Antes las cosas no eran como ahora. Tal vez hayas escuchado esa frase de boca de alguna persona cercana, indignada por los excesos de la sociedad moderna, pero… ¿hasta qué punto lleva razón? Fiestas, comilonas y borracheras son típicas de nuestras celebraciones, ¿lo eran también antes? Cuando hablamos de la Antigua Grecia, la primera imagen que se nos forma en la cabeza (a parte de la de los típicos hoplitas semidesnudos de las pelis, aunque sea todo un invent) es la de festividades donde el exceso es el punto central, el banquete o simposio griego.
¿Cuál era el menú del simposio griego?
Dependiendo de la ciudad, unos eran más sosainas que otros. Ejemplo de ello son los espartanos, de los que se dice que se alimentaban básicamente de caldo negro (1). Otros pecaban más de gula, como los beocios.
La comida de los griegos no era muy diferente a la de ahora. Cereales, frutas, carne, pescado y lácteos formaban parte de su dieta. Aunque, bueno, ciertos productos eran más caros, como el caso de la carne, que sólo podían comprar los más ricos. En cambio, el pescado era mucho más barato (al contrario que ahora) y formaba parte de la dieta diaria de los ciudadanos atenienses. Además, al igual que nosotros, finalizaban la comida con un postre, normalmente frutas, como higos o uvas, frutos secos o dulces. Al no existir ese magnífico invento que es el tenedor, comían con las manos. Como tampoco había servilletas, se limpiaban con trozos de pan, que luego echaban a los perros junto con otros desperdicios de comida.
En cuanto a la bebida, solían beber agua, leche de cabra o hidromiel (mezcla de miel y agua). Aunque, sin lugar a duda, la bebida estrella era el “elixir de Dioniso”, es decir, el vino. A diferencia de nosotros, no lo bebían puro, sino que solían mezclarlo con agua en unas vasijas que reciben el nombre de cráteras. Además, le añadían plantas aromáticas e incluso miel (2).
Dioniso, el dios del vino más «cool»
Hemos hablado de un tal Dioniso. Pero, ¿quién era? Según la mitología, era hijo del dios Zeus y una mortal llamada Sémele (3). Acabó por convertirse en el dios del vino y del éxtasis y presidía fiestas en las que se representaban obras de teatro. Antes del siglo V a.C. se le representaba como un hombre adulto, con barba y cubierto con hojas de hiedra o por una parra, sosteniendo una copa en la mano o, a veces, un cuerno. A partir de esta fecha, se marcó un Benjamin Button, pasando a aparecer como un muchacho joven y apuesto, sin barba y desnudo.
Algunas de sus historias hablan de cómo fue perseguido por mortales que no querían rendirle culto. Dioniso acabó por cabrearse y se vengó de estos no creyentes. ¿Cómo? Pues con terribles castigos como, por ejemplo, hacer enloquecer a la gente. Tal es el caso de Penteo, rey de la ciudad de Tebas (4): acabó descuartizado por varias mujeres, entre las que se encontraba su propia madre, que lo confundió con un león (5).
Sin embargo, la historia más llamativa nos habla de su secuestro por parte de unos piratas que lo confundieron con el hijo de una familia de dinero. Una versión nos cuenta que el barco comenzó a echar vino y que una parra nació y trepó por el mástil del barco (y creías que Jesucristo era guay, ¿verdad?). El dios hizo cantar y bailar a los piratas. Vaya, que montó una fiesta del copón. Aunque bueno, con los piratas tropezando y cayendo al mar (6).
Los banquetes griegos, cuántos más, mejor
Como a nosotros, a los griegos les gustaban las celebraciones, y las hacían casi por cualquier cosa: la despedida de un amigo, un motivo familiar, el triunfo en un concurso… Vaya, que lo de celebrar una comilona con tus amigos por tu cumpleaños no es nada nuevo. A estas celebraciones las llamamos banquetes, pero ellos le daban el nombre de simposium o simposio griego que, en la época, significaba algo así como “reunión de bebedores”. Por lo general eran reuniones estrictamente masculinas. Las únicas mujeres que acudían a estos banquetes lo hacían para servir y divertir a los hombres. Aunque, para compensar, ellas también tenían sus propios simposios (7). Solían reunirse en casa de sus amigos, por turnos, aunque lo común era ir a casa del amigo rico.
A ponerse como cubas, pero con orden
La primera parte de la celebración tenía como fin quitar el hambre. Sin embargo, una vez que servían la bebida, era común seguir comiendo para aumentar la sed y empinar el codo más a menudo. Vamos, igual que cuando te ponen los frutos secos en el bar. Solían comer reclinados en una especie de diván que recibe el nombre de kline, a veces compartido por varias personas. Antes de iniciar el plato fuerte, se lavaban las manos en un aguamanil y luego, empezaban con el aperitivo.
La parte más divertida, sin duda, era la fiesta que seguía a la comida. Antes de beber, y como buenos religiosos, se hacían libaciones (8) a Dioniso, al tiempo que se le invocaba. Después se cantaba un peán o himno al dios y se elegía al simposiasta o “rey del banquete”. Esta persona la encargada de decidir cómo de mezclado se tomaría el vino y cuántas copas beberían los asistentes del simposio griego. El que desobedeciera las órdenes del simposiasta sería castigado, por ejemplo, haciéndolo bailar desnudo. Para amenizar la fiesta era frecuente ver espectáculos que incluían música, bailes y acrobacias, que en muchas ocasiones despertaban los deseos más ocultos de los asistentes.
Como una buena fiesta, el simposio griego finalizaba con una buena borrachera. Esto aparece en ocasiones en la cerámica, que nos muestra a mujeres arrastrando a sus maridos ebrios (9).
Un juego: el cótabo
A veces no era necesario contratar músicos o bailarines, pues se entretenían con las cositas más tontas. Antes hablamos de las libaciones. Pues bien, en lugar de desperdiciar los restos del vino, los griegos se divertían lanzándolos desde el fondo de su copa hacia una diana, que podía ser cualquier objeto (10). Era normal que, en lugar de mencionar al dios, se dijera el nombre su crush, esa persona a la que llevaba tiempo haciendo ojitos. Dar en el blanco era signo de que tendrías suerte tirándole la caña. Vamos, lo mismo que ese ritual que haces cuando apoyas el vasito del chupito en la barra.
La fiesta dura hasta hoy
Dos mil años de Historia y, como ves, algunas cosas sí son como lo eran antes. Nos separan más de dos mil años y algunos aspectos no han cambiado. No por menos, Grecia es la «cuna de la civilización occidental». Es decir, somos herederos de los antiguos griegos. De ellos tenemos la filosofía, gran parte de nuestra lengua… ¡hasta la forma de celebrar las fiestas! Así que, ¿a qué esperas para ponerte tus mejores galas e ir a casa de tu amigo a jugar al cótabo?
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