Sí, te puede sorprender, pero en España hubo sacerdotes, obispos y capellanes que se posicionaron a favor de la República. Estos, refutaron las tesis de los jefazos de la Iglesia católica española. Y es que, desde el comienzo del Golpe de Estado, la Iglesia se alineó con los rebeldes. Así, apoyaron una “guerra santa” que rompió el Estado constitucional y la defensa de las libertades. José Manuel Gallegos Rocafull (1) fue uno de los tantos sacerdotes que se postularon a favor de la República. Con sus escritos, manifiestos y gestiones ante la curia internacional, procuró desmontar las tesis de la Iglesia española de que la Guerra Civil era una cruzada. Los golpistas y el clero faccioso se alarmaron. No podían soportar que una de las personas más formadas de la Iglesia española (2) fuese un verso suelto. Por ello, empezaron a atosigarle, a desprestigiarlo y a tomar represalias.
Gallegos Rocafull, ¿el primer cura obrero?
Llegó a la Mezquita-catedral de Córdoba con un halo de persona preparada, formada y capaz. Vinculado a la acción social de la Iglesia, impulsó la creación de viviendas para los más pobres (3). También, participó en la construcción del sindicalismo católico-agrario (4). Y se preocupó por la situación de los obreros y jornaleros. En sus discursos, siempre que tenía ocasión, le salía la vena sindical. Así, recordaba la primera huelga femenina de España, convocada por el Sindicato de la Aguja de Valencia (5). O, con la publicación de Una causa justa, los obreros de los campos andaluces, señalaba:
«…Y este es el caso de Andalucía, … su jornada era excesivamente larga, o el salario insuficiente, o el paro contínuo…»
¡Gallegos Rocafull no paraba! Conferencias por aquí, sus clases de teología por allá, ahora un sermón, una misa, viaje a América, a Madrid… Vamos, un cura hiperactivo.
Gallegos Rocafull, un diputado republicano
Cuando se proclamó la República, se presentó a diputado. ¡Un cura diputado! Fue en las primeras elecciones constituyentes (6), pero no consiguió el acta. Y aquí terminan sus pinitos con la política de salón. Después llegarían momentos decisivos para él en política, pero sin pretenderlo.
Durante la República, colaboró con Acción Católica dando conferencias por España. Además, siguió formándose, doctorándose en filosofía (7).
Estalla la Guerra Civil, con la Iglesia hemos topado
Cuando estalló la Guerra Civil, Gallegos Rocafull estaba en Madrid. Preparaba unos cursos de verano que se impartirían en la ciudad de Santander. Fue testigo de la quema de iglesias y de asesinatos del clero y de católicos. Actos que condenó encarecidamente. Pero no responsabilizó a la República, sino a la turba. El Gobierno republicano, tras la sublevación militar, decidió armar a la ciudadanía. Se crearon milicias populares y juicios sumarísimos fuera del control gubernamental. Mandaron a sacerdotes y a religiosos a la cárcel, o fueron asesinados sin formación de causa. Después del colapso, tras el golpe militar, el Gobierno no pudo, hasta meses más tarde, reducir el vendaval anticlerical y recuperar parte de la autoridad.
A Gallegos Rocafull le aconsejaron que no saliese de casa. E incluso sus amigos le propusieron salir de Madrid, por las represalias que se podían tomar por su condición de sacerdote (8). Pero él ni caso; quería dar misa, que para eso era un cura.
Recibió noticias de la otra zona y se quedó perplejo al ver que la Iglesia azuzaba a los golpistas contra el pueblo. Decidió, con otros sacerdotes, publicar un manifiesto, Palabras Cristianas. En él, denunciaba que la religión no podía obedecer a los intereses de los partidos políticos, y que se debía evitar la crueldad sobre la población. Se repartió por todo Madrid y fue reproducido hasta por los diarios más anticlericales (9). Ya se había señalado. Siguió publicando, esta vez en varios diarios de la zona republicana… “¿Por qué estoy al lado del pueblo?”; donde se oponía a los militares sublevados, y afirmaba que la Iglesia nunca puede acatar un Estado fascista (10).
La Iglesia empieza a mover hilos. “Ni una más, Santo Tomas”
Acudió a Bélgica (11) a petición del Gobierno republicano, a participar en un congreso de católicos antifascistas (12). Allí, dio una conferencia que fue publicada en varios medios, en la que desmentía que la Guerra Civil fuera una ”cruzada”. Y pronunció unas de sus frases más recordadas:
“Os lo diré de una vez por todas, abierta y sinceramente: he elegido al pueblo.”
Por su defensa de la República y por criticar a la jerarquía de la Iglesia española, el Gobierno belga lo invita a abandonar el país. Ya en París, le informaron que habían recibido un telegrama del obispo de Córdoba, donde lo suspendían a divinis (13) por “rojo”. Vamos que lo castigan a no poder dar misa ni otras obligaciones sacerdotales. Y solo por ser constitucionalista, republicano y no comulgar, nunca mejor dicho, con la jerarquía de la Iglesia (14). La sentencia era una suspensión perpetua y sin limitaciones. ¡Dios misericordioso ¡ ¿Dónde andas?
Le llegó la información de que Queipo, el general de Andalucía iba despotricando por ahí, sobre sus actividades (15): “ese canónigo…que anda por París y Bruselas defendiendo la República roja”. La iglesia tampoco se quedó corta, y lo calificó de desgraciado o “hijo espurio de la patria”.
El general, el alcalde, el empresario, los toros, el Corpus, el Obispo y la casa de Putas
Recuerda Gallegos Rocafull que ya le tenía manía el general cuando este fue gobernador militar de Córdoba (16),y contaba esta anécdota:
Por aquel tiempo, se celebraba la procesión del día del Corpus por la tarde, coincidiendo con una corrida de toros. Por ello, el empresario taurino busco a este general, para que interfiriera ante el obispo. Quería que se celebrase el corpus por la mañana, y que así no coincidiese con el horario de la corrida. Sabiendo que el general era asiduo de una casa de putas, allá que se fue el empresario a buscarlo, con la cartera llena para juntar manteca. Dio la casualidad de que, también allí, se encontró con el alcalde. ¡Y se montó la fiesta! Corrió el champan (y más cosas), y fue tal el éxito del empresario, a costa de pesetas, que los dos buenos cristianos, de allí se fueron a ver al obispo, (aquel que suspendió a divinis a nuestro Gallegos Rocafull) a pedir que adelantaran la procesión.
Pero lo sorprendente de esta historia, es que todo el cabildo sabía de la catadura moral de estos personajes y decidieron que la procesión se adelantara a la mañana. El único que voto en contra de que se alterara el horario, fue el ingenuo de Gallego Rocafull. ¡Si es que no hacía más que buscarse enemigos!
París. A la Iglesia de Franco empieza a dolerle la cabeza
Ofició misa por primera vez, desde el comienzo de la guerra civil, en la iglesia de San Sulpicio. (Sí, la de El Código Da Vinci, Sophie Neveu y Robert Langdon). Es curioso que este santo francés sea famoso por enfrentarse al rey… Allí rezó por España, ¡ensangrentada, loca y ardiente! Y trabajó para la embajada de España en París. Se reunió con pensadores católicos y miembros del clero, para explicar su visión de la Guerra Civil Española. También, escribió gran cantidad de artículos, en inglés y francés, que fueron publicados en varios países. Y colaboró con la revista francesa Sprit, de tendencia de la izquierda-católica.
En esta lucha internacional mass-media, los obispos de Franco también se hicieron una turné por Europa. En Bruselas, un obispo rebelde dijo:
“Franco estaba haciendo una guerra santa y tan digna como la cruzada de San Luis…”
Pero la que tuvo más repercusión de los obispos facciosos, fue la Carta colectiva de los obispos españoles (17). El cardenal Goma, autor de la carta colectiva a petición de Franco, fue el impulsor. Y tuvo su replica por Gallego Rocafull públicamente, con otra carta (18), que fue traducida a varios idiomas y entre otras cosas decía: ¿Son los obispos representantes de Cristo o los propagandistas de Franco? Vaya con el curita, ¿eh?
¡Que él no apoyaba a Franco, leñes!
Viajó varias veces a España, donde se reunió con un ministro vasco-católico, al que le propuso un plan para normalizar el culto en la zona republicana (19). Sabía que la Guerra estaba perdida. Y estaba al tanto de los asesinatos de sacerdotes vascos por un pelotón de fusilamiento por parte de Franco, por estar junto a la República y sus fieles. Lo que confirmaba los planteamientos defendidos por él: que los fascistas solo respetaban a los religiosos y católicos porque eran serviles a sus intereses (20).
Exilio en México: editor, profesor, cura por fin y traductor. Nadie es profeta en su tierra…
Finalizada la Guerra, tuvo que salir por patas, rumbo a México. Allí, se gano las habichuelas trabajando en una editorial (21). Además, fue profesor de varias universidades. De hecho, en la Facultad de Derecho de la UNAM, existe una placa conmemorativa donde aparece Gallegos Rocafull, con otros ilustres intelectuales españoles forzados al exilio:
«En homenaje a los maestros españoles que nos trajo el mar…«(22)
Además de aportar sus mejores obras a México, dejó una gran impronta en sus alumnos (23). Aún lo recuerdan hablando de Córdoba, de la República, de Machado, de los artesanos y campesinos de su tierra. Lo recuerdan sonriendo, siempre con corbata, sin aparentar ser cura. Y recuerdan sus eternas tertulias, en su casa o en la cafetería. Y es que fue un profesor celebre e insigne.
Por fin consiguió dar misa, gracias a la mediación con Roma del episcopado mexicano (24). Aquellas misas se hicieron muy populares y muchos se desplazaban de toda la ciudad, a escuchar sus homilías. Tantos creyentes, como ateos (25). Y es que no se sabía dónde terminaba su clase magistral y comenzaba la homilía.
Sin duda, se alegró del pontificado de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II. Y es que muchas de sus ideas, aparecen en este concilio. Además la aparición, décadas después, de la teología de la liberación en Hispanoamérica, en algunos aspectos, lleva su sello. Así como la colaboración entre cristianos y marxistas.
El cura rojo y comprometido con la sociedad
Muchos piensan que Jesús de Nazaret estuvo del lado de los obreros y campesinos. Gallegos Rocafull, tal vez, también. Pero siempre rehusó mezclar lo divino con lo humano (las guerras). Aunque la propia Biblia dice que Dios es monárquico a regaña dientes; vamos, que prefiere la República (26).
En México es donde más creció intelectual y creativamente hablando. Hizo una gran contribución a la filosofía americana y a la teología. Murió en Guadalajara, a principios de los años sesenta (27). Estaba dando clases en la Universidad y sufrió un infarto. Murió como vivió, de pie. AMEN, perdonad, quiero decir, adiós.
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