a solidarizarse entre regiones. Algunos de ellos hoy nos llaman la atención por la situación de tensión entre el Gobierno catalán y el central en Madrid. Se produjeron carteles en Cataluña llamando a apoyar al pueblo de Madrid, sometido a asedio desde finales de 1936.
También fueron importantes los carteles en la retaguardia, que pueden dividirse en dos tipos. Por un lado, aquellos que iban dirigidos a las mujeres. En ellos se pedía el esfuerzo bélico con su trabajo en todos los sectores. Por otro, estaban los carteles referidos a combatir los “malos vicios”, como las relaciones sexuales sin control para prevenir enfermedades venéreas (7), y el temido espionaje.
Finalmente, el bando sublevado tuvo su propia tipología de carteles, llenos de elementos patrióticos y llamando a la salvación de la patria. Se refirieron a los republicanos como los enemigos de España, presentándose como los únicos “nacionales” (8).
Nada nuevo bajo el sol
Por tanto, podemos concluir que España ha vivido, quizá en demasiadas ocasiones, polarizada y convulsionada. Los carteles electorales nos muestran esto en los años 30 durante la II República y, sobre todo, la Guerra Civil. Otra conclusión a la que llegamos es que, aunque España era un país con mucho analfabetismo, el texto en los carteles era muy importante para evitar ambigüedades. Y, por último ver que, una vez más, no hemos inventado nada actualmente y que las campañas electorales y/o políticas tienen un largo recorrido.
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