La Torre de Londres y las conspiraciones que la rodean: Juego de Tronos en toda regla

La Torre de Londres, situada a orillas del río Támesis (1), frente al Tower Bridge, es la fortaleza británica más importante. La mandó construir, a finales del siglo XI (2), Guillermo “El Conquistador” (3), como su residencia real y para protegerse de futuras invasiones. Bueno, también porque no es que fuese un monarca muy querido precisamente, y pretendía marcar paquete y mantener a raya a sus vasallos (4). Pero el destino de la Torre sería muy distinto unos cuantos siglos después. Porque el edificio se fue ampliando – y siendo testigo de numerosas revueltas, guerras y demás tensiones políticas – (5), hasta que se convirtió en una prisión de estado (6). Démosle las gracias, sobre todo, a Enrique VIII. Pues fue el principal causante de las páginas oscuras que rodean a la Torre de Londres (7).

Así, entre los siglos XVI y XVII, personalidades de la realeza, de la política, de la religión y de las artes, hostiles a la Corona inglesa, fueron encarceladas allí. Además, recibieron todo tipo de torturas y fueron ejecutadas (8). Y claro, esta historia tan macabra que encierra la dichosa Torre es el caldo de cultivo idóneo para toda clase de leyendas fantasmales (9).

Torre de Londres historia
Vista aérea de la Torre de Londres. Fuente.

La Torre de Londres y sus fantasmas

La protagonista indiscutible de estos cuentos para no dormir es Ana Bolena. La pobre tuvo la desgracia de ser la segunda esposa del malnacido de Enrique VIII – rey de Inglaterra y un auténtico cerdo, se mire por donde se mire –. A Ana la encarcelaron y la decapitaron en la Torre de Londres, como veremos. Y, desde entonces, no han dejado de rular testimonios que aseguran haber visto el fantasma de Ana, sin cabeza, pululando por la Torre (10). – Dichos testigos son, principalmente, los guardias del castillo (alabarderos o beefeaters) (11), que usaban al fantasma como excusa si se habían echado una siestecilla y querían evitar las represalias del tribunal militar – (12).

Ana Bolena segunda esposa de Enrique VIII
Ana Bolena. Fuente.

Otro fantasma que se ve que ronda por la Torre, acojonando al personal, es Margarita Pole, la Condesa de Salisbury (13). Esta pobre fue ejecutada en 1541, por orden de Enrique VIII, de forma absolutamente macabra. Y es que el verdugo le tuvo que asestar hasta once hachazos para decapitarla (14). Y también tenemos a dos fantasmillas, los que más yuyu dan, por ser niños y aparecerse de la manita y vestiditos de blanco. Son el príncipe Eduardo y su hermano el Duque de York, supuestamente asesinados por su tío, Ricardo III, en 1483 (15). Sobre este asunto, volveremos después.

Eduardo V y Ricardo Duque de York encerrados en la Torre de Londres por su tío Ricardo III
El príncipe Eduardo y su hermano. Fuente: Historia National Geographic.

Los misterios reales de la Torre de Londres

La lista de visiones espectrales no acaba aquí. Pero mejor dejemos de lado el folclore, pues, como os imaginaréis, aquí estamos para hablar de Historia y no de estas leyendas, cuya veracidad es más que cuestionable. Lo cierto es que estos fantasmas me han servido como gancho para plantearos los dos misterios reales que rodean a la Torre de Londres. Por un lado, ¿quién o quiénes conspiraron para asesinar a Ana Bolena? Y por otro, ¿realmente Ricardo III asesinó a sus sobrinos? Empecemos a resolver estos enigmas en tres, dos uno… ¡Dentro Historia!

La conspiración contra Ana Bolena

El matrimonio entre Enrique y Ana – nací en los ochenta, ¿vale?, no lo he podido evitar – trajo cola en su momento. Ana era su amante y estaba embarazada de seis meses, mientras Enrique seguía casado con su primera esposa (el gachón tuvo seis en total, que se dice pronto), con la que llevaba 20 años, pero no le daba un heredero (16). Y he aquí el meollo del asunto: Enrique se obsesionó con que Ana – con la que mantenía relaciones desde hacía siete años atrás – tenía que ser su esposa. Pero no porque estuviese enamoradísimo de ella hasta las trancas, sino porque vio en ella el horno ideal para gestar a su ansiado heredero al trono (17).

Así que Enrique exigió al Papa que declarase nulo su matrimonio, alegando que su primera esposa no era virgen cuando se casaron. Pero el Papa se negó. – Entre otras cosas, porque la esposa en cuestión era la tía de Carlos I de España y V de Alemania, y las represalias podían ser bonitas –. Así que Enrique Tudor, que hacía lo que le salía de los cataplines, mandó a tomar por saco a la Iglesia Católica y fundó su propia Iglesia, la Anglicana, de la que sería el principal dirigente (18). Después, mandó a cagar a su primera esposa y se casó en enero de 1533, en secreto, con Ana Bolena (19).

Desde ese momento, Ana Bolena fue vista como la culpable de todos estos movimientos religiosos del rey, ganándose una fama nefasta y más de un enemigo en la corte. ¡Cómo la culpa no iba a ser de una mujer con tanto tufillo misógino!

El gustillo de Enrique VIII por decapitar a la peña en la Torre de Londres

Lo cierto es que Enriquito puso firmes a aquellos que se opusieron a su divorcio con su primera esposa y a su ruptura con la Iglesia de Roma. A su canciller, Tomás Moro – autor de Utopía, sobre quien volveremos cuando abordemos el siguiente misterio –, lo encarceló en la Torre de Londres. Después, lo mandó decapitar (en 1535) y hasta expuso su cabeza, iniciando así su reinado del terror (20). Años más tarde, haría tres cuartas de lo mismo con la Condesa de Salisbury, como os chivé, gran defensora del catolicismo (21).

¡¿No hay varón?! El principio del fin de Ana Bolena

Pero volvamos a Ana: fue coronada en mayo de 1533 (22) y, en septiembre, dio a luz… a una niña – la futura Isabel I, la Reina Virgen – (23). Y ahí comenzó su desgracia. Pasaron tres años desde que contrajo matrimonio y Ana sufrió varios abortos espontáneos (24). Así que, al no darle un heredero al rey – un hijo varón, que era lo que ansiaba Enriquito –, Ana Bolena ya no valía un pimiento. Total, que en 1536 la encerraron en la Torre Blanca (la parte central y originaria de la Torre de Londres) (25). Después, la decapitaron, acusándola de adulterio y alta traición (26).

Ana Bolena encerrada en la Torre de Londres
Ana Bolena encerrada en la Torre de Londres (pintura de 1835). Fuente: Borman, 2020.

Pero, ¿quién o quiénes conspiraron en la corte contra ella? ¿Fue el propio Enrique VIII o algunos recelosos por su ruptura con la Iglesia de Roma? (27). Este es un enigma que ha quedado sin resolver… Hasta ahora, que una historiadora (28) ha dado con la clave para resolver el misterio: entre los Archivos Nacionales del Reino Unido ha encontrado un documento que contiene las instrucciones exactas que dio el propio Enrique VIII para ejecutar a Ana Bolena. Y, se ve que no se quedó a gusto, porque, además, la tacha de lasciva y lujuriosa. – Bueno, es que alguna excusa se tenía que buscar el rey para darle matarile, porque ya no le servía, y buscarse a otra esposa a la que exprimir y sacarle un churumbel – (29).

Enrique VIII: el marido atroz que asesinaba a sus esposas

Efectivamente, se siguieron las instrucciones de Enrique VIII al dedillo. Por petición del rey, a Ana no la quemaron viva (condena habitual para las mujeres, por traición), sino que fue decapitada (30). Cosa que sucedió el 19 de mayo (31), a manos de un verdugo que trajeron de Francia especialmente para la ocasión: un espadachín (32). Esto podría indicar que el malnacido de Enrique tuvo cierta piedad hacia Ana. Pues, en Inglaterra, las decapitaciones se realizaban con un hacha. Esto suponía que el verdugo tenía que asestar más de un golpe al condenado (33), como, por ejemplo, le sucedió a la Condesa de Salisbury (34).

Así, al parecer, Enrique quiso ahorrarle a Ana esta tortura, haciendo que le cortasen la cabeza de un golpe limpio, con una espada (35). Pero lo cierto es que era la primera vez que se condenaba a muerte a una reina (36), y los Tudor con el protocolo no jugaban. Había que matarla, pero “había que hacerlo bien” (37). Y mucho ojito, porque desde la ejecución de la Bolena nunca más una reina pudo descansar tranquila en el trono. – Que se lo digan a la quinta esposa de Enriquito, Catalina Howard, por ejemplo, a la que también mandó decapitar este mamón en la Torre de Londres y cuyo “fantasma” también tiene sus propias leyendas – (38).

El asesinato de Ana Bolena

La única indicación de Enrique VIII que no se respetó a la hora de ejecutar a Ana Bolena fue el lugar que él indicó para hacerlo (Tower Green). A Ana la ejecutaron en el patio del Edificio de Waterloo (39), posiblemente, para evitar tener público durante la ejecución – no fuese que la reina inspirase la compasión del pueblo –. Aunque, el día de la ejecución, las puertas de la Torre se dejaron abiertas por accidente y miles de personas se colaron para presenciar el espectáculo (40).

Ejecución de Ana Bolena en la Torre de Londres
Ejecución de Ana Bolena. Fuente: Borman, 2020.

Una vez decapitada, la enterraron de forma bastante deshonrosa. Primero, metieron sus restos mortales en un cofre de flechas (ni siquiera le prepararon un ataúd). Y, después, la enterraron en la Capilla de San Pedro ad Vincula (que se encuentra también dentro de la Torre de Londres), en una fosa común. – Allí, arrojarían también los restos de Catalina Howard, la quinta esposa de Enrique VIII – (41). Un día después del asesinato de Ana, el rey se comprometió con la que sería su tercera esposa: Jane Seymour, una de las damas de compañía de Ana Bolena (42).

Te difamo y te decapito

Así, el rey, para quitarse de encima a Ana y poder desposar a otra mujer que sí le diera su tan ansiado heredero, montó una farsa de aúpa. Acusó falsamente a Ana de haber mantenido relaciones sexuales con cinco hombres (acusación de adulterio) – incluso con su propio hermano, George, acusándola también de incesto –. También se inventó que había conspirado para asesinarle (ya tenemos la acusación de alta traición) (43). Además, montó un paripé de juicio ante unas dos mil personas (sobre todo, cortesanos hostiles a Ana). Total, que Enrique VIII hizo que se la cepillasen, por sus santos cojones, básicamente (44). Sobra decir que Ana era inocente de todos los cargos (45).

PD1: Hacedme el favor y si os tratan de pintar la historia entre Ana Bolena y Enrique VIII como romanticona, mandad al iluminado de turno a freír espárragos. Porque Ana solo le importaba al rey en la medida en que pudiese ser la vasija que portase al futuro heredero al trono. A los hechos me remito.

PD2: Tampoco os creáis todo lo que os cuentan las series de TV. Ana Bolena no era negra ni muchísimo menos una mujer empoderada. Me vuelvo a remitir a los hechos.

Dos principitos perdidos dentro de la Torre de Londres y ¿otro rey asesino?

El segundo de los misterios que vamos a tratar de resolver sucedió unos añicos antes, en el siglo XV. Cuando falleció el rey Eduardo IV – de la dinastía York, anterior a la Tudor – (46), en abril de 1483, le sucedió su primogénito, Eduardo V, que tenía 12 añitos (47). Claro, era apenas un chiquillo, no tenía edad para gobernar; así que su tito, Ricardo, se hizo cargo del reino (48). Y oye, que en menos que canta un gallo, tanto el pequeño rey como su hermano (Ricardo, el Duque de York, de 9 años) fueron encerrados en la Torre de Londres, por orden de su querido tito (49).

Pero la cosa no quedó ahí. En junio, montaron una asamblea – que olía a paripé que tiraba para atrás – en la que se decidió que el rey y su hermano eran bastardos. ¡¿Y cómo narices iba a reinar un bastardo, por la corona santísima?! Así que le quitaron el trono a Eduardo, y se lo dieron a, ¡oh, sorpresa!, el tito cabrito, que se convirtió así en el nuevo rey, Ricardo III (50). Pocas semanas después, los dos principitos desaparecieron de la faz de la tierra y nunca se supo qué narices había sido de ellos (51).

¡Fijo que fue cosa de Ricardo!

Las sospechas siempre han recaído sobre Ricardo III – que ha pasado a la Historia como un tirano, ambicioso y sanguinario –. No contento con encerrarlos en la Torre de Londres y birlarles el trono, ¡fijo que los mandó asesinar! (52). De hecho, según cuentan las crónicas oficiales del siglo XVI –entre las que se encuentra la versión de Tomás Moro, sobre la que volveremos más adelante –, el rey envió a la Torre a tres hombres para asesinar a los chicos. Estos, supuestamente, los ejecutaron ahogándolos con una almohada. Y, después, enterraron sus cuerpecitos al pie de una de las escaleras de la Torre de Londres (53). Pero, ¿nos podemos fiar de estas crónicas? ¿O acaso una mentira muchas veces contada y legitimada se convirtió en verdad? (54).

Eduardo V y Ricardo Duque de York a punto de ser asesinados por el sicario de Ricardo III en la Torre de Londres
Los príncipes a punto de ser asesinados por un sicario de Ricardo III. Fuente: Historia National Geographic.

La falta de móvil de Ricardo III y los huesos de la discordia

Vayamos por partes. Primero, Ricardo III ya tenía el trono asegurado y estos dos chavales nada podían hacer para arrebatárselo. Entonces, ¿por qué se iba a molestar en asesinarlos? Huele a chamusquina que atufa (55).

Segundo, una vez que Ricardo fue coronado, unos rebeldes que le eran hostiles – capitaneados por el duque de Buckinghamintentaron sacar a los chavales de la Torre de Londres, seguramente, para devolverle el trono al pequeño Eduardo. Pero estos rebeldes fracasaron y el duque fue decapitado, a finales de 1483. Lo que no sabemos es si consiguieron sacar a los niños de la Torre, antes de darse el hostión (56). Sea como fuere, los historiadores se plantean la posibilidad de que, al menos Eduardo, hubiese fallecido por muerte natural, pues era un chaval que no gozaba de buena salud. De hecho, se sabe que el médico fue a visitarle varias veces mientras estuvo en la Torre de Londres (57).

En cuanto a si fueron enterrados en la Torre, en el siglo XVII se encontraron unos huesos justo al pie de una escalera, que parecían ser la prueba definitiva de que Ricardo III sí los había mandado asesinar (58). Sin embargo, a día de hoy no estamos seguros de que esos huesos perteneciesen a los dos principitos (59).

¿Quieres legitimar tu reinado? ¡«Mata» y difama a tus adversarios!

El caso es que Ricardo III la diñó en una batalla dos años más tarde, en 1485, vencido por Enrique VII (el papi del Enrique anterior, misógino y cabrón), quien fundó la dinastía Tudor (60). Y este rey, para evitar que algún heredero York le tocase los bemoles, hizo oficial – con aquellas crónicas de las que os hablé – que los dos principitos habían sido asesinados en 1483 y Ricardo III quedó convertido en un tirano asesino para los restos (61). Desde entonces, esta versión ha sido creída y aceptada como irrefutable. Sin embargo, como hemos visto, no tenemos evidencia alguna de tales asesinatos. Y seguimos sin saber qué narices sucedió con los dos principitos encerrados en la Torre (62). Aunque aún nos queda por ver qué pinta Tomás Moro en todo este asunto…

Ricardo III de Inglaterra
Ricardo III. Fuente: Historia National Geographic.

¿La obra de Tomás Moro es suficiente para incriminar a Ricardo III?

Tomás Moro escribió Historia del Rey Ricardo III en 1513 – que servirá de inspiración a Shakespeare para su Ricardo III – (63). Y, en dicha obra, narra el episodio del asesinato de los dos principitos en la Torre de Londres, por orden de Ricardo III (64). Como ya hemos visto, la credibilidad de este relato ha sido cuestionada una y otra vez por los historiadores. Pero, hace apenas un año (2021), un historiador inglés (65) ha vuelto a revisar dicha obra y ha sacado conclusiones muy diferentes. Así, inculpó nuevamente en el asesinato de los príncipes a Ricardo III.

¿En qué se basa este historiador para darle credibilidad al relato de Moro? Pues, primero, en que la obra ofrece detalles circunstanciales muy precisos. Y, segundo y más importante – siempre según este historiador –, en que, supuestamente, cuando escribió su obra, Tomás Moro pudo estar en contacto tanto con testigos de aquel fragmento de la historia británica que aún vivían, como con familiares directos de los tres implicados en el asesinato de los príncipes (66). Si fue así o no, o si los testimonios de esos familiares son suficientes para darle credibilidad a la obra de Moro, queda en el aire. Lo cierto es que no es más que otra hipótesis que se suma para tratar de darle respuesta al misterio de la desaparición de los príncipes. Pero seguimos sin saber con certeza qué fue lo que sucedió.

Torre de Londres: morbo, torturas y… ¡seis cuervos!

Después de los episodios que os acabo de narrar, sé que estáis deseando dar una vueltecita por la dichosa Torre. Aparte de poder saludar al fantasma de la Bolena, si es que tenéis el privilegio de que se digne a daros un sustillo, podréis ver algunos de los instrumentos de tortura que se empleaban en la Torre – como el potro (67) – . Porque sí, la Torre de Londres no solo fue un lugar en el que se llevaban a cabo ejecuciones, sino que también dio cobijo a las torturas más variopintas y macabras. Y oye, que desde el siglo XIX suponen un reclamo turístico de magnitudes estratosféricas (68). El ser humano es así de morboso, qué le vamos a hacer. La versión más light de la Torre la aporta su espectacular exposición de armas y armaduras (69).

Pero el frikismo que rodea a la Torre de Londres no termina aquí. Desde la Segunda Guerra Mundial (70), existe una superstición más que pintona en relación a ella (71). Resulta que en la Torre siempre ha habido cuervos. Y se cuenta que, si alguna vez hay menos de seis de estos pajarillos, la Torre de Londres caerá y con ella la monarquía británica. ¡Vamos, que Inglaterra se irá a la mierda! (72). Así que, desde la década de los ’50, existe el Ravenmaster: un guardia encargado de que siempre haya seis cuervos en la Torre. El hombre debe velar por ellos, no vaya a ser… (73).

Resuelto el asesinato de Ana Bolena y cuestionado el asesinato de los dos principitos, por mi parte, nada más. Espero que si tenéis la suerte de visitar Londres os deis un paseillo por la Torre y recordéis estos capítulos oscuros de la historia inglesa, mientras pisáis el suelo que los vio tejerse.



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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Roca, 2021, p. 83.

(2) En 1066; Ashdown-Hill, 2017. Roca, 2021, p. 85.

(3) Marseille y Laneyrie-Dagen, 2001, p. 22.

(4) Roca, 2021, p. 85. “Guillermo no era un monarca popular, y lo sabía. Sus súbditos jamás dejaron de considerarle un extranjero advenedizo. Eso fue lo que le llevó a reforzar las murallas de la capital y a construir un bastión que sumaba los últimos avances en tecnología militar a las comodidades propias de una residencia real. Para ello hizo transportar piedra en barco desde Caen, la capital de Normandía. También los maestros albañiles que dirigieron el trabajo procedían de su tierra natal. Su propósito no era únicamente repeler a posibles invasores, sino, ante todo, intimidar a sus vasallos. Quien planeara iniciar una revuelta se lo pensaría dos veces. El mensaje para los londinenses era claro: los normandos habían venido para quedarse”. Echeverría Arístegui, 2008.

(5) “Durante la Edad Media se empleó principalmente como refugio en momentos de inestabilidad política, cuando los soberanos veían peligrar su posición, lo que sucedía a menudo. Pronto se llevaron a cabo ampliaciones y mejoras. Las primeras las emprendió en 1189 el obispo Longchamp, canciller de Ricardo Corazón de León, en cuanto partió su señor a Tierra Santa. (…) Enrique III, que tenía numerosos enemigos, añadió cincuenta años después una muralla, un foso y nueve torres, entre ellas la de Wakefield, la de Lanthorn y la de Beauchamp. (…) Con todos estos añadidos se esperaba que la fortaleza fuera inexpugnable, pero a finales del siglo XIV un enemigo inesperado logró burlar sus defensas: el pueblo. Cierto impuesto instaurado por los regentes de Ricardo II enfureció a unas masas ya castigadas por la peste negra y la guerra de los Cien Años. Estalló la revuelta campesina más importante de la Inglaterra medieval: los amotinados asaltaron la Torre de Londres (…) La Torre de Londres no volvió a ser un lugar seguro para la monarquía inglesa, o al menos no para todos sus miembros. La guerra de las Dos Rosas, que se saldó con Enrique VI preso en el recinto (y fallecido en extrañas circunstancias), abrió la veda a los encierros y ejecuciones de toda clase de aspirantes al trono. El más triste de estos episodios tuvo lugar a finales del siglo XV, cuando desaparecieron los príncipes Eduardo y Ricardo”. Echeverría Arístegui, 2008.

(6) Marseille y Laneyrie-Dagen, 2001, p. 22. Roca, 2021, p. 86.

(7) Echeverría Arístegui, 2008. Roca, 2021, pp. 86 y 88.

(8) Echeverría Arístegui, 2008. Roca, 2021, pp. 88-91.

(9) “El folklore británico tiene tan integrado al Fantasma que el adjetivo encantado llega a la mente apenas se habla de una morada o de un castillo británico. Por supuesto, la más importante de las fortalezas británicas es la Torre de Londres, que cuenta también con un sinnúmero de apariciones célebres”. Marseille y Laneyrie-Dagen, 2001, p. 22.

(10) Redacción Historia National Geographic, 2021.

(11) Los alabarderos (Yeomen Warders) “son los defensores de las puertas y los guardianes ceremoniales de la Torre desde tiempos de Enrique VII, en el siglo XV. Se los conoce popularmente como beefeaters, quizá porque tenían el privilegio de comer tanta carne (beef) de la mesa del rey como quisieran. Sólo lucen sus uniformes de gala, de estilo tudor en tela roja, en ocasiones especiales; el de diario es de tela azul marino con bordados rojos. Hoy su principal función es guiar a los turistas”. Roca, 2021, p. 93.

(12) “Numerosos testigos juran haber visto el descabezado fantasma de Ana Bolena paseando por la Torre Verde. Un soldado que se quedó dormido durante una guardia en 1864 se libró de un consejo de guerra alegando que la difunta reina lo había dejado inconsciente”. Echeverría Arístegui, 2008. “(…) la última aparición habría sido en 1933, su espectro aparece a intervalos regulares, a veces conduciendo una procesión en la capilla de San Pedro, otras veces, sola en distintos lugares de la vieja fortaleza. Una de las manifestaciones más impresionantes del fantasma se produce, sin embargo, en el invierno de 1864. Una noche, un guardia es encontrado inconsciente. Acusado de haberse quedado dormido en su puesto, debe comparecer frente a un tribunal militar. El hombre relata que al amanecer vio salir de la neblina una silueta blanca, llevaba un tocado, pero sin cabeza debajo, y se dirigió hacia él. Después de hacer las tres advertencias de rigor, el soldado se acercó a la silueta; pero cuando la bayoneta de su fusil la atravesó, un rayo se propagó a lo largo del cañón, y fue impactado por un fuerte golpe. Todo esto parecería sólo una excusa de no ser por dos soldados y un oficial que habrían atestiguado, después de la declaración del acusado, haber visto al espectro por una ventana. Cuando se averiguó que la forma, en los cuatro casos, fue vista justo debajo de la ventana del cuarto en el que Ana Bolena pasó su última noche antes de su ejecución, el tribunal optó por liberar al guardia”. Marseille y Laneyrie-Dagen, 2001, p. 22.

(13) “Grandes damas del reino asesinadas habitarían ahí, paseándose sobre las murallas, por los corredores y atravesando los muros. Por ejemplo, Margaret, condesa de Salisbury, ejecutada en 1541 a la edad de setenta años, en terribles circunstancias, el verdugo tuvo que decapitarla tres veces, reviviría periódicamente sus últimos momentos ante la vista horrorizada de los guardias, los únicos seres vivos que frecuentan esos lugares durante la noche”. Marseille y Laneyrie-Dagen, 2001, p. 23. “Margaret Pole, o Margaret Plantagenet, era la hija del duque de Clarence, hermano de dos reyes Plantagenet: Eduardo IV y Ricardo III, y su esposa Lady Isabella Neville (…) Nació el 14 de agosto de 1473 y se casó con Sir Richard Pole en 1491, teniendo cinco hijos antes de enviudar en 1505. Uno de sus hijos fue Reginald Pole, quien se convirtió en cardenal y luego arzobispo de Canterbury durante el reinado de María I”. Claire, 2010. Fue ejecutada el 27 de mayo de 1541. Bilyeau, 2013.

(14) Bilyeau, 2013. Claire, 2010. Ver (34).

(15) Marseille y Laneyrie-Dagen, 2001, p. 23.

(16) Fonz Bravo, 2018. Redacción Historia National Geographic, 2017b.

(17) “Ana había sido la gran obsesión de Enrique VIII durante siete largos años. Enloquecido por el amor frustrado y la lujuria, no había podido pensar en otra cosa que no fuera dejar de lado a su primera esposa, Catalina de Aragón, para poder casarse con Ana, que se había negado hábilmente a convertirse en una mera amante. Lo que había agudizado su apetito por ella era el hecho de que ella ofrecía la promesa de lo que más deseaba en el mundo: un heredero varón. Después de más de 20 años de matrimonio, Catalina solo le había dado un hijo sobreviviente, la princesa María. Los Tudor todavía eran una dinastía incipiente, por lo que Enrique había estado desesperado por asegurar su trono con un hijo”. Borman, 2020, p. 22.

(18) Fonz Bravo, 2018. “El casamiento entre Enrique VIII y Ana Bolena provocó el cisma de Inglaterra con respecto a la Iglesia católica, a pesar de que conservó los sacramentos del catolicismo, y precipitó la reforma de la Iglesia anglicana, que se consolidó definitivamente durante el reinado de Isabel I.”. Redacción Historia National Geographic, 2017b.

(19) Borman, 2020, p. 22. El día 25 “en la capilla privada del rey en el Palacio de Whitehall, el mismo lugar en el que, tres años después, se casaría con Juana Seymour y en el que el monarca fallecería en 1547”. Redacción Historia National Geographic, 2017b.

(20) Echeverría Arístegui, 2008. “El 6 de julio de 1535, Tomás Moro fue decapitado por alta traición durante una ceremonia pública en la colina situada detrás de la fortaleza. Las crónicas de la época explican cómo ese día, «hacia las nueve de la mañana lo sacaron de la Torre» y lo escoltaron hasta la explanada en la que estaba instalado el patíbulo. Cuando llegó al patíbulo, sin perder el humor, «a punto de caer, le dijo a un guardia: ‘Señor, le ruego que me ayude; en cuanto al descenso, lo haré por mí mismo’». Ya en el cadalso, «pidió que el pueblo orara por él». Luego se arrodilló, «apoyó la cabeza en el bloque y le pidió al verdugo que dejara que se apartase la barba, porque ella no había cometido ninguna traición». Acto seguido, «le cortaron la cabeza de un solo golpe». Su cuerpo fue arrojado a la fosa común de San Pedro ad Vincula, el mismo lugar en el que un año después sería enterrada la reina Ana Bolena, condenada también por Enrique VIII”. Roca, 2021, p. 88.

(21) Bilyeau, 2013. Claire, 2010. Marseille y Laneyrie-Dagen, 2001, p. 23.

(22) “Enrique había ordenado una lujosa remodelación de los aposentos reales para acomodarla, los mismos aposentos en los que más tarde estuvo prisionera”. Borman, 2020, p. 22.

(23) Borman, 2020, p. 22. Redacción Historia National Geographic, 2017b.

(24) “El último en enero de 1536, cuando se dijo que el feto se había desarrollado lo suficiente como para decir que era un niño”. Borman, 2020, p. 22.

(25) Su arresto se produjo el 2 de mayo de 1536; Borman, 2020, p. 22.

(26) “Ya cansado de la naturaleza feroz de Ana y su comportamiento ‘poco real’, Enrique se convenció a sí mismo de que este matrimonio también desagradaba a Dios. Con la ayuda de su asesor de confianza, Thomas Cromwell, presentó un caso contra Ana que se inspiró en sus modales coquetos y su camarilla de admiradores masculinos”. Borman, 2020, p. 22.

(27) “Su arresto, (…), había causado conmoción en todo el reino y en el extranjero. Había sido reina durante poco menos de tres años, tiempo durante el cual se había vuelto cada vez más impopular entre el pueblo de Inglaterra y se había hecho enemigos peligrosos en la corte: ninguno más que su esposo”. Borman, 2020, p. 22.

(28) Tracy Borman (Borman, 2020). G. M., 2022.

(29) G. M., 2022. “Aunque los documentos del juicio se han rastreado extensamente, vale la pena considerar otro documento menos conocido, pero mucho más escalofriante relacionado con el destino de Anne: una orden emitida por el rey a Sir William Kingston, alguacil de la Torre, sobre la forma en que la reina iba a ser despachada”. Borman, 2020, p. 22.

(30) “Enrique VIII da instrucciones precisas sobre cómo y dónde debía ser ejecutada su esposa: ‘Su cabeza será cortada […] en el parque de nuestra Torre de Londres’”. G. M., 2022. “Él estipuló que, aunque Ana había sido ‘condenada a muerte… quemada en la hoguera… o decapitada’, su lástima lo llevó a evitarle la muerte más dolorosa por la quema, ordenando en cambio ‘que inmediatamente después de recibir estos presentes, en Tower Green dentro de nuestra Torre de Londres, la cabeza de la misma Ana será cortada’. Enrique agregó que Kingston no debería ‘omitir nada’ al cumplir sus órdenes. (…) el hecho de que Enrique le haya ahorrado a Ana la muerte más agonizante por el fuego fue una verdadera bondad, según los estándares de la época. (…) La Ley de Traición estipulaba que un hombre culpable debería ser ahorcado, arrastrado y descuartizado, mientras que una mujer debería ser quemada. Aunque esto a menudo se conmutaba por decapitación, eso no era mucho mejor”. Borman, 2020, pp. 22-24.

(31) G. M., 2022. Redacción Historia National Geographic, 2021. “El 19 de mayo de 1536, Ana Bolena fue decapitada en Londres con un golpe de espada”. Redacción Historia National Geographic, 2017b.

(32) “El monarca quería que se siguieran sus instrucciones al pie de la letra, hasta el punto de que Sir William Kingston, el Condestable de la Torre, tuvo que viajar hasta Francia para contratar a un espadachín que se ocupara de la decapitación”. G. M., 2022. “El rey ya había enviado a buscar a un espadachín experto de Calais incluso antes de que tuviera lugar el juicio de su esposa. La orden, que estaba fechada el 18 de mayo de 1536, era la última pieza de un rompecabezas que había estado colocando cuidadosamente desde el arresto de Ana. (…) Enrique incluso se había tomado la molestia de pedir un nuevo juego de ropa para el espadachín. (…) ordenó un atuendo sombrío para el espadachín (…) para que Ana no pudiera distinguirlo de los otros hombres reunidos en el patíbulo. Era otra ‘amabilidad’, destinada a evitar su alarma indebida”. Borman, 2020, p. 24.

(33) Tracy Borman “señala que el hecho de contratar a un espadachín fue un gesto ‘inusualmente piadoso’: en Inglaterra las decapitaciones se hacían generalmente con un hacha, que a menudo requería más de un golpe, un sufrimiento que Enrique decidió evitarle. En ese mismo sentido, la sentencia condenaba a Ana Bolena a morir ‘quemada o decapitada’, una elección que correspondía al rey, que optó por el método más rápido”. G. M., 2022. “Aunque esto a menudo se conmutaba por decapitación, eso no era mucho mejor; si el hacha era desafilada, podría tomar varios golpes para cortar la cabeza. Pero Enrique había especificado que la cabeza de Anne debería ser ‘cortada’, lo que significaba que la espada le quitaría la cabeza con un golpe limpio. Este método de ejecución era común en Francia, pero no en Inglaterra”. Borman, 2020, p. 24.

(34) “Hay dos relatos de su ejecución: uno dice que fue ejecutada por un hacha inexperta que no le acertó el cuello la primera vez, golpeándose el hombro, y que se necesitaron otros diez golpes para acabar con ella. El segundo relato cuenta cómo logró escapar del golpe y que fue acorralada por el verdugo mientras corría. Este segundo relato coincide con el primero en que dice que se requirieron once golpes. Cualquiera que sea el relato que creas, esta señora tuvo un final realmente horrible”. Claire, 2010.

(35) Borman, 2020, p. 24. “Ana Bolena rondaba la treintena cuando fue decapitada con un golpe de espada realizado por un verdugo especializado, que se hizo venir expresamente desde Francia para proporcionar a la reina una muerte indolora”. Redacción Historia National Geographic, 2021.

(36) “Ana Bolena (…) fue la primera reina ungida en ser ejecutada en Inglaterra”; Borman, 2020, p. 21.

(37) “Esta era la primera vez que se ejecutaba a una reina ungida, por lo que era importante hacerlo bien. Los Tudor estaban obsesionados con el protocolo y la ceremonia, y la ejecución de la reina estaba sentando un precedente para futuras ocasiones de este tipo. Las sucesoras de Ana deberían haber tomado nota: Enrique sabía exactamente qué hacer la próxima vez”. Borman, 2020, p. 24.

(38) “Nunca más una reina ungida, consorte o reinante, descansaría tranquila en su trono. Catalina Howard, la quinta esposa de Enrique, también fue ejecutada por orden del rey (Echeverría Arístegui, 2008) (…). Mucho después de que terminara el reinado de Enrique, en febrero de 1554, Lady Jane Grey, la reina de los ‘nueve días’, fue decapitada en la Torre. Treinta y tres años después, la hija de Ana, Isabel, ordenó la ejecución de su rival, María, reina de Escocia”. Borman, 2020, p. 25. Existen leyendas sobre el fantasma de Catherine Howard relacionadas con Hampton Court “residencia, donde vivieron Enrique VIII y sus esposas es frecuentada por las apariciones de estas mujeres: Ana Bolena, Catalina Howard, quinta esposa del rey, que fue decapitada por adulterio en 1542, y Jane Seymour, que murió al dar a luz un hijo”. Marseille y Laneyrie-Dagen, 2001, p. 23.

(39) “Por causas desconocidas, el lugar de la ejecución se cambió al patio del Edificio de Waterloo, que hoy alberga las joyas de la corona de Inglaterra”. G. M., 2022. “Aunque Henry había estipulado que su ex esposa sería decapitada en Tower Green, el andamio construido apresuradamente se había erigido en el lado norte de la White Tower, frente a lo que hoy es Waterloo Block, hogar de las joyas de la corona”. Borman, 2020, p. 25. “Desde el siglo XIV, las joyas de la Corona inglesa se guardan en la Torre de Londres, donde los turistas las visitan con regularidad desde el siglo XVII. Hoy se hallan en la Jewel House, una bóveda en el edificio Waterloo, el más moderno de la Torre, protegidas las 24 horas del día por una guardia de soldados armados. Son más de 23.000 joyas, cuyo valor económico se estima en 30.000 millones de euros y cuyo valor histórico es incalculable. Entre ellas está la corona imperial, con más de 3.000 gemas engastadas”. Roca, 2021, p. 93.

(40) “Ana debería ser ejecutada dentro de los muros de la Torre, en lugar de en Tower Hill, el lugar de cientos de ejecuciones públicas a lo largo de los siglos. Esto le ahorró las multitudes aullantes que se reunían para presenciar cada ejecución, (…). No quería arriesgarse a que la reina caída atrajera el apoyo de la gente. (…) los cinco hombres acusados con ella habían sido ejecutados el día anterior en Tower Hill”. “Sorprendentemente, las puertas de la Torre se habían dejado abiertas accidentalmente y mil personas habían entrado para presenciar la ejecución de Ana”. Borman, 2020, pp. 24 y 25.

(41) Redacción Historia National Geographic, 2021. “Para Ana, hubo una indignidad final. En su falta de preparación general, Kingston no había pensado en pedir un ataúd. Por lo tanto, se trajo rápidamente un cofre de flechas de la armería cercana de la Torre, y los restos de la ex reina se colocaron allí. Tres horas más tarde, finalmente fue enterrada en la Capilla de la Torre de San Pedro ad Vincula, probablemente todavía en el mismo cofre de flechas”. Borman, 2020, p. 25.

(42) Fonz Bravo, 2018. G. M., 2022. Redacción Historia National Geographic, 2021. “Juana Seymour no corrió mejor suerte, ya que murió un año más tarde, doce días después de dar luz a Eduardo VI, futuro rey de Inglaterra”. Redacción Historia National Geographic, 2017b. “(…) el verdugo dio un paso adelante en silencio y balanceó la espada por encima de su cabeza para ganar impulso, luego cortó rápida y limpiamente el cuello de Ana. Los cañones de la Torre dispararon, dando la señal de que la Reina de Inglaterra estaba muerta. Al escucharlo, el rey abordó su barcaza real y recorrió la corta distancia río arriba hasta Chelsea, donde Jane Seymour, una de las damas de honor de Ana, lo estaba esperando. Al día siguiente, el rey se comprometió con ella”. Borman, 2020, p. 25.

(43) Ana “Fue acusada de adulterio con cinco hombres, incluido su propio hermano, George, y de conspirar para asesinar al rey con uno de sus amantes. Todo el caso se basó en poco más que rumores y chismes, pero fue suficiente para que arrestaran a la reina en Greenwich el 2 de mayo y la llevaran a la Torre para esperar su juicio”. Borman, 2020, p. 22. “Ana Bolena fue condenada “por adulterio y alta traición” bajo la acusación de haber mantenido relaciones sexuales con varios hombres de la corte, incluido su propio hermano. La acusada y la mayoría de los implicados negaron los cargos menos uno, un músico al servicio de la reina llamado Mark Smeaton, que confesó bajo tortura haber sido su amante. Eso bastó para que se la condenara junto con el resto de acusados y fuera ejecutada el 19 de mayo de 1536”. G. M., 2022.

(44) “A las nueve de la mañana del 15 de mayo de 1536, el Gran Salón de la Torre de Londres, parte del palacio real Tudor ahora perdido, se agolpaba con unos 2.000 cortesanos, clérigos y abogados, todos reunidos para presenciar el juicio del siglo. Ana Bolena, la notoria segunda esposa de Enrique VIII, fue acusada de adulterio, incesto y traición. Era la primera vez en la historia que una reina de Inglaterra había sido sometida a juicio, y el proceso resultó en su sangriento final. (…) Cuando Ana entró en el Gran Salón el 15 de mayo, habría reconocido una gran cantidad de rostros familiares. (…) Presidió la investigación el tío de Ana, el duque de Norfolk, y hay pruebas que sugieren que su padre, Tomás Bolena, formaba parte del jurado. (…) Los registros detallados del juicio sobreviven en los Archivos Nacionales, ubicados en su bolsa de cuero original con la etiqueta ‘Baga de Secretis’ (Bolsa de Secretos): los registros oficiales de muchos juicios estatales importantes. (…) Ana fue representada como una mujer lasciva que no podía controlar sus ‘frágiles y carnales deseos’ y que supuestamente atraía a los hombres de la corte de Enrique con ‘besos y caricias… para que fueran sus adúlteros y concubinos’. Según los informes, alentó los avances de su hermano, ‘atractiva con su lengua en la boca del dicho George’. Con Henry Norris, aparentemente había bromeado diciendo que si el rey moría, buscaría llenar los ‘zapatos de los hombres muertos’. Hablar de la muerte del rey, incluso en broma, era traición”. “el juicio de Anne, que estuvo repleto de cortesanos hostiles”. Borman, 2020, pp. 22 y 24. “La condena se había producido tras un juicio más que discutible, promovido probablemente por sus enemigos en el palacio y auspiciado por el rey, que parece ser que estaba obsesionado por engendrar un heredero varón y que ya estaba enamorado de la que sería su tercera esposa, Juana Seymour”. Redacción Historia National Geographic, 2021.

(45) “La mayoría de historiadores han sostenido que las acusaciones no eran ciertas y el juicio era una farsa organizada por Enrique VIII para librarse de ella y casarse con su nueva favorita, Jane Seymour. El motivo era la obsesión del rey por tener un heredero masculino que ni Ana Bolena ni su primera esposa, Catalina de Aragón, le habían dado”. G. M., 2022. “Aunque es casi seguro que Anne era inocente de todos los cargos en su contra (en la gran mayoría de los casos en los que aparentemente Anne le había sido infiel, ni siquiera estaba en el mismo lugar que sus supuestos amantes), logró mantener la compostura durante todo el proceso. Cuando finalmente se le permitió hablar, hizo una defensa elocuente y bien razonada. Pero las probabilidades estaban tan en su contra que solo podía haber un resultado. Fue declarada culpable de traición y condenada a ser quemada o decapitada a ‘la voluntad del rey’. Tras la entrega del veredicto, se disparó un cañón desde la Torre, dando la señal a Enrique, que estaba en el cercano Palacio de Whitehall, de que su esposa había sido condenada”. Borman, 2020, p. 22.

(46) “En el siglo XV, los duques de York reivindicaron la Corona inglesa frente a la casa de Lancaster, lo que dio origen a la guerra de las Dos Rosas (1455-1485). A la muerte de Ricardo III ocupó el trono la dinastía Tudor (1485-1603)”. Ashdown-Hill, 2017.

(47) Ashdown-Hill, 2017. Coote y Thornton, 2000, p. 323.

(48) “El hermano menor del rey fallecido, Ricardo, duque de Gloucester, fue nombrado protector del reino, lo que lo dejaba al mando del gobierno efectivo del Estado”. Ashdown-Hill, 2017. “Eduardo IV murió el 9 de abril de 1483, con 41 años, quizá por una neumonía. Dejó como heredero a su hijo Eduardo, pero dada su corta edad, doce años, estableció también en su testamento que su hermano Ricardo –de 31 años– se encargase de la regencia con el título de Protector del reino. De esta forma, el duque de Gloucester se convertía en el hombre fuerte de Inglaterra”. Redacción Historia National Geographic, 2017a.

(49) Los confinó en la Torre. Ashdown-Hill, 2017. “Desde su llegada a la capital, Eduardo, el príncipe heredero, había sido instalado en la Torre de Londres con el pretexto de que la fortaleza ofrecía un lugar seguro frente a posibles atentados. Ricardo transformó el refugio en prisión. Acto seguido capturó al duque de York, el hermano pequeño del rey, y lo encerró también en la Torre”. Redacción Historia National Geographic, 2017a. “Los envió a la Torre con el pretexto de prepararlos para la coronación del primogénito”. Echeverría Arístegui, 2008.

(50) Echeverría Arístegui, 2008. El 26 de junio, “una asamblea de los Tres Estados del Reino depuso a Eduardo V por considerar que él y su hermano eran bastardos, alegando que el matrimonio de su madre, Elizabeth Widville, con Eduardo IV era nulo porque éste había firmado poco antes un precontrato matrimonial con otra mujer, Eleanor Talbot. El duque de Gloucester fue designado nuevo rey con el nombre de Ricardo III”. Ashdown-Hill, 2017. Ricardo III “era hijo de Ricardo de York, el poderoso noble que en 1455 se rebeló contra el rey Enrique VI e inició la guerra de las Dos Rosas. (…) el 25 de junio de 1485, el Parlamento inglés declaraba a Gloucester legítimo heredero de Eduardo IV. Dos semanas después, el 6 de julio de 1483, Ricardo III era coronado en la abadía de Westminster”. Redacción Historia National Geographic, 2017a. “Los motivos del reclamo original de Ricardo al trono, como se establece en el sermón predicado por Ralph Shaa en St. Paul’s Cross el 22 de junio de 1483, se centró en el supuesto precontrato entre Eduardo IV y Lady Eleanor Butler que convertía en ilegítimos a todos los hijos de Eduardo, incluidos Eduardo V y su hermano Ricardo.26 La petición consagrado en el acto de 1484 que asegura el título de Ricardo al trono, que supuestamente se originó en 1483, y amplió el tema de Ricardo como reformador moral, en particular definiéndolo en oposición a los supuestamente corruptos Woodville. Esto condujo a la vergüenza altamente simbólica de la ex amante de Eduardo IV, Jane Shore, y al lenguaje extremadamente colorido de las proclamas de Ricardo denunciando la inmoralidad del pasado inmediato.27 Esto indica que Ricardo III no pretendía simplemente estar en el lugar de Eduardo IV. Intentaba identificarse con su padre Ricardo, duque de York”. Coote y Thornton, 2000, p. 327.

(51) “(…) sin que se diera ninguna explicación oficial sobre cuándo o cómo murieron y dónde fueron enterrados”. Ashdown-Hill, 2017.

(52) “Naturalmente, las sospechas han recaído siempre sobre Ricardo III, hombre ambicioso y carente de escrúpulos del que no era difícil pensar que podía haber ordenado liquidar a aquellos dos rivales dinásticos, aunque no fueran más que unos niños”. Ashdown-Hill, 2017. “«Realmente, caballeros, era un tirano sangriento y un homicida; alguien criado en sangre, y en sangre asentado». Así se refería Enrique VII a su predecesor en el trono de Inglaterra, Ricardo III, después de la muerte de éste en la batalla de Bosworth. Al menos, ésas son las palabras que le atribuye Shakespeare en una de sus obras de teatro más célebres: Ricardo III, pieza que ha transmitido la imagen del monarca como un personaje malvado, traicionero y falso, capaz no sólo de rebelarse contra un rey legítimo, sino de ordenar a sangre fría la muerte de todos sus rivales, incluidos sus dos sobrinos cuando todavía eran unos niños”. Redacción Historia National Geographic, 2017a.

(53) “Se contaba que una noche el rey envió a un caballero de su confianza, James Tyrell, y a otros dos hombres a la Torre de Londres, donde ejecutaron a los dos chicos ahogándolos con una almohada. Luego enterraron los cuerpos al pie de unas escaleras en la misma Torre. Este relato apareció en crónicas oficiales del siglo XVI, que sirvieron de base a Shakespeare para su célebre obra de teatro Ricardo III, publicada en 1597”. Ashdown-Hill, 2017.

(54) “La tradición ha hecho de Ricardo III el modelo de un tirano sangriento, y nada como el asesinato de dos criaturas inocentes para confirmar esta reputación. Sin embargo, los historiadores actuales han visto en esta historia muchos puntos oscuros que se prestan a interpretaciones diversas”. Ashdown-Hill, 2017.

(55) “Las motivaciones de Ricardo III para matar a los príncipes tampoco están claras. Al fin y al cabo, recibió el trono inglés de forma perfectamente legal y pública, de modo que su legitimidad no estaba en entredicho. Además, incluso si hubiera decidido deshacerse de ellos, es difícil explicar por qué no anunció sus muertes y los enterró”. Ashdown-Hill, 2017.

(56) “(…) mientras Ricardo III y su esposa partían en una gira por su reino tras la coronación, se produjeron en Londres intentos para apoderarse de los hijos de Eduardo IV en la Torre, no se sabe si para rescatarlos o para matarlos. Se ha sugerido que estos hechos estaban relacionados con una rebelión contra Ricardo III protagonizada, entre otros, por el duque de Buckingham, que tendría como objetivo restaurar en el trono al rey niño Eduardo V, lo que requería sacarlo de su clausura. Como condestable de Inglaterra, Buckingham tenía autoridad para enviar hombres a la Torre de Londres, y así pudo hacerlo en algún momento de julio de 1483, aprovechando la partida del rey. Es revelador que el 22 o 23 de julio, Ricardo decidiera de repente enviar a Londres a uno de sus hombres de confianza, el duque de Norfolk. Al parecer, su misión tenía que ver con algunos hombres que habían sido arrestados, según se indica en una orden expedida por el rey unos días más tarde. Aunque en la orden no se precisa el asunto, podría muy bien tener relación con el plan de asalto de Buckingham a la Torre, al que quizás aludió el cronista francés Thomas Basin en 1484. Posteriormente el historiador inglés John Stow también mencionó una conjura para provocar incendios en los alrededores de la Torre como maniobra de distracción para facilitar el rescate de los niños. En todo caso, la rebelión de Buckingham fracasó y el propio duque murió decapitado a finales de 1483 (el 2 de noviembre; “Fue durante esta rebelión que Enrique Tudor surgió por primera vez como candidato al trono inglés”; Coote y Thornton, 2000, p. 323). No sabemos si antes llegó a hacerse con los niños. Si así fue, ¿qué sucedió entonces con ellos? Una explicación sería, de nuevo, la muerte de Eduardo a consecuencia de la enfermedad que padecía. Esto aclararía por qué parece que Ricardo III no sabía qué había sido de los hijos de su hermano y nunca hizo ningún anuncio público sobre su paradero”. Ashdown-Hill, 2017.

(57) “De entrada, cabe la posibilidad de que los príncipes hubieran muerto por causas naturales, al menos el mayor de ellos, del que se sabe que siempre fue un niño enfermizo. En 1475, cuando tenía cuatro años, su padre dudaba de que viviera para sucederlo, pues en su testamento hacía una serie de legados a su hijo «si Dios permite que llegue a la edad de discreción» y especificaba que, si moría, deberían entregarse a quien resultara ser «nuestro heredero». También es revelador que en el verano de 1483, cuando se hallaba en la Torre de Londres, el joven Eduardo recibiera frecuentes visitas de su médico. Por ello, el chico podría haber sucumbido a su enfermedad a finales de julio de 1483, mientras estaba en la Torre”. Ashdown-Hill, 2017.

(58) Echeverría Arístegui, 2008. Los huesos se hallaron en la Torre en 1674. Ashdown-Hill, 2017.

(59) “En 1933 un examen forense aceptó la posibilidad de que pudiera tratarse de los restos de los desafortunados príncipes”. Echeverría Arístegui, 2008. “En la década de 1930, un análisis de los cráneos mostró que en ambos faltaba un diente. Algunos autores sugirieron que podía tratarse de un defecto congénito propio de la familia York, lo que demostraría que los huesos eran los de los niños. Sin embargo, el hallazgo en 2012 de los restos de Ricardo III (…) ha puesto en duda esta interpretación, ya que el estudio de su cráneo descarta una ausencia congénita de dientes. De hecho, no hay seguridad alguna de que los huesos de la Torre sean los de los malhadados príncipes”. Ashdown-Hill, 2017.

(60) “Ricardo III murió en 1485 en la batalla de Bosworth, que llevó al trono a su vencedor, Enrique VII, fundador de la dinastía Tudor”. Ashdown-Hill, 2017. Redacción Historia National Geographic, 2017a.

(61) “Bajo el reinado de Enrique VII se difundió la historia del asesinato de los niños por orden de Ricardo III”. “Al principio, él tampoco sabía nada de la suerte de los niños, como lo demuestra el que en 1490 diera credibilidad a un impostor que se hizo pasar por Ricardo, el más joven de los dos príncipes. Sin embargo, más tarde Enrique VII decidió que era más prudente pretender que los hijos de Eduardo IV habían sido asesinados en 1483 para impedir que aparecieran nuevos pretendientes a la Corona”. “Después de que en 1502 James Tyrell fuera ajusticiado por participar en una conspiración a favor de la dinastía de los York, el gobierno de Enrique VII difundió la noticia de que Tyrell había confesado ser el autor del asesinato de los dos niños en la Torre de Londres, 19 años antes, por orden de su señor, Ricardo III”. Ashdown-Hill, 2017. “El rey insistió siempre en que era inocente de su muerte, pero lo cierto es que no facilitó ninguna investigación. Se dijo que un tal James Tyrrell confesó, bajo tormento, que los había asesinado a instancias de Ricardo III, pero no queda constancia escrita de tal confesión”. Redacción Historia National Geographic, 2017a.

(62) “No existe la menor prueba que respalde esta tesis, pero ha sido creída ampliamente desde entonces. ¡Demostración de que las mentiras de un gobierno son aceptadas a menudo como hechos irrefutables!”. Ashdown-Hill, 2017.

(63) Ashdown-Hill, 2017.

(64) Thornton, 2021, p. 4.

(65) Tim Thornton (Universidad de Huddersfield): Thornton, 2021.

(66) “El relato de Sir Tomás Moro sobre el asesinato de los ‘príncipes en la Torre’ ha sido tratado con diversos grados de escepticismo durante el último siglo y medio. La Historia del rey Ricardo III de Moro es notable, sin embargo, por la forma en que proporciona detalles circunstanciales precisos (…). El relato de Moro sobre esas muertes es aún más sorprendente porque el centro de él eran varias personas que aún estaban vivas en el momento de su redacción, sobrevivientes del episodio y sus familias inmediatas. (…) John Dighton, el destacado sirviente real, y Edward y Miles, hijos de su presunto socio en el crimen, Miles Forest, y los contactos de Moro con ellos”. Thornton, 2021, p. 4.

(67) “El legendario Guy Fawkes, por ejemplo, detenido en 1605 por participar en el llamado complot de la pólvora, fue torturado en el potro, un instrumento en el que era difícil resistir más de cinco o diez minutos sin perder el conocimiento por el dolor”. Roca, 2021, p. 91.

(68) “A lo largo de los siglos, esta antigua fortificación ha servido como palacio real, guardiana de las joyas de la corona, ceca del reino, zoológico real, prisión inexpugnable, terrible lugar de ejecuciones y torturas y multitudinaria atracción turística”. “El turismo de masas empezó en el siglo XIX. Los victorianos se entregaron a fondo a este fenómeno, crearon guías sobre los terrores de la Torre e incluso reconstruyeron la torre Lanthorn para que pareciera más medieval. Fueron ellos quienes convirtieron la Torre de Londres en el parque temático que hoy conocemos. Y cuando Londres necesitó un nuevo puente junto a la Torre, la reina Victoria en persona insistió en que su diseño debía encajar con el de la fortaleza. El puente de la Torre que vemos hoy se empezó a construir en 1880, en un estilo neogótico voluntariamente anticuado para que no desentonara junto a la antigua fortaleza”. Roca, 2021, pp. 85 y 91-92. “A principios del siglo XX, la Torre de Londres contaba ya con medio millón de visitantes al año. Cien años después, la cifra ha aumentado a dos millones”. Echeverría Arístegui, 2008.

(69) “La Torre de Londres se jacta de contar con la exposición histórica que más tiempo lleva abierta en todo el mundo. Conocida como la Línea de los Reyes, se trata de un espectacular despliegue de armas y armaduras montadas sobre caballos de madera de tamaño natural. Su origen se remonta a la década de 1650, cuando alguien tuvo la brillante idea de coger todas las armaduras y armas de la armería real que ya no se utilizaban en los campos de batalla para mostrarlas al público en la torre Blanca”. Roca, 2021, p. 94.

(70) “Durante la Segunda Guerra Mundial se suspendieron las visitas, y el foso, desecado hacía tiempo para que no fuera foco de enfermedades, se convirtió en un gran huerto para alimentar a los londinenses. Durante el Blitz cayeron en la Torre quince bombas explosivas, tres misiles y numerosas bombas incendiarias. A pesar de que murieron tres personas, los daños materiales fueron menores. Durante este período, y por última vez, la Torre volvió a acoger a prisioneros famosos, como Rudolf Hess, su último prisionero de Estado. También el 15 de agosto de 1941 se llevó a cabo la última ejecución en la Torre, el fusilamiento del espía alemán Josef Jakobs; en la Torre se conserva la silla que se utilizó para su ejecución. En 1946, todavía sin estar plenamente reconstruida, la Torre volvió a abrir sus puertas al público”. Roca, 2021, p. 92. “Las guerras mundiales echaron un jarro de agua fría sobre la imagen de la Torre como inofensiva atracción turística. El complejo recuperó temporalmente su función de presidio. Varios espías fueron fusilados; el último, Josef Jakobs, en 1941. Rudolf Hess, uno de los jerarcas del partido nazi, pasó cuatro años allí antes de ser juzgado en Núremberg. Fue, al menos por ahora, el último prisionero de la Torre de Londres”. Echeverría Arístegui, 2008.

(71) “Aunque muchos creen que esta idea se remonta al siglo XVII, la realidad es que surgió durante los bombardeos del Blitz en la Segunda Guerra Mundial para mantener la moral de los londinenses”. Roca, 2021, p. 93.

(72) Echeverría Arístegui, 2008. Roca, 2021, p. 93.

(73) El Ravenmaster es un alabardero: “Los alabarderos son los defensores de las puertas y los guardianes ceremoniales de la Torre desde tiempos de Enrique VII, en el siglo XV. Se los conoce popularmente como beefeaters, quizá porque tenían el privilegio de comer tanta carne (beef) de la mesa del rey como quisieran. Sólo lucen sus uniformes de gala, de estilo tudor en tela roja, en ocasiones especiales; el de diario es de tela azul marino con bordados rojos. Hoy su principal función es guiar a los turistas”. Roca, 2021, p. 93.


Bibliografía

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Ana Inmaculada Morillas Cobo
Escritora y divulgadora. Redactora, revisora de contenidos y editora de Khronos Historia. Mis áreas de mayor interés - como comprobaréis si me leéis - son la Historia de la Mujer, la Historia de las Religiones, la Filosofía Política y la Antropología. Como buena cinéfila y melómana, me encanta practicar la miscelánea cuando escribo (llamadme friki). De firmes posiciones feministas y marxistas.