Cuando pensamos en cualquier guerra, normalmente esta va acompañada por un conjunto de cifras de personas que murieron o fueron heridas en ella. Las guerras que tristemente se llevan a más personas por delante son las guerras en las que el pueblo está implicado, es decir, las guerras civiles. Nos adentramos en la Historia de Cuba, donde a mediados del siglo XX comienza la Guerra por la liberación de Cuba. Formando parte de la Revolución cubana encontramos a un comandate, Ernesto Che Guevara. En su contra está el ejército del dictador Fulgencio Batista, apoyado por Estados Unidos. Conforme avanza la guerra el Che se ve en la necesidad de entrenar a sus hombres de una forma peculiar, tratando de organizar un «Pelotón Suicida«(1).
Este «pelotón suicida» se dotaría con los mejores guerrilleros existentes que, por supuesto, debían tener una moral revolucionaria. Se dice que era tal su nivel de compromiso con la causa que muchos de ellos al no ser elegidos, llegaban a llorar (2). Entrar en este pelotón era una condena de muerte, ya que en todos los enfrentamientos solía morir algún compañero. Al fin y al cabo, eran los encargados de realizar las misiones más arriesgadas, lo que aumentaba el riesgo de morir. El líder del pelotón era Roberto Rodríguez, el “Vaquerito”(3), que murió un día antes de la victoria de la Revolución cubana (4).
Muchos de estos combatientes se reclutaban con apenas 18 años, algunos incluso con menos como Rogelio Acevedo (5). Entre los militantes había una gran cantidad de profesiones, pero les unía una causa común: la Revolución cubana. Normalmente las acciones de estos grupos solían ser con pocos hombres, siempre combatiendo en inferioridad numérica.
Como surgió la idea de un Pelotón Suicida revolucionario
Algunos revolucionarios como Figueredo y el Vaquerito, entre otros, propusieron a Che la organización de un equipo especial de asalto (6). Este equipo, que sería el futuro «pelotón suicida», estaría provisto de un entrenamiento más meticuloso (7), además de contar con dotaciones armamentísticas de mayor calidad, como armas automáticas. Esto facilitaría la entrada en asalto de posiciones complicadas o bien defendidas. Este escuadrón estuvo compuesto en un principio por 6 veteranos y 5 revolucionarios. Poco después su número se incrementó a 35 hombres (8). El encargado de dirigirlos hasta la muerte y la gloria era el Vaquerito (9). Su forma de actuar se planteó como un ataque por sorpresa en sigilo a guarniciones concretas. Con estas ventajas podría rodear las tropas y rendirlas de una forma rápida y sin reacción por parte del enemigo.
Diferentes formas de actuación
Los asaltos se solían realizar previo plan del Vaquerito; algunos de ellos realmente descabellados. Uno de ellos era robar la gasolina de un tanque y utilizarla para quemar una guarnición y así conseguir su rendición (10). Pero este plan no se llevó a cabo debido a la dificultad del mismo. Actuaban como guerrilleros, realizando ataques sorpresa y capturando armas o abastecimiento.
Normalmente buscaban la rendición del contingente enemigo para conseguir capturar armas y útiles que fueran de importancia para la causa. En uno de los relatos aparece una frase del Vaquerito: “moriremos o tomaremos prisioneros”. Poco después el pelotón suicida inutilizaría las comunicaciones del enemigo para lograr su misión (11).
Aunque en ocasiones tenían que improvisar, lo que siempre primaba era el heroísmo, el compañerismo y el cumplimiento de la misión. En uno de los casos el Vaquerito, tras perder su arma en un tiroteo, cogió la de un soldado herido y disparó a pecho descubierto para que este pudiese retirarse (12).
La batalla de Santa Clara: las cien muertes que Che no pudo soportar
La superioridad armamentística del ejército de Batista se dejaba entrever. Entre otros equipamientos tenían tanques, un tren blindado, apoyo aéreo y alrededor de 3.000 hombres (13). Mientras que los revolucionarios eran unos 300 hombres y solamente contaban con fusiles y bazucas, aunque sin munición. En ese momento el pelotón suicida estaba formado por 24 hombres (14). Los rebeldes tuvieron que tirar de ingenio para tratar de ganar la guerra. Se dice que a uno de los soldados se le escapó una bala y como castigo le quitaron el fusil. El comandante le dijo: «gánate otro fusil acudiendo desarmado a la primera línea»(15). Poco después el comandante en medio de la batalla lo vio tumbado sangrando por una herida de bala y el hombre, orgulloso, lo saludó y murió. La concienciación moral por la causa de estos integrantes era extremadamente alta (16).
Los soldados de Batista resistieron, pero los revolucionarios acudieron a la ciudad para defenderse. Allí los tanques no podrían brindar tanto apoyo a las tropas enemigas. Combatiendo barrio por barrio y casa por casa, los revolucionarios consiguieron deshacerse del tren blindado usando cócteles molotov; logrando así capturar más armas y munición (17). Poco después, en una encrucijada, el pelotón suicida se vio en situación de disparar. Como hemos visto, el Vaquerito no solía cubrirse demasiado cuando los enemigos le disparaban. Lo que nos narran las fuentes es que un soldado, al encontrarse al Vaquerito en el suelo, se sorprendió de que no estuviera disparando. Había sido alcanzado por una bala y poco después falleció. Che al encontrarse la situación dijo, “acaban de matar a un centenar de nuestros hombres”(18).
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