Si se piensa en la censura, igual se nos viene a la cabeza la imagen de un inquisidor con perfilada tonsura revisando textos a la luz de una vela que ilumina tenuemente una celda desolada y triste. Pero no es así. La destrucción y el “ostracismo” nunca han pasado de moda y no hace falta retrotraerse hasta el siglo XVI o el V a.C. para encontrarlos, pues están hasta en las etapas asociadas a la libertad creativa suprema, como lo fueron los años ochenta (o eso parece). Esta es la historia de cómo se censuró al cantautor Javier Krahe por criticar la entrada de España en la OTAN, en su canción Cuervo ingenuo.
¿Eran los años ochenta una etapa de libertad para la queja?
Viajamos a los maravillosos ochenta, que últimamente se han visto idealizados por personas que ni siquiera habían nacido.
La música española de este momento estaba dando joyitas sin filtro, de la mano de Vulpes, Toreros Muertos, La orquesta Mondragón, Glutamato Ye-Yé, Un pingüino en mi ascensor, Ilegales y un sinfín de grupos más. Se puede creer que era una época en la que se podía decir de todo y no pasaba nada… Siempre que no se apuntara al blanco equivocado, como le ocurrió a Javier Krahe.
Javier Krahe: hagiografía pagana
Javier Krahe (1944-2015) (1) fue un cantautor muy conocido por sus letras llenas de ironía, cinismo, rigor léxico, dobles sentidos, rebuscado castellano y de millones de importantes nimiedades más que hicieron de sus canciones piezas de orfebrería únicas con las que reír, reflexionar y aprender.
Se presentó al mundo musical de la mano del cantautor de protesta Chicho Sánchez Ferlosio y debutó junto con Joaquín Sabina y Alberto Pérez en “La Mandrágora” (2), un bar de la Cava Baja en el que se reunía la cara menos comercial de la denominada “Movida madrileña”. Fue el disco homónimo, La Mandrágora, el que los catapultó en 1981 a la fama. Una fama de “poquedumbres” que Krahe mantendría y que dista mucho de la que gozaría Sabina.
“OTAN de entrada, no”
Justamente, corría el año 1981 cuando España se planteaba entrar en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).
Fue el 30 de mayo de 1982, tras los primeros pasos de Calvo Sotelo (presidente del Gobierno en este momento), cuando España conseguía ser un país miembro. Esto implicaba, grosso modo, entrar en un sistema militar de defensa conjunto. Pero, una vez dentro, comenzó un proceso de reflexión cuyo núcleo se basaba en si se debía estar o no en esta organización.
Es en 1982 cuando entra a escena otro personaje, un tal Felipe González, líder del PSOE, que acababa de ganar en las elecciones de octubre y que se convertía en presidente del Gobierno. Durante su mandato, se decide llevar a cabo el ansiado referéndum popular en el que decidir si España debía permanecer en la OTAN (3).
El giro llega cuando Felipe González cambia de idea. Antes de alcanzar la presidencia, el PSOE se mostraba reticente y tajante con la entrada de España en la organización y ondeaba su lema “OTAN de entrada, no”. No obstante, cuando se llevó a cabo el referéndum, animó a que se votara por el “sí” en la permanencia. Por tanto, parecía que hubiera mentido para alcanzar sus objetivos presidenciales.
El cambio de opinión que despertó la indignación de Javier Krahe
Una explicación de esto la ofrece el profesor de Historia Contemporánea, José María Marín Arce:
Cuando el PSOE gana las elecciones de 1982, el nuevo gobierno socialista enseguida se da cuenta de que no era conveniente, ni incluso posible, la retirada de la Alianza, pues como decía Fernando Moran, ministro de Asuntos Exteriores, «los partidos que acceden al poder deben asumir las obligaciones internacionales contraídas por los gobiernos precedentes para evitar la inestabilidad» (4).
Resumiendo mucho, tras un polémico referéndum y un reñido resultado, salió que España permanecía (y permanece) en la OTAN (5).
Pero, claro, este cambio de opinión del PSOE no pasó por alto a la parte de la población indignada, que no tardó en hacerse oír. Aquí empieza lo que nos interesa, porque quien se hizo oír (y vaya si lo hizo) fue Javier Krahe.
El día crítico en el que censuraron a Javier Krahe
Un mes antes del referéndum, en febrero de 1986, Joaquín Sabina iba a tener su debut como cantante en un concierto televisado retransmitido por RTVE que se iba a llevar a cabo en el teatro Salamanca (Madrid). Era un concierto con invitados, entre los que estaba Javier Gurruchaga (cantante de La orquesta Mondragón), Luis Eduardo Aute, Ricardo Solfa (Jaume Sisa) y, por supuesto, Javier Krahe.
A Krahe no es que le hiciera mucha gracia ir, pero Sabina le insistió y, finalmente, fue para cantar una canción hecha ex profeso titulada “Cuervo ingenuo”. Esta, que en un primer momento iba dirigida a Calvo Sotelo, acabó siendo una dura crítica a Felipe González, por lo que algo llegó a los oídos del presidente mucho antes de que se diera el recital (6).
Y las cámaras dejaron de grabar…
Joaquín recibió llamadas y recomendaciones de que Javier no cantara la canción. Pero el resultado fue una negativa absoluta de Krahe, por lo que cuando salió a escena medio disfrazado de indio y con un kazoo en la mano, todas las cámaras de RTVE dejaron de grabar y la retransmisión se cortó. De hecho, los cámaras se tomaron su actuación como un descanso (7).
Todo esto se debe a que Felipe González, que estaba al corriente de la “coplilla” que Krahe le había hecho, consideró que no le venía nada bien a un mes del referéndum. Más que nada, porque estaba llena de sonoros “zascas” que lo dejaban en muy mal lugar.
Pero de nada sirvió este corte de emisión, pues, además de que se estaba grabando un doble disco en directo durante esa gira y que la canción se conserva en él, hay una grabación inédita de algún cámara rebelde que se conserva en YouTube.
¿Fue censura la censura para Javier Krahe?
Krahe defendía que no del todo, porque a él nadie le impidió cantarla en sus bolos tiempo después. La única “represalia” que tuvo fue no salir por la televisión, ganarse una buena ristra de insultos por parte de Felipe González (o eso le dijeron) y que
«los ayuntamientos socialistas dejaban de contratarlo e incluso cancelaron actuaciones ya apalabradas» (8).
De hecho, con su carácter cínico, en el documental Esto no es la vida privada de Javier Krahe afirmaba:
“se lo tomaron fatal y me alegré. Sentí que, por lo menos, había pretendido hacerles daño y se lo había hecho. Bueno, por supuesto que no les había hecho ningún daño, pero el forzarles a que lo prohibieran…”.
La tonada de la discordia
Javier confesaba que la canción se iba a llamar “Cuervo loco” pero que, un día, viendo un documental sobre los pieles rojas, se dio cuenta de que uno de ellos se llamaba así y que, sorprendido por el aspecto de este, Felipe González no cumplía el requisito para ser “Cuervo loco” y tendría que buscar un adjetivo más apropiado.
Pero, ¿qué tuvo que cantar como para que quisieran censurarlo? Para que juzguéis vosotros mismos, me tomo la libertad de adjuntar la letra que tanto indignó a un presidente del Gobierno que, curiosamente, no fue tanto el cabreo por lo que decía sino por el tono chulesco con el que la cantó.
Esto es importante porque, en escena, salían Sabina y Krahe ataviados con una pluma india, algo que acompañaba al lenguaje de la letra, que parece cantada por un indio de una reserva americana (un piel roja), a lo que hay que sumar la repetida apelación a Manitú en el estribillo, el dios creador de todas las cosas según la cultura algonquina (9).
Cuervo ingenuo
Tú decir que si te votan
tú sacarnos de la O.T.A.N.,
tú convencer mucha gente,
tú ganar gran elección,
ahora tú mandar nación,
ahora tú ser presidente.Y hoy decir que esa alianza
ser de toda confianza,
incluso muy conveniente.
Lo que antes ser muy mal
permanecer todo igual
y hoy resultar excelente.Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
Cuervo ingenuo no fumar la pipa de la paz con tú,
¡por Manitú!Tú no tener nada claro
cómo acabar con el paro,
tú ser en eso paciente,
pero hacer reconversión
y aunque haber grave tensión
tú actuar radicalmente.Tú detener por diez días
en negras comisarías
donde mal trato es frecuente:
ahí tú no ser radical,
no poner punto final,
ahí tú también ser paciente.Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
Cuervo ingenuo no fumar la pipa de la paz con tú,
¡por Manitú!Tú tirar muchos millones
en comprar tontos aviones
al otro gran presidente,
en lugar de recortar
loco gasto militar,
tú ser su mejor cliente.Tú mucho partido, pero
¿es socialista, es obrero,
o es español solamente?
Pues tampoco cien por cien
si americano también:
gringo ser muy absorbente.Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
Cuervo ingenuo no fumar la pipa de la paz con tú,
¡por Manitú!
“Yo tengo otra teoría […] que a él lo que le molestó fue que dijera que tenía lengua de serpiente. Debió de pensar ‘lagarto, lagarto…’”. Eso decía Javier acerca del tema en Charlas con un vago burlón, un libro que recoge las conversaciones entre la periodista Paloma Leyra y Javier Krahe.
Y… ¿después?
Tampoco se pronunció mucho, pero sí llegó a responder a la censura en su canción Me internarán, de la que pongo algunos fragmentos.
Y me invitó un día el Sabina
a su grandioso recital,
compuse una canción muy fina
que hablaba de la OTAN y tal…
[…]
Si cantas eso del piel roja
la tele le pondrá el tabú.
Ese tabú me la trae floja
la cantaré, ¡por Manitú!
[…]
Y así ocurrió, sencillamente,
lo que tenía que ocurrir:
yo, a tutearle al presidente,
ellos, a no retransmitir.
[…]
Algún censor de los de antes
metió tijera al recital,
¡qué feos son los gobernantes
cuando se ven al natural!
Causales casualidades
Cabe añadir que, curiosamente, después del escándalo de «Cuervo ingenuo», Hacienda decidió investigar a fondo a Javier revisando todos y cada uno de sus conciertos y declaraciones de la Renta. Le acabaron poniendo una multa de 2.800.000 pesetas. Y no sólo eso, sino que recibía continuamente llamadas telefónicas con conversaciones tan berlanguianas como:
«Oiga, usted ha cantado en Cuenca. No, yo no he cantado en Cuenca (respondía Krahe perplejo). Sí, oiga, porque lo pone en la Guía del Ocio» (10).
Recapitulando: Javier Krahe, su Cuervo ingenuo, España y la OTAN
En este artículo no he contado ni la mitad de las anécdotas que se podrían contar sobre la canción, pues está llena de curiosidades y datos interesantes que, como decía Krahe, “los podéis consultar en cualquier CD rom” (11).
Aún así, esta curiosa historia ayuda a comprender que ninguna época está libre de censura y que el arte puede llegar a remover las tripas de los más poderosos.
Lo que está claro es que pocos logros quedan ya beneplácitos para el orgullo. Sin embargo, entre estos, Javier Krahe fue el protagonista de
«aquel suceso considerado por algunos la primera censura televisiva de la democracia» (12).
Pero, cómo no, se tomó esto con sabia filosofía y regocijo, que, al fin y al cabo, es lo mejor cuando las cosas no salen como uno quiere (o sí).
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