Cuando llega el 20 de noviembre, día tan señalado en el Franquismo, no podemos dejar de recordar la imagen del presidente Arias Navarro, triste y con orejas gachas como un chihuahua, anunciando la muerte del Caudillo… Me pregunto, a veces, si estaba triste de verdad o solo se lo hacía. Aunque claro, Franco lo había designado Presidente a dedo; después de que Carrero se fuera al cielo. Razones tenía para estar triste, lo mismo hasta lo echaban de la Presidencia… ¡A ver si aquello de tener cargos designados por una dictadura no iba a ser tan seguro! Si es que tenía que haber hecho la oposición, mira que se lo habían dicho, o por lo menos dejar que los españoles lo eligieran en las urnas, si total, estos españoles acostumbran a votar al que más palos les da, viniendo de una dictadura tenía bastantes papeletas…
No tuvo suerte, los españoles eligieron a Suárez. Pero Arias Navarro no se rindió, quiso ser senador con Alianza Popular (que luego cambió su nombre a nuestro actual Partido Popular); ahora vemos que lo de enviar al Senado al más preparado, como Rita Barberá, no era cosa nueva… No obstante, el pobre Arias Navarro no fue elegido y acabó en la puñetera calle. No corrió la misma suerte el resto del Régimen… la tan generosa Transición barrió toda la porquería bajo la alfombra y como si nada hubiera pasado.
Limpiando el país ¡por una España grande y libre!
Cuando acaba la Guerra Civil, Franco y sus colegas se entretienen en «limpiar» el país de todo el que no les gusta, forzar el país a la hambruna, forrarse como piratas con el Estraperlo, dar el control de la cultura y la educación a la muy tolerante Iglesia católica… Y no menos importante, colocar a todos sus amigos y familiares en los puestos de la administración. Es decir, te dan cuatro palos, matan a tu vecino, rapan a tu mujer, os tienen a todos sin comer y te obligan a ir a misa…(1) ¡Que más dará a quien pongan en la dichosa ventanilla de tráfico! Si total, tampoco hay coches…
Con el país arrasado y eliminados esos rojos («come niños»), tocaba poner un poquito de orden, que la guerra lo deja todo patas arribas. En estas, uno de los mecanismos que se le ocurrió al Régimen fue la depuración de funcionarios, que básicamente suponía poner de patitas en la calle a todo el que fuera sospechoso de no saber recitar el Cara al Sol al dedillo; a la par que aprovechaban para enchufar a alguien leal al régimen en su puesto. (2)
Poniéndose manos a la obra
El problema viene que para depurar a tanta gente tendrían que investigar antes quiénes eran cada uno de los susodichos. ¿Tarea difícil? No, al menos para las mentes brillantes del Franquismo: todos fueron acusados como sospechosos,(3) de modo que quien quisiera recuperar su puesto que demostrara que no lo era. Así que todos, con resolución negativa o positiva, fueron depurados; desde los más altos cargos hasta los funcionarios más sencillos, comenzando por los propios jueces que, una vez demostrada su lealtad al Régimen, ya eran fiables para condenar de manera favorable y «objetiva» a los franquistas. (4)
El procedimiento era sencillo: primero se rellenaba y se firmaba una declaración sobre la orientación política(5); ¿es usted un ateo comunista? quién sabe, puede que alguno picara. Luego el juez, que no se fiaba ni de su sombra, pedía asesoramiento a los «intelectuales» que todo pueblo serrano tenía: el alcalde, el jefe de Falange, a la Guardia Civil y al cura (6). Con esos cuatro chivatazos (7), el juez ya tenía fuentes «más que fiables» para dictar la sentencia. Lo de los cargos que se imputan, es lo de menos, ya se los inventaría el secretario (8). Con este procedimiento tan efectivo, el sistema pudo «cepillarse»-expulsados o al menos sancionados-, un 25% de media de los maestros(9), 58 mil ferroviarios(10) u 11 mil funcionarios de Correos(11).
Los «cuñaos» del Generalísimo… las cosas del Franquismo
Por otro lado, el Régimen aprovechó que faltaban funcionarios para colocar a sus adeptos; claro, purgando a los empleados siempre sobran plazas. Aquí es donde entran los «cuñaos» de Franco, el suyo en particular (Serrano Suñer) pasó por 6 ministerios. El primo de Burgos a Correos, el sobrino por parte de la hermana a Telégrafos, Paquito el de la Juani Lo ponemos de maestro y mi «cuñao»… a ferrocarriles, que se pasee por ahí y no moleste mucho.
Más que nunca el que tuvo padrino se bautizó y no se hicieron las cosas de tapadillo sino que se hicieron a base de leyes (12) y se reservó públicamente hasta el 80% de las plazas para los apoyos del Régimen (13), e incluso se crean algunas leyes específicas para «colocarlos» (14). Así el nuevo Régimen llenaba de gente afecta la administración para que vigilaran de cerca al pueblo, y contentaban a sus aliados, que bastante enemigos tenía ya el franquismo. Además se aprovechó para situar montones de militares en todas partes, en las grandes empresas y en el sindicato vertical (15), el único permitido, que reunía a trabajadores y patrones en un lugar donde los patrones «informaban» a los trabajadores de que ellos harían lo que les saliera… -que para eso ya podían no haber hecho ninguno y haber ahorrado un poquito, que no estaban para tirar cohetes-.
Todo tiene consecuencias…
Los problemas no tardaron en aparecer: faltaban profesionales de todos los campos (16) y para colmo de males, los que reocupaban puestos eran patanes que no hacían la O con un canuto(17). Un desastre…
Y las consecuencias fueron más allá de lo que respecta al Franquismo… Todo el mundo sabía entonces como funcionaba la cosa: el enchufismo estaba generalizado y además era público. Tanto fue así que pronto todo el mundo asimiló que era la forma de hacer las cosas y se acostumbró a la corrupción en el sistema. Y de aquellos polvos, estos lodos. Aquí todo el que puede mete la mano y lejos de ser castigados y pagar por sus delitos, se les nombra de nuevo para el gobierno… esto si que es una porquería de herencia recibida y no la de Zapatero.
[…] para quien esté interesado en otros cuñados de España: La depuración de funcionarios, los “cuñaos” de Franco y la corrupción […]
[…] y profesores que fueron expulsados de sus cátedras o de sus puestos. Los expedientes de depuración franquista redactados por las nuevas autoridades estaban a la orden del día. Los que se quedaron se […]
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